1808-1812: El expolio napoleónico en España..Historia de España....HISTORIA UNIVERSAL....INDEX.
El Prado presenta restaurado el San Pedro de los Venerables de Murillo, expoliado en la ocupación napoleónica y recuperado en 2014
DN COLPISA. MADRID 11/09/2015 http://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/cultura/2015/09/10/nueva_luz_para_murillo_oculto_durante_siglo_medio_245499_1034.html
Durante siglo y medio solo sus propietarios pudieron disfrutar del San Pedro penitente de los Venerables, una gran y excepcional tela de Bartolomé Esteban Murillo que acaba de restaurar el taller del Museo de Prado.
Murillo lo pintó por encargo de su mejor y gran protector, el acaudalado Justino de Neve, quien legó la tela al Hospital de los Venerables en 1685. En el retablo de la iglesia barroca de esa casa se expuso desde 1701.
Estuvo oculto de facto desde mediados del siglo XVIII.
Fue expoliado durante la ocupación napoleónica: el mariscal francés Nicolas Jean-de-Dieu Soult se lo llevó como botín en la Guerra de la Independencia y lo incorporó a su colección. A su muerte, en 1851, los herederos del militar francés lo vendieron y estuvo desde entonces en manos privadas. Su penúltimo propietario lo adquirió en 2005. Era un coleccionista de origen iraní que residía en la Isla de Man, en el Reino Unido, lo cual fue descubierto hace tres años, gracias a una exposición sobre Justino de Neve organizada por el Prado, la Fundación Focus-Abengoa y la Dulwich Gallery de Londres. Con ayuda de Sothebys, levantó la liebre Gabriele Finaldile, conocedor del cuadro, antiguo director de Investigación y Conservación del Museo Nacional del Prado y comisario de la exposición Murillo y Justino de Neve. El Arte de la Amistad, que se pudo ver en el Prado, en Focus-Abengoa y en la Dulwich Picture Gallery.
Abengoa se lo compró en junio de 2014 al iraní de la Isla de Man y lo donó a su Fundación Focus-Abengoa.
La Fundación no ha desvelado la cifra que se pagó por esta joya, aunque algunas fuentes reicalcan que su precio fue inferior a los 13 millones de euros que Focus-Abengoa desembolsó por la Santa Rufina de Velázquez en 2007.
«Es una obra luminosa, un portento que estuvo condenado a la oscuridad durante siglo y medio, prácticamente desaparecida», lamentó Javier Portús, jefe del Departamento de Pintura Española del museo del Prado, conservador responsable de la colección de Murillo.
Desaparecido "virtualmente", en palabras de Portús, este explicó cómo en el último catálogo razonado de Murillo, publicado por Diego Angulo de 1982, solo aparecía una "mala fotografía en blanco y negro" de un lienzo casi secuestrado que sus propietarios no exhibieron jamás en público.
"El renacimiento del cuadro permitirá que sea apreciado en la medida en que se lo merece", ha asegurado Portús, que lo ha descrito como una "pieza fundamental para definir la carrera artística del autor".
Hasta enero de 2016 se podrá ver en la sala 17 de la pinacoteca, aneja a la que acoge la portentosa Inmacula que Murillo pintó en la misma época.
Su estancia temporal en la sala 17, rodeada de otros cuadros del pintor sevillano, sirve para contextualizar la obra dentro de la carrera del autor, según Portús, que tiene como origen una estampa de Ribera que representa a San Jerónimo oyendo la trompeta del Juicio Final.
Según Portús, en San Pedro Penitente, el sevillano se muestra "como más Murillo, como uno de los pintores de su época que abraza de manera más definida el color". Aquí utiliza recursos técnicos de carácter marcadamente naturalista, a pesar de pertenecer a la etapa más madura de Murillo, pero define una de sus obras de escala y contenido más monumental.
Tras su paso por el Prado regresará al Hospital de los Venerables, la sede sevillana de la Fundación.
La tela es «un tesoro nacional», a juicio de Miguel Zugaza, director del museo del Prado, en cuyo taller ha estado durante casi un año en manos de la restauradora María Álvarez-Garcillán, gran experta en Murillo y que ya había trabajado en otros cuadros del pintor.
Después de un estudio técnico sobre la pintura se llevó a cabo una intervención en la obra a cargo de esta restauradora en una tela que a su llegada a España estaba «en buen estado pero oscura, apagada y sin volumen».
«Había que encontrar el camino para llegar al alma del cuadro, recuperar su mensaje, sobre todo la luminosidad, la transparencia y la forma en la que Murillo utilizó la materia para expresarse», explica la restauradora, que ha resumido su trabajo en cinco puntos fundamentales: la composición, el recorrido, el encuadre, las proporciones y, sobre todo, la luz y que ella se esforzó en «comprender la composición, la intención del Murillo por colocar los elementos en escena».
Estamos ante un Murillo maduro, que usa con maestría la perspectiva y la proporción.
"La restauración ha sido un vehículo, un medio, para recuperar el mensaje que Murillo había vertido y se había perdido" y ha devuelto «toda su luz y la verdadera suavidad de su colorido» ha explicado Álvarez.
El marco también ha sido restaurado, ya que el original se mantiene en el altar de la iglesia del Hospital de los Venerables.
También Anabel Morillo, directora de la Fundación Focus-Abengoa, habla de «una obra excepcional» que mantiene un poderoso vínculo con Sevilla. La restauración le devuelve «parte del alma y de la identidad artística de Murillo», aseguró, destacando la «carga emocional» que tiene para Sevilla su regreso al Hospital de los Venerables.
En el Museo de Bellas Artes de Bilbao, del que Zugaza fue director, está el también grandioso cuadro de Murillo, San Pedro en lágrimas, de similares características.
El San Pedro de los Venerables de Murillo. Foto de Abengoa - Museo del Prado
San Pedro en lágrimas de Murillo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao