La villa de las Musas de Arellano........Las Musas de Arellano entre las fundadoras de la red Villas romanas de Hispania.....Villas romanas y ritos paganos en Navarra...HISTORIA DE NAVARRA..
La villa romana del Ramalete
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La manífica villa romana del Ramalete se encuentra en el Soto del Ramalete, a unos 10 Km. de Tudela, aguas arriba del Ebrog.
http://www.riberanavarra.com/prog/visualizar_pacu.asp?ca=246
La villa del Ramalete fue una de las mayores villas del bajo imperio del norte peninsular. Disponía de una parte rústica con almacenes, establos, taller y de otra parte urbana, con habitaciones y termas (con caldarium, tepidarium y frigidarium). En ella se han encontrado los restos de unas termas en bastante buen estado de conservación, pinturas en las paredes, varios restos de cerámica del tipo terra sigillata, muy común en tiempos romanos y utensilios de hierro. Sin lugar a dudas, el hallazgo más espectacular son tres mosaicos, los correspondientes a las habitaciones 5ª, 7ª y 8ª. El más sobresaliente es el de la habitación 8ª. Actualmente se pueden visitar en el Museo de Navarra y en el Museo Arqueológico Nacional. En el primero se puede ver al que se supone propietario de la villa Dulcitius, a caballo, cazando un venablo.
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Excavaciones en Navarra
LA «VILLA» ROMANA DEL RAMALETE (TERMINO DE TUDELA)
Blas TARACENA - Luis VAZQUEZ DE PARGA
En la orilla derecha del Ebro, en el tramo navarro entre\par Castejón y Tudela que el río recorre lento, ancho y poco profundo, hay actualmente una finca denominada «Soto del Ramalete» donde el accidente geográfico que motiva su nombre el Soto, no es demasiado antiguo ya que se ha formado por acarreos del río en buena parte detenidos ante un escalón del terreno que parece de origen natural y en parte debido a obras de contención hechas por los romanos para defender de las inundaciones una casa de campo con su explotación agrícola. Hoy el Soto, poblado de árboles y en el engañoso remanso de la orilla, sigue siendo como hace dos mil años el punto de amarre de la barca en que cruzan el río los campesinos de su orilla izquierda y desde él, con solo trepar los tres metros que se eleva el escalón aludido, se pasa a las tierras hasta hace poco baldío campo de sisallos y hoy cultivadas activamente gracias al regadío, en que se hallan las ruinas excavadas que se extienden desde el Soto hasta la línea férrea de Zaragoza a Castejón, entre esta estación y el apeadero de «Arguedas-Muscaria» (1).
En término de Arguedas y en la orilla izquierda del río realizamos hace algunos años excavaciones en el Cabezo del Castejón, frontero al Ramalete y separado unos tres kilómetros por el foso del Ebro, y allí encontramos (2) un poblado como de dos hectáreas, humildísimo, sin ordenada distribución urbana ni edificios públicos, que en la entrada al desierto de las Bardenas Reales estuvo habitado al menos entre los siglos I y III de Jesucristo y parece responder al tipo del vicus de tiempo imperial (no fortificado, por diferencia con el oppidum y el castellum, es decir de la aldea que no debió su existencia a la decisión de un magistrado, que no tuvo autoridad propia pues dependía de una civitas o una villa, donde tampoco los habitantes tuvieron derecho de comunidad y que solo fue agrupación de gentes, seguramente de origen indígena, sin personalidad ni aun a efectos fiscales pues la unidad catastral era el fundus, es decir la propiedad agrícola donde estaba enclavada la villa de que dependían el vicus o los vici, bien en contraste con la organización actual del campo, como hace notar Fustel de Coulanges (3), en que es la finca la que forma parte de la aldea. Aunque en España, y por ser la romanización obra de conquista, parece que sólo excepcionalmnte se harían las divisiones parcelarias que conocemos en otros países (y que tenían por unidad básica la centuria, medida de la agrimensura romana equivalente a un cuadrado de 710 m de lado, es decir unas 50 hectáreas y media), y por tanto no se pueda determinar el tamaño de los fundi, la proximidad entre la villa del Ramalete y el vicus de El Castejón -éste sin duda habitado por descendientesde vascones sometidos, dedicados en la Bardena a una aleatoria agricultura y al pastoreo- mueve a pensar que tal vez ambos lugares pertenecieron al mismo fundus, cuyo propietario residiría en la suntuosa villa desde donde, acaso con algún otro vicus sito en el llano, se ocuparía de los cultivos de aquellos que debemos suponer entonces, como han vuelto a serlo hoy, fértiles terrenos de regadío.
En sus inmediaciones de ambas orillas del Ebro no pudimos hallar restos de calzada, dejando con ello sin confirmar la hipótesis del Sr. Altadill, que ya en otro lugar comentamos, de que desde Summo Pireneo, por Liédena, Valtierra, Tudela y Cascante, bajaría una vía a enlazar con la de Ilerda a Legio VII Gemina, pero en cambio hemos hallado hasta ahora en la llanura de esta orilla restos de extensas construcciones que posiblemente corresponden a una villa en Castejón y otra en el término «Mosquera» de Tudela, lógico y plácido emplazamiento de explotaciones agrícolas y casas de recreo.
La excavación del Ramalete que vamos a referir (4), realizada en el Otoño de 1946, tuvo lugar en la llanura poco elevada sobre el río que se delimita por la vía férrea, el Ebro, la arboleda del Soto y la casa-vivienda de la finca, en paraje inmediato almuro de contención romano que casi alcanzamos con las zanjas exploratorias y en superficie poco extensa pues los trabajos no\par fueron planteados como prospección sino con el deseo de continuarles,aunque después las circunstancias de los cultivos hayan\par impuesto su interrupción.
Las ruinas descubiertas (Fig. 1) tienen los pavimentos a unos 60 cm. bajo la superficie actual y corresponden a edificios\par romanos de diferente fecha y destino, según demuestra la desarticulación\par de algunos largos muros del N. más próximos al río\par y los que corresponden a habitaciones totalmente excavadas, todos\par de material pobre y aquéllos sin acusar pavimento, como\par si pertenecieran a largas crujías agrícolas o industriales.\par La pequeña porción que se excavó de modo uniforme corresponde\par a las dependencias termales de una vivienda privada\par donde se acusan construcciones a dos diferentes niveles, bastante\par separados y no por un largo lapso de tiempo sino por el cambio\par de destino de alguna habitación. Así la núm. 5 cuyo pavimento de\par mosaico estaba a igual altura que los restantes pisos, tiene debajo\par un espeso relleno de tierra y los muros que en el plano se\par indican son terrizos, de adobes, y rectifican por E. y S. el trazado\par de los más externos construidos con ladrillo o buena manipostería\par de material pequeño cogida con hormigón; pero desgraciadamente\par la interrupción de los trabajos impidió reconocer el estrato inferior así como realizar el estudio completo de\par estas habitaciones termales bien conservadas.
La reconstrucción\par de la que referimos se demuestra también en la instalación del\par mosaico de su pavimento, pues mientras los dos mosaicos\par descubiertos en las habitaciones 7 y 8 están afirmados sobre los\par clásicos lechos de piedras gruesas y hormigón fino, éste no tenía\par otro sólido que una capa de hormigón de dos centímetros,\par siendo realmente afortunado que se conservara sin graves desperfectos.\par De las habitaciones descubiertas una, la número 5, de 8'30\par por 670 metros, estaba formada por muros de 70 centímetros\par de grueso hechos de mampostería o adobe, pavimentada con el\par mosaico polícromo que después describiremos (Fig. 15 y láminas\par V-IX), y tenía las paredes revestidas de enlucido pintado
Fig. 1.- Planta del tramo excavado en la «villa» del Ramalete.
ESCALA GRAFICA
Fig. 2.
Decoración pintada en los muros de la habitación n.°5.
en rojo, negro y amarillo (Fig. 2), no sobre zócalo sino con el motivo de rombos y flores arrancando desde el suelo mismo, lo que demuestra la existencia de un piso más profundo que no pudimos\par buscar en tanto el mosaico estuvo in situ y que después de arrancado no hemos podido excavar; otra, la núm. 8, era octogonal y se hallaba distante, pavimentada de mosaico (Figura 14 y láminas X-XVIII), caldeada por hipocausto independiente y aislada de la casa por todos lados menos el del pequeño vestíbulo (núm. 7), también con piso de mosaico pero sin hipocausto.
A los efectos de la excavación, la octogonal estaba aún más aislada, pues entre ella y el resto de la casa cruza hoy una acequia de riego que no fué posible desviar.
Otras cuatro habitaciones\par contiguas estaban, tres de ellas (núms. 2, 3 y 4), caldeadas\par con hipocaustos seguidos alimentados desde un mismo praefurnium y dos con piscina de baño y por último había un pequeño patio exterior enlosado (núm. 6).
En las núms. 2 y 4 se apreciaban restos de pinturas murales polícromas donde ni siquiera pudimos adivinar los temas.
Los principales elementos de estudio de estas habitaciones han sido los hipocaustos y mosaicos.
El praefurnium se encontraba al E. (núm. 1) y formaba una habitación acaso abovedada y cubierta de tejas y en él, además del horno de calefacción, posiblemente estarían las calderas para el agua caliente pues el principio de economía romano imponía que ellas y los hipocaustos tuvieran un mismo hogar, pero de las calderas no se ha encontrado ningún resto y la habitación sólo acusó un pavimento de gruesos cantos.
Por un arco de medio punto de 45 centímetros de luz, el praefurnium comunicaba con el subsuelo de la habitación núm. 2, donde el hipocausto (Figs. 3 a 5) se hallaba formado por una capa\par de hormigón de 8 centímetros (area) ligeramente inclinada hacia la boca de alimentación; sobre ella había baldosas cuadradas\par de barro cocido de 31 centímetros de lado y 5 de altura, dispuestas en cuadrícula y cuyos ejes distaban entre sí 60 centímetros; cabalgando sobre las baldosas había columnitas (pilae) de ladrillos cuadrados, de 15 centímetros de lado y 5 de grueso, separados por lechos de hormigón de 1 centímetro de\par esuesor y encima otra baldosa como la de base, midiendo en total 65 centímetros de altura. Sobre esta cámara descansaba la Planta de la suspensura de la habitación formada por baldosas cuadradas de 60 centímetros de lado y 7 de grueso que apoyadas por sus cuatro ángulos sobre las pilastritas cubrían el espacio en junta perfecta y dejaban en su cara superior los dos mamelones resaltados de 35 milímetros de diámetro y 26 milímetros de altura (tegulae mammatae) que servían para mejor enlazar con el piso de hormigón que descansaba sobre ellas, formado por dos capas de mezcla hidráulica, rica en cal y con ladrillo machacado, que medían\par en total 22 centímetros de grueso y era absolutamente compacto y uniforme para evitar el paso de gases deletéreos.
Fig. 3. Perspectiva del hipocausto de la habitación n.° 2.
Fig. 4.
n.° 2. suspensura,
Como en las figs. 3 a 5 puede apreciarse, las columnitas del hipocausto eran tangentes al muro exterior en la baldosa superior y en la superficie de la pilastra distaban 8 centímetros y sobre la baldosa, que en ellas hacía oficio de capitel, descansaban verticalmente otras de 60 centímetros de lado y 3 de grueso, iguales a las de las suspensurae y con los mamelones hacia la habitación, las cuales distaban de la pared 13 centímetros y se aseguraban hacia el exterior, entre ellas y el muro, por pilastritas de ladrillo de 19 por 13 centímetros separadas 41 centímetros una de otra y hacia el interior de la habitación por todo el grueso de las suspensurae sobre que a su vez descansaría el revestido de la pared, es decir creando a lo largo de los muros una angosta cámara vacía de 13 centímetros de hueco por donde subiría el calor del hipocausto.
Si ese gran espesor del pavimento\par y el que no hemos hallado, pero se formaría con las baldosas\par verticales y el revestido de paredes, eran lentos de calentar,\par en cambio conservarían el calor largo tiempo retrasando que ia\par habitación se enfriase aun después de consumido el combustible\par del }{\b\f1\fs25 praefurnium.\par }{\fs25 Este ejemplar es sólo uno más del sistema de calefacción\par por hipocausto conocido en el mundo romano desde que, según\par Plinio y Valerio Máximo, lo inventó en el siglo I a. C. Cayo Sergio\par Orata, contemporáneo de Cicerón, para aprovechar, extendiéndole\par en amplias habitaciones, el fenómeno calorífico del vulcanismo\par tan frecuente en la Campania. Así vemos aquí cumplidos\par los preceptos vitrubianos, mas con algunas ligeras variaciones:\par aquí tenemos la pequeña inclinación del suelo inferior hacia el\par horno para facilitar el tiro y que hacia él escurra la posible\par condensación del vapor de agua; en vez de las baldosas }{\b\f1\fs25 bessales\par }{\b\f1\fs16 ESCALA GRAFICA\par Fig. 5. \u8212 \'97Sección E-O del hipocausto de la habitación n.° 2.\par }{\fs16 Fig. 6.\u8212 \'97Perspectiva de las ruinas del baño de la habitación n.° 2.\par }{\fs18 Fig. 7.\u8212 \'97Planta y sección del hipocausto y dispensara del baño de la habitación n.° 2.\par }{\b\f3\fs22 20\par }{\fs25 (de dos tercios de pie romano, es decir de unos 20 centímetros)\par empleadas en las }{\b\f1\fs25 pilae }{\fs25 con lechos de barro intermedios, que tomarían\par consistencia con el calor, las de aquí miden 15 centímetros\par y los lechos son de hormigón; las baldosas bipedales (de\par los 60 centímetros de lado que éstas tienen) para el piso de la\par }{\b\f1\fs25 suspensura }{\fs25 y cámaras de calor parietales, están aquí empleadas\par en lugar de los }{\b\f1\fs25 tubuli }{\fs25 o }{\b\f1\fs25 cuniculi, }{\fs25 pero sólo tiene dos mamelones\par en vez de cuatro y en la pared están dispuestos hacia el interior\par de la habitación y en la }{\b\f1\fs25 suspensura }{\fs25 hacia la superficie; la\par altura de la cámara del hipocausto no es de los dos pies y medio\par (73 centímetros) que dice Vitrubio en las termas privadas o los\par 90 que su abreviador Faventino dice en las públicas, sino de\par 65 centímetros; y aquí vemos el uso de canales vacíos en la pared,\par que Vitrubio no cita y en España se han observado muy\par pocas veces y nunca tan expresivos como éstos del Ramalete.\par Todo ello acusa la aplicación de la teoría vitrubiana y de los\par arquitectos posteriores pero sin sumisión rígida a sus preceptos.\par De este tramo rectangular, por otro arco de 45 centímetros\par de diámetro y también con rosca de ladrillos, el aire caliente\par pasaba al subsuelo de la piscina contigua. Esta (Fig. 6 y 7) era de\par planta semicircular de 2'46 metros de diámetro prolongada por\par tramos rectos de 50 centímetros y construida por igual sistema,\par aunque la }{\b\f1\fs25 suspensura }{\fs25 fuese de dos capas de hormigón hidráulico\par y 42 centímetros de espesor total; el hormigón estaba hecho con\par cal, arena, piedra y ladrillo machacados al tamaño de huevos de\par perdiz y matando el ángulo inferior de las paredes por un baquetón\par en cuarto de círculo de 55 milímetros de radio, donde había\par un agujero oval para salida del agua, de 11 y 9 centímetros en\par los ejes mayores. Los muros eran de 70 centímetros de espesor\par y estaban hechos con adobe revestido de fino hormigón hidráulico\par muy pulido, donde el ladrillo machacado no pasaba de medio\par centímetro de diámetro, excepto el medianil al tramo rectangular\par que servía de escalón del baño y que sólo medía 40 centímetros\par de altura y 50 de grueso.\par El hipocausto y la }{\b\f1\fs25 suspensura }{\fs25 también diferían algo del anterior:\par el suelo inferior descansaba sobre la tierra firme con una\par capa de barro puesta para asiento de un lecho de cantos de río\par ligeramente planos y de unos 6 centímetros de grueso, encima\par }{\fs16 Fig. 8. \u8212 \'97 Planta del hipocausto de la habitación n.° 4.\par }{\b\f3\fs18 2 2 }{\b\i\f4\fs18 _\par }{\fs25 de los cuales había una capa de hormigón hidráulico de 4 centímetros;\par después estaban las }{\b\f1\fs25 pilae, }{\fs25 formadas por ladrillos de 17\par por 5 centímetros separados por lechos de barro y sin baldosas\par bessales para basa y capitel, dando en total 47 centímetros de\par altura; encima y en junta a hueso venían las baldosas bipedales\par }{\b\f1\fs25 mammatae, }{\fs25 de 50 x 60 x 7 centímetros; y encima el piso de hormigón\par hidráulico referido. Los muros laterales tenían en la parte\par baja dos hiladas de sillarejo menudo de unos 26 por 12 centímetros\par de frente y luego una mezcla desarticulada de ladrillos\par sueltos o adobes con hormigón y en ellos la superficie mural del\par baño avanzaba sobre el hipocausto 25 centímetros, suma del espesor\par de la cámara parietal y el revestido de la piscina. A ésta\par y por tubos de plomo llegaría desde el }{\b\f1\fs25 praefurnium }{\fs25 el agua calentada\par en las calderas de las que igual que de la profundidad\par de la piscina, no poseemos dato alguno.