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«Pío XII salvó más judíos que Schindler», «El pueblo judío no tuvo amigo más grande», asegura el historiador hebreo David Dalin

ReL Antonio Gaspari/Zenit 11 julio 2011

A pesar de las polémicas, historiadores judíos siguen certificando con documentos en la mano la gran labor de Pío XII y de la Iglesia católica en la salvación de miles de vidas de judíos perseguidos por los nazis. Así lo demuestran los estudios de «Pueblo Elegido».

Nada menos que 700.000 hebreos fueron salvados por la acción caritativa de la Iglesia son las cifras que manejan los historiadores del «Pueblo Elegido» para demostrar la gran altura moral y humanitaria del Papa Pacelli. Una declaración de un prestigioso historiador hebreo ha sacudido de nuevo el debate sobre la actuación de la Iglesia durante el Holocausto: «Durante el siglo XX el pueblo judío no tuvo un amigo más grande», ha declarado David Dalin (en la foto), para a continuación afirmar: «Durante la Segunda Guerra Mundial, Pío XII salvó más vidas de judíos que cualquier otra persona, incluso más que Raoul Wallenberg o Oskar Schindler».

- Usted ha calificado de revisionistas a los historiadores que han criticado al Papa Pío XII, ¿por qué?

- Hoy día existe una nueva generación de periodistas empeñada en desacreditar los documentados esfuerzos de Pío XII por salvar a los judíos durante el Holocausto. Esta generación se ha inspirado en la obra teatral «El Vicario», de Rolf Hochhuth, que no tiene valor histórico, pero que lanza polémicas acusaciones contra este Papa. Sin embargo, los detractores de Eugenio Pacelli ignoran o eliminan el estudio iluminador de Pinchas Lapide, quien fue cónsul general de Israel en Milán y que había se había encontrado con muchos judíos italianos que sobrevivieron al Holocausto. Lapide documenta cómo Pío XII favoreció la salvación de al menos 700.000 judíos de manos de los nazis. Ahora bien, según otro cálculo, esta cifra se eleva a 860.000.

Tergiversaciones

- ¿Qué es lo que hizo el Pío XII a favor de los judíos?

- Tenemos mucha documentación que demuestra que no se quedó ni mucho menos en silencio, es más, habló en voz alta contra Hitler y casi todos vieron en él a un opositor del régimen nazi. Durante la ocupación alemana de Roma, Pío XII dio secretamente instrucción al clero católico para que salvara a todas las vidas humanas posibles, con todos los medios. De este modo, salvó a miles de judíos italianos de la deportación. Mientras el 80 por ciento de los judíos europeos murieron en aquellos años, el 80 por ciento de los judíos italianos fueron salvados. Sólo en Roma, 155 conventos y monasterios ofrecieron refugio a unos cinco mil judíos. En un cierto momento, al menos tres mil se salvaron en la residencia papal de Castel Gandolfo, librándose así de la deportación en los campos de concentración alemanes. Siguiendo las directas instrucciones de Pío XII, muchos sacerdotes y monjes favorecieron la salvación de centenares de vidas de judíos, poniendo en peligro su misma vida.

- Pero el Papa nunca denunció en público las leyes antisemitas.

- Su silencio fue una eficaz estrategia orientada a proteger al mayor número posible de judíos de la deportación. Una denuncia explícita y dura contra los nazis por parte del Papa hubiera sido una invitación a la represalia, y hubiera empeorado las disposiciones hacia los judíos en toda Europa. Ciertamente podría preguntarse: ¿qué podía ser peor que el exterminio de seis millones de judíos? La respuesta es sencilla y terriblemente honesta: el asesinato de otros centenares de miles de judíos. Los obispos católicos que procedían de los países ocupados aconsejaron a Pacelli que no protestara públicamente contras las atrocidades cometidas por los nazis.

