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Posibles profetas actuales
Santa Teresa del Niño Jesús, santa Faustina Kowalska, san Francisco Marto, santa Jacinta Marto, la Hermana Lucía de Fátima, santa Teresa de Calcuta y santa Margarita María Alacoque tienen todo el aspecto de haber recibido el don de profecía, puesto que han recibido mensajes de Dios, junto con el encargo de transmitirlos y los han transmitido. Podrían ser declarados profetas y profetisas por nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica. Esto no debe extrañar si recordamos que hasta el siglo XIII nunca nadie había sido declarado doctor de la Iglesia y ahora ya hay 36 doctores y doctoras.
Y dice Canals: "La Iglesia no ha declarado hasta ahora nunca profeta a un santo. Pero tampoco había declarado doctor a santo alguno antes de 1200. Me pregunto si no llegará algún día en que la Iglesia reconocerá públicamente, en algunos santos, su carisma profético ...y si entre estas personas santas declaradas profetas no se contará, en lugar preferente, a santa Margarita María de Alacoque, mensajera del Sagrado Corazón, anunciadora de su Reinado sobre los hombres «a pesar de sus enemigos»" (El carisma profético de santa Margarita, CRISTIANDAD, nn 887-888. Jun-Jul de 2005. Pág. 7).
En otro lugar, Canals había afirmado ya, en 1997, la realidad del carisma profético de santa Margarita María. En efecto, explicando el culto y la devoción al sagrado Corazón de Jesús, desarrollado en los tiempos modernos en la Iglesia Católica, dice Canals:
"Al afirmar que este culto está plenamente fundado en el dogma católico, y por esto mismo deriva de la divina revelación expresada en la sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, en modo alguno hay que negar que su crecimiento y evolución progresiva sería incomprensible sin las revelaciones recibidas con carisma profético por santa Margarita María Alacoque. Si se quisiese prescindir de ellas, no se hablaría de la devoción aprobada en el Magisterio y presente en la liturgia" (Francisco Canals, Obras Completas, vol. 4A, pág. 249).
Y sobre todo, Canals había fundamentado la idea en la conferencia que pronunció el 31 de mayo de 1991 en el Monasterio de las Salesas de Barcelona:
Santa Margarita María ha sido la santa profeta del mensaje que se ha concretado en la espiritualidad y en la liturgia de la que conocemos hoy como devoción y culto al Corazón de Jesús.
Santa Teresita del Niño Jesús es también la profeta de la confianza filial en Dios, del abandono en los brazos paternales de Dios y de la entrega al Amor Misericordioso.
Actualidad de la reparación Francisco Canals Vidal (1922 2009) Revista Cristiandad de Barcelona, núm. 728, enero de 1992, págs. 9 - 14
Conferencia pronunciada por Canals el 31 de mayo de 1991 en el Monasterio de las Salesas de Barcelona.
El Padre Orlandis también, lógicamente, califica de profecía las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita María Alacoque, tal como en los escritos de ésta ha sido recibido por los Papas y nos ha sido dado conocer:
La manifestación al mundo del Sagrado Corazón de Jesús en las revelaciones de Paray-le-Monial a santa Margarita María Alacoque "es una verdadera profecía de que Él reinará en el mundo a pesar de sus enemigos y esto porque por esta nueva redención destruirá el imperio de Satanás y sobre las ruinas del mismo levantará el imperio de su Amor".
(Ramón Orlandis, S. I.: Pensamientos y Ocurrencias. 1934. Cristiandad, núm. 269, de 1 de junio de 1955).
No se trata de algo como la Revelación por los profetas del Antiguo Testamento de parte de Dios. No, la Revelación se terminó al terminarse los libros del Nuevo Testamento y morir los apóstoles.
Se trata del ejercicio del don de profecía posterior a la terminación de la Revelación, que Dios da a algunos para beneficiar a todos, transmitiendo mensajes recibidos de Dios para resaltar y llamar la atención sobre aspectos de lo ya contenido en la Revelación, que Dios quiere que se resalte en cada momento.
Los profetas posteriores a la finalización del Nuevo Testamento reciben mensajes que Dios les da para que los transmitan. En esto igual que los anteriores a la finalización de la Biblia. Pero los mensajes que reciben y transmiten los eventuales profetas posteriores a la finalización de la Biblia no son diferentes de lo ya revelado; Dios no les da mensajes nuevos, sino mensajes que contienen aspectos de lo ya revelado que son resaltados o que lo reiteran.
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Por ejemplo, a santa Faustina Kowalska Jesús, el Verbo hecho carne, la equipara a los profetas que recibían y transmitían partes de la Revelación, pero no le revela partes nuevas de la Revelación:
El Señor le encarga a santa Faustina:
En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a Mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso. Hago uso de los castigos cuando Me obligan a ello; Mi mano se resiste a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia.
(Diario de santa Faustina Kowalska, 1588).
Jesús, el Verbo hecho carne, le encargó a santa Faustina dar algunos detalles sobre este anuncio que viene ya en Su discurso escatológico en el evangelio:
«Escribe esto: "Antes de venir como Juez Justo, vengo como Rey de Misericordia. Antes de que llegue el día de la justicia, les será dado a los hombres este signo del cielo. Se apagará toda luz en el cielo y habrá una gran oscuridad en toda la tierra. Entonces en el cielo parecerá el signo de la cruz y, de los orificios donde fueron clavadas las manos y los pies del Salvador, saldrán grandes luces que durante algún tiempo iluminarán la tierra. Eso sucederá poco tiempo antes del último día"».
(Diario de santa Faustina Kowalska, 83).
Conviene aclarar que, al igual que en la Sagrada Escritura, en este texto de santa Faustina, la expresión "último día" significa última época de la vida humana en la tierra; no hay que imaginar la literalidad material de un día de 24 horas de reloj.
Así lo explica san Agustín, como doctor de la Iglesia:
«La Iglesia universal del Dios verdadero confiesa y profesa que Cristo ha de venir del cielo a juzgar a los vivos y a los muertos, y a esto le llamamos nosotros último día del divino juicio, esto es el tiempo último. Pues, por cuantos días se extienda este juicio es incierto: pero las escrituras santas usualmente ponen el término día en lugar de tiempo, como no ignora el que haya leído, por más ligeramente que lo haya hecho aquellas letras santas. Así pues cuando decimos día del juicio de Dios, añadimos último o novísimo, lo que indica que también ahora juzga y que desde el principio del tiempo juzgó» (San Agustín De Civitate Dei lib. XX, cap. 1, núm. 2).
Y Dios mismo deshace el posible malentendido por medio de san Pedro en la Sagrada Escritura:
"Una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día". (II P 3,8).
Y lo dice san Pedro empleando una expresión revelada que era ya muy conocida, porque está en los Salmos: ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día.
Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche.
(Sal 90,4).
Este es el anuncio de Jesús, el Verbo hecho carne, en Su discurso escatológico del evangelio:
«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).
La Santa Romana Iglesia, en su calendario de conmemoraciones, confirma lo referente a la señal del Hijo del Hombre:
«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz).
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Todavía forman parte de la Revelación las profecías de san Pablo, como la profecía de la conversión de Israel que anuncia san Pablo como profeta:
"Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Níger, Lucio el cirenense, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo".
(Hch 13,1).
No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios (Pr 3,7): el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: «Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades» (Is 59,20-21). «Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados» (Is 27,9).
En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables.
En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia.
Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia.
(Rom 11,25-32).
Y forma parte de la Revelación todo el contenido del libro de los Hechos de los Apóstoles:
El Martirologio Romano dice el 8 de abril: "Conmemoración de san Ágabo, profeta, que, según atestiguan los Hechos de los Apóstoles, movido por el Espíritu Santo anunció una gran hambre sobre toda la tierra, así como las dificultades que Pablo tuvo que soportar de los gentiles (s. I)".
San Ágabo, originario de Judea, es mencionado dos veces en los Hechos de los Apóstoles. En el capítulo 11, como uno de los profetas que fueron de Jerusalén a Antioquía durante la predicación de Pablo y de Bernabé. En Antioquía anunció un hambre universal; y esto se cumplió en la época de Claudio. Y en el capítulo 21 de los Hechos de los Apóstoles, donde también se menciona a otras pesonas que profetizaban.
"En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».
Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.
Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierrra, la que hubo en tiempo de Claudio.
Los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las posibilidades de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea.
Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo".
(Hech. 11,26-30)
Arribamos a Tiro, pues allí la nave debía dejar su cargamento. Habiendo encontrado a los discípulos nos quedamos allí siete días.
Ellos, iluminados por el Espíritu, decían a Pablo que no subiese a Jerusalén.
... Fuimos de Tiro a Tolemaida ... Al siguiente partimos y llegamos a Cesarea; entramos en casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los Siete, y nos hospedamos en su casa.
Tenía éste cuatro hijas vírgenes que profetizaban.
Nos detuvimos allí bastantes días; bajó entre tanto de Judea un profeta llamado Ágabo; se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo:
«Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles». Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera a Jerusalén.
Entonces Pablo contestó:
«¿Por qué habéis de llorar y destrozarme el corazón? Pues yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús».
Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor».
Transcurridos estos días y hechos los preparativos de viaje, subimos a Jerusalén.
(Hech. 21,3-4;7-15)