\par También desde el hipocausto de la habitación núm. 2 y a\par través de otra abertura igual situada bajo la puerta, pasaba el\par aire caliente a la núm. 3 que tenía el mismo tipo de hipocausto\par y }{\b\f1\fs25 tubulatura, }{\fs25 pero éstas de 16 centímetros de anchura. Y por\par otra boca adintelada de iguales dimensiones penetraba en la habitación\par núm. 4, desde la que por nuevo arco pasaba al subsue}{\fs24 lo\par del }{\b\f1\fs24 balneum.\par }{\fs25 La habitación núm. 4 era rectangular, de 6'20 por 3'60 metros,\par con muros de manipostería de sólo 50 centímetros de espesor\par y al fondo, después de un muro de 58 centímetros de grueso\par y 40 de altura que era la banqueta del baño, estaba la piscina,\par también semicircular y de 2'46 metros de diámetro prolongada\par en recto 50 centímetros. Este hipocausto (Figs. 8 y 9) era\par más rudo y menos diáfano al calor pues no estaba formado por\par }{\b\f1\fs25 pilae }{\fs25 sino, como los de Silchester, por muretes longitudinales\par tan largos como la habitación e interrumpidos a trechos, muretes\par de 30 a 40 centímetros de grueso y de mala manipostería allanada\par en la cima con fragmentos de }{\b\f1\fs25 tegulae }{\fs25 y que con algo de\par tierra en la cima medían 55 centímetros de altura, dejando callejones\par vacíos de 25 a 40 centímetros de ancho por donde lentamente\par circularía el aire caliente. En el muro medianil con la\par piscina y a 47 centímetros de altura del suelo inferior había dos\par tubos ovales de 10 centímetros de eje mayor, formados por fragmentos\par de }{\b\f1\fs25 imbrices, }{\fs25 que inclinados v ascendentes le cruzaban\par }{\fs16 Fig. 9.\u8212 \'97Secciones del hipocausto de la habitación n.° 4.\par }{\b\f3 24\par }{\fs25 para salir al }{\b\f1\fs25 balneum }{\fs25 y después, seguramente doblando y metidos\par entre obra y revestido, subirían a la cubierta en función\par de chimenea para regularizar el tiro y expulsar los productos\par inútiles de la combustión.\par La }{\b\f1\fs25 suspensura }{\fs25 de esta cámara (la del }{\b\f1\fs25 balneum }{\fs25 estaba totalmente\par destruida) era de }{\b\f1\fs25 tegulae mammatae }{\fs25 de 60 x 60 x 7 centímetros,\par aunque a veces en lugar de estas más gruesas había\par dos de 3 centímetros (las mismas empleadas en la }{\b\f1\fs25 tubulatura)\par }{\fs25 superpuestas y separadas por lecho de tierra, todas situadas\par en cuadrícula y con la junta transversal a hueso, pero las líneas\par longitudinales, acaso para adaptarse al tamaño de la habitación\par pues los muretes no ofrecían el peligro de escape de gases que\par hubieran tenido las }{\b\f1\fs25 pilae, }{\fs25 dejaban una cinta de 10 centímetros\par de anchura rellena con ripio cogido con barro. Sobre las baldosas\par descansaba una capa de hormigón hidráulico de 8 centímetros\par de espesor y ni en esta habitación ni en su }{\b\f1\fs25 balneum }{\fs25 había\par }{\b\f1\fs25 tubuli }{\fs25 para caldear las paredes; el aire, que ya llegaría aquí y\par a la piscina con escaso poder calorífico, sería aún menos eficaz\par porque los muretes del hipocausto le restarían superficie de calefacción\par y los callejones poco cortados quitarían velocidad al\par paso de la corriente.\par Entre los ábsides de las habitaciones núms. 2 y 4 había al\par parecer un patio con restos de tosco enlosado (Fig. 1, núm. 6),\par en el que también se acusaba reconstrucción, pues su muro occidental\par cruzaba sobre un pozo de manipostería de l'20 metros\par de diámetro. Y por último, al oeste y a 11 metros de la habitación\par núm. 5, se descubrió un vestíbulo rectangular sin calefacción,\par de 3'20 por 2'20 metros (Fig. 1, núm. 7), pavimentado con un\par bello mosaico (Láms. III y IV) y con umbral de madera bajo\par el de hormigón, cámara de paso a una habitación octogonal de\par 7'35 metros de eje (Fig. 1, núm. 8) solada con otro bello mosaico\par como ya dijimos descansaba sobre los usuales afirmados de grandes\par cantos y capa de hormigón. La habitación (Fig. 10 y 11) no\par tenía }{\b\f1\fs25 tubulatura }{\fs25 en la pared y su hipocausto sólo constaba de\par dos zanjas cruzadas en el centro, la de dirección N.-S., de 43 centímetros\par de altura y 34 de sección, hecha con muretes de ladrillo\par de 5 centímetros de grueso y cubierta con baldosas de 62 x 62\par centímetros y la de dirección E.-O., de 29 por 22 centímetros,\par cubierta con baldosas de 30 por 30 por 5 centímetros, zanjas que\par }{\fs16 Fig. 10\u8212 \'97 Planta del hipocausto de la habitación n.° 8.\par }{\fs18 F i g . 1 1\u8212 \'97 Secciones del hipocausto de la habitación n.° 8.\par }{\b\f3\fs22 27\par }{\fs25 comunicarían con algún otro }{\b\f1\fs25 praefurnium }{\fs25 de la casa por el arquillo\par abierto en el lado E del polígono frontero a las termas y\par cuya continuación no pudimos descubrir a causa de la actual\par acequia de riego.\par Dejando de lado el destino de la cámara octogonal, que sin\par ponerla en relación con el resto de la casa no descubierto es difícil\par adivinar y que por su situación aislada tanto pudo ser un\par lugar de esparcimiento como un }{\b\f1\fs25 heliocaminus }{\fs25 de los que Vitrubio\par describe para los baños de sol y que generalmente eran circulares,\par debemos limitarnos a explicar el destino de las habitaciones\par núms. 1 a 4 que parecen constituir un definido tipo de\par termas privadas.\par Es sabido que desde mediados del siglo I de J. C, tanto en\par edificios públicos especiales como en tramos determinados de las\par viviendas particulares suntuosas, los romanos practicaron el sistema\par de baños aconsejado por Galeno, mucho más complicado\par que el griego y en las termas públicas unido a jardines, bibliotecas,\par grandes piscinas de natación, cámaras para deportes, conversación,\par etc.
Las termas privadas obedecían al mismo principio sanitario\par y orden de operaciones que las públicas. Vitrubio habla del\par }{\b\f1\fs25 tepidarium }{\fs25 o cámara templada, de transición desde la temperatura\par ambiente, del }{\b\f1\fs25 caldarium }{\fs25 o baño caliente, que debía estar\par orientado al SE., del }{\b\f1\fs25 laconicum }{\fs25 o baño de vapor y de la }{\b\f1\fs25 sudatio\par }{\fs25 o cámara muy caliente para las transpiraciones; pero no siempre\par en las termas privadas hubo tantas dependencias y por las\par muy poco posteriores de Caerwent o Boscoreale se puede formar\par clara idea de su realización; un espacio rectangular dividido\par mediante ejes normales en cuatro habitaciones, más una última\par cámara medianil al }{\b\f1\fs25 praefurnium }{\fs25 exterior, con la entrada\par por el }{\b\f1\fs25 frigidarium }{\fs25 (la habitación del baño frío a que Vitrubio\par no alude), inmediato el }{\b\f1\fs25 apodyterium }{\fs25 o habitación para dejar los\par vestidos (que cuando no existía se sustituía con el }{\b\f1\fs25 tepidarium)}{\fs25 ,\par después el }{\b\f1\fs25 tepidarium, más caldeado y sin piscina, tras él el caldarium y por último el laconicum. Esta última dependencia, que en España no recordamos en villa ni palatium alguno, estaba caracterizada por la salida de tubos que desde las paredes servían para expulsar el vapor de agua hacia la habitación. Tanto en termas públicas como privadas y por no interesar su volumen a efectos de calefacción, el frigidarium solía ser el departamento mayor, el tepidarium más pequeño y algo menos alejado del praefurnium y el caldarium también pequeño y aún más próximo al hogar.
