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Es urgentísimo rezar y suplicar constantemente por los sacerdotes y obispos

Es urgentísimo rezar y suplicar constantemente por los sacerdotes y obispos

Están en el máximo peligro, porque el demonio, aún más constantemente, busca hacerles caer en sus asechanzas.

No hay que criticarles por sus deficiencias. Dios no lo quiere. Son suyos. Del Corazón de su Hijo.

Dios quiere que todos evitemos caer en esas eventuales deficiencias y errores y que, si es posible, les pongamos en guardia a los sacerdotes y obispos y a todos respecto a esas caídas.

Y quiere que le pidamos por ellos. Nosotros se lo debemos, no sólo a Él, sino a los propios sacerdotes y obispos. Cuya intención inicial y a la que han sido llamados es a servirnos y darnos a Jesucristo, su vida, su Cuerpo y su perdón.

Tenemos que pedir para que constantemente vuelvan a su vocación. A la alegría de su vocación.

Todo sacerdote ha sido dotado con el poder de hacer el milagro más grande que hizo el propio Jesucristo. Y hace este milagro ante nuestra vista. En cada misa, en la consagración, convierte el pan en el Cuerpo de Cristo entregado por nosotros; y el vino en su Sangre derramada por nosotros.

Y pueden perdonar nuestros pecados. Lo que sólo puede hacer Dios. A los sacerdotes también les da este poder. Se asemejan así a Dios Padre Todopoderoso, que no sólo manifiesta su poder en la creación, sino más aún al perdonarnos nuestros pecados, porque los destruye, hace que no existan, y es como si nos diera un alma nueva de trinca, inocente y pura por la sangre de Cristo. Y esto hacen los sacerdotes al perdonarnos los pecados. Como el Creador Todopoderoso e infinitamente misericordioso con cuyo poder amoroso nos perdonan los pecados y nos dan un alma limpia y nueva.

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Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor». Entonces dijo a sus discípulos:

«Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9,37-38).

Jesús dice que roguemos, pero "ellos" dicen que hagamos otra cosa y después se lamentan de que no haya vocaciones.

Dios elimina nuestros pecados y hace que nuestra alma quede y sea como nueva

Señor, perdónanos, que no sabemos lo que hacemos
Esta es la oración apropiada para nosotros. La de Jesús es: "Padre perdónales porque no saben lo que hacen".

Falta de vocaciones... ¿Y si hiciésemos lo que Jesús dice?