Crónica

La desaparición de los trenes

24 de julio de 2008 - Luis del Pino en Libertad Digital

Muy pertinentes los artículos que hoy publican C. Toledo y Manuel Marraco en El Mundo, comparando el diferente destino dado al convoy del metro de Valencia que sufrió un accidente en julio de 2006 y a los trenes atacados el 11-M.

Mientras que el convoy del metro de Valencia se ha conservado hasta realizar todas las pruebas necesarias y sólo se ha autorizado su destrucción después de que el caso haya sido sobreseído, los trenes del 11-M comenzaron a ser desguazados 48 horas después de la masacre, sin que ni los abogados defensores, ni (lo que es todavía peor) los abogados de las acusaciones tuvieran, por tanto, la más mínima posibilidad de solicitar la realización de diligencias de prueba.

Dudo mucho de que pueda haber alguien que sostenga de buena fe que aquella destrucción de los trenes del 11-M fue una simple negligencia. Una mínima dosis de sentido común obliga a contemplar como hipótesis más probable la de que los trenes del 11-M fueron desguazados precisamente para que no pudieran realizarse diligencias posteriores de investigación con los restos y para poder sustituir a voluntad las pruebas directas por otras pruebas aparecidas fuera de los trenes.

No debemos olvidar, asimismo, que los trenes no fueron lo único destruido. Centenares de prendas y objetos personales de las víctimas fueron incinerados en el vertedero de Valdemingómez, con autorización escrita del juez Del Olmo, unas semanas después del atentado. Numerosos restos electrónicos fueron convertidos en polvo en una trituradora de residuos, de nuevo con la autorización del juez Del Olmo, por las mismas fechas.

Y los miembros de la Policía encargados de inspeccionar los vagones explotados recogieron una cantidad ingente de muestras de cuyo destino nadie nos ha informado.