..Malentendidos sobre la Parusía.....INDEX.
El malentendido sobre la visibilidad de Nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida gloriosa
Una cosa es la inadmisible afirmación de la presencia visible de Cristo en su futuro reinado efectivo en la tierra y otra cosa muy distinta es la venida de Cristo a la vista de todos para reinar no visiblemente en su reinado en la tierra en plenitud consumada, porque Él quiere que su venida gloriosa para iniciar ese reinado sea a la vista de todos, como ha querido anunciarlo en el Evangelio y en otros muchos lugares de la Sagrada Escritura. Y como está en la oración litúrgica de la Iglesia.
Reconocer que Nuestro Señor Jesucristo se manifestará a la vista de todos en su segunda venida gloriosa, como ha anunciado, no es milenarismo, sino el Evangelio, toda la Sagrada Escritura, y la oración litúrgica de la Iglesia, de nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica.
La Parusía es la segunda venida gloriosa y visible de Jesucristo, su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión).
Manifestación de Jesús, manifesatarse Jesús, significa hacerse ver. Como se hacía ver cuando quería en el tiempo posterior a su Resurrección, hasta su Ascensión. Como se hizo ver por san Pablo en el camino de Damasco. Como se hizo ver por santa Teresa de Jesús, por santa Margarita María Alacoque, por santa Faustina Kowalska ...
En su segunda venida o Parusía para reinar no visiblemente en la tierra, Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá a la vista de todos, como ha anunciado. La segunda venida a la tierra de Jesús, el Verbo hecho carne, tampoco es visible de suyo para los humanos, es como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere. La Parusía de Jesucristo será a la vista de todos porque Él quiere, como lo ha hecho saber de antemano.
Jesús, el Verbo hecho carne, como lo ha anunciado, vendrá a la vista de todos en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, a reinar en la tierra no visiblemente, como en los días posteriores a su gloriosa Resurrección hasta su admirable Ascensión, en los que no era no visible ordinariamente para los humanos viadores y sólo cuando Él quería se hacía ver.
En el Reino de Jesucristo en la tierra, Él no reinará visiblemente, como si fuera un Califa. Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá a la vista de todos en su Parusía, en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, no visible de suyo ordinariamente para los humanos viadores, es decir, los que estén "en su vía", en su peregrinar en la tierra. No estará en las facultades de los humanos que vivan entonces en la tierra, los viadores cuando la Parusía, verle a Jesús más que cuando Él quiera manifestarse o hacerse visible en algún momento a alguien en particular, o a muchos. O a todos, como ha anunciado que ocurrirá en el momento de su Parusía. Cosa muy diferente de la visión beatífica de los bienaventurados en el cielo. Su presencia en la tierra será una presencia moral, "presencia de gobierno, presencia de providencia amorosa, presencia de cabeza mística que influye en sus miembros, en los que acatan y aman su soberanía, su vida, su verdad, su amor", al decir del Padre Orlandis.
«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo
pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá
en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz).
«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del
hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las
razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir
sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).
«Contemplen... a Cristo presente en su
Iglesia no con la presencia corporal y visible que soñaron los
milenarios».
(«R. Orlandis S. I.: «Sobre la actualidad de la idea
de Cristo Rey». CRISTIANDAD, núm. 39 (1-11-1945),
págs. 465-468).
A la Parusía, la venida gloriosa de Cristo haciéndose ver, se la llama en la Sagrada Escritura la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, su revelación:
"Ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la revelación de nuestro Señor Jesucristo. El os fortalecerá hasta el fin para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo" (1Cor 1,8-9).
Te recomiendo en la presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que conserves el mandato sin tacha ni culpa hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, manifestación que a su debido tiempo hará ostensible el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores, el único que posee Inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver. A él el honor y el poder por siempre. Amén (I Tim 6,13-16)
Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su manifestación y por su reino:
Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina (II Tim 4,1-2).
[Nota de la Biblia de Jerusalén de 1973, ed. española de 1984, "Cristo será el juez de todos los hombres, de los que estén vivos en su venida y de los que resuciten, cf Mt 25,21+; Jn 5 26-29; 1TS 4,15-17. Esta afirmación pertenece sin duda al «kerygma» primitivo, Hch 10,42; 1P 4,5 y ha sido incluida en el símbolo"]."Desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación" (II Tim 4,8).
Al hacerse ver Jesucristo, el Verbo hecho carne, en la manifestación de su segunda venida gloriosa o Parusía evidenciará su existencia y por consiguiente la falsedad del ateísmo y del agnosticismo y eliminará así el poder anticristiano que impone cada vez más vivir como si Dios no existiera:
"Se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida" (2Tes 2,8).
San Pedro nos exhorta también a alegrarnos de participar en los sufrimientos de Cristo, no sólo porque es una dicha ser injuriados por llevar el nombre de Cristo, [ser cristianos], sino para que disfrutemos de la revelación de su gloria:
Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria.
Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el "Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros".
(I P 4,13-14).
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Que Jesús, el Verbo hecho carne, ha de venir a la vista de todos en su segunda venida gloriosa es la Sagrada Escritura y no milenarismo.
