.....Notas y noticias. ...... ...HISTORIA DE ESPAÑA......... Hispanidad Futura. .........CRISTIANDAD FUTURA.
16 hostias consagradas permanecen intactas desde 1936 en Moraleja de Enmedio
Francisco Delgado-Iribarren Cruz / ReL
29 enero 2014
Cuando el domingo 24 de noviembre de 2013 el
obispo de Getafe tomó la comunión, dijo:
Certifico que la forma que he probado está como si
estuviera recién hecha.
Esa hostia había sido consagrada 77 años antes, el 16
de julio de 1936. Dos días antes de empezar la Guerra Civil
española.
Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo había
acudido a decir misa de doce a la parroquia de San
Millán, sita en lo alto de un promontorio de
Moraleja de Enmedio, un pequeño municipio de unos 5.000
habitantes dependiente de su diócesis, en el sur de la Comunidad
de Madrid.
La iglesia estaba llena a rebosar. Las "autoridades" de
los primeros bancos eran, como de costumbre, los niños. Se
celebraba la festividad de Cristo Rey y la clausura del Año de
la Fe inaugurado por Benedicto XVI. Además, los parroquianos
querían asistir a la consagración del nuevo mármol del altar
mayor y, sobre todo, a la exposición al culto público
de su Milagro eucarístico.
Porque los católicos de Moraleja lo llaman "milagro".
Son 16 hostias consagradas que han permanecido asombrosamente
intactas desde hace algo más de 77 años.
Por primera vez en todo este tiempo, éstas iban a pasar
del copón pequeño que las guardaba a uno más grande,
desde ese día expuesto en el templo, en un sagrario con una
parte de cristal.
(Bajo estas líneas, el copón pequeño que contenía las
formas y el copón grande que las guarda ahora).
"Hecho extraordinario"
La Iglesia Católica es muy prudente y precavida
en casos como éste, y prefiere no hablar de milagro
hasta que se reconozca como tal en la Santa Sede.
El obispo Joaquín María declara para Religión en
Libertad: Hay que advertir que la expresión
Milagro eucarístico es una tradición popular
entre las gentes de Moraleja de Enmedio. No quiero decir que no
sea cierto; sino que, de momento, es mejor hablar de
hecho extraordinario. El protocolo de
la Iglesia supone una investigación científica, que implica
tanto levantar acta de lo sucedido históricamente como comprobar
que las Sagradas Formas no se han corrompido, sin que exista
explicación científica para ello.
¿Cuál es el papel que debe realizar la ciencia química y
biológica? El prelado lo explica: Con los debidos
permisos, se hace un análisis químico en un laboratorio para
comprobar que sigue siendo pan y, por lo tanto, se da la
presencia real de Jesucristo, la presencia Eucarística; así se
ha hecho, por ejemplo, con los Corporales de Daroca.
»La biología nos podría aclarar si pudo haber algún factor
bioquímico, alguna bacteria, que explicara la extraordinaria
conservación. Pero consta que se han dado circunstancias
climáticas adversas a las que han estado expuestas las
formas y no se han corrompido.
A Religión en Libertad no le consta que se haya realizado
todavía la investigación científica sobre las formas de
Moraleja.
Sí que existen, alrededor de estas formas, multitud de
testimonios que apuntan al prodigio. Uno de ellos es
el del propio obispo de Getafe: Tanto mi predecesor,
monseñor Pérez y Fernández-Golfín, primer obispo de la
diócesis, como yo, hemos comprobado, consumiendo algunas formas,
que siguen manteniendo las características propias (accidentes)
de un pan elaborado recientemente.
»Lo sorprendente es que tanto el pequeño copón donde se
encontraban las formas, como el paño que lo cubría han sufrido
un deterioro notable. El copón, además, no cierra
herméticamente, de modo que no pudo crearse una cámara al
vacío, y estuvo escondido durante la Guerra Civil entre
unas tejas, expuesto, por tanto, a las inclemencias
meteorológicas y a cambios de temperatura. Al no corromperse las
Sagradas Formas, creemos, según nos enseña la Iglesia, que permanece
la Presencia real de Cristo, y son por tanto el Cuerpo
eucarístico de Nuestro Señor.
Bajo el signo de la persecución religiosa
El actual párroco de San Millán, Jesús María
Parra Montes, nos introduce en la historia, que arranca
dos días antes de la Guerra Civil. El 16 de julio
de 1936 el párroco de Moraleja celebró la fiesta de la Virgen
del Carmen y consagró unas cien formas, de las cuales
sobraron unas pocas que guardaron en un coponcito pequeño. El 21
de julio celebró la última misa aquí porque el alcalde le
avisó de que venían los milicianos a por él.
»Aquel sacerdote, que se llamaba Clemente Díaz Arévalo,
volvió a la iglesia cuando alguien dio la orden de cerrarla.
Temía que los bienes que allí se encontraban fueran objeto de
profanación o sacrilegio. En el templo quedaron imágenes,
retablos, vasos sagrados y ropas de culto. Pero don Clemente recogió
el sagrario, donde tenía el Cuerpo de Cristo, y lo llevó
consigo.
(Bajo estas líneas, el altar y el retablo de la parroquia en
la actualidad).
En varios escondites
El párroco Jesús María nos facilita un
artículo publicado en el semanario Redención
el 18 de abril de 1942, firmado por Juan Antonio Cabezas,
que se basa en testimonios de testigos presenciales. Según este
artículo, el cura llegó con miedo y con su
precioso copón a la casa de Doña Hilaria Sánchez, esposa del
secretario municipal. Allí lo ocultó.
Ocho días después se cambió el escondite y pasó a una bodega
de la casa de Isabel Zazo, donde permaneció más de
setenta días enterrado a 30 centímetros de profundidad.
Por esas fechas el párroco don Clemente ya se hallaba escondido
en el cercano monte de Batres, disfrazado de pastor.
A finales de octubre las fuerzas republicanas ordenaron evacuar
Moraleja; los vecinos obedecieron. Antes fueron a desenterrar el
pequeño copón. Lo encontraron totalmente oxidado, el baño de
plata había desaparecido debido a la acción de la humedad. Pero
cuál fue su sorpresa al contemplar que las 24 formas
estaban como recién hechas, en perfecto estado.
El nuevo escondrijo fue el agujero de una viga del tejado, dentro
de la misma casa. Los vecinos entonces abandonaron sus hogares y se
retiraron a la finca El Ombú, situada próxima a un
arroyo que pasa junto al pueblo.
Con la llegada de las tropas nacionales a la zona, los
moralejeños pudieron regresar a sus casas. En seguida entraron
en la de Isabel Zazo. Una lámpara de aceite estaba volcada,
había trapos cambiados de sitio
Pero el copón
continuaba en su sitio con las 24 formas intactas. Estas
fueron depositadas en otra habitación de la casa, donde algunas
mujeres retomaron las guardias que también
habían realizado en anteriores escondrijos.
Quince días más tarde llegaron a Moraleja dos
capellanes castrenses de un tercio de requetés (carlistas).
Como de la iglesia sólo quedaban las paredes, se habilitó una
escuela para decir la primera misa. Informados de la existencia
de las formas, los dos sacerdotes las llevaron en
procesión desde la casa hasta la escuela.
Comulgaron con dos de ellas, manifestando su extrañeza
de que pareciesen como nuevas a los cuatro meses de su
consagración. Se quedaron con una tercera forma, razón por la
que quedaron 21 de las 24 iniciales. La formas fueron devueltas a
la casa también en procesión, y cuando la iglesia se reabrió
al culto, se trasladaron en un acto solemne.
En un copón lacrado
Desde entonces se han conservado las formas en
un copón lacrado en el sagrario de la iglesia,
asegura el párroco Jesús María Parra Montes. Muy de vez
en cuando la última fue hace 4 años pero la anterior en
1978- se abría el copón para ver si seguían en buen estado, y
estaban en estado perfecto.
Con el paso de los años, otras 5 fueron consumidas en la
Comunión en diversas ocasiones especiales, por lo que hoy quedan
16.
Respecto a las posibilidades naturales de que se hayan conservado
incólumes, el párroco alega: Es físicamente
imposible. Las condiciones en la casa eran pésimas.
Había mucha humedad y estaban sin protección. El copón no era
hermético. Los techos eran de barro. En pocos meses, si hay
humedad y cambios fuertes de temperatura, se pueden
deshacer y enmohecer. Y en este pueblo se dan ambas
circunstancias.
Durante estos 77 años los habitantes de Moraleja han mantenido
una gran devoción por este posible prodigio. Aclara Jesús
María: Las gentes del pueblo creen que como ellos
protegieron al Señor en el copón, el Señor les protegió a
ellos.
Se refiere, por ejemplo, al día que escaparon a El Ombú:
Cuando se fueron a la finca cayeron dos bombas a
los lados del pueblo, mientras marchaban, y ninguna de las dos
bombas explotó. Y hubo otros hechos en que ellos vieron
la protección de la Sagrada Forma.
Rezando por una bebé
De uno de estos hechos emocionantes puede dar testimonio
Celia, vecina del pueblo, quien ha tenido la amabilidad
de atender a Religión en Libertad. En 2011, ella tenía 33 años
y llevaba muchos de ellos casada cuando se quedó embarazada
de gemelas.
A la semana 14 empezó a sangrar y los médicos le ordenaron
reposo. Así estuvo entre septiembre y noviembre, cuando se
reincorporó a trabajar. Pero a los pocos días tuvo que volver
al hospital.
El 26 de diciembre de 2011, a las 24 semanas exactas
de gestación, le indujeron el parto. Celia dio
a luz a las dos niñas en lo que los médicos consideran el
límite mínimo para que los bebés sean viables. Una
de ellas, Vega, solo pesaba 700 gramos. Y la
segunda, Blanca, 500 gramos.
El 2 de enero de 2012 falleció Blanca. Y el 5 de enero
Vega tuvo que ser operada del corazón dentro de la incubadora.
El párroco Jesús María recuerda que los médicos ya
pronosticaban, antes de su nacimiento, que iba a salir pero
que iba a morir.
Y con la operación nadie daba un duro por
ella, remacha. Celia, la madre, recuerda: Nunca
me daban esperanzas pero tampoco me las quitaban.
Dice de aquellos días tan duros: No quería pensar mucho.
No quería ver a nadie ni hablar con nadie.
Entonces, declara el párroco de San Millán: Estuvimos
rezando ante el milagro eucarístico, y ofreciendo todos los
días la Eucaristía. Y Vega salió adelante.
Ahí está la niña, que está bien y no tiene ni siquiera
secuelas, dice Jesús María. Estado que confirma Celia:
No tiene ningún problema.
Celia, que tiene todos los informes médicos, siempre ha
considerado la supervivencia de su hija un
milagro patente.
La profecía del párroco
Otra historia entrañable asociada a este prodigio nos
retrotrae a 1935. Ese año murió en Moraleja el párroco
anterior a don Clemente, que era don Roberto García
Trejo. Todo el pueblo le tenía por un sacerdote santo.
Según el artículo de Redención: Una de esas
santidades recónditas que no trascienden al mundo.
Parra Montes cuenta que al morir puso una cara de felicidad
enorme; le dijeron ¿qué ves? y dice: pues
veo un milagro en la iglesia y gente peregrinando a ver el
milagro. Luego, cuando supieron lo
de las formas, mucha gente se acordó de este sacerdote".
El párroco de San Millán nos indica que el nicho de García
Trejo está en un muro exterior del templo y que la causa
inmediata de su muerte fue una infección de muelas.
Ningún moralejeño muerto por la guerra civil
Ninguno de los habitantes de Moraleja de Enmedio murió
a causa de la Guerra Civil. Se calcula que la guerra civil
española (1936-1939) dejó unos 300.000 muertos. En aquella
época el pueblo tendría menos de mil habitantes. Según el
artículo de Redención, un grupo de jóvenes
moralejeños y el entonces alcalde Eustaquio Rodríguez Sánchez se
unieron a nacionales cuando sus vecinos se resguardaban en El
Ombú.
El obispo Joaquín María explica la importancia de este hecho en
la vida del pueblo: Los habitantes de Moraleja han asociado
este hecho extraordinario a una protección especial del
Señor durante la contienda civil y han transmitido de
hijos a nietos que, por haber custodiado y protegido la
Eucaristía durante los duros años de la Guerra, el Señor les
protegió a ellos especialmente.
»Recuerdan en este sentido que ninguno de los habitantes de
Moraleja murió durante la guerra y que en varios de los
bombardeos aéreos que se realizaron sobre la zona las bombas que
cayeron en el pueblo nunca llegaron a explotar. No es posible
humanamente demostrar la conexión entre la custodia de las
Sagradas Formas, que permanecen incorruptas, y la ausencia de
desgracias a los hijos del pueblo y al pueblo mismo durante la
Guerra Civil, pero es incuestionable que ambos hechos
coincidieron en el tiempo y en el espacio.
"Un hecho edificante"
El obispo de Getafe considera que este hecho extraordinario ha
hecho "más vigorosa" la fe de los moralejeños y que "se
trata, sin duda, de un hecho edificante: una prueba de
la transubstanciación, del cambio de la substancia del pan
normal al pan eucarístico, manteniendo los accidentes, las
apariencias, de color, sabor, etcétera". Señala que el
peligro de distracción para la fe "sería esperar, desear,
que esos hechos extraordinarios se repitan y creer sólo cuando
se dan; es lo del apóstol Santo Tomás: si no lo veo no lo creo".
Sea como fuere y a la espera del pronunciamiento oficial de la
Iglesia, lo cierto es que hay signos de que la profecía del
párroco Roberto García Trejo se está empezando a cumplir. Hasta
ahora han acudido dos parroquias a lo alto del
promontorio de Moraleja, una de Móstoles y otra de
Villanueva de la Cañada. Y mucha gente está
acercándose individualmente, sobre todo los domingos.