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Te quiero a Ti en recompensa, Señor

Jesús a santo Tomás de Aquino: "Bien has escrito de Mí, Tomás. ¿qué quieres en recompensa?"

Santo Tomás de Aquino a Jesús, el Verbo hecho carne: "Te quiero a Ti mismo, Señor".

Dice Fr. Manuel Ángel Martínez de Juan O.P.
https://www.dominicos.org/quienes-somos/grandes-figuras/santos/maestro-vida-espiritual/

"En cierta ocasión, el sacristán de la iglesia de San Nicolás de Salerno, Fray Domingo de Caserta, lo sorprendió en oración y oyó una voz procedente del crucifijo que le decía:

“Tomás, has escrito muy bien sobre mí; ¿qué recompensa quieres por tu trabajo?”

Y Tomás respondió sin pensarlo dos veces:

“¡Sólo a ti, Señor!” (non nisi te, Domine!).

Esta respuesta coincide plenamente con su doctrina sobre la oración y sobre la esperanza, donde se expresan los anhelos más profundos del corazón humano. El Aquinate enseña que en nuestra oración debemos pedir principalmente nuestra unión con Dios, o a Dios mismo, pues no hay que esperar de Dios algo que sea menor que Dios [Cf. II-II, q. 17, a. 2c.]".

Como hemos expuesto (II-II, q. 17, a.1), la esperanza de que tratamos alcanza a Dios apoyándose en su auxilio para conseguir el bien esperado. Ahora bien, entre el efecto y la causa debe haber proporción, y por eso el bien que propia y principalmente debemos esperar de Dios es un bien infinito proporcionado al poder de Dios que ayuda, ya que es propio del poder infinito llevar al bien infinito, y este bien es la vida eterna, que consiste en la fruición del mismo Dios. En efecto, de Dios no se puede esperar un bien menor que Él, ya que la bondad por la que comunica bienes a sus criaturas no es menor que su esencia. Por eso el objeto propio y principal de la esperanza es la bienaventuranza eterna.
(II-II, q. 17, a. 2c.)

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También santa Faustina Kowalska le dice a Jesús que sólo le quiere a Él y le suplica que la haga capaz de amarle. Y rehúsa el mundo nuevo y feliz que Jesús le ofrece que va a crear para ella.

Te deseo a Ti, Jesús. Haz mi corazón capaz de amarte con el amor con que Tú me amas

"Una vez, vi de repente al Señor Jesús en una gran Majestad y me dijo estas palabras:

Hija Mía, si quieres, en este momento creo un mundo nuevo más bello que éste y pasarás en él el resto de tus días.

Contesté:

No quiero ningún mundo, yo Te deseo a Ti, oh Jesús, deseo amarte con el amor con que Tú me amas; Te ruego una cosa: Haz mi corazón capaz de amarte.
Me sorprende mucho, Jesús mío, que hagas tal pregunta, porque en realidad ¿qué haría yo con estos mundos aunque me los des por millares? ¿Qué provecho tendría?
Tú sabes bien, Jesús, que mi corazón muere de nostalgia por Ti; todo lo que está fuera de Ti, para mí no es nada.

En aquel momento no vi nada más, pero una fuerza envolvió mi alma y un extraño fuego se incendió en mi corazón, y entré en una especia de agonía por Él; entonces oí estas palabras:

A ningún alma Me uno tan estrechamente y de este modo como a ti y esto por la profunda humildad y el amor ardiente que tienes por Mi".

(Diario de santa Faustina Kowalska, 587)