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Paul WilliamsPablo Ginés/ReL 6.12.2011Paul Williams, catedrático de
filosofía budista y profesor de religiones de la India en
la Universidad de Bristol, ha sido durante más de 30 años una
de las principales autoridades académicas sobre budismo en el
Reino Unido. También era un budista convencido,
intelectual y practicante. Pero en 1999 sorprendió a
sus alumnos, compañeros y familiares cuando anunció que se
convertía al cristianismo, más aún al catolicismo más
ortodoxo. En 2002 publicaba un libro con su testimonio de conversión y sus reflexiones.
En la revista budista inglesa Dharmalife no escondían su perplejidad: "Williams es
uno de los principales estudiosos británicos del budismo y
un budista practicante de muchos años. De hecho, su
libro El Budismo Mahayana es
una joya de claridad y visión. ¡Qué sorprendente fue
escuchar hace dos años que había decidido ser católico. [...]
¡Catolicismo! He tendido a asumir que mientras el
budismo es una opción vital y espiritual para la gente moderna,
el catolicismo pertenece a un pasado problemático. Mi
visión del catolicismo está influida por los testimonios de
amigos ex-católicos, sobre los efectos debilitadores de la
culpa, su búsqueda de bases emocionales saludables para sus
vidas... ¿Cómo podría una persona inteligente y bien informada
tomar tal opción?", se pregunta el crítico de la revista.
Williams lo ha explicado en su libro "Unexpected Way",
de 2002, y en algunas entrevistas y testimonios escritos.
Juventud anglicana tibia
Paul Williams nació en 1950. La familia de su madre no era
religiosa, aunque después de su conversión descubrió que
tenía una bisabuela católica. La familia de su padre era
tibiamente anglicana. Siendo muy joven, Paul se sumó al coro de
la parroquia anglicana porque le gustaba cantar. Fue confirmado
en su adolescencia por el obispo anglicano de Dover y aún
con 18 años recuerda haber ido a comulgar alguna vez.
Pero ni tenía una relación cercana con Cristo ni recibió
formación.
Su hermano trajo de la biblioteca un libro sobre yoga, y
con él Williams se aficionó a la cultura oriental en
los muy alternativos años 60. "Estuve implicado en el
estilo de vida y las cosas que los adolescentes hacen. Al
acercarse los exámenes públicos dejé el coro, dejé de servir
en la iglesia, perdí el contacto con ella, me dejé el pelo
largo y me vestía raro".
Meditación y budismo
Estudiando en la Universidad de Sussex se especializó en
filosofía india y después en budismo. Aunque había leído algo
de Santo Tomás de Aquino y le parecía admirable, pronto se
olvidó de él. "Por un tiempo acudí a la
Meditación Trascendental de Maharishi Mahesh Yogui,
pero lo dejé porque me disgustaba su superficialidad y me
parecía que distorsionaba la tradición india", escribe en
su libro.
Hacia 1973 ya lo tenía claro: había estudiado tanto el budismo
que veía el mundo con categorías budistas, le parecían
coherentes, Dios era innecesario y se consideró
ya budista. Se "refugió" formalmente como budista
en la tradición tibetana Dgelugspa, la del Dalai Lama. Siendo
profesor en la Universidad de Bristol creó su propio círculo de
budistas.
Practicaba la meditación, daba charlas en encuentros budistas,
aparecía en debates televisivos como budista tibetano y
participó en debates públicos con el católico disidente Hans
Küng y el catalán orientalista Raimon Panikkar.
Lo que atraía del budismo
"Me interesaba la filosofía, pero también la meditación y
el exótico Oriente. Muchos de nosotros encontrábamos el budismo
interesante, al principio, porque parecía mucho más racional
que las alternativas, y a la vez mucho más exótico. Los
budistas no creen en Dios. O mejor, no parecía haber razones
para creer en Dios y la existencia del mal era para nosotros un
argumento positivo en su contra. Los que habíamos crecido como
cristianos estábamos hartos de defender a Dios en un
mundo hostil, lleno de detractores. En el budismo uno
tiene un sistema de moralidad, espiritualidad y filosofía
inemnsamente sofisticado (y exótico), que no necesita a Dios
para nada", explica Williams.
Años después, al convertirse al catolicismo, el filósofo
siguió reflexionando y escribió: "Si miramos cómo son los
budistas de Occidente, el llamado Budismo Occidental, lo que
encontramos con regularidad es una forma de cristianismo en la
que han quitado las partes que los cristianos
post-cristianos encuentran más difíciles de aceptar".
Williams incluso conoció un líder llamado Sthaira
Sangharakshita que proponía a los budistas de pasado cristiano
practicar la "blasfemia terapéutica", para
lograr desapegarse de su trasfondo cristiano, insultando
cosas consideradas santas en su cultura. A Williams esta idea le
parecía una barbaridad.
El problema de la reencarnación
El budismo en Occidente se presenta sobre todo como técnicas
para vivir experiencias positivas: paz, armonía, relajación...
Pero a medida que Williams veía el paso de los años, como
filósofo no podía evitar hacerse preguntas, y entre ellas: ¿qué
pasa después de la muerte? Hay budistas que prefieren
no pensar en el tema, y consideran que es "Mara", una
"ilusión", una distracción, un tema en el que no vale
la pena pensar, pero ¿puede un filósofo dejar de preguntarse?
"Los budistas creen en el renacimiento, es decir, la
reencarnación, como suele llamarse. No hay un inicio en la serie
de vidas renacidas: todos hemos renacido infinitas veces, no hay
principio ni se necesita un Dios que lo inicie", explica.
