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Eric Emmanuel Schmitt
Pablo Ginés/ReL 31.03.2011El autor de «Cartas a Dios» perdió su
agnosticismo en el desierto del Sáhara.
- Niño con cáncer escribe a Dios. ¿Es tabú el cáncer
o lo es Dios?
Dostoyevski dijo que la enfermedad de un niño
era una razón para no creer en Dios: no sólo hay dolor, sino el
escándalo de una promesa de vida incumplida. Pero yo escribí mi
historia para refutar a Dostoyevski: con 10 años, con 20, con
40... la enfermedad te quita la misma vida. Nuestra época vive
la ilusión engañosa de que la vida se alarga, de que quizá
venceremos a la muerte, y parece que enfermar o morir sean
accidentes. Se silencia la realidad pero, a más silencio, más
angustia. Has de ver la vida como es realmente, frágil y
efímera, para amarla más.
¿Tenía consciencia de usar
referencias bíblicas en esta historia?
La escribí con cierta conciencia teológica,
más que bíblica, pero la Biblia es como un idioma, está ahí,
impregnando toda nuestra cultura. La escena del niño recibido,
adormecido, en Navidad... sí, es una historia de natividad y
muerte. No me dan miedo los referentes cristianos, incluir cinco
minutos rodados dentro de una iglesia, algo que nadie hace en el
cine francés. No tengo complejos.
¿Cómo entiende esta película
alguien de otra cultura, por ejemplo, un asiático?
Se estrenó en Japón y gustó mucho, pero les
extrañó, porque veían una historia con gozo, con alegría,
ligereza, y ellos no entienden que un cáncer infantil se pueda
tratar así. Les dije que esa ligereza es una ética:
desprenderse de la pena, el miedo, la angustia, amar la vida
fragil y efímera. Ellos entendían la enseñanza filosófica,
pero no se daban cuenta de todo el contexto cultural
judeocristiano.
¿Reza usted? ¿Envía cartas a
Dios?
Rezo a menudo, no por pedir, sino para liberarme
de mis peticiones, salir de mis egoísmos, y al final acabar en
adoración.
¿Cuál ha sido su itinerario
espiritual?
Nací en una familia atea y anticlerical. A base
de estudiar filosofía y de impartir filosofía en la
universidad, me hice agnóstico. «¿Qué es Dios? No lo sé»:
ésa era mi postura. Pero a los 29 años tuve una experiencia
mística. Fui al Sáhara, tras las huellas de Charles de
Foucault, entre Argelia y Níger, pensando en filmar acerca de
él. Y me perdí en el desierto. Estuve solo 30 horas, sin comida
ni bebida. Pensé que tendría miedo, pero no: me invadió la
paz, la confianza... y la fe. «Si no me encuentran, moriré
creyente, y si me encuentran, tendré que vivir creyente»,
pensé. ¡Mala noticia para un intelectual francés agnóstico
como yo! Pero el guía tuareg me encontró, volví con la fe como
un pequeño manantial secreto en mi corazón, y ahora es como un
río. Leí los grandes textos de las religiones, empezando por lo
más exótico: budismo, sufismo, judaísmo. Una noche, años
después, leí por primera vez los cuatro evangelios. A mi noche
mística, los evangelios le añadían el Amor en nuestras vidas.
Seguí leyendo mucho, a favor y en contra del cristianismo, pero
al final descubrí que yo era cristiano.
¿Esa escena del niño ante el
crucifijo, no le parece contracultural en estos tiempos de
retirada de crucifijos?
No lo hice a propósito, pero en Francia ya vi que no era
culturalmente correcto, lo que, por cierto, me encantó. Hay
elementos cristianos pero también estoicos en esa escena. La
señora Rosa distingue entre lo que no depende de nosotros, como
el dolor físico de la enfermedad, de lo que sí depende en gran
parte, como es el dolor moral. Eso es estoicismo. Pero ahí está
Cristo, que no teme a la muerte y el dolor, aunque los
experimenta, y nos enseña a vivir en la confianza. Ante el
misterio del dolor hay dos reacciones: o la angustia, o la
confianza.
¿Cómo imagina usted la otra
vida?
Me niego a imaginarla. Yo, con la fe, confío en
lo desconocido. La fe no es un saber, es un habitar en el
Misterio. Decidí que amo la muerte como la vida: tal como es. En
mi obra «Hotel de dos mundos» destruyo todas las imágenes
habituales de la muerte, su imaginería. Hay que aceptar el
Misterio ¡y amarlo!
Un autor reconocido
Eric Emmanuel Schmitt recibió en 2001 el Gran Premio de Teatro
de la Academia Francesa por el conjunto de su obra, pero en
España es conocido sobre todo por su novela «El señor Ibrahim
y las flores del Corán». Ha dirigido y guionizado la película
de «Cartas a Dios» a partir del librito que escribió hace ya
10 años y que ha tenido gran éxito de público. Más aún, el
libro se ha usado mucho en hospitales y asociaciones de apoyo a
los enfermos, por su mirada a la vez lúcida y esperanzada.
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