El sistema de calefacción era por hornos de leña, carbón de\par madera y aun a veces mineral, que solía calentar directamente\par las dos calderas del agua (calderas de plomo revestidas de bronce\par en la parte en contacto con la llama y sabiamente dispuestas\par en compensación mediante tuberías y grifos) y desde donde el\par aire caliente de la combustión penetraba en los hipocaustos por\par un simple rompimiento del muro medianil o a veces por un callejón entrante y abovedado dispuesto para que al extenderse\par el gas en un gran ámbito no disminuyera rápidamente su presión y densidad. Lo compacto de la suspensura y el revestido de las paredes y tubulatio impedía que en las habitaciones penetrasen\par gases deletéreos, en algún caso la disposición de compuertas\par en la entrada a cada hipocausto consentía regular el paso del aire, y el emplazamiento y disposición de las chimeneas, reuniendc\par en un solo canal la salida de los tubuli parietales, debía\par permitir ia regulación del tiro y expulsión de los restos de combustión.
Las habitaciones termales del Ramalete, sencillas pero expresivas\par y bastante bien conservadas, permiten razonar su funcionamiento\par mejor que las por nosotros excavadas en las villae de Cuevas de Soria y Liédena y quizá mejor que en otra alguna\par de España.
Aquí el bañista debería penetrar por el tepidarium (Figura 1, núm. 3) dejando en él los vestidos y comenzando a adaptarse\par al calor: después pasar el caldarium (núm. 2) y en su piscina tomar\par el baño caliente de inmersión; y de allí nuevamente por el tepidarium marchar al frigidarium (núm. 4) apenas caldeado\par por razón de distancia al praefurnium y no tener huecos en la pared y en su piscina tomar el baño frío, con lo que lograría el\par resultado sanitario que en fecha no muy distante explica Sidonio Apolinar al aconsejar «Entra en el agua fría al salir de los baños calientes para que una onda pura dé dureza a tus carnes blandas por el calor» (5). En las termas del Ramalete el recorrido del aire caliente sería inverso: desde el praefurnium (núm. 1) pasaría a suelo y paredes del caldarium, al suelo y paredes del tepidarium, al suelo del frigidarium y ya, atenuadísimo e ineficaz, desde aquí escaparían los residuos de la combustión por los dos tubos\par inclinados que cruzan su muro medianil, tubos cuya presencia\par aquí se explica por no tenerlos parietales en las habitaciones\par anteriores.
Son aquí pequeñas particularidades dignas de mención los balnea pensiles, semicirculares y no prismáticos como en el caldarium de Cuevas de Soria, el hipocausto de corredor del frigidarium, la forma y empleo de las tegulae mammatae y la carencia\par de pavimentos de mosaicos y mármoles o decoración moldi, rada que parece no hubo en este tramo, pese a que sus habitaciones\par fueron las mejor construidas del edificio.
Ningún hallazgo hubo de tuberías de plomo y tan solo se\par encontró en el caldarium un fragmento de tubo cilindrico de barro, de unos 12 centímetros de largo, 6 de diámetro interno, y reborde plano en un extremo.
Los pavimentos de mosaico de las habitaciones 5, 7 y 8 fueron arrancados por los Sres. Maragliano y Cruzado, por encargo de la Institución Príncipe de Viana, con la intención de que figuren instalados convenientemente, en su día, en el nuevo Museo de Pamplona que actualmente se está construyendo. Entre tanto, y ya en Pamplona, se procedió a su consolidación en témpanos de cemento que serán fácilmente ensamblados en el momento de su instalación definitiva.
Los dos pavimentos de las habitaciones 7 y 8 se ejecutaron, sin duda alguna, a un mismo tiempo y por el mismo equipo de artesanos, como hacía ya esperarlo la disposición de ambas habitaciones, que, fuera el que fuera su destino, están en íntima relación, sirviendo la primera de vestíbulo a la segunda.
Mosaico de la habitación 7:
Presenta una composición general formada por dos guirnaldas enlazadas, de diferentes colores, y en los espacios libres ramos con flores y frutos aislados\par que destacan sobre el fondo blanco, con la única excepción de\par uno de ellos en el que aparece un delfín nadando. Esta composición\par lleva un recuadro, cuvo elemento más destacado es una trenza sencilla, y que forman de dentro a fuera dos filas de\par teselas negras y tres de blancas a las que sigue la trenza dibujada\par por líneas de teselas negras y en cuyo interior alternan las cintas verde y gris con las rosa y rojo: el borde exterior lo forman dos líneas de teselas negras (Láms. IV y III, b).
El esquema decorativo, al que se ajustan las guirnaldas enlazadas,\par es muy sencillo y está formado por semicírculos de dos tamaños diferentes sobre una base de cuadrícula (Fig. 12). Los\par motivos florales son todos ellos diferentes, aunque pueden reducirse\par a cinco tipos únicos. El delfín, muestra una estilización extraña,\par para la que no hemos encontrado todavía paralelo. Las\par guirnaldas están formadas por grupos de tres hojas lanceoladas\par entre las que salen otras dos, viniendo a alternar una guirnalda verde con otra roja. Las guirnaldas verdes tienen el contorno\par exterior con aristas de color negro y los grupos de tres hojas\par son de color verde-gris-blanco, con los que alternan los de dos,\par ejecutados en blanco-amarillo, estando contrapuestos los tonos:\par en las hojas grises el cuerpo es de este color y la punta blanca, en las amarillas en cambio el cuerpo es del tono más claro y las puntas del más oscuro. Las guirnaldas rojas tienen el contorno\par de ese color y entre cada grupo de tres hojas ejecutadas en amarillo-blanco marfil-blanco salen dos hojas grises con las puntas verdes. En cuanto a los ramos de relleno responden, como dijimos, a tipos diferentes (Fig. 13). Hay flores: liliáceas (1, 2, 9) y campánulas (4, 6, 11, 16 y 17) y frutos: pomas (3, 5, 7), peras (8, 10) y granadas (12, 13, 15). Alternan negro y gris en\par los tallos y amarillo, rojo (o rosa) y gris en las flores y frutos.
El delfín (Lám. III, b) está representado nadando en el agua cuyas\par ondas son figuradas convencionalmente por una doble línea de teselas colocadas en posición oblicua. La figura del pez, como ya indicamos, se sale de los convencionalismos generalmente admitidos\par en el arte romano para la estilización del delfín. Es negra\par su silueta, con excepción de la cola, que la tiene roja, como también la boca; el cuerpo es de dos tonos de gris, más claro el de la panza.
Fig. 10. Esquema decorativo de mosaico de la habitación n.°7.
Fig. 13. Motivos vegetales en el mosaico de la habitación n.° 7. (Los números se refieren a los que aparecen en la figura 12).
Mosaico de la habitación 8.
Este pavimento presenta una\par composición cuya simetría se ajusta a la forma octogonal de\par la misma. Domina el conjunto, cuyo esquema geométrico presentamos en la figura 14, el tema de una doble guirnalda de hijas, iguales a las que hemos descrito en la habitación 7, que\par se entrelazan dejando en el centro un gran medallón circular y en torno suyo otros ocho más pequeños, así como una doble serie de otros tantos espacios exagonales, cerrándose toda la composición en un círculo que viene a quedar encerrado en un octógono, que sigue al que forman las paredes de la habitación, quedando\par entre uno y otro un espacio que está también ocupado\par por una decoración floral. No nos detendremos a describir la composición de las guirnaidas, puesto que son idénticas a las del mosaico de la habitación 7, alternando, como allí, una de tono verde y otra de tono\par rojo, con las mismas características ya expuestas. El tondo central, de l'60 metros de diámetro, representa\par a un cazador a caballo, en el acto de atravesar con un venablo\par a la cierva que perseguía. Tiene, en alto la mano derecha,\par con un gesto, que se repite en otras varias representaciones de\par cazadores y guerreros, comentado por Rodenwaldt, que lo interpreta\par como de azuzamiento y no de triunfo, mientras sostiene\par las riendas con la izquierda, oculta por el cuello del caballo. Este, que es pequeño y rechoncho, tiene entre las manos la cierva\par herida. Muy interesante es la indumentaria del cazador, con\par su corta túnica flotante, que refleja seguramente una moda africana,\par sus borceguíes y sus piernas desnudas. Monta en pelo el caballo.
