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Una lección de san Ignacio

No hay que darle tanta cancha a Heidegger

Atendamos a esto que dice Canals como motivación ocasional y subjetiva de su objetivamente magna y grandiosa obra Sobre la esencia del conocimiento

Refiere Canals (ib. pg. 544) que Heidegger presentó en Ser y tiempo (Sein und Zeit) «su planteamiento crítico acerca del que llama "concepto tradicional de la verdad", tema en el que insistiría reiteradamente a lo largo de todas las etapas de su obra. Desde la primera etapa centrada en la pregunta por el sentido del ser, que se orienta hacia una analítica existenciaria como "fundamentación de la metafísica", hasta el "hundimiento de la metafísica" y las posteriores reflexiones en que parece extraviarse su pensamiento en actitudes de un cierto "irracionalismo", probablemente no intentado o asumido por el propio autor».

La crítica de Heidegger es que lo que llama "concepto tradicional de la verdad" constituiría según él una dimensión esencial del "olvido del ser" por desplazar el lugar de la verdad, originariamente patencia del ser, para situarla en el entendimiento como constituyendo la rectitud de la mirada (???) intelectual, con lo que se obraría la escisión entre ser y pensar (Heidegger, Introducción a la metafísica). Y se reduciría la entidad a objetividad, centrando en la "epistemología" el núcleo de la filosofía primera.

Dice Canals (ib. pg. 545) que la totalidad de esta crítica se mueve, como es frecuente en la obra de Heidegger, con una notoria desconexión con el pensamiento que critica. O sea que H se suele inventar un maniqueo al que poder refutar más fácilmente haciéndole decir lo que a él le parece que ofrece más blanco.

Pues no hay que darle tanta cancha a Heidegger.

En este caso H se refiere en Sein und Zeit (§ 44, a) a lo que explica santo Tomás en S. Th., I, q. 16, a. 1 in c, Canals dice benévola e irónicamente que H se "olvida" en esa crítica del sentido en el que santo Tomás afirma en el artículo anterior que el término verdadero significa primeramente algo que existe en el conocimiento intelectual:

«Lo verdadero nombra aquello a lo que tiende el entendimiento.... El conocimiento es según que lo conocido es en el cognoscente... El término del conocimiento, que es lo verdadero, existe en el entendimiento mismo» (S. Th., I, q. 16, a. 1 in c).

Verdadero, dice Canals explicando este texto, nombra lo conocido por el entendimiento, en cuanto existente en el entendimiento mismo como conocido. Pero nada conocido sería "verdadero" si lo verdadero que está en el entendimiento fuese pensado como originario y autofundamentado en la propia actividad del entendimiento que juzga, "olvidando" [vuelve a ironizar Canals benévolamente] que «la propia esencia del entendimiento exige concebirlo como "fundado" y originado en aquello que constituye al entendimiento en cognoscente: el ente en el que lo verdadero se funda; y que es nombrado como verdadero en la acepción de este término como predicado trascendental, en cuanto a ser entendido y fundamentante de la esencia del conocimiento intelectual en cuamto tal».
(Canals, Sobre la esencia del conocimiento, pp.548-549)

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(Canals, Sobre la esencia del conocimiento, pp.552)

Santo Tomás estableció en un texto aludido por H, pero no leído por él, que el término verdadero tiene en nuestro lenguaje un triple modo de significar

"Aunque la verdad de nuestro entendimiento es causada por las cosas, no por esto se encuentra primariamente en ellas la razón de verdad..., el ser de las cosas, y no su verdad, es lo que causa la verdad del entendimiento. De donde dice el Filósofo (en De los Predicamentos, c. 3, nº 22) que el pensamiento (opinio) y su expresión oral (oratio) son verdaderos porque las cosas son, y no porque son verdaderas".
(S Th 1, 16, 1 ad 3).

STh., I, q. 16, a. 4, ad 2, 2um

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Y esto para nada es olvidar el ser, sino al revés, aunque a Heidegger le haya gustado decir lo contrario, faltando totalmente a la verdad: en ese mismo texto anterior (De Veritate, q. 1, a. 3, c.) es notorio que santo Tomás dice que, el juicio del entendimiento, cuando es adecuado a lo que hay en la cosa externa, se dice que es verdadero

Y en otro lugar dice santo Tomás también claramente que es el ser de la cosa y no su verdad la causa de la verdad en nuestro entendimiento:

"El ser de la cosa, y no su verdad, es lo que produce la verdad en nuestro entendimiento". (S. Th.1, q 16, a 1 ad 3).

La definición de la verdad como la adecuación del pensamiento a la realidad presupone la primacía de la realidad de las cosas como lugar, no de la verdad entitativa, sino del ser que tiene verdad, del ser que puede ser pensado o dicho y expresado con nuestro verbo mental, como lugar del ser que causa la verdad de nuestro conocimiento de las cosas, si nuestro pensamiento (opinio) y su expresión (oratio) manifiestan el ser o no ser de las cosas, porque dice santo Tomás:

"Aunque la verdad de nuestro entendimiento es causada por las cosas, no por esto se encuentra primariamente en ellas la razón de verdad..., el ser de las cosas, y no su verdad, es lo que causa la verdad del entendimiento. De donde dice el Filósofo (en De los Predicamentos, c. 3, nº 22) que el pensamiento (opinio) y su expresión oral (oratio) son verdaderos porque las cosas son, y no porque son verdaderas" (S Th 1, 16, 1 ad 3).

La verdad es la realidad de las cosas. La verdad trascendental, que significa formalmente la entidad de cada cosa en cuanto adecuada al entendimiento que creó dicha cosa. Y que es fundante del conocimiento intelectual verdadero. Por lo que la verdad en el entendimiento que juzga es "manifestativa y declarativa del ser" (Santo Tomás: De veritate, q. 1, art. 1º).

La verdad de nuestro pensamiento se basa en que las cosas son, se basa en el ser de las cosas, dice santo Tomás (S. Th.1, q 16, a 1 ad 3). Además dice que las cosas son verdaderas si se adecúan al intelecto del que dependen: las cosas naturales son verdaderas si se adecúan al intelecto de Dios [porque Dios es el autor de las cosas naturales]. La verdad de las cosas naturales es su adecuación al intelecto de Dios que crea su ser y les da una naturaleza conforme a su idea en la mente divina. La verdad de las cosas artificiales es su adecuación al pensamiento de su artífice. Conocemos las cosas como son si nuestro pensamiento es adecuado a la realidad de las cosas naturales, las que no hemos creado. Adecuación que sólo puede ser propia y plena respecto a las cosas que nuestro entendimiento humano domina, las de la naturaleza que nos rodea. Pero adecuación sólo analógica respecto a lo que podemos pensar, conocer y decir de Dios, con verdad analógica, no del todo inadecuada, aunque obviamente no adecuada.

Decir que la verdad es la adecuación del pensamiento humano a la realidad es lo mismo que lo que dice Canals que es "la fundamental tesis ontológica de la destinación de la potencialidad cognoscitiva a encontrar en la realidad el fundamento constitutivo de su realizarse como verdadero conocimiento, es decir, la fundación de la verdad del conocimiento en la realidad de las cosas".
(Francisco Canals, Sobre la esencia del conocimiento. PPU. Barcelona. 1987. Pág. 314).

Y también es lo mismo que lo que dice Canals que es "la comprensión del conocimiento como posesión por el cognoscente de la realidad de las cosas" (ib., pág. 315).

 

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En este sentido dice el propio santo Tomás que él afirma que el lugar originario de la verdad es el entendimiento: que es el entendimiento conforme a la cosa:

Cum verum sit in intellectu secundum quod conformatur rei intellectae, necesse est quod ratio veri ab intellectu ad rem intellectam derivetur, ut res etiam intellecta vera dicatur, secundum quod habet aliquem ordinem ad intellectum.
Como lo verdadero está en el entendimiento según que es conforme a la cosa entendida, necesariamente la razón de verdadero se deriva del entendimiento a la cosa entendida, diciéndose esta verdadera, en cuanto se ordena de algún modo al entendimiento.
(S. Th. I, q. 16 a. 1 c.).

Res autem intellecta ad intellectum aliquem potest habere ordinem vel per se, vel per accidens. Per se quidem habet ordinem ad intellectum a quo dependet secundum suum esse, per accidens autem ad intellectum a quo cognoscibilis est.
Ahora bien la cosa conocida puede estar en relación con un entendimiento, per se, o per accidens: per se respecto del entendimiento, del que depende según su ser; per accidens en orden al entendimiento, por el que es cognoscible.
(S. Th. I, q. 16 a. 1 c.).

Res artificiales dicuntur verae per ordinem ad intellectum nostrum... et dicitur oratio vera, inquantum est signum intellectus veri. Et similiter res naturales dicuntur esse verae, secundum quod assequuntur similitudinem specierum quae sunt in mente divina.
Las cosas artificiales se dice que son verdaderas con relación a nuestro entendimiento... y una proposición se tiene por verdadera, en cuanto es la expresión de un pensamiento verdadero. Y semejantemente se dice que las cosas naturales son verdaderas, cuando son como las especies que están en la memte divina.

Sic ergo veritas principaliter est in intellectu; secundario vero in rebus, secundum quod comparantur ad intellectum ut ad principium. Et secundum hoc, veritas diversi modo notificatur.
Así pues, la verdad está principalmente en el entendimiento, y secundariamente en las cosas en cuanto se comparan al entendimiento como a su principio. Y según esto, la verdad se define de varias maneras.