Cuando Jesús visualizó en la Ascensión ante sus discípulos su retorno al cielo:
Los que estaban reunidos le preguntaron:
«Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
El les contestó:
«A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad,
sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».
Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Y mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo se iba, de pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo».
Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático.
(Hch 1,6-12).
Esto no es milenarismo. Es la Sagrada Escritura. Es el Nuevo Testamento.
Jesús se hizo ver
en la Ascensión como prueba de Su presencia real en el
pan consagrado
Esto no es milenarismo. Es el Evangelio. |
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La manifestación
a la vista de todos de su Parusía es la declaración
solemne de Jesús, el Verbo hecho carne,
asistido con toda la fuerza imparable del Espíritu Santo,
ante el máximo tribunal de Israel, que por eso le envió
a la muerte.
Es el Evangelio. La buena noticia. |
Esto tampoco es milenarismo, es el Evangelio:
«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,30).«Entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
(Mc 13,26)«Entonces verán venir al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria».
(Lc 21,27)
"Preguntado por los fariseos: ¿Cuándo viene el reino de Dios?, les respondió y dijo:
«No viene el reino de Dios con aparato, ni dirán: "Aquí está", o "Allí"; mirad que el reino de Dios está dentro de vosotros».
Y dijo a los discípulos:
«Vendrán días en que desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: "Aquí está", o "Allí está"; no vayáis ni andéis tras ello. Porque como el relámpago, al relampaguear, recorre con su brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes es menester que padezca mucho y sea reprobado por esta generación...»".
(Lc 17,20-25. Versión de Bover).«Como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre».
(Mt 24,27).
Se os dirá: Está aquí o Está allí; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».
(Lc 17,23-25. Versión de la CEE 2011).
Dice Severiano del Páramo, S. J.:
"Cristo en su segunda venida a juzgar a los hombres aparecerá como un relámpago visible a todos los hombres".
(Severiano del Páramo, S. J., en comentario a Mt 24,27, en La Sagrada Escritura, comentario por profesores de la Compañía de Jesús, Nuevo Testamento, vol. I, págs. 295-296
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«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo
pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá
en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz).
«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del
hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las
razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir
sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).
Lo ha dicho Jesús, el Verbo hecho carne. Es la buena noticia. Es el evangelio. No, no es milenarismo. Pero no nos dan nunca la buena noticia. Suplico que nos den siempre la buena noticia.
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Escribe esto: Antes de venir como Juez Justo, vengo como Rey de Misericordia. Antes de que llegue el día de la justicia, les será dado a los hombre este signo en el cielo.
Se apagará toda luz en el cielo y habrá una gran oscuridad en toda la tierra. Entonces, en el cielo aparecerá el signo de la cruz y de los orificios donde fueron clavadas las manos y los pies del salvador, saldrán grandes luces que durante algún tiempo iluminarán la tierra. Eso sucederá poco tiempo antes del ultimo día (Diario de santa Faustina Kowalska, 83).
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Esto tampoco es milenarismo, sino la palabra de Dios en el Antiguo Testamento referente a la segunda venida de Cristo, la venida en gloria:
"Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos - ha hablado la boca del Señor". (Isaías 40, 5. Biblia de la CEE, 2016)
"Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado". (Is 40, 5. Biblia de Jerusalén, 1973).
Esto es la oración litúrgica de la Iglesia, el Prefacio III de Adviento que tiene en vigor nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica; no es milenarismo, proscrito por la Iglesia:
En verdad es justo darte gracias,
es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado.
Tú nos has ocultado el día y la hora
en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia,
aparecerá, revestido de poder y de gloria,
sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.
El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria,
viene ahora a nuestro encuentro
en cada hombre y en cada acontecimiento,
para que lo recibamos en la fe
y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.
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Esto es lo que la Santa Madre Iglesia Católica nos enseña a pedir mediante la Salve Regina, no en vano:
Muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu
vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre virgen María!
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La constatación de que en la Sagrada Escritura se expone que su segunda venida gloriosa la quiere realizar Jesús, el Verbo hecho carne, a la vista de todos, no tiene nada que ver con el milenarismo, ni siquiera con el milenarismo mitigado, que la Iglesia dice que no puede enseñarse con seguridad.
La segunda venida de Jesús, el Verbo hecho carne, Él la quiere realizar a la vista de todos. Su venida. Pero su presencia en la tierra, no. No será visible. El Padre Ramón Orlandis manifestó:
¿Podríase admitir como probable la presencia visible de Cristo Rey en la tierra, como defienden los milenaristas? En modo alguno...
(Ramón Orlandis, S. I.: ¿Somos pesimistas? CRISTIANDAD Barcelona, Año IV, nº 73, 1 de abril de 1947, página 148).
Enseña Canals que es herético sostener que la presencia de Cristo en su reinado en la tierra es visible:
«El milenarismo carnal, condenado incluso bajo su forma mitigada, es herético si se entendiera que el Reino de Cristo en la tierra coincide con una presencia «visible» de Cristo reinando, no en cuerpo glorioso, sino en una «corporeidad visible empíricamente».
(Francisco Canals, Mis recuerdos del padre Orlandis. Acerca de su "milenarismo", Cristiandad, Barcelona, núm. 815, 1999).
Recuerda y explica también Canals (en La teología de la historia del Padre Orlandis, S. I. y el problema del milenarismo) que en el sistema que él recibió del padre Orlandis se enseña y explica que la presencia de Cristo en su reinado en la tierra será eficaz, aunque no visible:
El Padre Orlandis rechazó expresamente, al hablar de la presencia de Cristo viviente en su Iglesia, «la presencia corporal y visible que soñaron los milenarios»:
«Contemplen a Cristo presente en su Iglesia, no con aquella presencia corporal y visible que soñaron los milenarios, pero si con la presencia de gobierno, con la presencia de providencia amorosa, con la presencia de cabeza mística que influye en sus miembros, en los que acatan y aman su soberanía, su vida, su verdad, su amor».
(R. Orlandis: «Sobre la actualidad de la fiesta de Cristo Rey». Cristiandad, num. 39, l-XI-1945, pág. 467).
El Padre Ramière manifestó:
"Algunos nos han encontrado demasiado favorable al milenarismo. Y sin embargo nosotros hemos protestado y protestamos de nuevo que no admitimos de ninguna manera los dos puntos que constituyen este error: a saber, la resurrección corporal de los santos, mil años antes del último día, y el reinado visible de Jesucristo en la tierra, durante esos mil años". (Henri Ramière S. I.: Les Espérances de l'Église. 1ª ed. 1861. Introduction, pág XXVI).
Pero respecto al primero de esos dos puntos hay que tener en cuenta que, según lo anunciado en las profecías de la sagrada Escritura, Jesucristo, Nuestro Señor, en su Parusía o segunda venida gloriosa, ha de venir acompañado por los santos que resucitarán en la resurrección primera. La Parusía y la resurrección primera tendrán lugar en el último día o última época de la vida humana en la tierra, que tendrá una duración cronológica larga, pero indeterminada, a la que bíblicamente se denomina mil años:
"Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. Los demás muertos no volvieron a la vida hasta pasados los mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo quien tiene parte en la primera resurrección; sobre ellos no tiene poder la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.
(Ap 20,4-6).
El último día significa último tiempo o última época de la historia humana en la tierra, teniendo en cuenta lo que explica al respecto san Agustín:
«La Iglesia universal del Dios verdadero confiesa y profesa que Cristo ha de venir del cielo a juzgar a los vivos y a los muertos, y a esto le llamamos nosotros último día del divino juicio, esto es el tiempo último. Pues, por cuantos días se extienda este juicio es incierto: pero las escrituras santas usualmente ponen el término día en lugar de tiempo, como no ignora el que haya leído, por más ligeramente que lo haya hecho aquellas letras santas. Así pues cuando decimos día del juicio de Dios, añadimos último o novísimo, lo que indica que también ahora juzga y que desde el principio del tiempo juzgó» (San Agustín De Civitate Dei lib. XX, cap. 1, núm. 2).
Y lo que sobre ello viene en la propia Biblia:
"Mas no olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día".
(II Pe 3,8)
Una cosa es decir que Jesucristo, en su Segunda Venida, vendrá a la vista de todos a reinar no visiblemente, aunque con una presencia eficaz, como correctamente debe afirmarse, porque está por Él anunciado, y otra cosa muy distinta e incorrecta es decir que Jesucristo, en su Segunda Venida, vendrá a reinar visiblemente, con una presencia visible. Negar que Jesucristo, en su Segunda Venida, vendrá a la vista de todos no es compatible con la oración litúrgica de la Iglesia, ni con los textos de la sagrada Escritura.
Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, como en los días posteriores a su gloriosa Resurrección hasta su admirable Ascensión, en los que no era visible ordinariamente para los humanos viadores y sólo cuando Él quería se hacía ver.
Hay un Decreto de 1944 de la Congregación del Santo Oficio [hoy Dicasterio de la Doctrina de la Fe], aprobado y confirmado por el Papa Pío XII en el que se establece que el sistema del milenarismo mitigado no puede ser enseñado con seguridad; y define el sistema del milenarismo mitigado que descalifica diciendo que es el que enseña que Cristo nuestro Señor, antes del juicio final, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum.
El Decreto publicado en AAS [Acta Apostolicae Sedis] está en latín. No se ha publicado en AAS ninguna traducción.
Texto original del decreto en latín publicado en AAS [http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-36-1944-ocr.pdf, pág. 212]:
ACTA SS. CONGREGATIONUM
SUPREMA SACRA CONGREGATIO S. OFFICII DECRETUM
Postremis hisce temporibus non semel ab hac Suprema S. Congregatione S. Officii quaesitum est, quid sentiendum de systemate Millenarismi mitigati, docentis scilicet Christum Dominum ante finale iudicium, sive praevia sive non praevia plurium iustorum resurrectione, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum. Re igitur examini subiecta in conventu plenario feriae IV, diei 19 Iulii 1944, Emi ac Revmi Domini Cardinales, rebus fidei et morum tutandis praepositi, praehabito RR. Consultorum voto, respondendum decreverunt, systema Millenarismi mitigati tuto doceri non posse.
