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Historia de España
Crónica
Argentina pone fin en 2012 al corralito de 2001
Quiebras o bancarrotas de Estados
Manuel Llamas jefe de Economía de Libertad Digital 2009-04-21
Un reciente estudio del National Bureau of Economic Research, elaborado por Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, muestra que las crisis financieras más importantes de los últimos ocho siglos se han llevado por delante a países enteros. Es decir, las quiebras bancarias suelen derivar en suspensión de pagos por parte de Estados y elevada inflación. Un porcentaje muy elevado de países entre el 30% y el 50% de los 66 casos examinados no pudieron afrontar el pago de sus deudas (default) durante cinco períodos marcados por grandes crisis económicas: la guerra emprendida por Napoleón; el período que abarca desde 1820 a 1840 aquí quebraron todos los países latinoamericanos incluidos en el estudio; desde 1870 a 1890; la Gran Depresión (1930-1950); y la crisis de las economías emergentes de los años 80 y 90.
Según el trabajo de Rogoff, España ostenta el récord absoluto de suspensiones de pago de la historia. El Estado ibérico ha quebrado en 13 ocasiones. Siete durante el siglo XIX y otras seis durante los tres siglos precedentes.
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La última quiebra soberana del Estado español fue en 1882
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Islandia fue el primer país en quebrar oficialmente tras el estallido de la crisis financiera internacional
Manuel Llamas jefe de Economía de Libertad Digital 2010-11-23
Sus problemas fueron similares a los que padece hoy Irlanda: sus tres grandes bancos que representaban el 85% de sus sistema financiero quebraron como resultado de un brutal descalce de plazos (origen de la crisis), ya que se endeudaron a muy corto plazo en el exterior (euros) e invirtieron a largo plazo (hipotecas); el Gobierno nacionalizó la banca para evitar su caída, pero su enorme peso (casi 10 veces el PIB nacional) acabó tumbando al propio Estado islandés, declarándose oficialmente en quiebra y solicitando asistencia al FMI.
Desde entonces, finales de 2008, la economía islandesa sigue en cuidados intensivos: su PIB se hundió casi un 7% en 2009 y un 3% en 2010; el PIB per capita (riqueza media de cada habitante) ha pasado de 53.100 dólares en 2008 a apenas 39.500 en 2010, un 25% menos, según datos oficiales del FMI; su tasa de paro ha escalado desde un inexistente 1,6% en 2008 hasta el 8,6% actual; su deuda pública desde el 71% del PIB hasta el 115% en los dos últimos años; la inflación acumula un aumento próximo al 40% desde enero de 2007; la renta disponible se desplomó un 20,3% sólo en 2009; el salario medio real (descontada la inflación) ha caído un 10,1% desde 2007; el 63% de los hipotecados poseen una vivienda cuyo valor de mercado es inferior a la deuda contraída con el banco; el 40% de los propietarios del país son "técnicamente insolventes" y, por tanto, no podrán devolver la hipoteca; su moneda (la corona) se ha devaluado un 60% desde julio de 2006...
¿Seguimos? Y eso, teniendo en cuenta que ha recibido ayuda exterior y su Gobierno sigue monotorizado por el FMI. De hecho, el pasado 14 de noviembre, una delegación de dicho organismo visitó la isla para supervisar la situación económica de Islandia. Según el comunicado oficial, el país aún tiene que acelerar la reestructuración de su abultada deuda (pública y privada) para salir de la crisis, con lo que aún queda recorrido para proclamar la ansiada recuperación.
Así pues, Islandia, uno de los países más ricos y con uno de los mayores niveles de calidad de vida del mundo hace apenas tres años, está aún inmersa en una profunda agonía económica y un acelerado empobrecimiento de su población, que apenas supera los 300.000 habitantes.
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Argentina, cuando se produjo el default de 2002
2010-01-29 FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA
Los Estados pueden quebrar y, de hecho, lo
hacen bastante a menudo. Sólo en el siglo XIX España
presentó suspensión de pagos siete veces. La
razón es simple, el Tesoro estaba a cero y no podía atender a
los acreedores, ni a los de dentro ni a los de fuera. Los Estados
tienen ese privilegio del que carecemos los
individuos. Si un Gobierno dice que no paga pierde la confianza
de los inversores, pero nadie le embarga ni le reclama por la
fuerza lo que debe.
Como la última quiebra soberana del Estado español fue hace
siglo y pico, exactamente en 1882, nadie se
acuerda de sus efectos. Entonces, claro, el Estado no
tenía un papel tan importante en la economía ni era,
como hoy, el primer terrateniente ni acaparaba más de la mitad
de la riqueza del país. Las consecuencias fueron infinitamente
más suaves para la gente que si esa bancarrota se produjese en
esta década.