Tenemos pruebas de que, cuando el obispo de Münster quiso pronunciarse en contra de la persecución de los judíos en Alemania, los responsables de las comunidades judías de su diócesis le suplicaron que no lo hiciera, pues hubiera provocado una represión más dura contra ellos».

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El rabino Dalin relata cómo Pío XII salvó a los judíos de los nazis

Álvaro de Juana ReL 10.08.2010

Las dudas han sido despejadas gracias a la ardua investigación del rabino David G. Dalin, profesor de Ciencias Políticas e Historia en Ave Maria University en Naples, Florida; y articulista en varias publicaciones. Su investigación la ha resumido en «El mito del Papa de Hitler. Cómo Pío XII salvó a los judíos de los nazis», de Ciudadela.  

Eugenio Pacelli, nació en Roma en 1876 y tras estudiar derecho canónico, se convirtió en uno de los consejeros papales de mayor confianza. «Durante la Primera Guerra Mundial, Pacelli fue nombrado nuncio papal en Baviera» y más tarde arzobispo, explica el rabino G. Dalin, que destaca además, la amistad que tuvo con el judío Bruno Walter, director de orquesta de la Ópera de Munich, quien «posteriormente se convirtió al catolicismo». Éste «fue uno de los muchos judíos a los que Eugenio Pacelli ayudó a rescatar», explica en el libro.  

Profetas falsos y diabólicos

Una de los asuntos que más critica el rabino es el «olvido» que algunos detractores de Pío XII parecen tener con respecto a esta clase de hechos. Entre estos destaca John Cornwell, autor de «El Papa de Hitler», publicado en 2000, trata de demostrar que Pacelli fue antisemita. Sin embargo la historia pone a cada uno en su sitio y G. Dalin lo demuestra: «Pacelli fue el primer Papa en asistir, en su juventud, a una comida de sabbat en un hogar judío y en haber discutido de modo informal, con miembros eminentes de la comunidad judía de Roma, sobre temas de teología judaica». «En 1935, en una carta abierta al obispo de Colonia, el ya cardenal Pacelli llamó a los nazis «falsos profetas con la soberbia de Lucifer». Ese mismo año, «atacó a las ideologías poseídas por la superstición de la superioridad de raza o de sangre», revela el libro. Según confesó a sus amigos, «los nazis eran diabólicos» y «Hitler está completamente obsesionado». «Todo lo que no le resulta útil lo destruye; este hombre es capaz de pisotear cadáveres».  

Además, G. Dalin, subraya unas palabras que Pacelli pronunció en una reunión con el antinazi Dietrich von Hildebrand: «No hay reconciliación posible entre el cristianismo y el racismo nazi».  

Durante su purpurado, Pacelli fue conocido por los nazis como un cardenal «amigo de los judíos»; la animadversión nazi creció con su elección papal en 1939. Ya desde el comienzo de su pontificado, «respondió a un decreto antisemita otorgando cargos en la Biblioteca Vaticana a varios de los eruditos judíos rechazados por el régimen», confirma el rabino. Su primera encíclica, «Summi Pontificatus», abogaba por «la paz, rechazaba de forma expresa el nazismo y mencionaba de manera explícita a los judíos». Más aún: «Durante la Segunda Guerra Mundial, Pío XII habló en favor de los judíos europeos y urgió a los obispos a salvar a los judíos y a otras víctimas de la persecución nazi».  

Una de sus mayores acciones en su favor ocurrió «durante la ocupación nazi en Roma, cuando tres mil judíos encontraron refugio al mismo tiempo en la residencia papal de verano de Castel Gandolfo», convirtiéndose «los apartamentos privados de Pío XII en una especie de clínica obstétrica temporal».  

La comunidad judía, no ajena a la labor del pontífice, elogió al Papa en multitud de ocasiones. En 1958, al morir Pío XII, daría comienzo una enorme corriente de organizaciones y periódicos semitas que rendirían tributo al bien llamado, poco más tarde, «justo entre las naciones».