....Textos...Artículos...INDEX

La esperanza de la Iglesia formulada por el Concilio Vaticano II

Esto es en realidad lo que enseña el Concilio Vaticano II:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).

Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo, el Mesías Jesús, el Verbo hecho carne; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida visible y gloriosa con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera.

El Apóstol aludido es san Pablo y el profeta allí citado entre muchos otros, Sofonías.

Bien entendido que es Dios el que concede a todos invocarle y servirle:

«Volveré puro el labio de los pueblos, para que invoquen todos el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo un mismo yugo».
(So 3,9).

Canals explica que esto es anunciar la unidad religiosa de la humanidad:

"Tratando de la religión judía, y afirmando la futura conversión de Israel, el texto anuncia la futura unidad religiosa de toda la humanidad".
(La teología de la historia del Padre Orlandis, S. I. y el problema del milenarismo, Francisco Canals, CRISTIANDAD, Barcelona. Año LV. Núms. 801-802. Marzo-Abril 1998. Págs. 23-28).

-----------------

La extraordinaria efusión de gracia que iniciará Jesús, el Verbo hecho carne, con Su Parusía, Su segunda venida gloriosa y visible

«Venga a nosotros tu reino. Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo».
(Mateo 6,10)

«¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11,13).

«El Espíritu de la verdad os guiará hacia la verdad completa» (Jn 16,13).

«Pedid y se os dará ... porque todo el que pide recibe.
¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que Le piden!»
(Mateo 7,7-12).

Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
... Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
(Lc 11,9-10;13).

«Rezad así:
Padre nuestro que estás en el cielo...venga a nosotros Tu reino;
hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo
».
(Mateo 6,9-13)

«Está escrito en los profetas: "Serán todos enseñados por Dios" [Is 54,13; 2,2-3; Mi 4,1-2; Jer 31,33-34]. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a Mí».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
(Jn 6,45;59).

"Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh".
(Is 54:13)

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán:
«Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Isaías 2,2-3).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes, y se alzará por encima de las colinas. Y afluirán a él los pueblos, acudirán naciones numerosas y dirán:
«Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Mi 4,1-2).

"Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré... todos ellos me conocerán del más chico al más grande" --oráculo de Yahveh.
(Jer 31:33-34)

«He aquí que vienen días --oráculo de Yahveh-- en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos --oráculo de Yahveh--. Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días --oráculo de Yahveh--: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: "Conoced a Yahveh", pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande -- oráculo de Yahveh - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme». (Jer 31, 31-34).

¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! - oráculo del Señor -.
Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo:
«Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones - oráculo del Señor -.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá - oráculo del Señor -».
Mirad que llegan días - oráculo del Señor - en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre: El-Señor-nuestra-justicia».
(Jer 23:1-6)

¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparrarmarse las ovejas de mis pastos! - oráculo de Yahveh -.
Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a pasaros revista por vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -.
Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán.
Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna - oráculo de Yahveh -. Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que suscitaré a David un Germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la justicia en la tierra.
En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en seguro. Y este es el nombre con que te llamarán: «Yahveh, justicia nuestra.»
Por tanto, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se dirá más:
«¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel de Egipto!», sino:
«¡Por vida de Yahveh, que subió y trajo la simiente de la casa de Israel de tierras del norte y de todas las tierras a donde los arrojara!», y habitarán en su propio suelo.
(Jer 23:1-8)

«Esta es la Alianza que pactaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Y no habrá de instruir cada cual a su conciudadano ni cada uno a su hermano diciendo: "¡Conoce al Señor!", pues todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. 2 Porque me apiadaré de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré ya».
(Hbr 8,10-12)

"Al entrar en este mundo, dice: 'Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo' (Sal 40,7-9 LXX).
'Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron' (1S 15,22).
Entonces dije: '¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!' (Jn 6,38)
Dice primero: 'Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron' - cosas todas ofrecidas conforme a la Ley -
entonces - añade -: 'He aquí que vengo a hacer tu voluntad' (Jn 6,38). Abroga lo primero para establecer lo segundo.
Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo.
Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar pecados.
El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre,
esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies.
En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados.
También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Porque, después de haber dicho:
Esta es la Alianza que pactaré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en su mente las grabaré,
añade: Y de sus pecados e iniquidades no me acordaré ya (Jer 31, 31-34).
Ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado.
(Hbr 10,5-18)

«Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios» (Ez 11,19-20).

Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré.
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
«Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.
Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios».
(Ez 36,25-28).

La tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar (Is 11,9)

La tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahveh, como las aguas cubren el mar (Ha 2,14).

Esto dice el Señor:
«Mi palabra, que sale de Mi boca: no volverá a Mi vacía, sino que cumplirá Mi deseo y llevará a cabo Mi encargo».
(Isaías 55,10-11)

«Para vosotros en primer lugar ha resucitado Dios a su Siervo y le ha enviado para bendeciros, apartándoos a cada uno de vuestras iniquidades».
(Hch 3,26).

«En su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos».
(Lc 24,47 ).

«Y oirán mi voz, y se hará un sólo rebaño y un sólo Pastor» (Jn 10,16).

Vendrán todas las naciones a postrarse ante ti, y a dar, Señor, gloria a tu nombre. (Sal 86,9).

«He aquí que yo los reúno de todos los países... serán mi pueblo, y yo seré su Dios; y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman todos los días para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. Les pactaré alianza eterna - que no revocaré después de ellos - de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de junto a mí».
(Jer 32, 37-40).

Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
(Jer 3, 15-17).

Nadie hará daño, nadie hará mal... porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar (Isaías 11,1-12).

«Aunque sean vuestros pecados tan rojos como la grana, blanquearán como la nieve» (Is 1,18).

Saldrá un vástago del tronco de Jesé... Reposará sobre él el espíritu de Yahveh... con el soplo de sus labios matará al malvado... Nadie hará daño, nadie hará mal... porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.
Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán... Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto de su pueblo... Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales.
(Isaías 11,1-12).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos.
Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra.
Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh.
Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la altanería humana, y será exaltado Yahveh solo en aquel día.
Pues será aquel día de Yahveh Sebaot para toda depresión, que sea enaltecida, y para todo lo levantado, que será rebajado:
contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas las encinas del Basán,
contra todos los montes altos, contra todos los cerros elevados,
contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible,
contra todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados de tesoros.
Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería humana; será exaltado Yahveh solo, en aquel día,
y los ídolos completamente abatidos.
(Isaías 2,2-5; 11-18).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes, y se alzará por encima de las colinas. Y afluirán a él los pueblos,
acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.
El juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones poderosas; forjarán ellas sus espadas en azadones, y sus lanzas en podaderas. No blandirá más la espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
Se sentará cada cual bajo su parra, y bajo su higuera, sin que nadie le inquiete, ¡la boca de Yahveh Sebaot ha hablado!
Pues todos los pueblos caminan cada uno en el nombre de sus dioses, pero nosotros caminamos en el nombre de Yahveh nuestro Dios, para siempre jamás.
Aquel día - oráculo de Yahveh - yo recogeré a la oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la que yo había maltratado.
De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará Yahveh sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre.
(Miqueas 4,1-7).

Al fin será derramado desde arriba sobre nosotros espíritu. Se hará la estepa un vergel, y el vergel será considerado como selva.
Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel;
el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua.
Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en posadas tranquilas.
(Is 32,15-18).

Sión decía: "Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré. (Isaías 49,8-15).

Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende, el que hace firme la tierra y lo que en ella brota, el que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.
«Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes».
(Is 42,5-6)

Dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a Él...
«Poco es que seas mi siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra».(Is 49,5-6).

Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado. (Is 40,5)

«Esta es la alianza con ellos, dice Yahveh. Mi espíritu que ha venido sobre ti y mis palabras que he puesto en tus labios no caerán de tu boca ni de la boca de tu descendencia ni de la boca de la descendencia de tu descendencia, dice Yahveh, desde ahora y para siempre». (Is 59,21).

«Yo, Yahveh, amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen. Les daré el salario de su trabajo lealmente, y alianza eterna pactaré con ellos». (Is 61,8).

«Estableceré con ellos una alianza eterna de ser yo su Dios y ser ellos mi pueblo, y no volveré a arrojar ya a mi pueblo Israel de la tierra que les di». (Ba 2,35).

«Así habla Yahveh, Dios de Israel: ... me interesaré en favor de los desterrados de Judá... Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón». (Jer 24, 5-7).

«Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días». (Jl 3,1-2).

«Volveré puro el labio de los pueblos, para que invoquen todos el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo un mismo yugo».
(So 3,9).

[A la casa de Israel], «Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica , y así sean mi pueblo y yo sea su Dios».
(Ez 11,19-20).

«Di a la casa de Israel:
... »Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos.
Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo.
Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificar
»Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
»Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.
Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios».
(Ez 36,22-28).

«Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; Os llevaré de nuevo al suelo de Israel. os estableceré en vuestro suelo y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh». (Ez 37,12-14).,

«Aquel día ... derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por Él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito». (Za 12, 9-10).