Et sequenti feria V, die 20 eiusdem mensis et anni, Ssñius D. N, Pius divina Providentia Papa XII, in solita audientia Excmo. ac Revmo. D. Adsessori S. Officii impertita, hanc Emorum Patrum responsionem approbavit, confirmavit ac publici iuris fieri iussit.
Datum Romae, ex Aedibus S. Officii, die 21 Iulii 1944.
I. Pepe, Supremae S. Congr. S. Officii Notarius.
[AAS 36 (1944) 212. DS 3839 en latín].
[Texto publicado en AAS http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-36-1944-ocr.pdf, pág. 212]:
Fue el texto original en latín de este decreto lo que se publicó en Acta Apostolici Sedis, no las traducciones a los idiomas modernos.
Y no fue publicado en Acta Apostolici Sedis otro decreto
del Santo Oficio de 11 de julio de 1941 que le fue remitido por
carta al arzobispo de Santiago de Chile, Mons. Don José M. Caro
Rodríguez como respuesta a una consulta suya. En este decreto de
1941, en el que también dice que el milenarismo mitigado no
puede ser enseñado con seguridad ("tuto doceri non
posse), se describe el sistema del milenarismo
mitigado diciendo que afirma que Jesucristo vendrá a reinar corporalmente
(corporaliter in hanc terram regnandi
causa esse venturum).
Este Decreto de 1941 no fue publicado en Acta Apostolicae Sedis,
posiblemete porque corporalmente, sí que se
sabe con toda seguridad que está Cristo en la Eucaristía,
porque es dogma de fe definido, y así lo enseña la Iglesia con
plena seguridad, y así debe enseñarse con total seguridad.
El Decreto de 1944 está resumido en forma de dubia resuelta ejecutivamente por el Santo Oficio con las siguientes palabras, en las que también define el sistema del milenarismo mitigado que descalifica, diciendo que es el que enseña que Cristo nuestro Señor, antes del juicio final, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum [cuya traducción literal es: visiblemente a reinar en esta tierra vendrá]:
Decr. S. officii, sub Pie XII, 19. (21.) juillet 1944
Denzinger Ds 3839 Dz 2296 Qu.: Quid sentiendum de systemate Millenarismi mitigati, docentis scilicet Christum Dominum ante finale iudicium, sive praevia sive non praevia plurium iustorum resurrectione, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum. Resp. (cfirm. a S. P'ce 20. Iul.): Systema Millenarismi mitigati tuto doceri non posse.
http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/fpd.htm
El original en latín de este último texto es lo que recoge el Denzinger con el nº 3839 en la edición a cargo de Schönmetzer (de ahí la S de la referencia, DS, de las ediciones del Denzinger en latín) y con el nº 2296 en las ediciones anteriores del Denzinger.
Este texto en latín se entiende correctamente si se piensa que lo que rechaza como milenarismo mitigado es que se enseñe que Cristo nuestro Señor vendrá a reinar visiblemente, porque esto sería reducir a Cristo a ser un mero califa. Pero las traducciones del Denzinger a las lenguas modernas atribuyen al verbo "ha de venir" [esse venturum] el adverbio "visiblemente" [visibiliter] con lo cual atribuyen a la Iglesia rechazar las palabras de Jesús, el Verbo hecho carne, las palabras de todas las profecías de la Sagrada Escritura y las de la oración litúrgica de la Iglesia y no el milenarismo mitigado.
También se entiende correctamente el texto original en latín, que es el promulgado, si se piensa que rechaza que se enseñe que la venida de Cristo será anterior a la anunciada por los profetas y proclamada en el Credo «a juzgar a los vivos y a los muertos», porque sería atribuir al Señor tres advenimientos, y el reinado así intercalado no sería el que en el Credo se proclama que no tendrá fin, porque continuará en el cielo. En definitiva, hay dos venidas del Señor y no tres (Cfr. Fco. Canals: La doctrina escatológica del Vaticano II en el Catecismo de la Iglesia católica, CRISTIANDAD, abril-junio 1993).
Traducciones a lenguas modernas que aparecen en las versiones traducidas del Denzinger:
DS 3839 Dz 2296 «En estos últimos tiempos se ha preguntado más de una vez a esta Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio qué haya de sentirse acerca del sistema del milenarismo mitigado, a saber, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio fmal - previa o no previa una resurrección de muchos justos- ha de venir visiblemente a la tierra para reinar».
«Respuesta: El sistema del milenarismo, aún mitigado, no puede ser enseñado guardando la seguridad de la doctrina».DS3839 Dz 2296 In recent times on several occasions this Supreme Sacred Congregation of the Holy Office has been asked what must be thought of the system of mitigated Millenarianism, which teaches, for example, that Christ the Lord before the final judgment, whether or not preceded by the resurrection of the many just, will come visibly to rule over this world.
The answer is: The system of mitigated Millenarianism cannot be taught safely.DS 3839 Dz 2296
Question: Que faut-il penser du système du millénarisme mitigé qui enseigne qu'avant le jugement dernier, précédé ou non de la résurrection de plusieurs justes, le Christ notre Seigneur viendra visiblement sur notre terre pour y régner?
