Crónica del siglo XXI
La crisis económica iniciada
en 2007
Comienzo de la crisis económica mundial de 2007
EEUU sufrirá la peor recesión económica desde la crisis del petróleo de los años 70
LD (M. Llamas) 17-10-2008
Wall Street ya ha ofrecido su veredicto sobre la salud de la economía estadounidense con la mayor caída bursátil desde 1987. ¿La razón? EEUU entrará en recesión, pese al rescate bancario, según el propio presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Sin embargo, la gravedad estriba en que el país se enfrenta a la peor recesión de los últimos 40 años. JPMorgan prevé una "recesión severa" si el precio de los pisos cae un 37% desde sus máximos. Los analistas avanzan una caída real de hasta el 50% en 2009.
EEUU se enfrenta, por el momento, al peor escenario económico del último medio siglo. Las autoridades estadounidenses transmiten con cuenta gotas a la población la realidad de la situación económica a la que se enfrenta la primera potencia mundial, conocedoras del grave declive que está a punto de acontecer.
Así, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, advirtió este miércoles que la aprobación de los rescates y nacionalizaciones bancarias, en un intento desesperado por estabilizar el sistema financiero, no garantizan la "recuperación económica" del país. El mensaje fue recibido con una nueva caída histórica en la bolsa de Nueva York. Sin embargo, los datos sobre el escenario futuro vaticinan nuevos desplomes bursátiles, ya que el decrecimiento económico será mucho más grave de lo que está dispuesto a reconocer el Gobierno de EEUU. Así, la presidenta de la Reserva Federal de San Francisco, Janet Yellen, dijo el miércoles que la economía norteamericana "parece estar en recesión" como resultado de la crisis financiera. En un discurso en Palo Alto (California), Yellen señaló que "en estos momentos, virtualmente todos los sectores de la economía han sido golpeados por el impacto financiero".
EEUU ya está en recesión
Admitió que la economía de EEUU se ha mostrado mucho más débil que lo que se esperaba en el tercer trimestre del año y "probablemente" mostrará que no se produjo ningún crecimiento en ese período. "El crecimiento en el cuarto trimestre del año será todavía más débil y es muy probable una contracción", pronosticó. De este modo, se confirma la virtualidad, o cuasi engaño, del crecimiento económico que ofrecían los indicadores oficiales, tal y como avanzó Libertad Digital. Y es que, la caída del PIB se inició a finales de 2007, ya que la devolución de impuestos aprobada por el Gobierno de Bush logró maquillar hasta cierto punto las cifras.
Por ello, los expertos no se tragaron el sorprendente crecimiento que registró la economía estadounidense en el segundo trimestre del año. Llegados a este punto, y una vez que las autoridades han reconocido el riesgo de recesión (dos trimestre consecutivos con tasas negativas del PIB), la cuestión clave radica en saber la intensidad de la crisis.
JPMorgan avanza una crisis "severa" para EEUU
En este sentido, un reciente estudio elaborado por JPMorgan, al que ha tenido acceso este periódico, avanza 3 escenarios posibles. Y ello, en función de la caída que experimenten los precios inmobiliarios del país, que ha servido de base durante los últimos años para conceder un inmenso volumen de hipotecas e inflar, al mismo tiempo, unos activos crediticios cuyo derrumbe se está produciendo en estos momentos. Según el informe de la entidad, la economía de EEUU sufrirá un recesión clásica (en forma de V) si el precio medio de la vivienda a nivel nacional cae hasta un 25% desde sus valores máximos. En un segundo escenario, la recesión será "más profunda" (en forma de U) si la depreciación es del 28% en términos nominales.
Por último, augura una "recesión severa" (en forma de L o, lo que es o mismo, un mínimo de año y medio de caída del PIB) en caso de que el derrumbe de precios sea del 37%. La tasa de desempleo sería del 7%, 7,5% y 8%, en función de cada una de las previsiones.
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400.000 MILLONES DE CRÉDITOS DUDOSOS EN LA BANCA
La economía española se enfrenta a una crisis similar a la de Japón o Argentina
LD (L. Ramírez) 15-10-2008
España se enfrenta a un panorama desalentador en materia social y económica. Aunque el Gobierno defienda que la caída de la actividad se transformará pronto (en un año) en una vuelta al crecimiento, la ausencia de políticas económicas que modifiquen el patrón productivo generará una crisis larga y duradera, similar a la de Japón, y con similitudes a la que todavía sufre Argentina.