Y será Yahveh rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único Yahveh y único su nombre!
(Za 14,9).

Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yahveh.
Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí un pueblo, y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yahveh Sebaot me ha enviado a ti.
Poseerá Yahveh a Judá, porción suya en la Tierra Santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén.
(Za 2,14-16).

Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria; cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria, volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará. Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh: que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra, para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte. Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh, y su alabanza en Jerusalén, cuando a una se congreguen los pueblos, y los reinos para servir a Yahveh. (Sal 102,16-23).

«Sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones». (2 Cor 3,3)

«Nuestra capacidad viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida». (2 Cor 3,5-6).

Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «... Es lo que dijo el profeta [Jl 3,1-2]:
Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu».
(Hch 2,16-18)

«Derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días». (Jl 3,1-2).

El Misterio de su voluntad... para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.
(Ef 1,9-10).

«El reino escatológico de Cristo y de Dios (cf Col 1, 13) llegará a su cumplimiento cuando el Señor sea todo en todos, después de haber aniquilado el dominio de Satanás, del pecado y de la muerte. Sin embargo, el reino de Dios ya está presente "en misterio" dentro de la historia, y actúa en los que lo reciben».
(San Juan Pablo II, 20.11.1983)

El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra
(CEC, 671).

«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: "Serán todos enseñados por Dios [Is 54,13; Jer 31:33-34]". Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a Mí».
(Jn 6,44-45. Bibl Jerusalén)

Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré... todos ellos me conocerán del más chico al más grande --oráculo de Yahveh.
(Jer 31:33-34. Bibl Jerusalén)

Esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande --oráculo de Yahveh-- cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.
(Jer 31:33-34. Bibl Jerusalén)

 

«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz).

«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).

Así dice el Señor:
«Purificaré los labios de los pueblos para que invoquen todos ellos el nombre del Señor y todos lo sirvan a una.
Aquel día, ya no te avergonzarás de las acciones con que me ofendiste, pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia, y dejarás de engreírte en mi santa montaña.
Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y se descansarán, y no habrá quien los inquiete» (So 3,9; 11-13).

-------------------------

-------------------------

La esperanza de la Iglesia, proclamada en el Concilio Vaticano II, de la conversión de Israel al Mesías, a Jesús, el Verbo hecho carne, y de la unidad católica mundial:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).

Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo, el Mesías Jesús, el Verbo hecho carne; la Cristiandad futura; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, la segunda venida visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera.

El Apóstol aludido es san Pablo y el profeta allí citado entre muchos otros, Sofonías.

Bien entendido que es Dios el que concede a todos invocarle y servirle:

Así dice el Señor:
«Purificaré los labios de los pueblos para que invoquen todos ellos el nombre del Señor y todos le sirvan a una.
Aquel día, ya no te avergonzarás de las acciones con que me ofendiste, pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia, y dejarás de engreírte en mi santa montaña.
Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y se descansarán, y no habrá quien los inquiete» (So 3,9; 11-13).

Canals explica que esto es anunciar la unidad religiosa de la humanidad:

"Tratando de la religión judía, y afirmando la futura conversión de Israel, el texto anuncia la futura unidad religiosa de toda la humanidad".
(La teología de la historia del Padre Orlandis, S. I. y el problema del milenarismo, Francisco Canals, CRISTIANDAD, Barcelona. Año LV. Núms. 801-802. Marzo-Abril 1998. Págs. 23-28)

San Pablo anuncia como profeta la conversión de Israel:

No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios (Pr 3,7): el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: «Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades» (Is 59,20-21). «Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados» (Is 27,9).
En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables.
En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia.
Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia.
(Rom 11,25-32).

"Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Níger, Lucio el cirenense, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo".
(Hch 13,1)

Y la Iglesia, en el Catecismo de 1992, reitera su esperanza de la conversión y universalización de Israel

«La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) ... San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21)» (CEC 674).

La conversión y universalización de Israel fue anunciada personalmente por el propio Jesús, el Verbo hecho carne, ratificando la profecía de la conversión de Israel:

«Y oirán mi voz, y se hará un sólo rebaño y un sólo Pastor» (Jn 10,16).

Abrió su mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo:
«Así está escrito que el Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día
y predicarse en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
(Lc 24,45-48 ).

«Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios [Is 54,13; Jer 31:33-34]. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
(Jn 6,45;59)

Jesús, el Verbo hecho carne, y todos los profetas precursores suyos estaban anunciados en su misión de salvación de Israel y de todas las naciones, el Israel cristiano universal:

«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
(Is, 49,6)

Así al anciano Simeón le es dado comprender que ha visto al Mesías Redentor universal cuando ve al Niño Jesús:

«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».
(Lc 2,29-32 ).

Fue en Antioquía de Pisidia donde Pablo y Bernabé se dedican a los gentiles al ser rechazado Jesús por los judíos:

El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad [Antioquía de Pisidia] para escuchar la Palabra de Dios.
Los judíos, al ver a la multitud, se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias cuanto Pablo decía.
Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé:
«Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios;
pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles.
Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra» [Is, 49,6].
(Hch 13,44-47).

La reiterada profecía de la conversión y universalización de Israel:

Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh.
(Is 54,13)

Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás, y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás.
Porque tu esposo es tu Hacedor, Yahveh Sebaot es su nombre; y el que te rescata, el Santo de Israel, Dios de toda la tierra se llama. Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión te recogeré
Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh, y será grande la dicha de tus hijos.
(Is 54,1;3;5;13).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán:
«Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Isaías 2,2-3).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes, y se alzará por encima de las colinas. Y afluirán a él los pueblos, acudirán naciones numerosas y dirán:
«Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Mi 4,1-2).

"Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré... todos ellos me conocerán del más chico al más grande" --oráculo de Yahveh.
(Jer 31:33-34)

«Así dice el Señor Yahveh: Yo os recogeré de en medio de los pueblos, os congregaré de los países en los que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel.
Vendrán y quitarán de ella todos sus monstruos y abominaciones;
Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios».
(Ez 11,17-20).

«Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos.
Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo.
Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré.
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.
Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vustro Dios».
(Ez 36,23-28).

«Di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Conque vosotros os contamináis conduciéndoos como vuestros padres, prostituyéndoos detrás de sus monstruos,
presentando vuestras ofrendas, haciendo pasar a vuestros hijos por el fuego; os contamináis con todas vuestras basuras, hasta el día de hoy, ¿y yo voy a dejarme consultar por vosotros, casa de Israel? Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que no me dejaré consultar por vosotros.
Y no se realizará jamás lo que se os pasa por la imaginación, cuando decís: "Seremos como las naciones, como las tribus de los otros países, adoradores del leño y de la piedra".
Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo reinaré sobre vosotros, con mano fuerte y tenso brazo, con furor derramado.
Os haré salir de entre los pueblos y os reuniré de los países donde fuisteis dispersados, con mano fuerte y tenso brazo, con furor derramado; os conduciré al desierto de los pueblos y allí os juzgaré cara a cara».
(Ez 20,30-35).

La mano de Yahveh fue sobre mí y, por su espíritu, Yahveh me sacó y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos.
Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente secos.
Me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?»
Yo dije: «Señor Yahveh, tú lo sabes».
Entonces me dijo:
«Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a estos huesos:
»He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis.
»Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh».
Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros.
Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos.
El me dijo:
«Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan».
Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército.
Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros.
»Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh:
«He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.
»Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.
»Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh».
Así dice el Señor Yahveh:
«He aquí que yo recojo a los hijos de Israel de entre las naciones a las que marcharon. Los congregaré de todas partes para conducirlos a su suelo.
»Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.
»Haré de ellos una sola nación en esta tierra, en los montes de Israel, y un solo rey será el rey de todos ellos; no volverán a formar dos naciones, ni volverán a estar divididos en dos reinos.
»No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con todos sus crímenes. Los salvaré de las infidelidades por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios.
»Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica.
»Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, donde habitaron vuestros padres. Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para siempre, y mi siervo David será su príncipe eternamente.
»Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre.
»Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
»Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.
(Ez 37,1-14;21-28).

«Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito.
Aquel día será grande la lamentación en Jerusalén».
(Za 12,10-11).

«Al fin será derramado desde arriba sobre nosotros espíritu. Se hará la estepa un vergel, y el vergel será considerado como selva.
Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel;
el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua.
Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en posadas tranquilas».
(Isaías 32,15-18).

"Ahora, pues, escucha, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo elegí.
Así dice Yahveh que te creó, te plasmó ya en el seno y te da ayuda:
«No temas, siervo mío, Jacob, Yesurún a quien yo elegí.
»Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca.
»Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, mi bendición sobre cuanto de ti nazca»".
(Isaías 44,1-18).

Posiblemente la expresión bíblica "conversión de los padres a los hijos" significa que nuestros padres en la fe de Abraham, se convertirán a la Iglesia de Cristo, a los cristianos, los judíos espirituales, como decía san Juan XXIII, hijos espirituales de Abraham, según la fe, según el espíritu, no según la carne, como dice san Pablo de parte de Dios.

