Los datos de Educación sobre la asignatura de Religión muestran la crítica situación de la Iglesia en País Vasco y Cataluña
LD Javier Lozano 2014-01-29
La práctica religiosa en España ha bajado en los últimos años en un proceso de secularización que afecta en mayor o menor medida a todo Occidente. Nuestro país no es una excepción aunque este proceso es mucho más veloz en unas comunidades autónomas que en otras.
Según el CIS, en torno al 72% de los españoles se declara católico, un porcentaje que lleva oscilando entre el 70 y 75 ya durante años. Sin embargo, al igual que ocurre entre los países europeos, entre las regiones de España también existen importantes diferencias que marcan la tendencia sobre la religiosidad.
En Galicia más del 80 por ciento de sus habitantes se declara católico mientras que en regiones como Castilla y León, Andalucía o Comunidad Valenciana casi alcanzan este porcentaje, superando todas ellas la media española. En el lado contrario, aparecen dos comunidades que hacen de contrapeso.
El País Vasco aparece en las estadísticas del CIS como la región española más descristianizada puesto que poco más del 58% de los vascos es católico. No mucho mejor se encuentra Cataluña, en la que apenas superan el 60%. Ambas se encuentran más de diez puntos por debajo de la media española y mucho más lejos aún de otras regiones como Galicia o Extremadura.
El Ministerio de Educación ha publicado ahora su Anuario Estadístico, y en él se muestran los alumnos que cursan la asignatura de Religión Católica. Los datos que aparecen describen a la perfección la situación del catolicismo en cada una de las regiones y la extrema gravedad que vive la Iglesia Católica en algunas de ellas.
La matriculación en esta asignatura en toda España vive un importante descenso en los colegios públicos. En Primaria, optan por ella el 65% de los alumnos, el 38 en Secundaria y el 20,4 en Bachillerato. Diez años antes los porcentajes estaban en torno a veinte puntos por encima en las tres etapas de la educación española.
Sin embargo, en este caso, también Cataluña y País Vasco desentonan de manera notable con el resto de comunidades. Según los datos facilitados por Educación para el curso 2011-2012, en Cataluña cursaron clase de Religión Católica en Primaria el 23,2% de los alumnos por el 30,5% del País Vasco. Los siguientes en la lista serían Baleares con el 55% y Madrid con el 60. El salto con el resto es enorme y más si se comparan con las comunidades que encabezan la lista, con Extremadura con casi el 90% de sus alumnos matriculados o el 86 de los andaluces.
Los datos son aún peores si se avanza a Secundaria y Bachillerato. En la primera, en Cataluña el porcentaje desciende al 9,2% mientras que en Baleares se queda en el 13,5 y en el País Vasco en el 19. Por su parte, en Bachillerato esta asignatura casi desaparece de las aulas en estas regiones pues sólo un 1,3% de los alumnos baleares, el 1,9 de los catalanes y el 3,8 de los vascos cursan Religión.
La fe que se come el nacionalismo
A través de los datos, llama la atención que en regiones donde ha penetrado fuertemente el nacionalismo y cuyo proceso secesionista se ha convertido en el centro de la vida pública la religión casi desaparece. El cristianismo ha sido sustituido por el nacionalismo.
Cataluña y el País Vasco han sido dos de las regiones más cristianas de España y cuna de numerosos santos y misioneros. Sin embargo, ambos encabezan la secularización en el país, a una velocidad mucho más rápida que el resto y acentuada por una gran crisis en la Iglesia Católica.
Pero la crisis del catolicismo en estas dos regiones no procede únicamente de una indiferencia religiosa proveniente de los nuevos aires de una sociedad secularizada, sino de un problema interno en el que igualmente el nacionalismo ha ido comiendo el terreno al evangelio en el seno de la misma Iglesia.
Durante décadas, en Cataluña y País Vasco numerosos sacerdotes, en algunos casos alentados por los propios obispos, han ido introduciendo el nacionalismo en los templos, creando una estructura del clero politizada y menos atenta a sus labores pastorales.
Este proceso nacionalista durante los últimos 40 años ha ido de la mano con el vaciamiento de las iglesias y del desplome de vocaciones. Ahora que el nacionalismo está en auge en estas comunidades la Iglesia vive sus peores momentos. Como muestra un botón. En el País Vasco hay quince seminaristas entre las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria mientras que sólo en Madrid hay más de 200. Algo similar ocurre en Cataluña donde el seminario de Barcelona tiene menos de la mitad de seminaristas que otras diócesis como Toledo.
Igualmente, la politización de parte del clero, y la complacencia de algunos de ellos con el terrorismo, como en el caso del País Vasco, también ha generado durante décadas una desafección en una parte de los fieles que ha dejado en una situación crítica a la Iglesia. En Roma se dieron cuenta que la línea seguida era tirar piedras contra su propio tejado y dieron un giro total en la línea episcopal intentando reanimar a unos enfermos que estaban en fase terminal. Ahora, todo depende de que los médicos consigan que el antídoto surja efecto.