.La crisis iniciada en 2007.....
Monseñor Munilla denuncia a los culpables de la crisis económica
ReL 1.08.2012
Con motivo de la festividad de San Ignacio, se
celebró este miércoles, 31.07.2012, en la basílica de Loyola
una misa oficiada por el obispo de San Sebastián, José Ignacio
Munilla, quien glosó el carácter que tiene el santuario como
"lugar entrañable", "auténtico corazón" de
la diócesis y su enclave "con más eco universal".
"¡En todo amar y servir!"
Patria además del santo, "uno de nuestros principales
referentes en el seguimiento de la voluntad de Dios".
Monseñor Munilla explicó que ser patrono, como San Ignacio de
Loyola lo es, supone servir "a modo de estrellas que guíen
e iluminen nuestros pasos", porque "la historia no nace
con cada uno de nosotros, sino que nos incorporamos a un pueblo
en marcha, a una familia que peregrina, a una Iglesia siempre
antigua y siempre nueva
al ejemplo de los
mejores que nos han precedido, que son los
santos".
El obispo recordó la máxima de San Ignacio, en todo amar y
servir: "El amor, el auténtico amor, no es el
romántico, sino que es el que se traduce de forma inmediata en
servicio. Como San Ignacio gustaba decir: ´El amor
se manifiesta más en las obras que en las palabras. Amar y
servir es un binomio inseparable: Servir sin amar, es
servilismo. Amar sin servir, es mero romanticismo".
La crisis y sus causantes
Luego monseñor Munilla recordó "la grave situación que
padecen muchos sectores de nuestra sociedad por causa de la
crisis económica", que "cuestiona los fundamentos en
los que hemos basado nuestro desarrollo".
Apuntó a una causa última: "En la medida en que Occidente
ha ido perdiendo sus raíces cristianas, progresivamente ha
invertido sus valores, colocando el tener por encima
del ser. Éste ha sido el motivo último por el que
ahora nuestra sociedad se encuentra al borde de la quiebra".
Y luego lo detalló en sus distintos agentes: las
administraciones "han gastado el dinero que no tenían,
endeudando a las instituciones públicas y comprometiendo el
futuro de las generaciones venideras"; las instituciones
financieras "sustentaron sus escandalosos beneficios anuales
sobre unos cimientos de una economía irreal, ficticia e
insostenible"; los sueldos con los que fueron blindados los
consejos de administración "han sido inmorales, y siguen
siéndolo".
Pero no se trata sólo de mirar "hacia arriba, pensando que
la situación presente es sólo responsabilidad de quienes han
llevado las riendas de la economía. Es obvio que estamos ante un
pecado del que todos hemos sido cómplices", lamentó:
"También nosotros hemos comprado lo que no necesitábamos,
pagando con un dinero que no teníamos, construyendo un modelo de
sociedad contraria a los valores del Reino de Dios. Tenemos que
reconocer que hasta en los niveles más populares se le había
otorgado carta de ciudadanía al fraude fiscal. Sisar a Hacienda
parecía estar fuera del campo moral".
Por último, los especuladores, "que hacen fortuna de la
crisis. Son muchos los especialistas que denuncian que el acoso
de los mercados a la economía es desproporcionado; y que solo se
explica en el contexto de un chantaje especulador que pretende
aprovecharse de una situación límite".
Según el obispo guipuzcoano, "salir de esta situación va a
suponer una catarsis muy grande para todos". En ese sentido,
"las políticas de ahorro se nos imponen de forma imperiosa;
y pecan de hipocresía quienes se resisten a reconocer esta
realidad", aunque esos recortes no debe hacerse "de
forma indiscriminada o indiferenciada
entre quienes tienen más o menos recursos" de forma que se
recorte la parte destinada "a las personas
empobrecidas".
La labor de Caritas
Por último, Munilla reiteró su petición de que los sacerdotes
de la diócesis, a pesar de que su sueldo está "muy por
debajo del salario medio", donen una extraordinaria a
Caritas, para la cual pidió un esfuerzo especial a todos los
fieles de la diócesis, pues ha pasado de atender 15.000 personas
a atender 24.000, un 60% más.
"Jesucristo llama a nuestra puerta, y su Caridad nos
enriquece", concluyó: "Estoy seguro que, en la
situación presente, San Ignacio nos diría una vez más: ¡En
todo amar y servir!".