Esta expresión aparece reiteradas veces aplicada al profeta Elías y a san Juan Bautista, como ya le dijo a Zacarías, su padre, el ángel Gabriel en el mensaje de Dios que le llevó:

El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;
será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, = para hacer volver los corazones de los padres a los hijos [Si 48,10], = y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.».
(Lc 1,13-17 ).

Esta expresión aparece ya en Ml 4,5-6; Si 48, 10:

Voy a enviaros al profeta Elías antes de que llegue el Día de Yahvé, grande y terrible. Él reconciliará a los padres con los hijos y a los hijos con los padres, y así no vendré a castigar la tierra con el anatema.
(Ml 4,5-6).

Fuiste [Elías] designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, = para hacer volver el corazón de los padres a los hijos [Ml 4,6], = y restablecer las tribus de Jacob [Is 49,6].
(Si 48, 10).

Sobre la creencia judía del retorno de Elías para restaurar y convertir a Israel, Jesús aclara que es una creencia correcta en el sentido de que ese retorno lo han realizado los profetas sucesores de Elías, sobre todo Juan el Bautista:

Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron.
Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir.
(Mt 11,13-14).

Cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: .
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»
Sus discípulos le preguntaron:
«¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero
Respondió él:
«Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo.
Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron.
Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos».
Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
(Mt 17,9-13 ).

Le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?»
Él les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas, ¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será despreciado?
Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto han querido, según estaba escrito de él».
(Mc 9,11-13 ).

Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?»
El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo».
Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?».
El dijo: «No lo soy».
- «¿Eres tú el profeta?»
Respondió: «No».
Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor [Is 40,3], como dijo el profeta Isaías».
(Jn 1,19-23 ).

Jesús, el Verbo hecho carne, explica que es el alimento de la Eucaristía lo que da la perdurable vida divina a cada uno y consiguientemente a todo el mundo:

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
(Jn 6,51;59)

Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
(Jer 3, 15-17).

Vendrán todas las naciones a postrarse ante ti, y a dar, Señor, gloria a tu nombre. (Sal 86,9).

Oraciones en los Salmos responsoriales de la Vigilia Pascual del 3.04.2021

Hiciste de tu siervo Abrahán el padre de todas las naciones

Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel.

«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz).

«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).

Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por Él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén (Apoc 1,7).

Esto dice el Señor Dios:

«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitaran ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».
(Ezequiel 37, 21-28).

«He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -.
Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo de Yahveh-: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande -oráculo de Yahveh- cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme».
(Jer 31,31-34)

«Di a la casa de Israel:
... »Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos.
Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo.
Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificar
»Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
»Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.
Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios».
(Ez 36,22-28).

Saldrá un vástago del tronco de Jesé... Reposará sobre él el espíritu de Yahveh... con el soplo de sus labios matará al malvado... Nadie hará daño, nadie hará mal... porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.
Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán... Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto de su pueblo... Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales.
(Isaías 11,1-12).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos.
Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra.
Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos a la luz de Yahveh.
Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la altanería humana, y será exaltado Yahveh solo en aquel día.
Pues será aquel día de Yahveh Sebaot para toda depresión, que sea enaltecida, y para todo lo levantado, que será rebajado:
contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas las encinas del Basán,
contra todos los montes altos, contra todos los cerros elevados,
contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible,
contra todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados de tesoros.
Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería humana; será exaltado Yahveh solo, en aquel día,
y los ídolos completamente abatidos.
(Isaías 2,2-5; 11-18).

Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes, y se alzará por encima de las colinas. Y afluirán a él los pueblos,
acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos».
Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.
El juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones poderosas; forjarán ellas sus espadas en azadones, y sus lanzas en podaderas. No blandirá más la espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
Se sentará cada cual bajo su parra, y bajo su higuera, sin que nadie le inquiete, ¡la boca de Yahveh Sebaot ha hablado!
Pues todos los pueblos caminan cada uno en el nombre de sus dioses, pero nosotros caminamos en el nombre de Yahveh nuestro Dios, para siempre jamás.
Aquel día - oráculo de Yahveh - yo recogeré a la oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la que yo había maltratado.
De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará Yahveh sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre.
(Miqueas 4,1-7).

«Para vosotros en primer lugar ha resucitado Dios a su Siervo y le ha enviado para bendeciros, apartándoos a cada uno de vuestras iniquidades».
(Hch 3,26).

«Apartad de vosotros todos vuestros delitos - dice el Señor -, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu»
Ez 18, 31

En los últimos días vendrán hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pasiones, que dirán en son de burla: «¿Dónde queda la promesa de su Venida? Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al principio de la creación»... No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
(II P 3,3-4;9)

¿Por qué te quejas de tu quebranto? Irremediable es tu sufrimiento; por tu gran culpa, por ser enormes tus pecados te he hecho esto.
No obstante todos los que te devoran serán devorados, y todos tus opresores, todos ellos, irán al cautiverio; serán tus despojadores despojados, y a todos tus saqueadores los entregaré al saqueo.
Sí; haré que tengas alivio, de tus llagas te curaré - oráculo de Yahveh -. Porque «La Repudiada» te llamaron. «Sión de la que nadie se preocupa».
Así dice Yahveh: He aquí que yo hago volver a los cautivos de las tiendas de Jacob y de sus mansiones me apiadaré; será reedificada la ciudad sobre su montículo de ruinas y el alcázar tal como era será restablecido.
Y saldrá de entre ellos loor y voz de gente alegre; los multiplicaré y no serán pocos, los honraré y no serán menguados, sino que serán sus hijos como antes, su comunidad ante mí estará en pie, y yo visitaré a todos sus opresores.
Será su soberano uno de ellos, su jefe de entre ellos saldrá, y le haré acercarse y él llegará hasta mí, porque ¿quién es el que se jugaría la vida por llegarse hasta mí? - oráculo de Yahveh -.
Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
(Jer 30,15-22)

Habrá un día en que griten los centinelas en la montaña de Efraím: «¡Levantaos y subamos a Sión, adonde Yahveh, el Dios nuestro!»
Pues así dice Yahveh: Dad hurras por Jacob con alegría, y gritos por la capital de las naciones; hacedlo oír, alabad y decid: «¡Ha salvado Yahveh a su pueblo, al Resto de Israel!»
Mirad que yo los traigo del país del norte, y los recojo de los confines de la tierra. Entre ellos, el ciego y el cojo, la preñada y la parida a una. Gran asamblea vuelve acá.
Con lloro vienen y con súplicas los devuelvo, los llevo a arroyos de agua por camino llano, en que no tropiecen. Porque yo soy para Israel un padre, y Efraím es mi primogénito.
Oíd la palabra de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le reunirá y le guardará cual un pastor su hato.»
Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano de otro más fuerte.
(Jer 31,6-11)

¿Es un hijo tan caro para mí Efraím, o niño tan mimado, que tras haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no ha de faltarme - oráculo de Yahveh -.
(Jer 31,20)

Tú no temas, siervo mío Jacob - oráculo de Yahveh - ni desmayes, Israel, pues mira que yo acudo a salvarte desde lejos y tu linaje del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no habrá quien le inquiete, pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte: pues acabaré con todas las naciones entre las cuales te dispersé. pero contigo no acabaré; aunque sí te corregiré como conviene, ya que impune no te dejaré.
(Jer 30,10-11)

He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y ganados.
Entonces, del mismo modo que anduve presto contra ellos para extirpar, destruir, arruinar, perder y dañar, así andaré respecto a ellos para reconstruir y replantar - oráculo de Yahveh -.
(Jer 31,27-28)

«Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; Os llevaré de nuevo al suelo de Israel. os estableceré en vuestro suelo y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh». (Ez 37,12-14).,

«Aquel día ... derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito». (Za 12, 9-10).

Y será Yahveh rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único Yahveh y único su nombre!
(Za 14,9).

Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yahveh.
Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí un pueblo, y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yahveh Sebaot me ha enviado a ti.
Poseerá Yahveh a Judá, porción suya en la Tierra Santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén.
(Za 2,14-16).

Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria; cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria, volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará. Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh: que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra, para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte. Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh, y su alabanza en Jerusalén, cuando a una se congreguen los pueblos, y los reinos para servir a Yahveh. (Sal 102,16-23).

«Sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones». (2 Cor 3,3)

«Nuestra capacidad viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida». (2 Cor 3,5-6).

Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «... Es lo que dijo el profeta [Jl 3,1-2]:
Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu».
(Hch 2,16-18)

«Derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días». (Jl 3,1-2).

[A la casa de Israel], «Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,
para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica , y así sean mi pueblo y yo sea su Dios».
(Ez 11,19-20).

«Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; Os llevaré de nuevo al suelo de Israel. os estableceré en vuestro suelo y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh». (Ez 37,12-14).,

«Aquel día ... derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito». (Za 12, 9-10).

Y será Yahveh rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único Yahveh y único su nombre!
(Za 14,9).

Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yahveh.
Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí un pueblo, y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yahveh Sebaot me ha enviado a ti.
Poseerá Yahveh a Judá, porción suya en la Tierra Santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén.
(Za 2,14-16).

Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria; cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria, volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará. Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh: que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra, para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte. Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh, y su alabanza en Jerusalén, cuando a una se congreguen los pueblos, y los reinos para servir a Yahveh. (Sal 102,16-23).

Convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas (Jer 31)

«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados».
(Mt 1,20-21).

Jesús, el Verbo hecho carne, con su segunda venida, eliminará el régimen anticristiano e iniciará una extraordinaria efusión de gracia, causando así la plenitud de su reinado en todas las almas y en todas las naciones, como está reiteradamente prometido y profetizado

"Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré ... Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir" (Jn 16,7;13).

"El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14,26).

-----------------

La Resurrección de Jesús, el Verbo hecho carne, es el principio de la plenitud consumada del Reino de Dios en nuestra alma, en las de todos los demás y en todas las naciones
Si se subraya que Jesús resucitó, se está testimoniando que primero murió. No se puede obviar la muerte de Jesús, el Verbo hecho carne. Hay que agradecérselo en todo momento, pidiéndole su reino.
LEER MÁS

-----------------

El malentendido sobre el cielo en la tierra tras la Parusía
No es lo mismo el cielo que el reino de Dios en la tierra tras la Parusía.
Difieren tanto, como la Iglesia militante que vive en la tierra, difiere de la Iglesia triunfante que vive en el cielo.

--------------------------

--------------------------

La Parusía, la segunda venida gloriosa y visible de Jesús, el Verbo hecho carne

A la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Cuando miraban fijos al cielo, mientras Él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
(Hch 1,9-11).

Jesús, el Verbo hecho carne, se hizo ver en la Ascensión como prueba de Su presencia real en el pan consagrado de la Eucaristía y como anuncio de su Parusía visible

«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros».
Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...»
(Jn 6,51-53;59-62)

Y el día de la Ascensión:

A la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Cuando miraban fijos al cielo, mientras Él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
(Hch 1,9-11).

Seguí mirando. Y en mi visión nocturna, vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A Él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su poder es un poder eterno, no cesará. Su reino no acabará.
(Dn 7,13-14 CEE 2011)

Jesús, el Verbo hecho carne, haciéndose ver en el esplendor de su advenimiento, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, al evidenciar su existencia, destruirá el reino del Anticristo, que impone vivir como si Dios no existiera:

«Entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
(Mc 13,26)

Se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida.
(2Tes 2,8).

Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado. (Is 40,5).

«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz).

«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).

Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por Él harán duelo todas las razas de la tierra. Sí. Amén (Apoc 1,7).

«Aquel día ... derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por Él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito». (Za 12, 9-10).

La manifestación victoriosa de Jesucristo en su Parusía quitará por su base el poder anticristiano al evidenciar la falsedad del ateísmo, que es la base del poder anticristiano que impone vivir como si Dios no existiera. Y quedará arruinado el reinado del colectivo anticristiano por la manifestación de Jesucristo, el Mesias Jesús, el Verbo hecho carne, en su segunda venida .

La Parusía es la segunda venida gloriosa de Jesucristo, su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión).

La constatación de que en la Sagrada Escritura se expone que su segunda venida gloriosa la quiere realizar Jesús, el Verbo hecho carne, de manera visible, no tiene nada que ver con el milenarismo, ni siquiera con el milenarismo mitigado, que la Iglesia, en un decreto de 1944 de la Congregación del Santo Oficio, dice que no puede enseñarse con seguridad:

El decreto publicado en AAS [Acta Apostolicae Sedis] está en latín. No se ha publicado en AAS ninguna traducción a otros idiomas. Tampoco la versión del decreto que traen las traducciones del Denzinger es lo publicado en AAS.

Texto original del decreto en latín publicado en AAS [http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-36-1944-ocr.pdf, pág. 212]:

ACTA SS. CONGREGATIONUM
SUPREMA SACRA CONGREGATIO S. OFFICII DECRETUM
Postremis hisce temporibus non semel ab hac Suprema S. Congregatione S. Officii quaesitum est, quid sentiendum de systemate Millenarismi mitigati, docentis scilicet Christum Dominum ante finale iudicium, sive praevia sive non praevia plurium iustorum resurrectione, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum. Re igitur examini subiecta in conventu plenario feriae IV, diei 19 Iulii 1944, Emi ac Revmi Domini Cardinales, rebus fidei et morum tutandis praepositi, praehabito RR. Consultorum voto, respondendum decreverunt, systema Millenarismi mitigati tuto doceri non posse.
Et sequenti feria V, die 20 eiusdem mensis et anni, Ssñius D. N, Pius divina Providentia Papa XII, in solita audientia Excmo. ac Revmo. D. Adsessori S. Officii impertita, hanc Emorum Patrum responsionem approbavit, confirmavit ac publici iuris fieri iussit.
Datum Romae, ex Aedibus S. Officii, die 21 Iulii 1944.
I. Pepe, Supremae S. Congr. S. Officii Notarius.
[AAS 36 (1944) 212. DS 3839 en latín].
[Texto publicado en AAS
http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-36-1944-ocr.pdf, pág. 212]:

Una traducción literal no publicada en AAS [Acta Apostolicae Sedis], que respeta lo que dice la Sagrada Escritura, y la oración litúrgica de la santa Madre Iglesia Católica Jerárquica:

DECRETO DE LA SAGRADA CONGREGACIÓN SUPREMA DEL SANTO OFICIO
En estos últimos tiempos se ha preguntado más de una vez a esta Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio qué hay que sentir del sistema del milenarismo mitigado, es decir, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir para reinar visiblemente en esta tierra.
Examinado el asunto en cuestión en la reunión plenaria de la feria IV, día 19 de julio de 1944, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales, encargados del cuidado de las materias de fe y de moral, previo voto de los Reverendos Consultores, decretaron respondiendo, el sistema del Milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad.
Y en la siguiente feria V, del dia 20 del mismo mes y año, Su Santidad N. S., por la divina Providencia, el Papa Pío XII, aprobó esta respuesta de los Eminentísimos Padres en audiencia ordinaria concedida al Reverendísimo Señor asesor del Santo Oficio, la confirmó y la mandó publicar conforme a derecho.
Dado en Roma en la Sede del Santo Oficio, el día 21 de julio de 1944.
I. Pepe, Notario de la Sagrada Congrgación Suprema del santo Oficio.
[Decreto del Santo Oficio, de 21 de julio de 1944. AAS 36 (1944) 212. DS 3839 en latín].

Fue el texto en latín de este decreto lo que se publicó en Acta Apostolici Sedis, no las traducciones a otros idiomas. No las que se suelen publicar, que atribuyen al verbo venir el adverbio "visiblemente" [visibiliter] en vez de atribuirlo al otro verbo, "reinar". Atribuyen visibiliter a esse venturus en vez de atribuirlo a regnandi. Pero no están publicadas en AAS estas traducciones. Lo que está vedado es atribuir el adverbio visiblemente a reinar y no a venir. Decir que está proscrito atribuir visiblemente a venir, no es compatible con la Sagrada Escritura, ni con la oración litúrgica de la Iglesia, donde se afirma que Nuestro Señor Jesucristo ha de venir visiblemente en su segunda venida o Parusía

Y no fue publicado en Acta Apostolici Sedis otro decreto del Santo Oficio de 11 de julio de 1941 que le fue remitido por carta al arzobispo de Santiago de Chile, Mons. Don José M. Caro Rodríguez como respuesta a una consulta suya. En este decreto de 1941, en el que también dice que el milenarismo mitigado no puede ser enseñado con seguridad ("tuto doceri non posse”), se describe el sistema del milenarismo mitigado diciendo que afirma que Jesucristo vendrá a reinar corporalmente (corporaliter in hanc terram regnandi causa case venturum).
Este Decreto de 1941 no fue publicado en Acta Apostolicae Sedis, posiblemete porque corporalmente, sí que se sabe con toda seguridad que está Cristo en la Eucaristía, y así lo enseña la Iglesia con plena seguridad, y así debe enseñarse con total seguridad.

-------------

Fue recogido este texto en el Denzinger en latín con el nº 3839 en la ed. 33 de 1965, a cargo de Schönmetzer (de ahí la S de la referencia, DS, de esta edición y posteriores del mismo editor).
Y con el nº 2296 en las ediciones anteriores, en latín o traducidas:

Decr. S. officii, sous Pie XII, 19. (21.) juillet 1944
Denzinger 3839 2296 Qu.: Quid sentiendum de systemate Millenarismi mitigati, docentis scilicet Christum Dominum ante finale iudicium sive praevia sive non praevia plurium iustorum resurrectione, visibiliter in hanc terram regnandi causa esse venturum. Resp. (cfirm. a S. P'ce 20. Iul.): Systema Millenarismi mitigati tuto doceri non posse.
http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/it/fpd.htm

Una traducción literal, no publicada en AAS, que respeta lo que dice la Sagrada Escritura y la oración litúrgica de la Iglesia:

Decreto del Santo Oficio, bajo Pío XII, 19. (21.) de julio de 1944
Denzinger 3839 2296
Pregunta: ¿Qué hay que sentir del sistema del Milenarismo mitigado, es decir, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de muchos justos, ha de venir para reinar visiblemente en esta tierra.
Respuesta (confirmada por el Sumo Pontífice el 20 de julio): el sistema del Milenarismo mitigado no puede enseñarse con seguridad".
Decreto del Santo Oficio, de 21 de julio de 1944. Cf: AAS 36 (1944) 212. DS 3839 en latín].

Traducciones no publicadas en AAS y que no son compatibles con lo que dicen los Evangelios, ni las otras Sagradas Escrituras, ni la oración de la Iglesia:

DS 3839 Dz 2269 «En estos últimos tiempos se ha preguntado más de una vez a esta Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio qué haya de sentirse acerca del sistema del milenarismo mitigado, a saber, del que enseña que Cristo Señor, antes del juicio fmal - previa o no previa una resurrección de muchos justos- ha de venir visiblemente a la tierra para reinar».
«Respuesta: El sistema del milenarismo, aún mitigado, no puede ser enseñado guardando la seguridad de la doctrina».

DS3839 Dz 2296 In recent times on several occasions this Supreme Sacred Congregation of the Holy Office has been asked what must be thought of the system of mitigated Millenarianism, which teaches, for example, that Christ the Lord before the final judgment, whether or not preceded by the resurrection of the many just, will come visibly to rule over this world.
The answer is: The system of mitigated Millenarianism cannot be taught safely.

DS 3839
Question: Que faut-il penser du système du millénarisme mitigé qui enseigne qu'avant le jugement dernier, précédé ou non de la résurrection de plusieurs justes, le Christ notre Seigneur viendra visiblement sur notre terre pour y régner?
Réponse (confirmée par le souverain pontife le 20 juillet): Le système du millénarisme mitigé ne peut pas être enseigné de façon sûre.

------------------

Porque en el Reino de Jesucristo, Él no reinará visiblemente, como si fuera un Califa. Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá en su Parusía, en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, no visible ordinariamente para los humanos viadores. No estará en las facultades de los humanos que vivan entonces, los viadores cuando la Parusía, verle a Jesús más que cuando Él quiera manifestarse o hacerse visible en algún momento a alguien en particular o a muchos; cosa muy diferente de la visión beatífica de los bienaventurados en el cielo. Su presencia en la tierra será una presencia moral,.

Jesús, el Verbo hecho carne, vendrá en su segunda venida gloriosa con su cuerpo glorioso, como en los días posteriores a su gloriosa Resurrección hasta su admirable Ascensión, en los que no era no visible ordinariamente para los humanos viadores y sólo cuando Él quería se hacía ver.

El malentendido sobre la visibilidad

Una cosa es decir que Jesucristo, en su Segunda Venida, vendrá visiblemente a reinar no visiblemente, sino con una presencia eficaz no visible, como correctamente debe afirmarse, y otra cosa muy distinta e incorrecta e ilícita es decir que Jesucristo, en su Segunda Venida, vendrá a reinar visiblemente, con una presencia visible, afirmación rechazada por la Iglesia en el Decreto del Santo Oficio, de 20 de julio de 1944, publicado en AAS 36 (1944) 212, y afirmación rechazada también en el Catecismo.

Una cosa es que el reinado social de Jesús, el Verbo hecho carne, no es visible y otra cosa es que su venida gloriosa para iniciar ese reinado Él quiere que sea visible, como ha querido anunciarlo en el evangelio y en otros muchos lugares de la Sagrada Escritura.

El Padre Ramière claramente manifestó:

"Algunos nos han encontrado demasiado favorable al milenarismo. Y sin embargo nosotros hemos protestado y protestamos de nuevo que no admitimos de ninguna manera los dos puntos que constituyen este error: a saber, la resurrección corporal de los santos, mil años antes del último día, y el reinado visible de Jesucristo en la tierra, durante esos mil años". (Henri Ramière S. I.: Les Espérances de l'Église. 1ª ed. 1861. Introduction, pág XXVI).

La segunda venida de Jesús, el Verbo hecho carne, tampoco es visible para los humanos de suyo, es como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión). Será visible porque Él quiere y porque así lo ha hecho saber de antemano.

Tampoco vendrá Jesucristo a reinar antes del juicio, sino que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, como dice el Credo. Su segunda venida inicia el juicio o reinado, porque reinar es juzgar; la potestad de juzgar es potestad regia.

Y es lo que el mismo Jesús, el Verbo hecho carne, nos enseñó a pedir en el padrenuestro:

«Venga a nosotros tu reino». [Lema del Apostolado de la Oración: «Adveniat Regnum Tuum».].

«Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo».
[Algunos omiten esto como si fuese milenarismo, y "proclaman" venerar el reino de Dios en el cielo, con lo que su padrenuestro dice hágase tu voluntad en el cielo como en el cielo. ¿Y en la tierra qué?, ¿que manden los que quieren vivir según el hombre y que todo el mundo viva así, como quiere Satanás? ¿Vivir como si Dios no existiera, sometidos al sistema imperante, "políticamente correcto", iniciado por el liberalismo e intensificado con lo que ha venido después? ¿Vivir sin remisión bajo el imperio de Satanás?].

No es lo mismo el reinado efectivo de Cristo en la tierra, que Jesús, el Verbo hecho carne, nos enseñó a pedir en el padrenuestro, que lo que aparece rechazado en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, nº 676, sino muy diferente:

Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris" que condena el "falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 20-21).
Este nº 676 trae dos notas a pie de página: en una pone la referencia del Decreto del Santo Oficio sobre el milenarismo reproducido y traducido más arriba.
En la otra nota dice:
"Cf. Pío XI, Carta Enc.
Divini Redemptoris (19 de marzo de 1937): AAS 29 (1937) 65 - 106 «condenando los errores presentados bajo un falso sentido místico» «de esta especie de falseada redención de los más humildes» (p.69); Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 20-21: AAS 58 (1966) 1040-1042.
(Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva edición conforme al texto latino oficial. Edición española de la Asociación de editores del Catecismo. 1999).

Lo decretado y publicado en AAS está en latín como se copia arriba. La traducción del Denzinger, DS, a los idiomas modernos dice venir visiblemente en vez de reinar visiblemete. Esas traducciones, fruto del malentendido sobre la visibilidad, no son lo publicado en AAS.

Que Jesús, el Verbo hecho carne, ha de venir en su segunda venida gloriosa visiblemente es la Sagrada Escritura y no milenarismo.

Lo condenado por Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris, nº 60 como "intrínsecamente perverso" es el comunismo, llamado aquí, en el nº 676 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, "mesianismo secularizado" y rechazado por la Iglesia como principal falsificación del Reino futuro y condenado aquí en este Catecismo y en el Concilio Vaticano II (GS 20-21) como "falso misticismo" y "falsificación de la redención de los humildes".

Lo cual es todo lo contrario, como secularizado, del sobrenaturalizado reino de Dios en la tierra como en el cielo, el reino anunciado por Jesús, el Verbo hecho carne, en el Evangelio y mandado anunciar por Él; anunciado por los apóstoles y por sus sucesores en la Iglesia; prometido por Dios en la profecías del Antiguo Testamento y del Nuevo, recordadas y reafirmadas por el Concilio Vaticano II (Nostra Aetae, 4). Y prometido reiteradamente en las promesas de Jesús, el Verbo hecho carne, a santa Margarita María Alacoque, en las que le asegura:

«Reinará este amable Corazón a pesar de Satanás... según lo ha dado a entender a su indigna esclava, echando por tierra el imperio de Satanás en las almas»
(Carta nº 100. A la Madre Saumaise, junio de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 376-377).

"Se me presentó el Corazón divino... quería favorecer a los hombres ... sacarlos del imperio de Satán que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería establecer en los corazones de todos los que que quisieran abrazar esta devoción".
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croiset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Págs. 460-461).

“Como tiene tan vivos deseos de ser conocido, amado y honrado por los hombres, en el corazón de los cuales tanto ha anhelado establecer por este medio el imperio de Su Puro Amor, ha prometido grandes recompensas a todos los que se empleen en hacerle Reinar. ¡Cuán dichoso sois de contaros en este número!».  
(Carta 131, segunda de Aviñón, al Padre Juan Croiset, S. I. del 10 de agosto de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 434).

Y reinar el sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, en los corazones es la base de Su reinado social. Así lo explica san Agustín, que define la sociedad o ciudad de Dios, la de los hombres que quieren vivir según Dios, los que quieren vivir haciendo la voluntad de Dios, en contraposición a la sociedad o ciudad carnal, la de los hombres que quieren vivir según ellos, vivir como si Dios no existiera, que es lo que quiere Satanás y por consiguiente es vivir bajo el imperio de Satanás:

"De que hay unos que viven según la carne y otros según el espíritu, se han originado dos ciudades diversas y contrarias entre sí... Con claridad meridiana escribe san Pablo a los de Corinto: «Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?» (I Cor 3,3). Luego proceder según el hombre es igual a ser carnal... Poco antes había llamado [hombres] animales a los mismos que ahora llama [hombres] carnales. Dice así: «... El hombre animal no puede hacerse capaz de las cosas que son del Espíritu de Dios, pues para todos son necedad» (I Cor 2, 11-14)".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, págs. 928-929).

"Siendo tantos y tan grandes los pueblos diseminados por todo el orbe de la tierra... no forman más que dos géneros de sociedad humana, que podemos llamar, conformándonos con nuestras Escrituras, dos ciudades. Una es la de los hombres que quieren vivir según la carne, y otra la de los que quieren vivir según el espíritu".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 1. BAC, 1958, pág. 921).

"Dos amores fundaron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, la segunda, en Dios; porque aquella busca la gloria de los hombres, y esta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia. Aquella se engríe en su gloria, y ésta dice a su Dios: "Tú, mi gloria..." (Sal 3,4)... En aquella, sus sabios, que viven según el hombre... se desvanecieron en sus pensamientos y su necio corazón se oscureció... En esta, en cambio, no hay sabiduría humana, sino piedad, que funda el culto legítimo al Dios verdadero, en espera del premio en la ciudad de los santos... «con el fin de que Dios sea todo en todas las cosas» (I Cor 15,28)".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 28. BAC, 1958, pág. 985-986 ).

Porque obedecerle a Satanás no consiste en considerarle y venerarle como el ser supremo explícitamente, puesto que a lo que Satanás induce es a que cada uno viva según él mismo y no según Dios.

Así lo explica san Agustín (La Ciudad de Dios, XIV) cuando aclara aquella doctrina enseñada de parte de Dios por san Pablo que proscribe obrar según la carne (Gal 5,16-25; Gal 6,7-8; 8,5-14).
San Agustín aclara que vivir según la carne, no es solamente vivir según el cuerpo humano o simplemente según los deseos sexuales, sino que es vivir según uno mismo, según sí propio, porque Satanás no tiene cuerpo carnal y es el jefe y modelo de obrar según la carne.

"No se hizo semejante al diablo el hombre por tener carne, de que carece el diablo; sino por vivir según él mismo, es decir, según el hombre. También el diablo quiso vivir según él mismo, cuando no se mantuvo en la verdad. Y de este modo habló mentira, no de Dios, sino de sí propio, que no sólo es mendaz, sino el padre de la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 3. BAC, 1958, pág. 927).

"Cuando el hombre vive según el hombre y no según Dios, es semejante al diablo. Porque ni el ángel debe vivir según el ángel, sino según Dios, para mantenerse en la verdad y hablar la verdad que viene de Dios; no la mentira que nace de sí mismo... Cuando el hombre vive según la verdad, no vive según él mismo, sino según Dios".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 927).

"El hombre no fue creado recto para vivir según él mismo, sino según su Hacedor, esto es para hacer la voluntad de Dios antes que la suya. No vivir como su condición exigía que viviera, eso es la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 928).

San Pablo mismo, como hemos visto, dice con todas las letras que ser carnal es vivir según el hombre:

«Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?»
(I Cor 3,3).

La Ascensión de Jesús, el Verbo hecho carne, a los Cielos

Su retorno al Cielo quiso Jesús que fuese visualizado como ascensión, elevación sobre la superficie terrestre hasta desaparecer de la vista en lo alto, entre las nubes, condescendiendo con la idea popular de que el cielo está físicamente arriba, encima del terreno que pisamos. La idea popular que identifica los Cielos, el cielo empíreo, morada de Dios, con el firmamento, e incluso con el cielo meteorológico. Así aparece en el relato que hace san Lucas en sus dos libros.

La Parusía de Jesucristo es su segunda venida gloriosa, su manifestación gloriosa, como cuerpo glorioso, no visible más que cuando Él quiere, (como después de su Resurrección y hasta su Ascensión).

Los que estaban reunidos le preguntaron:
«Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
El les contestó:
«A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad,
sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».
Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Y mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo se iba, de pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo».
Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático.
(Hch 1,6-12).

Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo.
Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo.
(Lc 24,50-52).

La versión que viene al final del evangelio de san Marcos resulta aún más admirable, al decir que Jesús se sentó a la diestra de Dios, por su prerrogativa divina. Y es que Jesús es el Verbo hecho carne:

Les dijo:
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
(Mc 16,15-20).

La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne

Después de su resurreción, Jesús en su cuerpo glorioso no es visible si Él no quiere, pero a veces quiso y querrá:

Después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días.
(Hch 1,3)

Entre otros lugares del Nuevo Testamento, san Pablo trae una enumeración de apariciones en las que Jesús resucitado se hizo ver:

Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y en último lugar a mi, como a un abortivo.
(1 Cor 15, 3-8).

El Papa san Juan Pablo II explicó que este es el más antiguo testimonio sobre la resurrección de Jesucristo:

"El primero y más antiguo testimonio escrito sobre la resurrección de Cristo se encuentra en la primera Carta de San Pablo a los Corintios (hacia la Pascua del año 57 d. JC.)".
(San Juan Pablo II, Catequesis del 25 de enero de 1989).

Y en especial Jesús, el Verbo hecho carne, quiso que los apóstoles vieran su admirable Ascensión:

Fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos
(Hch 1,9).

Y Jesús, el Verbo hecho carne, quiere ser visto en su glorioso retorno en la Parusía, como así lo anunciaron los ángeles a los apóstoles cuando la Ascensión:

Y mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo se iba, de pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo».
(Hch 1,10-11).

Ya en el anuncio de su Ascensión, declaró Jesús que iba a ser visible. Fue en Su discurso del pan de vida en la sinagoga de Cafarnaum, en el que dejó anunciado de antemano que su futura admirable Ascensión visible, constituye una prueba de su presencia real en la Eucaristía:

«¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...» (Jn 6,61-62).

La visibilidad de su Parusía es la declaración solemne de Jesús, el Verbo hecho carne, asistido con toda la fuerza imparable del Espíritu Santo, ante el máximo tribunal de Israel, que por eso lo envió a la muerte.

"Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios».
Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo (Dn 7,13)»".
(Mt 26,63-64).

Esto no es milenarismo; es el Evangelio.

Está anunciado en el libro profético del Nuevo Testamento que todos verán a Jesús en su segunda venida gloriosa:

Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron (Ap 1,7).

Las nubes son el marco en el que Jesús quiso visualizar como Ascensión su retorno al cielo, así como las nubes serán el marco de su segunda venida, según lo profetizado:

Y seguí viendo. Había una nube blanca, y sobre la nube sentado uno como Hijo de hombre, que llevaba en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada.
Luego salió del Santuario otro Angel gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura».
Y el que estaba sentado en la nube metió su hoz en la tierra y se quedó segada la tierra. (Ap 14,14-16).

El propio Jesús dice que todos los que habiten entonces la tierra Le verán venir entre las nubes en su segunda venida gloriosa con gran poder y majestad y que previamente aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo terrestre:

«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,30).

«Entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
(Mc 13,26)

«Entonces verán venir al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria».
(Lc 21,27)

Esto tampoco es milenarismo, es el Evangelio.

La Buena Nueva, la gran noticia, en la que consiste el Evangelio, que es el anuncio del reino de Dios, es su reinado primordialmente en los corazones, en las almas. Será en plenitud efectiva el reinado de Dios en todos los corazones, en todas las almas, a partir de la segunda venida gloriosa de Jesucristo, porque la manifestación de dicha segunda venida gloriosa, al evidenciar la falta de base del ateísmo y del agnosticismo teórico y práctico, eliminará el dominio satánico anticristiano en las almas y en la sociedad, que les impone vivir según el hombre y no según Dios, como si Dios no existiera. Eliminado el obstáculo anticristiano, y, mediante la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con su Parusía, se irá produciendo la recristianización plena de la totalidad moral de la población; y sobre esta base, se desarrollará también la sociedad cristiana, la Cristiandad futura, el reinado social del Sagrado Corazón de Jesús, la civilización del amor. Siendo lo primordial el reinado de Dios en plenitud en cada alma, como explica san Agustín en el libro XIV de La Ciudad de Dios, de acuerdo con lo que enseñó Jesús, el Verbo hecho carne. La universalización de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de Su reinado en todas las almas y en todas las naciones,

Preguntado por los fariseos: ¡Cuándo viene el reino de Dios?, les respondió y dijo:
«No viene el reino de Dios con aparato, ni dirán: "Aquí está", o "Allí"; mirad que el reino de Dios está dentro de vosotros».
Y dijo a los discípulos:
«Vendrán días en que desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: "Aquí está", o "Allí está"; no vayáis ni andéis tras ello. Porque
como el relámpago, al relampaguear, recorre con su brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes es menester que padezca mucho y sea reprobado por esta generación...».
(Lc 17,20-25. Versión de Bover).