La cierva herida cae, doblando las patas y el cuello. El\par fondo representa, con una curiosa perspectiva circular, un paisaje\par de matojos bajos y un árbol de copa en sombrilla, que puede\par ser un pino; se ve parte de la copa de un segundo, como oculto por una ondulación del terreno y hay indicios de que hubo un\par tercero desaparecido por efecto de los desperfectos sufridos por esta parte del mosaico que es precisamente la más lastimada.
Fig. 14. Mosaico octogonal de la habitación n.° 8.
En general, la composición de la escena parece mucho más sabia que la ejecución, la cual peca de torpe y desmañada, sobre todo en la mano y rostro del cazador, en quien hemos de ver sin\par duda ai dueño de la villa, que encargó el mosaico y que quiso verse en él representado entregado a su deporte favorito. Una inscripción, repartida a ambos lados de la cabeza del jinete, nos ha conservado su nombre: «Dulcitius», señor romano del Bajo Imperio, retirado sin duda a sus posesiones provinciales, como tantos otros, en un momento en que la inseguridad de las fronteras y las incomodidades de la vida ciudadana producen un éxodo general (Láms. X-XII).
El medallón ha sufrido bastante. Por una parte está todo él quemado, y por otra presenta grandes faltas, la mayor de las\par cuales afecta a la grupa y patas traseras del caballo y a una de las de la cierva. Lo requemado de las teselas, ya sea debido al fuego del hipocausto que tenía debajo, ya, más seguramente, a\par haberse encendido fuego sobre él cuando el edificio estaba ya\par abandonado, es causa de que no podamos apreciar hoy su colorido\par verdadero, que había de ser más brillante, y no del tono\par sombrío que hoy domina. Daremos una idea rápida de los colores, con que ha sido ejecutado. El fondo general sería blanco,\par destacando en rojo, gris oscuro y pardo las matas, y en negro y pardo los árboles. En cuanto a Dulcitius, tiene el pelo crespo\par y abundante, con patillas, hecho de pequeñas teselas de forma\par irregular, en tonos negro y rojo, la boca casi no acusada, lo demas en blanco, gris (dos tonos) y rosa; la túnica lleva charreteras, franjas y adornos en las bocamangas en rojo vinoso y\par blanco; el resto de ella es blanco con listas (o tal vez efectos de\par luz en los pliegues?) en pardo. La mano tiene siluetado en rojo\par el dedo gordo y tres líneas del mismo color entre los otros dedos; lo demás es un revoltijo de teselas blancas, grises y rojas, que dan una impresión confusa y no dejan apreciar bien su forma.
La pierna está siluetada en rojo vinoso, siguiendo hacia\par adentro una línea de teselas rosas y el resto ejecutado en gris\par claro y blanco. En el caballo dominan las teselas rojas, cerámicas: su silueta está dada por una línea negra, el rendaje es rojo y blanco, la crin negra. La cierva está ejecutada en negro y gris\par oscuro; en rojo está hecha la herida y también el morro y el interior\par del ojo. Una doble línea de teselas rojas y negras figuran\par el venablo. Las letras del nombre se forman con una línea de teselas negras, siendo curioso notar que las tres primeras letras, las que están detrás de la cabeza, son de tipo más cuadrado que las restantes.
Medallones redondos (A-H).
Alternan en ellos motivos en\par reposo con otros en movimiento y todos encierran rosáceas de diferentes tipos. Su diámetro es de 0'73 metros
(Láms. XIII,\par XIV, XVII y XVIII).
A) Rosácea de ocho pétalos dentados, alternando uno negro-\par verde-gris con otro negro-rojo-rosa-amarillo. El disco del que\par nacen los pétalos es negro-rojo-rosa-blanco-negro-ocre-amarillo.
B) Rosácea de dieciséis pétalos lanceolados, alternando verde\par y ocre en diferentes tonos, para obtener un desvanecido que\par dé la impresión de movimiento. El disco es negro-rojo oscurorojo\par claro-negro-verde-gris. Le falta una parte.
C) Rosácea de ocho pétalos dentados y lanceolados alternando;\par entre ellos zarcillos. Los pétalos dentados tienen la silueta\par negra, y verde y gris el interior; los lanceolados ocre las puntan\par y amarillo el resto. El disco es negro-rojo-rosa-blanco-negroverde-gris.
D) Rosácea en movimiento de dieciséis pétalos. Silueta negra; los pétalos alternan; rojo, verde- ocre, verde, rojo, en tonos\par degradados y blanco en las luces.
E) Rosácea de ocho pétalos dentados alternando con capullos. Los pétalos alternan uno ocre y otro verde. Los capullos tienen la silueta verde y el interior rojo, amarillo, blanco y negro.
F) Rosácea en movimiento de veintiún pétalos. La silueta de los pétalos es negra; alterna un pétalo verde y blanco con\par otro rojo-rosa-blanco-gris.
G) Rosácea de ocho pétalos dentados, en verde de diferentes\par tonos.
H) Rosácea en movimiento de veintidós pétalos. Alternan\par uno negro-blanco-amarillo-ocre, con otro negro-blanco-rosa-rojo.
El disco es negro y blanco con el centro ocre.
Jarrones con motivos florales
(a-h).
El esquema geométrico\par que sirve de base a la decoración formada por las guirnaldas\par entrelazadas produce, en la parte más alejada del centro, una\par serie de exágonos irregulares de lados curvos cuya forma se\par aproxima al triángulo y dentro de los cuales se inscribe una serie de ocho jarrones de los que sale en el centro una planta de anchas hojas y a los lados follajes serpeantes, combinados con flores, que llenan el espacio exagonal. Tanto unos como otros son semejantes en los ocho casos, aunque nunca iguales. Como ejemplo nos limitaremos a describir con algún detalle el h.
El jarrón, con dos asas, panza agallonada y pie, tiene la silueta roja\par y el interior ocre con un toque de luz en blanco en el centro del\par cuello. Las asas en ocre, y el líquido, visible en la boca, en negro.\par Del centro de ésta sale una planta de hojas rígidas lanceoladas ejecutadas en gris, verde y ocre. A ambos lados de ella salen unos roleos de hojas dentelladas, de las que nace una campánula;\par todo ello de una policromía rica y complicada utilizando el verde, gris, amarillo, rojo, negro y blanco. En los demás, dentro de ciertas variantes en la policromía y aun en el dibujo, la\par composición no sufre ninguna modificación esencial. (Láminas\par XIII, XIV y XVI).
Todavía queda, dentro del esquema general del mosaico, otra\par serie de pequeños exágonos, éstos de forma casi regular, que\par encierran rosetas sencillas de ocho hojas, en las que alternan las\par lanceoladas con las triangulares.
Por último, el espacio que queda entre el exterior de la guirnalda\par y el octógono que cierra toda la composición está ocupado\par por una serie enlazada de roleos vegetales que nacen de unas\par plantas (¿de acanto?) que hay en cada uno de los ángulos.
(Lámina XV, a y b). Mosaico de la habitación 5
(Láms. V-IX y fig. 15). El pavimento\par de la habitación 5 presenta en la composición de su decoración\par cuatro elementos diferentes:
a)
Un cuadro central a modo de «emblema».
b)
Un campo continuo formado por dos trenzas que se cruzan\par dibujando swásticas de dos tipos diferentes.
c)
Un recuadro, u orla, de motivos geométricos rectilíneos\par sencillos.
d)
El umbral de la habitación, con una decoración floral\par formada por una planta de la que nacen flores y vastagos serpeantes\par con frutos que se prolongan a lo largo de la pared correspondiente\par de la habitación.
a)
El cuadro central es la parte del mosaico que ha sido ejeculada\par con mayor cuidado y con mayor riqueza de elementos decorativos. Se compone a su vez de dos partes: una ancha cenefa\par exterior compuesta por una especie de cornucopias y follajes\par serpeantes enlazados, que forman ondas y están combinados\par con figuras de pájaros y hojas de vid, y de un cuadrado\par interior en el que está inscrita una guirnalda de hojas y frutos,\par dentro de la cual hay un gran jarrón (cantharus), que sostienen por cada una de las asas dos putti alados y sobre cuyo borde\par se inclinan dos palomas, una de ellas posada en él mismo. En los ángulos o enjutas que forma la guirnalda con el recuadro,\par hay canastillos de los que sobresalen unos frutos redondos y en el campo otros frutos o capullos de forma alargada y con rabo.
Fig. 15.- Esquema decorativo de conjunto del mosaico de la habitación n.º 5.
La guirnalda está formada por una silueta de teselas negras que dibuja las hojas, y de la que nacen por dentro y por\par fuera unas a modo de aristas compuesta cada una por tres teselas\par negras. Los frutos están ejecutados en tonos rojo oscuro,\par anaranjado y amarillo; las hojas en dos tonos de amarillo y en\par verde, alternando por grupos de tres. El fondo es de piedras\par blancas y los capullos son verdes con la punta roja. Los pájaros\par tienen la silueta negra y también el ojo (una tesela), el pico y\par las patas rojos y el ala indicada por una línea de teselas grises. El Je la izquierda es el que, como dijimos, está posado en el borde\par del jarrón, mientras que el otro lo hace en una ramita ondulada hecha con una línea de teselas grises (Láms. V y VI).
El cuerpo del jarrón es de tesela amarilla ocre (imitando\par metal: oro, bronce), como también las asas y silueta. El borde tiene una línea exterior que es gris clara al fondo y negra delante; siguen otras dos, rosa y amarillo ocre. El líquido es de tono azul marino brillante (tesela de pasta vitrea). El cuello del jarrón tiene estrías en gris y, aproximadamente en la mitad de su altura, una faja de trenzado en gris y blanco. La panza forma\par gallones en negro rojo y blanco rosado. En el pie, además de las teselas negras (de la silueta) y amarillas (del interior), hay otras grises y verde oliváceo y en la parte media una como flecha, rosada. Los cestos de las enjutas son de silueta negra y fondo rojo\par sobre el que destaca el trenzado, en amarillo ocre y blanco amarillento: los frutos son rojos y entre ellos y el borde de la canastilla hay una línea de un rojo vivo.
El dibujo de los dos es torpe, dando a las caras un aspecto caricaturesco, sin duda no buscado intencionadamente. Es negra la silueta del pelo, como también las cejas, ojos y brazaletes;\par el contorno de los cuerpos está dibujado por una línea\par roja y las carnes ejecutadas con diferentes tonos de rojo; las alas en gris, blanco y negro. Los dos llevan collares y dos pulseras, en el brazo y antebrazo derecho y una en el brazo izquierdo,\par el de la derecha, y a la inversa el de izquierda. Carecen de indicación de sexo.
b)
El cuadro (a) está incluido en un campo continuo ocupado por un motivo sencillo de trenzado, que forma swáticas alternadas conforme al esquema de la figura 15. Es de advertir que\par en ella está representado el desarrollo teórico de dicha composición, pues la ejecución dista mucho de ofrecer esa regularidad ya que las líneas se tuercen e inclinan con frecuencia (Cf. láminas\par VII y VIII). Las formas de las swásticas son dos, que alternan\par regularmente, sin más excepción que la que se produce en\par el ángulo superior izquierdo donde la trenza se cierra sobre sí misma. En el trenzado alternan una cinta verde y otra roja y todo el dibujo va enmarcado por cintas blancas bordeadas de negro. Tanto las cintas verdes como las rojas llevan por fuera una línea de teselas blancas y por dentro otra de teselas negras.
La cinta blanca del marco es de tres teselas y lleva arriba y\par abajo una negra. Hay tres fajas de swásticas en las partes superior\par e inferior del cuadro y sólo dos a los lados.
c)
El campo descrito (b) lleva un recuadro formado por una\par faja que desarrolla una composición geométrica uniforme en\par todo su desarrollo aunque el tamaño de los motivos sea mayor\par en el lado lateral izquierdo por tener la faja aquí mayor anchura.
Los motivos que forman la composición son muy sencillos,\par obtenidos mediante la combinación de cuadrados, triángulos y\par paralelógramos sobre la base de una cuadrícula, según muestra\par la figura 16, aunque esta base aparece disimulada y enmascarada\par mediante la alternancia de colores y la diferente disposición\par de las teselas, según uno de los principios de la gramática decorativa explotados con mayor fruición por los mosaístas de la Baja Antigüedad (6).
Tampoco aquí los obreros que ejecutaron el pavimento se atuvieron con respeto absoluto a la lógica del esquema decorativo en la alternancia de los colores de las\par teselas y en el número y tamaño de las mismas. (Láminas VII, VIII y IX, b y fig. 16).
d)
El umbral de la habitación lleva otra composición, ésta de tema floral, que se prolonga con menor anchura en todo el frente\par de la misma. De una planta, de la que brota verticalmente\par un vástago en forma de piña y a cada lado del mismo una flor\par (lirio?), salen follajes serpeantes que primero se dividen en dos ramas, para ocupar el ancho del umbral, y después quedan reducidas\par a una, que corre hasta los extremos de la habitación\par haciéndose cada vez más sencilla hasta quedar reducida a un\par simple tallo ondulante del que nacen frutos redondos. El cáliz del que salen los demás elementos tiene una policromía\par compleja estando formado, de abajo a arriba, por una línea\par de teselas negras y otras sucesivamente rojo oscuro, verde oscuro,\par blanco, ocre, ocre alternando con verde claro, y verde claro.\par La piña tiene la silueta negra y el interior amarillo en la
Fig 16. Recuadro (c) en el mosaico de la habitación n.° 5.
Lámina I
A
Habitación 4 (hacia Poniente)
B
La misma habitación (hacia Saliente)
Fotos Arch. José E. Uranga
Lámina II
A
Habitación 2. (Puede verse lo organización del hipocausto y el arranque de la cámara de aire, en la pared Cf. fig. 3)
Fotos Arch José E. Uranga
B
Angulo N. E. de lo habitación 5. (Se aprecian los restos de enlucido\par pintado, en la pared. Cf. la fig 2)
Lámina III
A
La habitación 7 en el momento de descubrirse el mosaico
B
Detalle del mosaico de la habitación 7. El pez
Lámina IV
Pavimento de mosaico de la habitación 7;
(restaurado.)
(3,20 por 2,20 ms.
Lámina V
Cuadro central del mosaico de la habitación 5
Foto Arch José E. Uranga
Lámina VI
Detalle de la lámina anterior
Foto. Arch José E. Uranga
Lámina VII
Detalle del mosaico de la habitación 5. (Abajo, la parte central del mosaico del umbral)
Foto Arch. José E. Uranga
F
Lámina VIII
Detalle del mosaico de la habitación 5. (Abajo, continuación del motivo decorativo\par del mosaico del umbral)
Foto Arch. José E Uranga
Lámina IX
A. Detalle del mosaico del umbral de la habitación 5.
B. Detalle del mosaico de la habitación 5 (Cf. la figura 14)
Fotos Arch. José E. Uranga
Lámina X
Medallón central del mosaico de la habitación 8
Foto Arch. José E. Uranga
Lámina XI
Detalle del «Dulcitius»
Foto Arch. José E. Uranga
Lámina XII
Detalle de la cierva herida
Foto Arch José E. Uranga
Lámina XIII
Detalle del campo del mosaico de la habitación 8 (roseta C.)
Foto Arch. José E. Uranga
lámina XIV
Detalle del campo del mosaico de la habitación 8 (roseta H.)
Foto Arch. José E. Uranga
Lámina XV
A
B Detalles de la zona exterior del mosaico de la habitación 8
Fotos Arch. José E. Uranga
A B
Lámina XV
Jarrón en la zona exterior del mosaico de la habitación 8
Foto Arch. José E. Uranga
Lámina XVII\
A
D Rosetas del mosaico de la habitación 8
(A D)
Fotos Arch. José E. Uranga
D
A
B
Lámina XVIII
H
Rosetas del mosaico de la habitación 8
(E H)
Fotos Arch. José E. Uranga
E F
G H
4
Lámina XIX
A, Hierros
B, Estucos
Fotos Arch. José E. Uranga
B
A
Lámina XX
Cerámica romana «terra sigillata»: A, temprana
B, tardía Fotos Arch. José E. Uranga
14 Lámina XXI
A
B
A - B tierra sigillata» tardía Fotos Arch. José E. Uranga
parte baja y ocre en la de arriba. Las flores tienen los tallos\par verdes, la silueta de la flor negra y el interior blanco (con teselas\par de mármol). Los tallos serpeantes son por mitad ocre y rojo\par con siluetas negras, y lo mismo ocurre con los frutos redondos,\par divididos por dos líneas negras en cuadrantes alternadamente\par rojos y ocre. Las hojas de tono ocre llevan en los extremos frutos\par verdes (Lám. IX, a).