Williams recuerda que en la época de los primeros cristianos las
creencias a favor del renacimiento estaban muy difundidas en
Grecia y Roma, pero el cristianismo nunca las aceptó. "Y
por buenas razones: si el renacimiento es cierto, nosotros no
tenemos ninguna esperanza".
¿Qué hay de mí en una cucaracha?
Imaginemos que vamos a ser ejecutados sin dolor mañana por la
mañana, pero sabemos con toda seguridad que después renaceremos
como una cucaracha. "Te acostumbrarás, no es tan malo, ser
cucaracha no es como la nada o el gran vacío, es una vida,
seguirás vivo... Pero ¿por qué nada de eso nos
consuela?", plantea Williams.
Más específico aún: "No pido que imaginéis que
despertáis dentro del cuerpo de una cucaracha, como en La
Metamorfosis de Kafka. Serías una cucaracha, ¿y quién
sabe cuales son los sueños o imaginaciones de una
cucaracha?"
"Lo terrorífico de ser ejecutado al alba y renacer
como cucaracha es que, simplemente, eso sería mi fin.
No puedo imaginar cómo es renacer como cucaracha porque ¡no hay
nada que imaginar! Simplemente, no habría nada de mí
ahí. Si el renacimiento es cierto, ni yo ni mis seres
queridos sobrevivimos a la muerte. El yo, la persona real
que soy, mi historia, se acaba. Quizá haya otro ser
vivo con algún tipo de conexión causal con la vida que yo fui,
alguien influido por mi karma, pero yo ya no estoy".
"A nivel cotidiano, los budistas tienden a oscurecer
este hecho -que yo desaparezco del todo con la muerte- cuando
hablan de ´mi renacer´ o de ´preocuparse por tus
vidas futuras´, pero en realidad cualquier renacer -como una
cucaracha sudamericana- no sería ´yo mismo´, y por lo tanto
cabe preguntarse por qué he de preocuparme por mis renaceres
futuros".
Iluminación, sí... pero ¿quién la consigue?
Para escapar del ciclo de las reencarnaciones, el budismo enseña
que es posible alcanzar la iluminación, el nirvana, una absoluta
perfección y desapego en esta vida. Cuando uno tiene 20 años
puede pensar que con mucho esfuerzo lo conseguirá. Pero
Williams, con más de 20 años de intensa práctica budista y
meditativa lo tenía claro: "Es evidente que no voy a
conseguir la iluminación en esta vida. Todos los budistas
tenderán a decir eso mismo de todo el mundo. La
iluminación es un logro extremadamente raro y supremo, para
héroes espirituales, no para nosotros, no para gente
como yo. Así que yo, y mis amigos y familiares, no tenemos
esperanza".
Karma: pagar por tus otras vidas... que no eras tú
Williams explica rápidamente la teoría del karma: algunos males
y algunos bienes que experimentas, son consecuencia de lo que
hiciste en una vida pasada. Pero ¿en qué sentido se
puede decir que el dictador cruel y maligno que fuiste en otra
vida eras tú? "La idea de que un bebé sufre una
dolorosa enfermedad por algo que hizo otra persona, incluso si el
bebé es de alguna manera un renacimiento de esa persona, no
puede verse como satisfactorio. No puede decirse, como alguno ha
hecho, que sea la respuesta más aceptable al problema del mal.
El bebé no es quien hizo los hechos malvados, igual que yo no
soy una cucaracha tras mi ejecución".
El cristianismo ofrece esperanza
"El budismo no tenía esperanza para mí. Los cristianos sí
tienen esperanza. Así que quise ser capaz de llegar a ser
cristiano. Volví a examinar las cosas que había rechazado en mi
juventud. Me di cuenta que es racional creer en Dios,
tan racional -hoy pienso que más racional- que creer, con los
budistas, que no hay Dios".
Examinó la clave de la propuesta cristiana: que Jesús había
resucitado. "Me asombró descubrir que la
resurrección literal de Cristo de entre los muertos tras su
crucifixión es la explicación más racional de lo
sucedido. Eso hacía del cristianismo la opción más racional de
las religiones teístas, y como cristiano consideré que debía
dar prioridad a la Iglesia Católica. En mi libro analizo varios
argumentos que me dieron para no hacerme católico y explico
cómo no consiguieron disuadirme".
"El cristianismo es la religión del valor infinito
de cada persona. Cada persona es una creación
individual de Dios, y como tal Dios la ama y valora
infinitamente. En esto se basa toda la moral cristiana, desde el
valor de la familia al altruismo y el sacrificio de los santos.
Por ser infinitamente valiosos es por lo que Jesús murió por
nosotros, para salvarnos a cada uno. Y somos las personas que
somos, con nuestras historias, amigos y parientes.Nuestra fe es
que en Dios nuestras muertes tendrán significado para
cada uno de nosotros, de formas que exceden nuestra
imaginación pero que incluso ahora ya excitan nuestra esperanza
y alimentan nuestras vidas".
Hoy Paul Williams es laico dominico y un gran admirador de Santo
Tomás de Aquino. Lamenta que a veces, en encuentros ecuménicos
o análisis de religión comparada, se haga el contraste entre
los místicos cristianos de lenguaje sencillo (como San Juan de
la Cruz) con teóricos budistas muy elaborados, con un discurso
muy intelectualizado que hacen parecer al místico cristiano una
versión simple de una filosofía compleja. Williams considera
que esos autores budistas deben contrastarse más bien
con autores sistemáticos como Santo Tomás. Sigue
siendo, en todos los sentidos, profesor y especialista en
budismo.