Se os dirá: “Está aquí” o “Está allí”; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».
(Lc 17,23-25. CEE2011).

«Como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre».
(Mt 24,27. Biblia de Jerusalén).

Pues como el relámpago parte del oriente y brilla hasta el occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. (Mt 24,27. Versión Bover).

Pues como el relámpago aparece en el oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre (Mt 24,27. Versión de la Biblia de la CEE, 2011).

«Y si alguno entonces os dice: "El Mesías está aquí o allí", no le creáis, porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos. Os he prevenido. Si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis. "En los aposentos", no les creáis. Pues como el relámpago aparece en el oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre... Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y los astros se tambalearán. Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo.
(Mt 24,23-31. Versión de la CEE, 2011).

Lo que viene en el Evangelio según san Mateo sobre la Parusía (concordante con Mc 13 y Lc 17):

...«Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos.
»Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
»Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos.
»Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.
»Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.
»Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente.
»Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos.
»Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará.
»Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
»Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin...
» ...habrá entonces una "gran tribulación", cual no la hubo [Ap 16,18. Dn 12,11. 1M 9,27] desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla.
»Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.
»Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo está aquí o allí", no lo creáis.
»Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.
»¡Mirad que os lo he predicho!
»Así que si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis. "Está en los aposentos", no lo creáis.
»Porque
como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
»Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
»Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
»Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.
»El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.
»De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
»Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas.
»Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
»El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
»Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
»Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
»Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca,
»y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, ».
»Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado;
»dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.
»Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor».
(Mat 24,4-14; 21-42. Biblia de Jerusalén)

Así quiso Jesús que sus tres apóstoles escogidos le vieran en su gloria celestial, como Dios hecho hombre, como el Verbo hecho carne:

«Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta» (Mt 16,27).
«Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios».
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías;
los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
(Lc 9,27-32).

San Pedro, testigo de vista, testigo ocular, da testimonio de haber visto a Jesús en su gloria celestial, cuando Él se la mostró visiblemente a los tres apóstoles en la Transfiguración:

"Os hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad.
Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz:
«Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco».
Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo".
(2 Pe 1,16-18).

San Pablo habla constantemente del Día del Señor, la época que se iniciará cuando Él se manifieste, se haga ver:

El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo (1 Ts 4,16 ).

Es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles, en medio de una llama de fuego (2 Ts 1,6-8).
cuando venga en aquel Día a ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído (2 Ts 1,10).

Y lo que explica san Agustín es que obedecerle a Satanás no consiste en considerarle y venerarle como el ser supremo explícitamente, puesto que a lo que Satanás induce es a que vivamos según uno mismo y no según Dios, sino que vivamos como si Dios no existiera.

Así lo explica en La Ciudad de Dios, XIV, cuando aclara aquella doctrina enseñada de parte de Dios por san Pablo que proscribe obrar según la carne (Gal 5,16-25; Gal 6,7-8; 8,5-14).
San Agustín aclara que vivir según la carne, no es solamente vivir según el cuerpo humano o simplemente según los deseos sexuales, sino que es vivir según uno mismo, según sí propio, porque Satanás no tiene cuerpo carnal y es el jefe y modelo de obrar según la carne.

"No se hizo semejante al diablo el hombre por tener carne, de que carece el diablo; sino por vivir según él mismo, es decir, según el hombre. También el diablo quiso vivir según él mismo, cuando no se mantuvo en la verdad. Y de este modo habló mentira, no de Dios, sino de sí propio, que no sólo es mendaz, sino el padre de la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 3. BAC, 1958, pág. 927).

"Cuando el hombre vive según el hombre y no según Dios, es semejante al diablo. Porque ni el ángel debe vivir según el ángel, sino según Dios, para mantenerse en la verdad y hablar la verdad que viene de Dios; no la mentira que nace de sí mismo... Cuando el hombre vive según la verdad, no vive según él mismo, sino según Dios".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 927).

"El hombre no fue creado recto para vivir según él mismo, sino según su Hacedor, esto es para hacer la voluntad de Dios antes que la suya. No vivir como su condición exigía que viviera, eso es la mentira".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, pág. 928).

San Pablo mismo dice con todas las letras que ser carnal es vivir según el hombre:

«Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?»
(I Cor 3,3).

Y reinar el sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, en los corazones es la base de Su reinado social. Así lo explica san Agustín, que define la sociedad o ciudad de Dios, la de los hombres que quieren vivir según Dios, que quieren vivir haciendo la voluntad de Dios, en contraposición a la sociedad o ciudad carnal, la de los hombres que quieren vivir según ellos, lo cual es vivir bajo el imperio de Satanás:

"De que hay unos que viven según la carne y otros según el espíritu, se han originado dos ciudades diversas y contrarias entre sí... Con claridad meridiana escribe san Pablo a los de Corinto: «Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?» (I Cor 3,3). Luego proceder según el hombre es igual a ser carnal... Poco antes había llamado [hombres] animales a los mismos que ahora llama [hombres] carnales. Dice así: «... El hombre animal no puede hacerse capaz de las cosas que son del Espíritu de Dios, pues para todos son necedad» (I Cor 2, 11-14)".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 4. BAC, 1958, págs. 928-929).

"Siendo tantos y tan grandes los pueblos diseminados por todo el orbe de la tierra... no forman más que dos géneros de sociedad humana, que podemos llamar, conformándonos con nuestras Escrituras, dos ciudades. Una es la de los hombres que quieren vivir según la carne, y otra la de los que quieren vivir según el espíritu".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 1. BAC, 1958, pág. 921).

"Dos amores fundaron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, la segunda, en Dios; porque aquella busca la gloria de los hombres, y esta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia. Aquella se engríe en su gloria, y ésta dice a su Dios: "Tú, mi gloria..." (Sal 3,4)... En aquella, sus sabios, que viven según el hombre... se desvanecieron en sus pensamientos y su necio corazón se oscureció... En esta, en cambio, no hay sabiduría humana, sino piedad, que funda el culto legítimo al Dios verdadero, en espera del premio en la ciudad de los santos... «con el fin de que Dios sea todo en todas las cosas» (I Cor 15,28)".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XIV, cap. 28. BAC, 1958, pág. 985-986 ).

La manifestación victoriosa de Jesucristo, el Verbo hecho carne, en su Parusía, su segunda venida gloriosa, al evidenciar Su existencia, quitará el poder satánico anticristiano en las almas y en la sociedad que les impone vivir según el hombre y no según Dios, como si Dios no existiera.
Y, sin ese obstáculo,
la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con su Parusía propiciará la tarea de la recristianización mundial, por medio del Corazón Inmaculado de María, para llegar a la universalización de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de Su reinado, con lo que se desarrollará también la sociedad cristiana, la Cristiandad futura.

Siendo lo primordial el reinado de Dios en plenitud en cada alma, como explica san Agustín en el libro XIV de La Ciudad de Dios, de acuerdo con lo que enseñó Jesús, el Verbo hecho carne.

Entonces, destruido el reinado del colectivo anticristiano por la visualización de la segunda venida de Jesucristo y eliminado ese obstáculo y realizada la universal cristianización mediante la extraordinaria efusión de gracia que se iniciará con la Parusía hasta llegar a la generalización de la devoción a su Sagrado Corazón, todos creerán que Jesucristo es Dios y obrarán en consecuencia, obedeciéndole también en la vida política, lo cual se producirá con toda seguridad, tal como fue anunciado y proclamado por el Concilio Vaticano II, como esperanza segura de la Iglesia:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).

Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo; la Cristiandad futura; la futura unidad católica mundial, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino cimentada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con Su Parusía, Su segunda venida gloriosa con la que, al evidenciar Su existencia, eliminará el poder anticristiano que, cada vez más, impone vivir como si Dios no existiera. Mientras que la futura confesionalidad consistirá en que todas las naciones obrarán en consecuencia, obedeciendole a Dios; y a la Iglesia y al Papa cuando enseñan con la autoridad que Dios les ha dado en materias de fe y de moral, estando la normativa ética de la política entre las materias sobre las que el Papa tiene autoridad, cuando la ejerce, lo mismo que la Iglesia Católica.

Esta confesionalidad consecuente de todos los pueblos y de su organización política regional, nacional y mundial será posible con los medios que aporta la Iglesia, y la aceptación de estos medios, en particular la autoridad de la Iglesia en materias morales como infalible, que es lo que define a los Estados confesionales.

Está anunciado en muchos lugares que se trata de todas las naciones:

Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
(Jer 3, 15-17).

De lo que se trata es de "la coherencia entre fe y vida, entre evangelio y cultura, recordada por el Concilio Vaticano II". Ser católicos y obrar en consecuencia, en la esfera privada y en la pública, individual y colectivamente, cada persona y la sociedad entera, la Cristiandad futura

Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola, y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más). Vino el reino de Dios, proclamado e iniciado, incoado, aunque todavía no consumado, universalizado, generalizado, asumido, profesado y vivido por todos y cada uno y por la sociedad entera.