Fecha y paralelos.
Para fechar los mosaicos tenemos un terminus post quem que nos ofrece el hallazgo de una moneda de Constantino Magno (306-337), frusta pero reconocible, debajo del mosaico de la habitación 5. Para los otros dos carecemos de un dato de esta índole; pero, aunque es probable que se hiciesen unos años antes, ya que, como se dijo, la habitación 5 parece resultado de una reforma dentro del plan general de la construcción, todos los caracteres estilísticos demuestran que no cabe suponerlos separados por un largo espacio de tiempo. Como veremos después, los hallazgos cerámicos confirman esta apreciación. Creemos que no será temerario fechar, tanto uno como otros, en el siglo IV de J. C, y probablemente en un momento relativamente avanzado dentro de dicho siglo.
En cuanto a las analogías estilísticas que podemos señalar nos llevan todas al período del Bajo Imperio. El jarrón, sostenido por los genios alados y encerrado en la\par corona de hojas y frutos, tiene sin duda un sentido simbólico alusivo a la fecundidad y prosperidad propiciadas para la casa y sus habitantes; sin embargo no podemos, hoy por hoy, aducir un ejemplo concreto semejante. La composición recuerda bastante la de un tejido copto del Museo de Berlín en el que dos putti alados sostienen unos sarmientos de vid, que salen de una canastilla que hay entre ellos (7). En cuanto a la cenefa de\par roleos vegetales, y sobre todo el detalle de los pájaros que asoman\par medio cuerpo de los follajes, recuerda en su organización\par la de un recuadro de puerta en Spalato, que Peirce y Tyler (8) fechan hacia 305. Encontramos otros términos de comparación\par en un mosaico de Tabarca (9) y en otro de las termas de Serdjilla, Siria, fechado en 473 por una inscripción métrica griega\par (10), así como también en el tejido copto antes citado. La asociación\par de los pájaros con el vaso es un tema muy antiguo, al\par que alude ya Plinio y que se ha encontrado en Pompeya, pero que\par figura también en mosaicos de baja época de Africa y de la Galia\par (11), aunque nunca en la misma disposición con la que aparecen\par en nuestro mosaico. Dos aves de gran tamaño hay a ambos lados de un gran jarrón en el célebre sarcófago de Ithacius, en\par la catedral de Oviedo. En cuanto al jarrón mismo (cantharus) es un motivo frecuentísimo al que se atribuyó un sentido simbólico\par tanto en el campo pagano como en el cristiano y que se usó también como mero elemento decorativo. Sin embargo aquí\par la posición destacada que se le da, así como el estar sostenido\par por los putti alados y encerrado en la laurea o corona, nos parece,\par como ya indicamos, atribuirle el sentido de un augurio favorable,\par equiparable al de las inscripciones que aparecen en otros casos encerradas también en una corona (12), sin que creamos que deba asignársele una significación religiosa concreta y mucho\par menos un sentido cristiano. Entre las abundantísimas representaciones de jarrones, sólo citaremos algún ejemplo que\par por su forma se aproxima más al de nuestro mosaico. Entre ellos se cuenta el del ya citado sarcófago de Ithacius y más aún el de otro de Braga (13), que dataría de los siglos IV al V, con el que es notable la coincidencia en la forma del pie, que volvernos a encontrar también, con una semejanza general de forma\par y proporciones, en el que, procedente de Gamart (Cartago), guarda el Museo Británico y al que Hinks (14) asigna como fecha\par probable el siglo V. Dentro de España, podemos comparar nuestro jarrón con el que aparece en el mosaico tumbal de Balería, procedente de la basílica de Manacor (15) y con el de Ampelius\par del cementerio de Tarragona, hoy en el Museo Paleocristiano de\par dicha ciudad (16). Un jarrón aislado dentro de un círculo figura\par en un mosaico de Lyon (17). Las guirnaldas, ya de hojas solas\par ya combinadas con frutos, son frecuentes como elementos que\par entran en composiciones decorativas de mosaicos africanos de\par época avanzada (18). Sirviendo de marco a un }{\b\f1\fs25 chrismon }{\fs25 se la encuentra en la basílica cristiana de Guelma (19). También aparece\par enmarcando el medallón central del mosaico de las Musas, que se encontró en Arróniz (20). Para los mosaicos de las habitaciones 7 y 8 son indicios de baja época el uso de las guirnaldas continuas entrelazadas, y\par para el de la 7, en particular, los motivos florales sueltos, que\par son semejantes a los que aparecen en los mosaicos tumbales cristianos\par de Tabarka (21) y Henchir Thina (22). También encontramos\par en Africa los paralelos más próximos para la escena de\par caza del medallón central, en Cherchel (23) donde un cazador\par a caballo acaba de traspasar a un ciervo con su venablo, Hippona\par (24), Orleansville (25), Cartago (26), El Djem (27) y Oudna. Rostovtzeff reproduce y comenta dos representaciones, en mosaicos, de jinetes romanos de época tardía (28); uno de ellos se encontró en Roma y lo atribuye a época teodoriciana, el otro, de Cartago y hoy en el Museo Británico, sería de época vándala. Cremos que estos mosaicos son una prueba más de las estrechas\par relaciones entre España y el Africa del Norte, en la época romana, subrayadas ya por Lantier en 1935 (29), a propósito de los monumentos cristianos, especialmente del tipo singular del mosaico tumbal, insistiendo en el papel que en su difusión tuvo la vía fluvial del Ebro y el que también pudo jugar el emporio marítimo de Tabarka, nacido en la época de Constantino y cuya vida había de durar tres siglos (30).
Cerámica.
Los hallazgos de cerámica fueron particularmente\par abundantes en la zona adyacente, al E., de la habitación 5, apareciendo revueltos los fragmentos con huesos y cenizas. Circunstancias ajenas a nuestra voluntad hicieron que no pudieran\par ser recogidos los objetos encontrados hasta mucho tiempo después de suspendidos los trabajos, encontrándolos revueltos y sin las indicaciones de la zona en que había aparecido cada uno de ellos. Con todo, y a pesar de la desaparición de alguno de los ejemplares más interesantes, los fragmentos recogidos, aunque no permitan la reconstrucción de casi ningún ejemplar, son interesantes para dar alguna luz sobre la llamada sigillata tardía, probablemente la última cerámica romana de fabricación cuidada que tuvo difusión general en la provincia de Hispania. Nos referimos a la cerámica caracterizada por su decoración de grandes arcos, con ángulos dentro de ellos, que creemos fué el primero en señalar el Marqués de Cerralbo (31) y sobre la que llamó después la atención Gómez Moreno (32), cuya fecha verdadera, dentro del Bajo Imperio, parece asegurada por los abundantes\par hallazgos del cementerio de Tarragona (33). Los fragmentos\par relativamente numerosos de las excavaciones del Ramalete proceden de ejemplares de formas, técnicas y tipos decorativos diferentes aunque contemporáneos como viene a confirmarlo\par el hallazgo casual, en las obras del Laboratorio Municipal de Pamplona, de fragmentos de estos mismos varios tipos asociados con monedas, aun no clasificadas, del Bajo imperio (34). De estos hallazgos se viene en conclusión que las excavaciones ahora iniciadas en la villa del Ramalete han dejado al descubierto grupos de habitaciones (Núms. 1-12, 13-16 y 17-18 de la fig. 1) de edificios independientes que fueron construidos y habitados en diferentes épocas. Y que el primero y más importante de ellos y al que nos referimos en este trabajo, el de las habitaciones 1-12, fué reconstruido en años avanzados del siglo IV y posiblemente abandonado poco después, ya que ninguno de los objetos encontrados puede atribuirse a presencia germánica, quizá en esa época de bandolerismo sobre el territorio vascón a que hace referencia la carta dirigida a Ausonio por San Paulino de Nola el año 394, pues por entonces debió comenzar en estas tierras ribereñas meridionales al saltus Vasconum, al tupido bosque que cubriría desde el Pirineo hasta cerca de Pamplona, la intranquilidad de los bagaudae (35) cuya presencia en Tarazona, en el año 449, está atestiguada por Hidacio.
Sobre la corta zona excavada no se puede imaginar como\par sería en planta este edificio dominical al que corresponde el\par tramo de termas descubierto, pero su movida articulación hace\par pensar en una vivienda confortable y alegre, más del tipo de la villa de Almenara de Adaja que de la solemne severidad de la de Cuevas de Soria o la también severa y más rural de la próxima Liédena, pero en todo caso en una residencia suntuosa donde el propietario que la reconstruyó, ese cazador Dulcitius representado en el mosaico, y algunos de sus descendientes, apartados\par de la ciudad y en el holgado e intranquilo refugio de su finca, vivieron cultivando las tierras del valle del río, enviando sus ganados a pastar a las llanuras de La Bardena y persiguiendo gacelas y ciervos entre los pinos del nevado Moncayo.