Un déficit exterior endémico, con una sobrevaloración de los activos inmobiliarios, una baja productividad, un mercado laboral demasiado rígido, mercados intervenidos que no facilitan la libre competencia y un enorme endeudamiento de las familias y las empresas (que ahora será acompañado por una mayor deuda del Estado), son los principales factores que lastrarán el crecimiento del PIB en los próximos años.
Las medidas aprobadas por el Gobierno para inyectar liquidez en los bancos y cajas de ahorros con un coste total que, de momento, roza el 15% del PIB- sólo solucionarán los problemas financieros en el corto plazo, sin sentar las bases para que la recuperación de la economía real, es decir, la de las familias y las empresas que son, al fin y al cabo, los colectivos de los que depende la bonanza económica.
Así lo expresaron los economistas que participaron este miércoles en la XIV reunión del Observatorio Económico de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que en esta ocasión estuvo centrada en la crisis financiera internacional y sus repercusiones en la economía española.
Esta edición contó con la participación de Juan Velarde, catedrático de Economía y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales; Jaime Requeijo, catedrático de Economía aplicada; Fernando Fernández, rector de la Universidad Antonio de Nebrija; Luis de Guindos, ex secretario de Estado de Economía; y Alberto Recarte; economista y presidente de Libertad Digital.
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Bush afirma que habrá un plan "sustancial" de rescate financiero
- El presidente de EEUU reiteró en una declaración desde la Casa Blanca su petición de que se aprueben las medidas de rescate valoradas en 700.000 millones de dólares
- Continúan las negociaciones en el Congreso para lograr un programa que reciba el apoyo tanto de demócratas como de republicanos
AGENCIAS. Washington (Estados Unidos) Viernes, 26 de septiembre de 2008
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó hoy que pese a los desacuerdos en el Congreso, habrá un plan "sustancial" de rescate financiero. El presidente hizo la afirmación en una declaración desde la Casa Blanca, pocos minutos después de la apertura de la bolsa en Nueva York, donde el índice Dow Jones de Industriales cayó el 1,21 por ciento tan pronto como empezó la sesión.
Los analistas reaccionaron así a la falta de consenso sobre el plan de rescate financiero y al derrumbe del banco Washington Mutual (WaMu), que es la última víctima de una larga lista de instituciones que se han hundido por la crisis.
El presidente reiteró su petición a la Legislatura de que apruebe una serie de medidas de rescate valoradas en 700.000 millones de dólares, después de que el jueves una minoría de legisladores republicanos detuviera un principio de acuerdo sobre el tema.
Bush reconoció que hay "desacuerdos" sobre algunos aspectos de la propuesta de su Gobierno y explicó que eso es algo normal cuando se trata de un plan de esa magnitud. "Se escuchará a los legisladores", dijo.
Sin embargo, indicó que "no hay desacuerdo sobre el hecho de que se debe hacer algo sustancial".
"Tenemos que actuar rápidamente", urgió el mandatario.
El jueves, Bush recibió en la Casa Blanca a los líderes del Congreso y a los candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, pero la reunión, en lugar de acabar en un acuerdo, puso de manifiesto las diferencias respecto al plan.
Hoy continúan las negociaciones en el Congreso para lograr un programa que reciba el apoyo de ambos partidos.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, subrayó hoy que "el acuerdo tiene que alcanzarse" y aseguró que espera que se produzca "en las próximas 24 horas".
En su intervención, Bush manifestó que el proceso legislativo "a veces no es muy bonito", pero insistió en que habrá un plan de rescate "sustancial".
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La minoría republicana frena el plan de crisis de Bush
- Los opositores defienden el libre mercado y rechazan la intervención del Gobierno de EEUU
- Hoy seguirán las negociaciones para tratar de sacar adelante la propuesta para frenar la crisis financiera
AGENCIAS. Washington (EE UU) Viernes, 26 de septiembre de 2008
Una minoría de legisladores republicanos emergió hoy como el principal impedimento para la aprobación del plan de rescate financiero en EE.UU., después de que un grupo bipartidista alcanzara un principio de acuerdo sobre el tema. El día comenzó con gran optimismo, puesto que un grupo de congresistas de los comités clave de ambas cámaras se puso de acuerdo en las grandes líneas que debería incluir el programa final, que reflejan cambios importantes respecto a la propuesta original de la Casa Blanca.