 

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(S. Th. I, q. 16 a. 1 c.).

Respondeo dicendum quod, sicut bonum nominat id in quod tendit appetitus, ita verum nominat id in quod tendit intellectus. Hoc autem distat inter appetitum et intellectum, sive quamcumque cognitionem, quia cognitio est secundum quod cognitum est in cognoscente, appetitus autem est secundum quod appetens inclinatur in ipsam rem appetitam. Et sic terminus appetitus, quod est bonum, est in re appetibili, sed terminus cognitionis, quod est verum, est in ipso intellectu. Sicut autem bonum est in re, inquantum habet ordinem ad appetitum; et propter hoc ratio bonitatis derivatur a re appetibili in appetitum, secundum quod appetitus dicitur bonus, prout est boni, ita, cum verum sit in intellectu secundum quod conformatur rei intellectae, necesse est quod ratio veri ab intellectu ad rem intellectam derivetur, ut res etiam intellecta vera dicatur, secundum quod habet aliquem ordinem ad intellectum. Res autem intellecta ad intellectum aliquem potest habere ordinem vel per se, vel per accidens. Per se quidem habet ordinem ad intellectum a quo dependet secundum suum esse, per accidens autem ad intellectum a quo cognoscibilis est. Sicut si dicamus quod domus comparatur ad intellectum artificis per se, per accidens autem comparatur ad intellectum a quo non dependet. Iudicium autem de re non sumitur secundum id quod inest ei per accidens, sed secundum id quod inest ei per se. Unde unaquaeque res dicitur vera absolute, secundum ordinem ad intellectum a quo dependet. Et inde est quod res artificiales dicuntur verae per ordinem ad intellectum nostrum, dicitur enim domus vera, quae assequitur similitudinem formae quae est in mente artificis; et dicitur oratio vera, inquantum est signum intellectus veri. Et similiter res naturales dicuntur esse verae, secundum quod assequuntur similitudinem specierum quae sunt in mente divina, dicitur enim verus lapis, qui assequitur propriam lapidis naturam, secundum praeconceptionem intellectus divini. Sic ergo veritas principaliter est in intellectu; secundario vero in rebus, secundum quod comparantur ad intellectum ut ad principium.

Et secundum hoc, veritas diversimode notificatur.

Nam Augustinus, in libro de vera Relig., dicit quod veritas est, qua ostenditur id quod est. Et Hilarius dicit quod verum est declarativum aut manifestativum esse. Et hoc pertinet ad veritatem secundum quod est in intellectu.

Ad veritatem autem rei secundum ordinem ad intellectum, pertinet definitio Augustini in libro de vera Relig., veritas est summa similitudo principii, quae sine ulla dissimilitudine est. Et quaedam definitio Anselmi, veritas est rectitudo sola mente perceptibilis; nam rectum est, quod principio concordat. Et quaedam definitio Avicennae, veritas uniuscuiusque rei est proprietas sui esse quod stabilitum est ei.

Quod autem dicitur quod veritas est adaequatio rei et intellectus potest ad utrumque pertinere.
(S. Th. I, q. 16 a. 1 c.).

Respondo que, como lo bueno es el término, a que tiende el apetito; así lo verdadero es el de la aspiración del entendimiento. No obstante hay diferencia entre el apetito y el entendimiento o un conocimiento cualquiera; y es que el conocimiento se verifica, en cuanto lo conocido está en el que conoce, en tanto que el apetito existe en virtud de la inclinación del que desea hacia el objeto apetecido. Y así, el término del apetito, que es el bien, está en el objeto deseado; en tanto que el término del conocimiento, que es la verdad, está en el entendimiento mismo. Así, pues, como lo bueno existe en el objeto según la relación con el apetito, y por este motivo, la razón de bondad procede del objeto apetecible al apetito, supuesto que este se dice bueno, en cuanto es apetito de algún bien; así, como lo verdadero está en el entendimiento según que es conforme a la cosa entendida, necesariamente la razón de verdadero deriva del entendimiento a la cosa entendida, diciéndose esta verdadera, en cuanto se ordena de algún modo al entendimiento. Ahora bien la cosa conocida puede estar en relación con un entendimiento, per se, o per accidens: per se respecto del entendimiento, del que depende según su ser; per accidens en orden al entendimiento, por el que es cognoscible. Así una casa está en relación por sí misma con el entendimiento del arquitecto, que la ha construido; mas no lo está sino accidentalmente con el entendimiento, de la cual no depende. Pero el juicio sobre una cosa no se forma según lo que hay en ella de accidental, sino por lo que de suyo le es inherente: por consiguiente una cosa cualquiera se llama verdadera absolutamente en orden al entendimiento, del cual depende. De aquí el llamarse verdaderas las cosas artificiales con relación a nuestro entendimiento: una casa pues se dice verdadera, si su forma corresponde perfectamente a la idea del arquitecto, que la ha construido; y una proposición se tiene por verdadera, en cuanto es la expresión de un pensamiento verdadero; e igualmente se dice que las cosas de la naturaleza son verdaderas, cuando alcanzan similitud a las especies, que están en la memte divina. Así se dice verdadera piedra, la que tiene la naturaleza propia de la piedra, en conformidad con la idea preconcebida por la divina inteligencia. Así pues, la verdad está principalmente en el entendimiento, y secundariamente en las cosas en cuanto se comparan al entendimiento como a su principio.

