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LA ESPERANZA DEL REINADO DE CRISTO

Extracto de la homilía pronunciada [en 1984] en la capilla de la Fundación Balmesiana por el R. P. Fco. de Paula Solá, S. I. con motivo del XL aniversario de Cristiandad.

Cristiandad, Barcelona, número 644-645; XI-XII-1984, págs. 439-440

Cristiandad, Barcelona, nn 743-745; abril-mayo-junio-1993, págs. 17-18

Nos hemos reunido no para tejer panegíricos sino para dar gracias a Dios, por las que Él nos ha otorgado durante cuarenta años de labor en Schola Cordis Jesu, y recordar en nuestras oraciones a aquellos que fueron instrumento de la Providencia divina para llevar a cabo el anhelo de lo que el Apostolado de Oración -según la mente del P. Ramiere, seguida vigorosamente por el P. Orlandis- pretende fomentar aquí en la tierra: la instauración del Reinado Social de Jesucristo.

El Papa Pío IX quiso celebrar el «cuadragésimo aniversario» de lo que él juzgaba el gran acontecimiento: la Rerum Novarum de León XIII. Pues bien; sin queremos comparar con el gran Papa Pío XI, pensamos que la Rerum Novarum ponía los fundamentos de la llamada «cuestión obrera», que no es más que uno de los elementos del Reinado Social de Cristo: la masa obrera que ha de entrar a formar parte en este reinado Social. Justamente, pues, celebramos el «cuadragésimo aniversario» de Cristiandad, Revista que ha llevado el mensaje del Apostolado de la Oración y del P. Orlandis a tantos entendimientos y corazones durante tantos años.

Y se trata del Reinado Social de Cristo; no precisamente del reinado individual de Cristo en cada alma. Es la sociedad misma la que ha de reconocer a Cristo. Porque Cristo ha de reinar y no ha reinado aún. Pío XI al establecer la festividad de Jesucristo Rey, como colofón del año eclesiástico, estaba contemplando yaasí lo decía él- aquel día en Cristo reinaría en todo el mundo.

Y este reinado social de Cristo es el que Él mismo expresa en el Evangelio tantas veces comenzando en las Bienaventuranzas en que se habla de la posesión de la tierra, y terminando en la confesión solemne en el momento más sublime de su vida cuando se enfrentó con la autoridad suprema de la tierra, el representante del omnipotente Emperador del Imperio Romano: «Tú lo dices. Yo soy Rey. Para esto nací y para esto vine al mundo». Pero, como el mismo Cristo había dicho antes, «cuando sea levantado sobre la tierra lo traeré todo hacia Mí». Y no hablaba del momento de su ascensión a los cielos, sino de su inmolación en la Cruz, que había de ser su trono. Así la rezaba el título de su condenación: «Jesús de Nazareth, Rey de los Judíos»; que, como profundamente comenta San Agustín, Rey de los Judíos quiere decir Rey de los pecadores, que somos todos los hombres; por tanto significa «Rey de la Humanidad entera». (Los Judíos --con artículo-- designan siempre en el Evangelio de San Juan a los judíos que se manifiestan opuestos a Cristo, los que le rechazan y por fin le condenan).

Si echamos una mirada al mundo actual (prescindiendo de los siglos pasados desde la fundación del Cristianismo) no podemos negar que está totalmente alejado de Cristo y de Dios. ¿Qué nación acata a su Reinado? ¿Cuántas Constituciones le proclaman? Y si consideramos solamente a Europa, el Continente que se cree el tutor de la Civilización y aun del Cristianismo, ¿qué Nación podemos encontrar que reconozca oficial o colectivamente el Reinado o Dominio de Cristo sobre su sociedad? España se consagró al Sagrado Corazón de Jesús y le reconoció por Rey; pero ¿ahora? En 1936 patrullas sacnlegas de españoles le fusilaron allí mismo, en el Cerro de los Ángeles y destruyeron su estatua y con ella su Reinado Social sobre España. Se reconstruyó luego el Monumento, pero ¿ha reinado y reina en nuestra Patria? ¿Reina en cada una de sus Provincias? ¿Reina en sus familias?

Y nos atrevemos, con tristeza, a profundizar todavía algo más. Y preguntamos: ¿Reina Cristo en la sociedad Cristiana? Dejemos a los Protestantes y Cismáticos y preguntemos a los Católicos: ¿Reina Cristo en la Iglesia Católica? La respuesta será necesariamente un generoso SÍ. Pero ¿no habría que matizar más? ¿Reina en la teología nueva? ¿en la moderna exegética? ¿en la Teología de la liberación? Si Cristo reinase socialmente entre los Católicos o sobre los Católicos en masa ¿habría cristiano por el socialismo? ¿cristianos-comunistas? ¿votantes en favor del aborto, del divorcio, de la separación de la Iglesia y del Estado...? Es cierto que Cristo reina -y gloriosamente- en el Papado (basta recordar todos los Papas desde Pío IX a Juan Pablo II, por mencionar solamente los del último siglo), en el Episcopado y sacerdocio (como lo atestiguan los muchos mártires dentro y fuera del telón de acero, en la España del siglo XIX-XX, de Alemania, etc.), pero cuántos son los que no contribuyen a este Reinado de Cristo y aun se oponen a la devoción del Corazón de Jesús, al Santo Rosario, a las procesiones y manifestaciones externas del culto. Cuántos están abogando por una Iglesia de Catacumbas, de minorías, de solos los pobres...

Pero no nos desalentemos. No seamos terroristas ni pesimistas. En Fátima afirmó la Virgen: «Pero al fin mi Corazón Inmaculado triunfará». Y el Reinado de María es el que ha de traer el de Cristo. Ella nos lo dio en Belén Ylo ofreció en la Cruz. Ella le preparará el Reinado. y ¡Cristo Triunfará! Sigamos, mientras dure nuestra vida, trabajando por instaurar el Reinado de Cristo o procurando su implantación. Los frutos los recogerán otros, pero la semilla germinará y dará fruto de ciento o mil por uno. Nuestro esfuerzo tendrá éxito. Contamos no con nuestras fuerzas sino con la Promesa del Corazón de Jesús: «Reinaré en España más que en otras partes del mundo». Y la de María: «Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará».