.....HISTORIA DE NAVARRA....El nuevo proyecto para recrecer Yesa da sus primeros pasos en febrero de 2009.
La nueva presa de Yesa no verá la luz antes de 2016
La CHE reconoce que la presa se asienta sobre una falla, pero descarta que engendre algún peligro para su estabilidad
DN B. ARMENDÁRIZ YESA Miércoles, 18 de agosto de 2010
Pese a la aprobación de la declaración de impacto ambiental del recrecimiento del embalse de Yesa, aún habrá que esperar varios años hasta ver terminada la obra. El Ministerio de Medio Ambiente dio el visto bueno este sábado a una nueva cota máxima, que pasaría de 488 a 511 metros sobre el nivel del mar, diez menos de los previstos en el anterior proyecto (lo que supone subir de 78 a 108 metros la altura de la presa). Sin embargo, esta aprobación no es el final del camino, sino el principio.
Ahora debe lograrse el visto bueno del Consejo de Obras Públicas, del Consejo de Estado y la aprobación del Consejo de Ministros.
Una vez se disponga de todo ello, será preciso redactar un proyecto y, posteriormente, adjudicar las obras, que durarían en torno a cuatro años, según afirmaron desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y el Ministerio, responsables del proyecto. Después comenzaría el programa de puesta en carga, por lo que el funcionamiento del pantano al 100% difícilmente será antes de 2016.
La cota máxima de 511 metros, ahora aprobada, surgió de una modificación del proyecto inicial, que fijaba la cota a 521 metros. Y, aunque la decisión todavía estaba en trámites, lo cierto es que las obras de recrecimiento están en marcha desde 2003. Se está actuando, aseguran desde la CHE, "en aquellas partes del proyecto que no se veían afectadas por la modificación". Así, se ha terminado ya la toma del Canal de Bardenas y una de las dos conducciones de que consta, además, del desagüe de fondo del embalse. Hasta el momento, recalcan desde la Confederación, se han invertido ya 89 millones de euros.
Ese constante ir y venir de camiones y maquinaria es el que molesta a los vecinos de Yesa, que confían en que esta aprobación agilice las obras "para que terminen lo antes posible", aunque no son muy optimistas. "La mayoría teníamos ya asumido el recrecimiento, y, aunque se acabará haciendo, me temo que aún tardará... aún darán más vueltas", afirmaba un trabajador del pantano. La CHE emplea a unas 17 personas en el pantano, la mayoría con más de 20 años de servicio, muchos de ellos de Yesa. "En el pueblo, la mayoría pasa del tema, lo único que quieren es que terminen las obras ya. Están destrozando todo el monte, con la maquinaria y los caminos de obra". Y es que a las obras del pantano se le han unido también las de la autovía, cada una a un lado del pueblo.
Bajo las aguas
Peor suerte correrán las fincas de la urbanización Leyre, a 4 kilómetros de Yesa en término navarro. Los propietarios de los 17 chalets de esta urbanización son los únicos afectados navarros que verán sus casas sumergidas bajo las aguas del embalse de Yesa. Ellos han recibido con resignación la noticia del recrecimiento.
Llevan en ese enclave desde mediados de los 70. La urbanización, con piscina y acceso directo al embalse, es el destino de veraneo de estas 17 familias, sus hijos y sus nietos, aunque algunas de ellas viven ahí gran parte del año.
La amenaza del recrecimiento, afirman, lleva ya más de quince años sobrevolando su terreno pero la decisión se había pospuesto una y otra vez. Ahora que el Ministerio de Medio Ambiente ha aprobado la declaración de impacto ambiental y ha dado vía libre a la ampliación del pantano, estos propietarios sólo esperan que el recrecimiento "tarde unos cuantos años", ya que aún no saben qué pasará con ellos.
"En su día se habló de la posibilidad de pedir compensación económica o en terreno, pero lo cierto es que la Confederación Hidrográfica del Ebro todavía no nos ha informado de nada. Hay una falta absoluta de información", confiesa el pamplonés Rafael Moreno Gascón. Sus padres compraron uno de los chalets y ahí veraneó el de pequeño. Ahora va a pasar las vacaciones con sus hijos. Él, como el resto de vecinos de la urbanización, entienden que "si se trata de un bien común" deba hacerse, "pero aprovechando la cota máxima". "Me da rabia que a pesar de todo este esfuerzo, toda la inversión económica y las expropiaciones, se quede en la mitad de lo que debía ser", insiste.
De hecho, la cota de 521 metros permitía almacenar 1.525 hectómetros cúbicos (frente a los 1.079 hm3 permitidos con la cota de 511), en un total de 4.408 hectáreas, que ocuparía el embalse. Ahora, en cambio, la superficie del pantano será de 3.584 hectáreas.
La urbanización quedaría cubierta, pero superficialmente, por lo que es más que probable que se deban demoler los edificios. "Nos quitan esto, pero no sabemos si podremos construir de nuevo algo más arriba", afirma la pamplonesa Beatriz Barbería Huarte. "Yo vine aquí con 9 años la primera vez y ahora vienen mis hijos, que tienen ocho. Espero que puedan disfrutar de la zona unos cuantos años todavía", afirma. "Si es para generar riqueza, no podemos ver mal el proyecto, pero lo ideal es que nos dejaran un terreno arriba... pero no sabemos nada", añade Moreno.
El camping desaparece
Los otros afectados serán los campistas del camping Villa de Tiermas, el único que permanece abierto en las proximidades del municipio de Yesa y junto al pantano. Al igual que la urbanización, se inundará con la crecida. Roberto Irigoyen es uno de los asiduos. "Llevo 40 años aquí, pero si la obra es por el bien general, hay que admitirlo, pero que lo hagan con la mayor calidad posible". Este pamplonés pasa gran parte del verano en su bungalow, "y ahora que estoy jubilado más". Sobre qué hará cuando cierren el camping, reconoce que no tiene "ningún plan". "No es algo de lo que yo pueda disponer, pero no me planteo ir a otro lado. Éste es un camping muy singular. Los nuevos son como ciudades, con todos los bungalows iguales, no te dejan asentarte con lo tuyo". Irigoyen cuenta con varias lanchas para navegar por el pantano, que ahora se encuentra al 74% con 331 hectómetros cúbicos. "Está increíble", confiesa.
Mercedes Pérez Reyes, de 63 años, ya ha sufrido una primera mudanza. "Tenía mi bungalow en el camping Mar del Pirineo desde hacía 34 años, pero lo han cerrado y este año nos hemos trasladado a éste. En total habremos venido unas 20 familias", explica. Esta pamplonesa confía que con el recrecimiento se mejore el camping. "Como se inunda, yo creo que harán otro más arriba, mucho mejor preparado, más seguro y acondicionado. Aquí se podía hacer una maravilla de camping, porque este enclave es espectacular".
Quienes también confían en eso son los jóvenes pamploneses Hugo Martín y Fernando Ajona, de 26 y 31 años. "Habrá más agua para navegar; harán un camping mejor... si lo hacen bien, todo será mejor". No obstante, también apuntan un problema: "Al haber más agua, también habrá más grietas en la presa. Esperemos que aguante".