Y según esto, la verdad se define de varias maneras.

San Agustín De vera Relig. c. 36 dice que la verdad es la que nos muestra lo que existe; y San Hilario De Trin. l. 5 que lo verdadero es lo que declara o manifiesta el ser. Esto pertenece a la verdad, según que está en el entendimiento.

En cuanto a la verdad en la cosa según su relación con el entendimiento, San Agustín la define, diciendo De vera Relig. c. 36 que es la perfecta semejanza de la cosa y de su principio sin desemejanza alguna; y San Anselmo ha dicho Dialog. de verit. c. 12 que la verdad es la rectitud perceptible por solo el entendimiento; puesto que es recto lo que concuerda con su principio. Y cierta definición de Avicena, la verdad de cada cosa es la propiedad suya de ser lo que le es establecido.

Por otra parte, aquella otra definición que dice que la verdad es la adecuación de la cosa y del entendimiento puede pertenecer a ambos aspectos (la verdad del entendimiento y la verdad de la cosa). (S. Th. I, q. 16 a. 1 c.).

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S. Th. I, q. 16 a. 1 ad 2

Objeción 2ª

Praeterea, quidquid est verum, veritate verum est. Si igitur veritas est in intellectu solo, nihil erit verum nisi secundum quod intelligitur, quod est error antiquorum philosophorum, qui dicebant omne quod videtur, esse verum. Ad quod sequitur contradictoria simul esse vera, cum contradictoria simul a diversis vera esse videantur. 2º Todo cuanto es verdadero, lo es por la verdad. Si pues la verdad está sólo en el entendimiento; nada habrá verdadero, mientras no se conoce según qué entendimiento, lo cual constituye el error de ciertos antiguos filósofos (Met. l. 11, test. 6; y l. 4, test. 19 y sig.), que decían que todo lo que se ve es verdadero. Se seguiría de aquí que dos cosas contradictorias podrían ser igualmente y a un mismo tiempo verdaderas, puesto que diversas personas pueden creer verdaderas a la vez cosas diversas y contradictorias.

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Respuesta a la objeción 2ª

Ad secundum dicendum quod antiqui philosophi species rerum naturalium non dicebant procedere ab aliquo intellectu, sed eas provenire a casu, et quia considerabant quod verum importat comparationem ad intellectum, cogebantur veritatem rerum constituere in ordine ad intellectum nostrum. Ex quo inconvenientia sequebantur quae philosophus prosequitur in IV Metaphys. Quae quidem inconvenientia non accidunt, si ponamus veritatem rerum consistere in comparatione ad intellectum divinum. Al 2º que los antiguos filósofos no decían que las especies de las cosas naturales proviniesen de alguna inteligencia, sino que las atribuían a la casualidad. Y, como entendían que lo verdadero debe estar necesariamente en relación con el entendimiento; se veían precisados a establecer la verdad de las cosas sobre la relación que tienen con nuestro entendimiento. De ahí una multitud de inconvenientes, que expone Aristóteles Met. l. 6, test. 8; y de los cuales nos eximimos nosotros, haciendo consistir la verdad de las cosa en su relación con el entendimiento divino.

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Ad tertium dicendum quod, licet veritas intellectus nostri a re causetur, non tamen oportet quod in re per prius inveniatur ratio veritatis, sicut neque in medicina per prius invenitur ratio sanitatis quam in animali; virtus enim medicinae, non sanitas eius, causat sanitatem, cum non sit agens univocum. Et similiter esse rei, non veritas eius, causat veritatem intellectus. Unde philosophus dicit quod opinio et oratio vera est ex eo quod res est, non ex eo quod res vera est. Al 3º que, aunque la verdad sea producida en nuestro entendimiento por las cosas; no por eso ha de admitirse que la razón de la verdad reside primitivamente en el objeto, como ni en la medicina está primordialmente la causa de la salud, antes que en el animal: porque la virtud de la medicina, y no su salubridad, es causa de la salud, puesto que no es agente unívoco. De igual modo el ser de la cosa, y no su verdad, es lo que produce la verdad en nuestro entendimiento. Lo cual hace decir a Aristóteles que la verdad del pensamiento (opinio) y del discurso (oratio) provienen de que la cosa es, y no de que ella es verdadera.

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