Réponse (confirmée par le souverain pontife le 20 juillet): Le système du millénarisme mitigué ne peut pas être enseigné de façon sûre.
Estas traducciones no son compatibles con lo que dice Jesús en el Evangelio, ni con lo que revelan muchos otros textos de las Sagradas Escrituras, ni con la oración litúrgica de la Iglesia.
Son traducciones no publicadas en ASS, ni promulgadas por la Santa Sede, que atribuyen al verbo "ha de venir" el adverbio "visiblemente" [visibiliter] en vez de atribuirlo al otro verbo, "reinar". Atribuyen visibiliter a esse venturum en vez de atribuirlo a regnandi causa, lo que es imprescindible. Pero no están publicadas en AAS estas traducciones. Lo que está vedado es atribuir el adverbio visiblemente a reinar y no a venir. Decir que está proscrito atribuir visiblemente a venir, no es compatible con la Sagrada Escritura, ni con la oración litúrgica de la Iglesia, donde se afirma que Nuestro Señor Jesucristo ha de venir visiblemente en su segunda venida o Parusía
Una traducción literal del Decreto de 1944 que respeta lo que dice la Sagrada Escritura y la oración litúrgica de la Iglesia, y que rechaza el milenarismo mitigado sería, por ejemplo:
En estos últimos tiempos se ha preguntado más de una vez a esta Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio qué hay que sentir del sistema del milenarismo mitigado, es decir, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir para reinar visiblemente en esta tierra.
Examinado el asunto en cuestión en la reunión plenaria de la feria IV, día 19 de julio de 1944, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales, encargados del cuidado de las materias de fe y de moral, previo voto de los Reverendos Consultores, decretaron respondiendo, el sistema del Milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad.
Y en la siguiente feria V, del dia 20 del mismo mes y año, Su Santidad N. S., por la divina Providencia, el Papa Pío XII, aprobó esta respuesta de los Eminentísimos Padres en audiencia ordinaria concedida al Reverendísimo Señor asesor del Santo Oficio, la confirmó y la mandó publicar conforme a derecho.
Dado en Roma en la Sede del Santo Oficio, el día 21 de julio de 1944.
I. Pepe, Notario de la Sagrada Congrgación Suprema del santo Oficio.
[Decreto del Santo Oficio, de 21 de julio de 1944. AAS 36 (1944) 212. DS 3839 en latín].
Una traducción de la dubia que respeta lo que dice la Sagrada Escritura y la oración litúrgica de la Iglesia, y que rechaza el milenarismo mitigado, sería por ejemplo:
Pregunta: ¿Qué hay que sentir del sistema del Milenarismo mitigado, es decir, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir para reinar visiblemente en esta tierra.
Respuesta: el sistema del Milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad".
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Está doblemente mal traducido el nº DS 3839 del Denzinger en las traducciones a las lenguas modernas que circulan, pero que no han sido promulgadas. Por una parte porque lo que afirma que está condenado como milenarismo mitigado son profecías reveladas en múltiples pasajes de la Sagrada Escritura, proclamado en la oración litúrgica de la Iglesia y anunciado por el mismo Jesucristo Nuestro Señor en el Evangelio, que Él vendrá visiblemente a reinar [de manera no visible] en la tierra. Y por otra parte, dichas traducciones, dejan sin condenar la afirmación crasamente herética y absurda de que Jesucristo Nuestro Señor vendrá a reinar visiblemente. Esas traducciones erróneas no están promulgadas por la Santa Sede, que lo que ha promulgado es el texto original en latín sin traducir. Atribuir a la Iglesia dejar sin condenar una herejía es un error muy grave; y todavía es mucho peor el error de atribuir a la Iglesia condenar las palabras de las profecías reveladas en la Sagrada Escritura, condenar el contenido de la oración litúrgica de la propia Iglesia y condenar lo anunciado por Jesucristo Nuestro Señor. Esto último es en su materia un pecado contra el Espíritu Santo.
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Lo decretado y publicado en AAS en 1944 está en latín como se copia arriba. La traducción en la versión española y en las otras lenguas modernas del nº3839 del Denzinger DS, que no es lo decretado ni lo promulgado, proscribe que se diga que Jesús vendrá visiblemente, como Él mismo anunció, en vez de proscribir que se enseñe que Él reinará visiblemente; y eso es como mínimo un enorme malentendido. Que Jesús, el Verbo hecho carne, ha anunciado que en su segunda venida gloriosa "le verán" es la Sagrada Escritura, es el Evangelio, y no milenarismo.
Las traducciones no promulgadas a las lenguas modernas del decreto promulgado y publicado en latín por la Santa Sede en 1944 sobre el milenarismo mitigado tienen dos graves carencias. Por una parte proscriben que se enseñe que Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá visiblemente en su Parusía o segunda venida gloriosa, lo cual es incompatible con lo que dice Jesús en el Evangelio y proclaman muchas otras partes de las Sagradas Escrituras y la oración litúrgica de la Iglesia. Y por otro lado, dejan de proscribir que se enseñe que Jesús reinará visiblemente, lo cual no sólo no puede enseñarse con seguridad, sino que es herético, al decir de Canals y de Orlandis, y reduce a Jesús, el Verbo hecho carne, a un mero califa. Y estas dos graves deficiencias las atribuyen a la Iglesia, siendo así que son falsificaciones de la doctrina de la Iglesia, "haciendo pseudomilagros con el hipérbaton"; mediante el cual, para empezar, en el original en latín, dejan en la ambigüedad lo que en la Sagrada Escritura está muy claro; para posteriormente, mediante las traducciones, dar el cambiazo los que se oponen a que "reine en esta tierra" Jesús, el Verbo hecho carne. Pero al final no les servirá de nada. Él, como ha anunciado, reinará de forma eficaz aunque no visible en todas las almas y en todas las naciones, eliminando para empezar el imperio anticristiano con el esplendor de su segunda venida gloriosa en gloria y majestad. Esas traducciones a las lenguas modernas, doblemente erróneas, aparecen en el número 3839 DS del Denzinger traducido a dichas lenguas y no han sido promulgadas por la Santa Sede. Lo publicado en ASS son los textos en latín, no erróneos, pero con la demasía de la ambigüedad mediante el hipérbaton.
Enseña Canals que es herético sostener que la presencia de Cristo en su reinado en la tierra es visible:
«El milenarismo carnal, condenado incluso bajo su forma mitigada, es herético si se entendiera que el Reino de Cristo en la tierra coincide con una presencia «visible» de Cristo reinando, no en cuerpo glorioso, sino en una «corporeidad visible empíricamente». (Francisco Canals, Mis recuerdos del padre Orlandis. Acerca de su "milenarismo", Cristiandad, Barcelona, núm. 815, 1999).
"El Padre Orlandis entendía que el milenarismo prohibido, incluso en su forma mitigada por el decreto del Santo Oficio de 21 de julio de 1944, hubiera podido ser condenado formalmente como herético. Porque el milenarismo propiamente dicho entendía la segunda venida y el Reino de Cristo en la tierra en la perspectiva de la «visibilidad» del Rey, es decir, interpretando la segunda venida como una vuelta triunfante del Señor a estar visiblemente presente en el mundo: no en cuerpo glorioso, como consta por las Sagradas Escrituras que estuvo en los días desde la resurrección a la ascensión a los cielos, sino con una corporeidad visible empíricamente, del mismo tipo que la que quiso tener desde su nacimiento a su muerte en la cruz.
Con esta «visibilidad» del Rey estaba conexa en el pensamiento de los antiguos milenaristas -«herederos del error judío» según San Jerónimo, y «que rechazaban el vino celeste y no querían ser sino agua secular», según San Ireneo-, una comprensión del Reino en el horizonte terreno y mundano que llevó a los dirigentes del pueblo judío al desconocimiento de la salvación que traía a este mundo el Hijo de Dios encarnado.
Fco. Canals, Mis recuerdos del padre Orlandis. Acerca de su milenarismo, CRISTIANDAD, mayo-junio de 1999.
La Ascensión y la Parusía gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne, a la vista de todos.
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Jesús, el Verbo hecho carne, haciéndose ver en el esplendor de su advenimiento, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, eliminará el reino del Anticristo:
Se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida.
(2Tes 2,8).Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado. (Is 40,5)
La manifestación gloriosa de Jesucristo en su Parusía quitará por su base el poder anticristiano al evidenciar que no ha lugar al ateísmo, que es la base del poder anticristiano, que impone vivir como si Dios no existiera. Y quedará así arruinado el reinado del colectivo anticristiano por la manifestación de la segunda venida de Jesucristo.
Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, como en los días posteriores a su gloriosa Resurrección hasta su admirable Ascensión, en los que no era visible ordinariamente para los humanos viadores y sólo cuando Él quería se hacía ver.
«Contemplen... a Cristo presente en su Iglesia no con la presencia corporal y visible que soñaron los milenarios».
(«R. Orlandis S. I.: «Sobre la actualidad de la idea de Cristo Rey». CRISTIANDAD, núm. 39 (1-11-1945), págs. 465-468).
Una cosa es que en el reinado social de Jesús, el Verbo hecho carne, Él no reinará visiblemente y otra cosa es que su venida gloriosa para iniciar ese reinado Él quiere que sea visible, como ha querido anunciarlo en el evangelio y en otros muchos lugares de la Sagrada Escritura.
La segunda venida de Jesús, el Verbo hecho carne, tampoco es visible de suyo para los humanos, es como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión). Será visible porque Él quiere y porque así lo ha hecho saber de antemano.
Tampoco vendrá Jesucristo a reinar antes del juicio, sino que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, como proclama el Credo; y su reino no tendrá fin, como también proclama. Su segunda venida inicia el juicio o reinado, porque reinar es juzgar: la potestad de juzgar es potestad regia.
Y es lo que el mismo Jesús, el Verbo hecho carne, nos enseñó a pedir en el padrenuestro, no en vano:
«Venga a nosotros tu reino». [Lema del Apostolado de la Oración: «Adveniat Regnum Tuum»]
«Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo».