Blas TARACENA Luis VAZQUEZ DE PARGA.
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NOTAS
(1) El nombre de este apeadero se presta a un doble equívoco. Primeramente se encuentra en término de Tudela y no del pueblo de Arguedas, para llegar al cual es preciso cruzar el río en una barca, y el nombre «Muscaria» que se le añadió para hacer constar dicha circunstancia no pretende ninguna localización de la ciudad vascona mencionada por Ptolomeo como la más occidental de su territorio (Cf. Excavaciones en Navarra V, pág. 10, nota 15) y que más o menos tradicionalmente se identifica con la actual población de Tudela.
(2) B. Taracena y L. Vázquez de Parga. «Excavaciones en Navarra», I. Exploracióndel Castejón de Arguedas. Aparte de la revista Príncipe de Viana, año IV, núm. XI. L'Alleu et le domaine rural pendant l'époque mérovingienne, ed. París 1922, p. 40.
(3) L'Alleu et le domaine rural pendant l'époque mérovingienne, 3.a ed. París 1922, p. 40.
(4) Con ocasión de los trabajos de labranza realizados en la finca propiedad\par de la familia Carasusán, de Tudela, y especialmente al excavar los canales de riego,\par aparecieron tejas y fragmentos cerámicos. La excavación comenzada por nosotros\par el 19 de octubre de 1946 con siete peones, dió como resultado, a la media hora de empezar. el hallazgo del pavimento de mosaico de la habitación núm. 5.
(5) Carmen XIX (ed. Lvetjohann, MGM. Auct. Antiq. t. VIII, Berlín 1887, p. 213): Intrate algentes post balnea torrida fluctus, ut solidet calidam frigore lympha cutem.
(6) E. Dyggve y R. Egger. Die altchristliche Friedhorf Marusinac (Forschungen\par in Salona III, Wien, 1939). Con numerosos ejemplos.
(7) Wulf-Volbach, Spätantike und koptische Stoffe aus ägyptischen Grabfunden,\par Berlín. 1926, pág. 21, núm. 9.050.
(8) L'art byzantin t. I. 11 a y b.
(9) Mosaïques de l'Afrique (Tunisie) núm. 940, láms. 26 y 27.
(10) Reinach, RPGR, 304, 6 y Revue Archéologique, 1901, II pág. 62; lám. 2.
(11) Africa: Obra citada núm. 522: Bordj-el-Ioudi. Galia: Mosaïques de la Gaule\par núm. 1.397: Avenches. La disposición de las aves es muy diferente de la de nuestro vaso, como también lo es el pájaro que aparece en el borde de un jarrón, en el\par trono de Maximiano, en Ravenna (Peirce y Tyler II, 3) hacia el año 500. Hay pavones y otras aves asociados con la vid que brota de un jarrón en el mosaico tumbal\par de Teodulo, en Susa (Mosaiques de l'Afrique (Algérie) núm. 435).
(12) Inscripciones propiciatorias, en griego, en mosaicos de Halicarnaso, hoy\par en el Museo Británico. Hinks, Catalogue of the Greek Etruscan and Roman Paintings\par and Mosaics in the British Museum, London, 1933, pág. 142, fig. 159.
(13) Ars Hispaniae II, figs. 235 y 242.
(14) Catalogue, núm. 49, fig. 140.
(15) Historia de España dirigida por Menéndez Pidal, t. II, lám. frente a la pág748.
(16) Obra citada, lám. frente a la pág. 746.
(17) Reproducción muy deficiente en Mosaïques de la Gaule, núm. 709.
(18) Mosaíques de l'Afrique (Algérie) Timgad núm. 138, 169, 171; Kalaa des\par Beni Ahmed, núm. 328; El-Djem núm. 71 d; Hammam-Darradji núm. 585 b; Susa,\par núm. 125, lám. 13; Tabarca núm. 26.
(19) Mosaíques de l'Afrique (Tunisie), núm. 1.022.
(20) A. Fernández de Avilés, El mosaico de las Musas de Arróniz y su restauración\par en el Museo Arqueológico Nacional (Archivo Español de Arqueología (1945)\par pág. 320).
(21) Mosaíques de l'Afrique (Tunisie) núm. 1.022.
(22) Obra citada núm. 23.
(23) Mosaïques de l'Afrique (Algérie) núm. 422.
(24) Ibidem, núm. 45.
(25) Ibidem, núm. 450.
(26) Obra citada (Tunisie) núm. 607.
(27) Ibidem núm. 64 y lámina en color núm. 4.
(28) Historia social y económica del Imperio Romano, trad. española, t. II. Madrid. 1937, lám. LXXX y comentario en la pág. 417.
(29) Les arts chrétiens de la Péninsule Ibérique, en Anuario del Cuerpo Facultativo\par de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1935 (Homenaje a Mélida volumen\par III), pág. 258.
(30) Ya redactado este trabajo hemos tropezado con los dibujos de unos mosaicos\par que puso al descubierto una riada, el año 1874, en Vilet (Segarra), tocando\par a San Martín de Maldá y en el límite de Segarra y Urgel (Anuari de l'Institut de\par Estudis Catalans MCMXI-XII, págs. C80-C81, figs. 25 y 26). Uno de ellos, que se\par volvió a enterrar después, representa un gran jarrón de panza agallonada, con dos\par peces en la boca y dos palomas posadas en las asas. A ambos lados hay tallos con\par hojas y flores (campánulas) con palomas posadas en ellos; todo ello encerrado en\par un recuadro cuadrado formado por una trenza de varios colores. El otro trozo de\par pavimento reproducido presenta un esquema continuo formado por dos guirnaldas\par enlazadas, como en el mosaico de Dulcitius, que dibujan exágonos, ocupados por\par motivos geométricos decorativos, algunos de los cuales son los mismos del mosaico\par citndo. En el dibujo se aprecian restos de un motivo figurado, que debía ocupar un\par rectángulo y que aparece muy destrozado. En la parte superior, que es lo conservado,\par se ven dos putti alados, volando, y restos de un letrero. Parte de este mosaico\par se conserva en el Museo de Lérida, pero no lo hemos visto. En cuanto permiten\par apreciar las reproducciones de los dibujos, estos pavimentos debían guardar\par una relación muy estrecha con los del Ramalete.
(31) En la necrópolis de Galiana (Somaén). Aguilera y Gamboa, El Alto Jalón, Descubrimientos Arqueológicos, Madrid, 1909, págs. 158-161. Dudaba entre considerarla púnica o visigoda.
(32) Catálogo Monumental de España. León, pág. 51 y fig. 11. Fragmentos del\par Museo de León procedentes de Lancia. También los recogió Gómez Moreno en el\par castillo de Valencia de Don Juan. Creía entonces que fueran «probablemente manufactura\par goda».
(33) Es el tipo D, en la clasificación de la terra sigillata española que hace\par H. Comfort en la enciclopedia de Pauly-Wyssovva, Supplementband VII, Stuttgart,\par 1940. col. 1339, con referencias a los ejemplares que se encuentran reproducidos en\par las ilustraciones de las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones. Falta un\par estudio de esta cerámica, encontrada frecuentemente en el Norte de España. El señor Fernández Medrano nos señala, desde Vitoria, el hallazgo de fragmentos en Iruña, Lauda (Alava), Salvatierrabide o Arenales del Prado (Vitoria), San Miguel\par de Gobeo (Gobeo-Alava) y Goicolana-kobia (Berriatúa-Vizcaya). También apareció\par en las excavaciones efectuadas, y aún inéditas, por los Sres. Taracena y Fernández de Aviles en la cueva de Fórua (Vizcaya).
(34) Se conservan, inéditos, en el Museo de Pamplona.
(35) La palabra bagauda parece de origen céltico y ya Zeuss, haciende notar\par que la terminación auda aparece en «alauda», le atribuyó una raíz conservada en el antiguo irlandés baga, que significa «lucha, combate». El nombre, según Seek, se aplica por primera vez a la población rural gala que se subleva contra el emperador\par Carino en los años 283 ó 284, movimiento que tomó gran incremento y del cual salieron dos emperadores, Aelianus y Amandus. Hidacio los menciona en su crónica repetidas veces actuando en la Tarraconense.