Las naciones están llamadas a la santidad y a ello se encaminarán en la Cristiandad futura....


-------------------

La Ascensión visible de Jesús a los Cielos es una prueba que dió Él, el Verbo hecho carne, de Su presencia real en la Eucaristía
(Jn 6,48-62)

«Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
(Jn 6,48-62)


utEl Reinado de Jesucristo por la misericordia de su Sagrado Corazón...

La plena implantación del reinado de Jesucristo en el mundo

La segunda venida de Jesucristo tendrá como consecuencia, entre otras, el triunfo de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y no al revés. No es a consecuencia de un triunfo debido a un proceso de crecimiento de la Iglesia como se producirá la consumación en la tierra del Reinado Social de Jesucristo por su misericordia y la consiguiente época profetizada de paz y prosperidad en la Iglesia (CIC 677, 673, 672, 675, 674). Este Reinado ha de venir ciertamente. Y será consecuencia de la segunda venida de Jesucristo, que producirá con su manifestación gloriosa la liquidación de la apostasía y el hundimiento del régimen anticristiano, que ahora ya domina y que aún llegará a imperar de forma total.

La segunda venida de Cristo, en gloria y poder, no será precedida, sino seguida por la conversión de Israel, porque será consecuencia suya. Aunque ya algo antes de la segunda venida de Jesucristo se producirá por su gracia misericordiosa la conversión de algunos judíos (Ap 3,9), en la época de la Iglesia de Filadelfia, nuestra época.

«Te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que "vayan a postrarse delante de tus pies" (Is 45,14), para que sepan "que yo te he amado" (Is 60,14)».
(Ap 3,9)

Tras la quiebra de la apostasía y el hundimiento del imperio anticristiano a consecuencia de la Parusía de Jesucristo, vendrá sin obstáculo el proceso de recristianización mediante el auge de la devoción a la Virgen María y de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El triunfo de estas devociones tras la segunda venida de Jesucristo traerá la implantación consumada del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en la Tierra como aseguran respectivamente san Luis María Grignon de Monfort y el padre Ramón Orlandis, SJ:

“La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo (...) Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido”
(San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, cap. III titulado María en los últimos tiempos de la Iglesia).

"Como consecuencia del triunfo de esta devoción ha de venir la época profetizada de paz y prosperidad en la Iglesia, coincidente con el Reinado Social de Jesucristo"
(El padre Orlandis explicando la devoción al sagrado Corazón en la fiesta de Cristo Rey del 25 de octubre de 1942).

El reinado de Cristo Rey en las almas, en los corazones, la dimensión personal del reinado del Sagrado Corazón, que es la primordial por cierto, se produce ya plenamente en algunos como consecuencia de la devoción al Sagrado Corazón. Y ésta sí que llega a su plenitud en las almas a las que Jesús se la concede ya en esta época anterior a su segunda venida.

La dimensión social del reinado del Sagrado Corazón llegará a su plenitud y consumación en el mundo tras la Parusía, la segunda venida gloriosa de Jesucristo, porque es consecuencia de la Parusía; y así será implantado su reino consumado en el mundo por la propia acción misericordiosa de Jesucristo, como es implantado por Él en cada uno de los que le aman.

--------------------

El reinado de Cristo Rey en cada alma, la dimensión personal del reinado del Sagrado Corazón, que es la primordial por cierto, se produce ya plenamente como consecuencia de la devoción al Sagrado Corazón. Y ésta sí que llega a su plenitud en las almas a las que Jesús se la concede ya en esta época anterior a su segunda venida.

La dimensión social del reinado del Sagrado Corazón llegará a su plenitud y consumación en el mundo tras la Parusía, la segunda venida gloriosa de Jesucristo, porque es consecuencia de la Parusía; y así será implantado su reino consumado en el mundo por la propia acción misericordiosa de Jesucristo, como es implantado por Él en cada uno de los que le aman.

Santa Teresita vivía este reinado pleno de Jesús en su alma y atribuía este título de rey a Jesús para expresar esta dimensión primordial del reinado de Cristo Rey

«Yo no veo el Sagrado Corazón como todo el mundo. Pienso que el Corazón de mi Esposo es para mí sola, como el mío es para Él solo, y le hablo entonces en la soledad de este delicioso corazón a corazón esperando contemplarlo un día cara a cara» (Carta 122, 14 octubre 1890).

"Desde hacía mucho tiempo, Jesús y la pobre Teresita se habían mirado y se habían comprendido... Aquel día no fue ya una mirada, sino una fusión. Ya no eran dos: Teresa había desaparecido como la gota de agua que se pierde en medio del océano. Sólo quedaba Jesús, él era el dueño, el rey. ¿No le había pedidoTeresa que le quitara su libertad, pues su libertad le daba miedo? ¡Se sentía tan débil, tan frágil, que quería unirse para siempre a la Fuerza divina...!".
(El día de su Primera Comunión. En Historia de un Alma, Manuscrito A, 35 r).

"Todo está ordenado al bien de cada alma" (Historia de un Alma, Manuscrito A, 3r).

Se trata de que cada uno en sí mismo ante todo cumpla el mandato de Jesús de

«Buscar el reino de Dios y su justicia»

Ofreciéndose así a recibir este don de Jesucristo de que reine en la propia persona, ofrecíéndose a ser amado, a recibir con amor el amor de Jesús que derrama su Sagrado Corazón, en llamas de deseo ardiente de amor, como se lo expresó a santa Margarita María de Alacoque en 1674, en la segunda gran revelación de su Sagrado Corazón en la que le llega decir que la ingratitud que recibe de nosotros los hombres, al no recibir con amor su amor, le es mucho más sensible que todo lo que sufrió por nosotros en su pasión y que desea recibir algo de amor por parte nuestra, con tal ansiedad que estimaría poco todo lo que hizo por nosotros, si recibiese sólo ese algo de amor, y que si lo recibiera, aún querría hacer aún más, si ello se pudiera.

---------------

Jesús a santa Margarita María Alacoque le suplicaba que le queramos:

Le refería Jesús a santa Margarita María, en 1674, su exceso de amor a los hombres y que a cambio no recibía de ellos más que ingratitudes:

«Esto, me dijo, me es mucho más sensible que todo lo que sufrí en mi pasión:
»tanto que si me diesen algún retorno de amor,
»yo estimaría en poco todo lo que hice por ellos, y querría, si ello se pudiera, hacer aún más;
»pero no tienen para corresponder a todos mis desvelos por procurar su bien, más que frialdad y rechazo».
(Autobiografía, Cap. V. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 118).
(Bougaud: Histoire de la Bienheureuse Marguerite-Marie, pág. 243).

Y que tengamos compasión de Él y participemos en su dolor

A principios de enero de 1681 se presentó Jesús ante santa Margarita María Alacoque cargado con una cruz, cubierto de heridas, y chorreando sangre, mientras decía la divina víctima con voz dolorosamente triste:

«¿No habrá quien tenga piedad de Mí, y quiera compartir y tener parte en mi dolor, en el lastimoso estado en que me ponen los pecadores, sobre todo actualmente»
( P. A. Hamon, S.I.: Vida de la beata Margarita María. Ed. Subirana, 1916, pág 253).

Jesús a santa Margarita María se le quejaba de que nadie le da descanso en su dolor:

"Se me presentó en figura de Ecce Homo, todo desgarrado y desfigurado, y me dijo:
«No he hallado a nadie que haya querido darme un lugar de descanso en este estado de sufrimiento y de dolor»".
(Fragmentos autobiográficos, V. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 198).

Y se le quejaba de que nadie se esfuerce en apagar su sed de ser amado en el Santísimo Sacramento

«Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado de los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume; y no hallo nadie que se esfuerce, según mi deseo, en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor».
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croiset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 464).

Estas palabras de Nuestro Señor están recogidas en la Bula de canonización por Benedicto XV de santa Margarita María Alacoque de 13 de mayo de 1920, como percibidas por ella en 1674:

«Siti excrucior, ut in sanctissimo Sacramento me homines colant: at nullus fere mortalis inventus est, qui restinguere sitim meam conetur et amori meo respondere».

«Me atormenta la sed de ser honrado por los hombres en el Santísimo Sacramento; mas casi ningún mortal se ha encontrado que se esfuerce en apagar mi sed y responder a mi amor».

[Se puede ver y copiar
aquí la Bula de canonización tomada de AAS 1920, págs. 486-514, http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-12-1920-ocr.pdf]
[Y una traducción a partir del libro de Hilario Marín, S. I., Los Papas y el Sagrado Corazón de Jesús, 1961, págs. 382-395; y de la traducción que viene en el tomo III de la Vida y Obras de Santa Margarita María Alacoque de Mons. Gauthey. Primer Monasterio de la Visitación. Madrid. 1921].

...Malentendidos sobre la Parusía...INDEX .