(Mateo 6, 10)
[Algunos lamentablemente omiten esto, «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», como si fuese milenarismo, y "proclaman" venerar el reino de Dios en el cielo, con lo que su padrenuestro dice hágase tu voluntad en el cielo como en el cielo. ¿Y en la tierra qué?, ¿que manden los que quieren vivir según el hombre y que todo el mundo viva así, como quiere Satanás?, ¿vivir como si Dios no existiera, esclavizados por este sistema políticamente correcto iniciado por el liberalismo e intensificado con lo que ha venido después? ¿Vivir sin remisión sometidos así al imperio de Satanás?].
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En el padrenuestro, Jesús,
el Verbo hecho carne, nos enseñó a pedirle a Dios Padre, entre
otras cosas, "venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo". En ambas peticiones, pedimos
vivir y obrar según la voluntad de Dios, que es nuestro máximo
bien, el máximo designio divino para con nosotros y lo que más
desea Jesús con su corazón de hombre que aceptemos como un
retorno de amor receptivo nuestro a su amor donante.
En la primera, "venga a nosotros tu reino", le pedimos
al propio Dios, cumplir ya siempre la voluntad divina, le pedimos
que nos conceda someternos definitivamente de forma efectiva a la
voluntad divina en nuestra propia persona, ya; en la presente
situación, anterior a la Parusía, en la que cada vez más se
impone generalizadamente vivir como si Dios no existiera; se
impone generalizadamente, masivamente, en nombre de todo el
colectivo humano, ante el cual, cada uno de sus miembros somos
cada vez más ninguneados. Y aun así pedimos vivir según Dios
cada uno, le pedimos que reine en uno mismo. Y lo pedimos en
plural. Pedimos que todos y cada uno vivamos y obremos según
Dios. No según el cada vez más enorme colectivo fáctico
anticristiano. La otra petición, "hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo" es que reine Dios en todas las
naciones, en el colectivo humano mundial. El reino de Dios.
Además en la tierra. En el cielo no hay naciones. Pero es que
además pedimos explícitamente el Reino de Dios en la tierra.
Así nos lo enseñó Jesús. Y lo pedimos no en vano. Se hará.
Está concedido. Se realizará cuando Dios quiera. En cualquier
momento desde la Ascensión, puede ser ya. Y será , como está
prometido y anunciado, por intervención divina en el momento
peor y de mayor ninguneamiento persecutorio anticristiano.
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No es lo mismo que lo que aparece rechazado en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, nº 676, sino muy diferente:
Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris" que condena el "falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 20-21).
Este nº 676 del Catecismo de la Iglesia Católica de
1992 trae dos notas a pie de página: en una pone la referencia
del Decreto de 1944 del Santo Oficio sobre el milenarismo
reproducido de forma abreviada de dubia respondida ejecutivamente
en el nº 3839 del Denzinger DS, cuya versión original en latín,
la única aprobada, define el sistema del milenarismo mitigado,
que proscribe, diciendo que es el que enseña que Cristo nuestro
Señor antes del juicio final visibiliter in
hanc terram regnandi causa esse venturum.
No proscribe enseñar que Cristo Señor, antes del juicio final -previa
o no previa una resurrección de muchos justos- ha de
venir visiblemente a la tierra para reinar». Esto no ha
sido publicado en AAS [http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-36-1944-ocr.pdf, pág. 212]
En la otra nota dice:
"Cf. Pío XI, Carta Enc. Divini Redemptoris (19 de marzo de 1937): AAS 29 (1937) 65 - 106 «condenando los errores presentados bajo un falso sentido místico», «de esta especie de falseada redención de los más humildes» (p. 69); Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 20-21: AAS 58 (1966) 1040-1042. (Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva edición conforme al texto latino oficial. Edición española de la Asociación de editores del Catecismo. 1999).
Lo condenado por Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris, nº 60 como "intrínsecamente perverso" es el comunismo, llamado en el nº 676 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, "mesianismo secularizado", rechazado por la Iglesia como principal falsificación del Reino futuro y aquí, en este Catecismo, y en el Concilio Vaticano II (GS 20-21) como "falso misticismo" y "falsificación de la redención de los humildes".
Lo cual es todo lo contrario, como secularizado, del sobrenaturalizado reino de Dios en la tierra como en el cielo, el reino anunciado por Jesús, el Verbo hecho carne, en el Evangelio y mandado anunciar por Él; anunciado por los apóstoles y por sus sucesores en la Iglesia; prometido por Dios en la profecías del Antiguo Testamento y del Nuevo, recordadas y reafirmadas por el Concilio Vaticano II (Nostra Aetae, 4) como firme esperanza de la Iglesia.
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Jesús, el Verbo hecho carne, destruirá el imperio de Satanás, liberará a la entera familia humana y la llevará a su consumación, como declaró el Concilio Vaticano II:
«Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación».
(Conc. Vat. II, Gaudium et Spes, 2).
Y se edificará así la civilización del amor, como proclamaron los papas san Juan Pablo II, Benedicto XVI y san Pablo VI, que fue el primero que proclamó, ya en 1970, esta civilización.