Acreedores sin cobrar
Hoy, si un Estado quiebra, lo primero y más inmediato es que sus
acreedores se quedan sin cobrar a no ser que hubiesen
suscrito un seguro de quiebra, un CDS. En tal
caso el acreedor saldrá airoso del brete, no así el asegurador,
que tendrá que cubrir lo que el Estado ha dejado de remunerar.
El agujero no se tapa, se transfiere. El impago origina una corrida
de inversores que abandonan el país a toda prisa, al
tiempo que frena en seco el flujo de capital desde el extranjero.
En Argentina, cuando se produjo el default
de 2002, los capitales salieron despavoridos del país.
El Estado debía casi 200.000 millones de dólares,
el equivalente al 79% del PIB y disponía de
sólo 10.000 millones de dólares en reservas en divisas. Tal fue
la quiebra, que el propio FMI estuvo a punto de colapsar por
culpa de Argentina. Otorgó a De la Rúa un
crédito de urgencia de 8.000 millones de dólares
para evitar un default soberano que, finalmente, se
decretó en contra de los criterios del Fondo Monetario.
Paro, miseria y violencia
La suspensión de pagos estatal que, aparentemente, parece una
vía expeditiva para acabar con la angustia económica, es
parecido a cortarse una pierna porque el pie tiene
una dolorosa herida. Implica exactamente lo contrario de
lo que los políticos auguran: el surgimiento de nuevos
problemas que antes, con el grifo de la financiación abierto, ni
siquiera se imaginaban.
El día después de la bancarrota estatal, la crisis se
desencadena con virulencia en todo el país. En
Argentina, que es el caso más reciente y el país más parecido
a España, a la quiebra le sucedió la devaluación del
peso y un aumento vertiginoso de la tasa de desempleo (del
12,4% al 25% en 4 años) y una reducción brutal de ingresos
familiares que, según la UNICEF, fue un 30% en sólo un año
entre 2001 y 2002.
A los siempre fríos datos macroeconómicos le
siguen el siempre caliente corolario de violencia y miseria. Al
derrumbarse el sistema de protección social y devaluarse las
pensiones, los más expuestos quedan a la intemperie,
sin posibilidad de encontrar más trabajo que subempleos en la
economía sumergida lo que aboca a muchos a la delincuencia.
Argentina ha padecido en los últimos años una epidemia
de inseguridad ciudadana. Sólo en Buenos Aires, entre
2001 y 2003 los secuestros exprés se multiplicaron por cuatro,
de 77 a 307.
Los que habitualmente se sienten más seguros de sus ingresos por
venir del Estado, los funcionarios y los jubilados,
también lo sienten en carne propia. Si se desata una hiperinflación
sus salarios quedan reducidos a la nada como pasó en
1923 en Alemania, cuando los altos funcionarios del Estado
prusiano tuvieron que mendigar. Eso, en el peor de los casos, el
que suma quiebra e inflación. En Argentina no se disparó la
hiperinflación, y no por falta de ganas del Gobierno, sino
porque la demanda de dinero había caído y todo
el mundo quería dólares, no los devaluados pesos. No le quedaba,
pues, el recurso de emitir moneda para expandir de nuevo
artificialmente la economía.
El Gobierno de Duhalde decidió entonces reducir
por decreto el sueldo de los empleados públicos y las pensiones
un 13%. Cobrar las pensiones en Argentina se
convirtió en una odisea durante años. Los jubilados hacían
largas colas en los bancos y, en ocasiones, se pagaban en
multitudinarios actos en cines y estadios de fútbol. El caos fue
tal que en el año de la quiebra dos pensionistas
murieron en la fila de cobro.
El dinero deja de ser dinero
Uno de los problemas de una quiebra soberana cuando los billetes
impresos por el Estado no los quiere nadie es que falta
dinero de verdad. Por eso, en el momento álgido de la
crisis, el trueque floreció de un modo espontáneo. Llegó a
haber 8.000 clubes de trueque en el que
participaron unos 6 millones de personas de todo el país. En el
colmo de la sofisticación, algunos clubes de trueque emitieron
papel, créditos se llamaban, que
actuaban como una especie de cuasimoneda
aceptada en los mercados.
Y no fueron los únicos en inventarse el dinero. Las provincias,
cortas de efectivo para pagar sueldos, crearon bonos-moneda
que no devengaban interés y carecían de respaldo del
Banco Central. En Buenos Aires se llamaban Patacones,
en Córdoba Lecor, en Chaco Quebrachos
y en toda Argentina Lecop.
La pobreza es lo siguiente que aparece
de un modo generalizado. Siguiendo con el ejemplo de
Argentina, a mediados de 2002, la mitad de la población, más de
18 millones de personas, se había deslizado por debajo de la
línea de la pobreza, de los cuales 8,5 millones eran
indigentes. Eso en un país ahíto de recursos naturales
y con una de las cabañas ganaderas más grandes del mundo.
Votar con los pies
Entonces, ¿Por qué se dieron brotes de hambruna en
ciertas zonas del país? Pues porque, con motivo de la
quiebra soberana, la inversión privada se había desplomado,
muchas empresas arruinado por la imposibilidad de financiarse y
no había liquidez para emprender nada nuevo que
generase otra vez empleo y riqueza.
Los más castigados por las quiebras son siempre los
pobres y la clase media. El tequilazo del
95 en México machacó a la clase media del país hasta hacerla
desaparecer. En Argentina, los que pudieron, la gente joven y con
preparación, emigraron al extranjero. Entre
2001 y 2002 unos 200.000 argentinos salieron del país rumbo a
Estados Unidos y Europa, especialmente a España. Tres de
cada diez argentinos que viven en el exterior lo hacen
nuestro país.
¿Y el Estado permanece quebrado eternamente?
No, los políticos actuales, que gestionan Estados
elefantiásicos, tratan de recuperar la confianza de los mercados
porque siguen necesitando recurrir al extranjero
para financiar sus proyectos y sus cuantiosos gastos. Entonces,
tienen que apretarse el cinturón y emprender profundas reformas
que, con el tiempo, inspiren confianza de nuevo en el exterior.
Argentina recurrió al FMI, que permitió al país
renegociar y reprogramar los vencimientos de la deuda de
3 a 5 años. Pagó tarde y mal, pero pagó. La
recuperación de la economía (y del crédito internacional) ha
posibilitado que el Gobierno argentino vuelva a
endeudarse. Porque, aunque la quiebra no es eterna,
vuelve periódicamente si los gestores del Estado no aprenden un
principio elemental al alcance de un niño de primaria: nunca se
puede gastar lo que no se tiene.
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La economía y los problemas de la hacienda de España desde Carlos V
Las guerras son costosas y hay que pagarlas.
El principal esfuerzo bélico en hombres de armas y en dinero recae sobre Castilla, que además sostiene con su demografía el asentamiento constante de población en las Indias. Castilla tiene una gran vitalidad y pujanza económica, pero este peso enorme y constantemente acrecentado y sostenido durante dos siglos, acabará agotándola en el XVII.
España es la primera potencia mundial, también en la cultura y la ciencia, pero la hacienda ya está en crisis.
El problema de la hacienda: déficit. Los ingresos de la Corona son cuantiosos, pero los gastos lo son más todavía.
Recursos de la Corona:
La economía, que es la producción de bienes en un país, aún no está en crisis, pero ya lo está la hacienda (los recursos del gobierno), y apunta a poner en crisis en el futuro también la economía en general e incluso la sociedad, desde finales del XVI.
Consecuencias socioeconómicas de la crisis de la hacienda:
La expulsión de los judíos de España en 1492
LA CRISIS DEMOGRÁFICA DEL SIGLO XVII
La población del centro de
España, la más numerosa densa y pujante y con la mayor densidad
de ciudades grandes y medias, empieza a declinar desde 1580 y
tiene un descenso prolongado durante el siglo XVII. La cornisa
cantábrica y Cataluña mantienen algún crecimiento.
El centro de España pierde un millón de habitantes, pero en la
periferia se mantiene la población, por lo que en conjunto
España disminuye probablemente en un millón de habitantes en la
centuria.
Y cambia su distribución geográfica: en el futuro, el
centro estará despoblado, excepto Madrid; y la periferia,
densamente poblada.
Población de España en la época de la expulsión de los
moriscos (1609-1610): 8.485.000
habitantes, de ellos 1.430.000 en la Corona de Aragón.
Población en 1717: 7.500.000 habitantes. La
antigua Corona de Aragón tenía 1.500.000 habitantes, es decir,
los mismos o más; lo que se ha despoblado es el centro.
CAUSAS
Las constantes migraciones a las Indias, restan
población joven que es la que tiene mayor natalidad y menor
mortalidad.
El enfriamiento global de la Pequeña Edad del Hielo extendida
entre 1340 y 1740 con su secuela de terribles y repetidas pestes
y del hambre por las frecuentemente malas
cosechas, que producen enormes sobremortalidades.
Las guerras disminuyen principalmente la
natalidad.
La
expulsión de los moriscos.
Y, en menor medida, la dedicación a la vida religiosa de 175.000
personas resta natalidad
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La peste de 1597-1602 en los reinos de Castilla
causa 500.000 muertos.
