....ORACIONES
Dolores y gozos de san José
Antífona (para todos los días):
¡Oh feliz Varón, bienaventurado José!,
a quién le fue concedido no sólo ver y oir al Hijo de Dios, a
quién muchos quisieron ver y no vieron , oir y no oyeron, sino
también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo.
V: Rogad por nosotros bienaventurado San José.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro
Señor Jesucristo. Amen.
PRIMER DOMINGO
Oh castísimo esposo de María, glorioso San José:
qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la
perplejidad en que estabais, sin saber si debíais abandonar o no
a vuestra esposa sin mancilla.
Pero cuál no fue también vuestra alegría, cuando el ángel
reveló el gran misterio de la Encarnación.
Por ese dolor y gozo, os pido consoléis nuestro corazón ahora y
en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y
de una santa muerte, semejante a la vuestra, asistidos de Jesús
y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
SEGUNDO DOMINGO
Oh bienaventurado patriarca glorioso San José, escogido para ser
padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre:
el dolor que sentisteis, viendo nacer al Niño Jesús en tan gran
pobreza,
se cambio de pronto en alegría celestial al oír el armonioso
concierto de los ángeles, y al contemplar las maravillas de
aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos que después del
camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los
ángeles, y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
TERCER DOMINGO
Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San
José:
la sangre preciosísima que el redentor derramó en su
circuncisión os traspasó el corazón,
pero el nombre de Jesús, que entonces se le impuso, os confortó,
llenándoos de alegría.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos el vivir alejados de
todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de
Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
CUARTO DOMINGO
Oh santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de
nuestra redención, glorioso San José:
aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que
debían pasar Jesús y María, os causó dolor a par de muerte,
sin embargo, os llenó también de alegría, anunciándoos al
mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa, que de ahí
se seguiría para un gran número de almas.
Por ese dolor y por ese gozo, conseguidnos ser del número de los
que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la
bienaventurada Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
QUINTO DOMINGO
Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho
hombre, glorioso San José:
cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del
Altísimo, particularmente en vuestra huída a Egipto,
pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre
con vos al mismo Dios, y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre
de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las
ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo
de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María,
vivamos tan sólo para ellos, y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
SEXTO DOMINGO
Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar
al Rey de los Cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos;
aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor de
Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel
vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos la gracia de
desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo; de poseer la paz
de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María, y de
morir también asistidos de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
SÉPTIMO DOMINGO
Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que, habiendo
perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante
tres días con profundo dolor,
hasta que lleno de gozo le encontrasteis en el Templo, en medio
de los doctores.
Por este dolor y gozo os suplicamos, con palabras salidas del
corazón, intercedáis en nuestro favor, para que no nos suceda
jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Mas si por
desgracia le perdiéramos, haced que le busquemos con tal dolor,
que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo
en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar
eternamente con Vos sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
FINAL (para todos los días):
Acordaos, oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío
San José,
que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno
solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado
vuestro auxilio.
Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a
Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor.
No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente.
Amén.
Oración: Oh Dios, que por
providencia inefable os dignasteis escoger al bienaventurado
José para esposo de vuestra Santísima Madre:
os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la
tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por
intercesor en los cielos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria, por las
intenciones del Papa.
Para ganar las indulgencias se debe, además, aborrecer del todo
el pecado y confesar y comulgar en los veintiún días anteriores
o posteriores.