La civilización del amor es el reinado social
en la tierra del Sagrado Corazón de Jesucristo, es la
civilización cristiana, la ciudad católica
El primero que introdujo esta
expresión "Civilización del amor" fue el papa san
Pablo VI en 1970, el que la desarrolló fue el papa san Juan
Pablo II
La expresión civilización del amor fue empleada por primera vez por el papa san Pablo VI en Pentecostés de 1970, en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal:
"Pentecostés es del mismo modo un acontecimiento que interesa también al mundo profano. Brota de él una nueva sociología, la penetrada de los valores del espíritu, ...la que tiene el sentido de la dignidad de la persona humana, ...la que especialmente tiende resueltamente a superar las divisiones... y a hacer de la humanidad una sola familia de hijos de Dios... Lo que Pentecostés inauguró es la civilización del amor y de la paz" (San Pablo VI, Alocución en el rezo del Regina Coeli el 17.05.1970, Domingo de Pentecostés).
Ese mismo día, el papa san Pablo VI hizo equivalente la expresión, civilización del amor y la expresión civilización cristiana:
"Pentecostés es la inauguración de la civilización cristiana" (Homilía del papa san Pablo VI el domingo de Pentecostés, 17 de mayo de 1970, en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal).
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/homilies/1970/documents/hf_p-vi_hom_19700517_it.html
Desarrollaron el concepto "civilización del amor" los papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI:
"Sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, podrá levantarse la civilización del Amor, el Reino del Corazón de Cristo"
(San Juan Pablo II, 5.10.1986. Carta al General de la Compañía de Jesús. Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843)"Sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo"
(Benedicto XVI, 15.05.2006, Carta sobre el culto al Corazón de Jesús, repitiendo las palabras de san Juan Pablo II de 5.10.1986, Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843)."La civilización del amor debe ser el verdadero punto de llegada de la historia humana"
(San Juan Pablo II, 3.11.1991. Homilía en la Parroquia de San Romualdo de Roma. L'Oss. 21.11.91).
Como se ve, emplean estos papas las expresiones que aparecen en las revelaciones de Jesús a santa Margarita María Alacoque de que Él establecerá su reino consumado en la tierra sobre las ruinas del imperio de Satanás, y coinciden con lo declarado por el Concilio Vaticano II:
«Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación».
(Conc. Vat. II, Gaudium et Spes, 2).
El reinado del laicismo, impuesto por el liberalismo y radicalizado por lo que ha venido después, se terminará cuando, arruinado ese reinado anticristiano por la Parusía, la segunda venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo a la vista de todos; y, mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, generalizada la devoción a su Sagrado Corazón, todos crean que Jesucristo es Dios y obren en consecuencia, también en la vida política, lo cual se producirá con toda seguridad, como fue anunciado por el Concilio Vaticano II:
"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).
Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura catolicidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo; la Cristiandad futura; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida gloriosa con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera.
Bien entendido que es Dios el que concede a todos invocarle y servirle:
«Volveré puro el labio de los pueblos, para que invoquen todos el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo un mismo yugo».
(So 3,9).
Esta catolicidad de todos los pueblos y de su organización política regional, nacional y mundial será posible con los medios que aporta la Iglesia, y la aceptación de estos medios, en particular la autoridad de la Iglesia en materias morales como infalible, que es lo que define a los Estados confesionales.
El Concilio Vaticano II enseña que forma parte de la misión de la Iglesia "declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana" (Dignitatis humanae, 14).
De lo que se trata es de "la coherencia entre fe y vida, entre evangelio y cultura, recordada por el Concilio Vaticano II". Ser católicos y obrar en consecuencia, en la esfera privada y en la pública, individual y colectivamente, cada persona y todas las naciones, la sociedad entera.
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Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más)
.La Parusía de Jesús, el Verbo hecho carne, Su
segunda venida gloriosa,
con la que haciéndose ver en su esplendor como
cuerpo glorioso,
no visible más que cuando Él quiere, al
evidenciar Su existencia,
eliminará el poder anticristiano, que impone vivir
como si Dios no existiera
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Juan Rovira Orlandis, sobrino del
padre Ramón Orlandis, y él mismo sacerdote jesuita, nacido en
Palma de Mallorca en 1937, asesinado por odio a la fe el 3 de
noviembre de 1936, durante la persecución religiosa en la zona
roja durante la Guerra de España de 1936
En proceso de canonización: http://newsaints.faithweb.com/martyrs/MSPC01.htm
Autor del estudio El Reino de Cristo
consumado en la tierra
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. ......Textos del padre Orlandis......Textos de Canals ...Textos de Canals en la revista Cristiandad de Barcelona.E.artículos de Cristiandad de Barcelona....Artículos...Textos....INDEX.
...La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carneu..San Pablo habla de la parusía, la segunda venida gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne
.....El malentendido sobre el milenarismo aclarado por Canals.. .El malentendido sobre el fin del mundo......El malentendido sobre el cielo en la tierra tras la Parusía....Malentendidos sobre la Parusía
La mayor promesa del Sagrado Corazón de Jesús es la de su reinado.....t.El Reinado de Jesucristo consumado en cada alma y en el mundo por la acción misericordiosa de su Sagrado Corazónt.
Aportaciones urgentes a la teología de la historia: el reino de Dios...Escritos 2022..... Escritos 2021......Textos 2022 ....Textos 2021.....Fátima....