Otras pestes en 1629-31, 1647-52, que fue la mayor catástrofe
demográfica, 1676-1685.
El XVI no es de crisis, sino de
auge de la economía, más en la 1ª mitad. Aunque la
Hacienda ya está en crisis.
El peso excesivo de la Hacienda y de su crisis endémica minan
el futuro de la economía y de la sociedad en el
XVII.
La crisis económica del XVII es en parte causa de la crisis
demográfica, y consecuencia también de ella.
En definitiva, España
(sobre todo Castilla) desgasta sus recursos económicos y
demográficos en poblar América y en defender la Cristiandad
católica,
aunque los monarcas buscan también mantener el poder y
los dominios de los Austrias.
Las constantes migraciones a las Indias, en las que se desgasta España, van creando aquellas naciones y extendiendo la civilización de la Hispanidad, que es la europeidad de la Cristiandad intensificada por su combatividad y extendida por su expansión integradora por las Indias de todos los continentes.
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DERROTA EN LA ESPAÑA DEL XVII, ADEMÁS DE
AGOTAMIENTO Y DECADENCIA
La hegemonía española del XVI se termina a
mediados del XVII (Westfalia 1648-Pirineos 1659)
ÉPOCA DE FELIPE III (1598-1621)
Validos ,
corrupción,
manipulación de la moneda e inflación,
pacifismo a ultranza,
comienzo de la Guerra de los 30 Años (1618).
La capitalidad de España establecida por Felipe II en Madrid, desde la construcción del Escorial (1563-1584), es trasladada a Valladolid en 1601; pero en 1606, se instala definitivamente en Madrid.
ÉPOCA DE FELIPE IV (1621-1665)
Ambiciosa política del Conde-Duque de Olivares
Paz de Westfalia (1648):
Felipe IV reconoce la independencia de Holanda.
El imperio de los Austrias alemanes reconoce la independencia de
Suiza.
Los Austrias alemanes aceptan que los príncipes protestantes
impongan su religión en sus estados, prolongando el sistema de
la paz de Augsburgo de 1555 (cuius regio, eius religio)
y extendiéndolo a los calvinistas (los reformados), además de a
los luteranos (los evangélicos); mientras que los príncipes
católicos mantienen su religión en sus estados. Las dos partes,
protestante y católica aceptan la división. La Europa de la
Cristiandad caracterizada por la unidad es reemplazada por la
Europa basada en la división.
Pero España, aunque está agotada, tiene que
seguir once años más la guerra contra Francia que está en todo
su poderío. España sostiene la situación con algunas victorias
hasta que sobrevienen nuevas derrotas. España no se puede
rehacer, agotada Castilla:
Paz de los Pirineos (1659): es una paz de
derrota que señala la pérdida de la hegemonía de España un
siglo después de la victoriosa Paz de Cateâu Cambrésis (1559):
Felipe IV cede a Francia, además del Artois, algunas partes de
España como el Rosellón y parte de la Cerdaña; la Baja Navarra
ya ocupada de hecho por Francia, ahora es entregada de iure
al aceptar como frontera la línea de cumbres de los Pirineos. Se
concierta también el matrimonio de la hija mayor de Felipe IV,
Mª Teresa, con Luis XIV, un paso más en el objetivo de éste de
conseguir el trono de España, lo que logrará en 1700 para su
nieto Felipe V, con el que llegan los Borbones tras la muerte sin
sucesión de Carlos II, hijo de Felipe IV.
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Los
validos
En el siglo XVII, personajes de confianza o amigos del rey en los
que éste deja los asuntos de gobierno y casi todo el poder real.
También se les llama privados o favoritos.
Los de Felipe III son Lerma, que se caracteriza
por la corrupción y el pacifismo a ultranza, y Uceda.
En octubre de 1618, Felipe III retiró su confianza al duque de
Lerma y lo sustituyó en el valimiento por el duque de Uceda, que
era el propio hijo del anterior.
Los de Felipe IV son el conde-duque de Olivares,
que se caracteriza por el intento de centralismo, según la moda
absolutista europea, y por afrontar todas las guerras en medio ya
del agotamiento de los recursos, y Haro.
Y los de la época de Carlos II son Nithard y Valenzuela, de poca
importancia, y considerado el último un advenedizo.
Un antecedente es don Álvaro
de Luna en la Baja Edad Media.
En Francia, Richelieu y Mazarino son casos similares en este
misma época de los Austrias menores españoles.
Godoy detentará todo el poder del despotismo ilustrado en la época de Carlos IV (1788-1808) por ser el favorito del rey y, especialmente, de la reina Mª Luisa.