..............................La época inicial de la dictadura de Franco
en España y su consolidación (1936-1956).....Historia
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Isaac Revah fue uno de los
judíos españoles de Salónica que se salvaron milagrosamente
del Holocausto gracias al diplomático español Sebastián Romero
Radigales
....Salvamento de 40.735 judíos por
España en la Segunda Guerra Mundial
Ángel Sanz Briz salvó del exterminio nazi a más de 5.200 judíos
ReL Enrique Chuvieco / Aleteia 5 enero 2014
A lo largo de su carrera, mi padre
siempre nos decía: lo que tuve el privilegio de hacer en
Budapest, es lo más importante que he hecho en mi
vida. Así lo desvelaba su hija Adela de su padre,
Ángel Sanz Briz, el diplomático español que salvó del
exterminio a más de 5.200 judíos cuando comandaba en
1944 la Embajada española en Budapest. La ciudad estaba ocupada
por los nazis y, viendo su final, querían acabar el holocausto
de los hebreos y otras etnias con el que habían asolado Europa.
Reconocido posteriormente como El Ángel de Budapest,
este Schindler español vio la luz en Zaragoza
el 28 de septiembre de 1910 de una familia de militares y
comerciantes. Estudió Derecho y accedió a la Escuela
Diplomática en 1943. Previamente, con el comienzo de nuestra
contienda civil, se alistó voluntariamente en el ejército de
Franco para acabar en El Cairo tras la resolución del conflicto,
que fue su primer destino diplomático. En 1942 abandonó la
capital egipcia para engrosar la legación húngara. Llegaba
recién casado y asistió al ocaso sangriento del nazismo,
contemplando como eran deportados multitud de judíos húngaros a
los campos de exterminio para ejecutar la Solución final de
Hitler. Todo esto hería la humanidad del cristiano Sanz Briz que
hacia gestiones para taponar, aunque fuera débilmente, esa
hemorragia de seres humanos hacia las cámaras de gas.
El decreto salvador
Primeramente, junto con el embajador Miguel Ángel de Muguiro,
consulta con Madrid las actuaciones a llevar a cabo, pero no tuvo
respuesta. En este sentido, había un precedente con el
secretario de la embajada en Berlín, Federico Olivar,
que había solicitado también apoyo al Ministerio de Asuntos
Exteriores para ayudar a los judíos.
De Muguiro rescata un viejo decreto de Primo de Rivera de 1924
que permitía conceder la nacionalidad española a los
descendientes de los sefardíes expulsados de España
por los Reyes Católicos, con el que tramita el desplazamiento de
más de 500 niños a Tánger antes de que fueran exterminados.
Los alemanes desconocían que esta ley fue derogada por la
Segunda República en 1931, pero cursaron su disgusto a Madrid
por la maniobra del embajador español, por lo que tuvo que
abandonar la legación y Sanz Briz se convierte en su responsable
principal.
Junto con Giorgio Perlasca (de quién se hizo la película El
cónsul Perlasca), a quien Sanz Briz nacionaliza y
ficha para la Embajada, decide perfeccionar el plan para
continuar con la salvación de los judíos. En éste entran en
juego los contactos con diplomáticos de otros países, como el
embajador sueco Raoul Wallenberg, quien fue a Budapest con la
misión de salvar judíos (a él se le atribuye la vida de unos
40.000). Sanz Briz cooperó también con el nuncio apostólico
Angelo Rota, el cónsul suizo Carl Lutz y muchos otros
diplomáticos que mantenían una red clandestina de salvamento.
Genio aragonés
Briz envió al gobernador nazi Adolf Eichmann una jugosa
donación de dinero para salvaguardar la seguridad física de los
españoles por parte de las SS y obtener visados para los
sefardíes. Los nazis concedieron 200 salvoconductos y
Briz y su organización los multiplicaron por más de 5.200.
Años más tarde el diplomático zaragozano narró este
extraño crecimiento al convertir las dos centenas
para individuos en otras tantas para familias, pues
se descompuso la numeración de cada documento en varias letras
del abecedario, con lo que se ampliaba enormemente la
cantidad de beneficiados, la mayoría de ellos no eran
descendientes de sefardíes. El único requisito era no superar
el número 200.
Con la vorágine nazi por el curso opuesto de la guerra para sus
intereses y por el maléfico afán de acabar con el mayor número
de judíos, el diplomático tuvo que alquilar
alojamientos para cobijar, alimentar y atender médicamente a los
que facilitaba documentos la organización. Recluidos en
los lugares la mayor parte del tiempo, los refugiados esperaban
sólo los medios de transporte que les llevaran a un país seguro,
de cuyos trámites se encargaba Briz, Perlasca y el resto de la
red que habían establecido.
Nuevos destinos
De regreso a España, el aragonés no recibió ninguna
felicitación ni censura por su labor. Entre 1946 y 1960 estuvo
al frente de varias embajadas, legaciones y consulados, entre
ellas, la de Lima, Berna, Vaticano y Bayona. En 1960, fue
nombrado embajador en Guatemala, donde recibió la Gran Cruz de
la Orden del Quetzal. En 1962, fue destinado a Estados Unidos,
donde desempeñó el cargo de cónsul general en Nueva York.
Años más tarde, en la Embajada de Holanda, le concedieron la
Gran Cruz de la Orden de Orange-Nassau. A continuación, pasó
unos años en Bélgica, y en 1973 se estableció en China para
ser el primer embajador español en Pekín, ante el régimen de
Mao Tse-Thung. Su último destino fue el Vaticano,
en 1976, como embajador de España ante la Santa Sede, donde le
concedieron la Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno.
En este último destino romano, Ángel Sanz Briz muere en 1980
unos meses antes de cumplir setenta años. Los sefarditas,
utilizando su nombre de pila, le pusieron el sobrenombre de
Ángel de Budapest. En 1991, los herederos de
Briz recibieron el título de Justo entre las
Naciones de manos del Museo del Holocausto Yad
Vashem, de Israel, y reconoció su benefactora y desinteresada
acción, inscribiendo su nombre en el memorial del Holocausto
junto a otros héroes, como el sueco Wallenberg y el alemán
Schindler.
Otros españoles salvajudíos
El Muro de Honor del Jardín de los Justos en Jerusalén contiene
los nombres de unas 22.000 personas a las que reconocen el
mérito de haber salvado a hebreos. Ningún español fue
incluido antes de que nuestro país estableciera relaciones
diplomáticas con Israel, pero posteriormente fueron
reconocidos, además de Sanz Briz, José Ruiz Santaella, agregado
de la Embajada española en Berlín, y su mujer Carmen Schrader.
En octubre de 2007, lo fue Eduardo Propper de Callejón (1895-1972),
que como diplomático en París ayudó a escapar a miles de
judíos franceses.
En 2008, la Fundación Raoul Wallenberg propuso para Justos entre
las Naciones a otros tres diplomáticos españoles: Julio
Palencia, Bernardo Rolland de Miota y Sebastián Romero Radigales.
En 2001, Berndt Rother (Franco y el
Holocausto) estimaba entre 20.000
y 35.000 los judíos que salvaron su vida gracias a actuaciones
de españoles.
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El 20 de noviembre de 1978, tres años después
de la muerte de Franco, la comunidad de judíos sefardíes de
Brooklyn organizó en la Gran Sinagoga de este barrio de Nueva
York un "servicio especial" en su memoria.
(Fuente: https://www.religionenlibertad.com/blog/69520875/Franco-y-los-judios.html ).