No obstante, a lo largo del día una minoría de republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes, dejó claro su rechazo, porque una intervención de tal magnitud choca con su creencia en el libre mercado.
Para avanzar las negociaciones, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, recibió hoy a los líderes de ambas cámaras y a los candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain.
Sin embargo, el encuentro no dio ningún fruto tangible. Al contrario, los republicanos de la Cámara Baja pusieron sobre la mesa un plan totalmente diferente, que propone que el Gobierno ofrezca seguros a los bancos sobre la deuda de mala calidad, en lugar de comprarla directamente.
Richard Shelby, el senador republicano de mayor rango en el Comité de Banca, fue contundente a su salida de la reunión: "No tenemos un acuerdo. Todavía hay un montón de opiniones".
Tanto Mitch McConnell, el líder de los republicanos en el Senado, como John Boehner, el jefe del partido en la Cámara Baja, refrendaron la falta de acuerdo.
Bush, por su parte, dijo esperar que se pueda llegar a un acuerdo "muy pronto".
El demócrata Christopher Dodd, que preside el Comité de Banca del Senado, mostró su descontento con los obstáculos que están poniendo los republicanos, y aseguró en declaraciones a la CNN que, con su postura, no buscan "un rescate financiero, sino una operación de rescate de la campaña de John McCain".
Por su parte, Obama advirtió de que la presencia de los candidatos en las "delicadas" conversaciones "puede crear más problemas, en lugar de resolverlos".
McCain suspendió esta semana sus actos de campaña para participar en las negociaciones del paquete y ha pedido que se aplace el debate con Obama previsto para mañana.
Después de la reunión en la Casa Blanca, los negociadores del Congreso se reunieron con el secretario del Tesoro, Henry Paulson, para intentar reavivar las negociaciones.
El programa usará un máximo de 700.000 millones de dólares para adquirir títulos de mala calidad a los bancos, principalmente vinculados a hipotecas, que así podrán sanear sus balances y volver a prestar dinero.
El principio de acuerdo anunciado hoy propone autorizar al departamento del Tesoro el uso inmediato de 250.000 millones de dólares y otros 100.000 millones si los necesita.
El Congreso podría retener los otros 350.000 millones si no estuviera satisfecho con el desempeño del programa.
Paulson ha dicho que fraccionar el valor total sería "un grave error", pues el objetivo es dar confianza a los mercados con una dotación contundente de fondos.
El principio de acuerdo también prevé crear un consejo para supervisar el programa y pone límite a los salarios de los ejecutivos de las empresas que se beneficien con la ayuda.
Además, obliga al Tesoro a renegociar las hipotecas que adquiera para ayudar a que no pierdan su casa los propietarios con problemas para pagar las letras.
El plan también estipula que los contribuyentes deberán recibir acciones de las empresas a las que ayuden, para beneficiarse de su recuperación.
Los republicanos y demócratas que negociaron el principio de acuerdo lo anunciaron con gran optimismo.
"Preveo que tendremos un plan que pueda ser aprobado por la Cámara Baja y el Senado, y ser firmado por el presidente y que traiga un sentimiento de certidumbre a esta crisis", afirmó por la mañana el senador republicano Robert Bennett.
Los mercados reaccionaron con júbilo ante el anuncio y el Índice Dow Jones cerró la sesión con una subida de un 1,8 por ciento, tras haber estado a la baja el resto del día.
Eso fue antes de que la minoría republicana recalcitrante expresara su rechazo.
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La reunión en la Casa Blanca sobre el plan de rescate concluye sin acuerdo
- A la reunión habían acudido los candidatos John McCain y Barack Obama
- El líder republicano en el Senado rechazó el acuerdo anunciado por otros líderes del Congreso
- Los puntos discordantes eran la protección del dinero del contribuyente y un mecanismo de supervisión del programa
CÉSAR MUÑOZ ACEBES . EFE. WASHINGTON Viernes, 26 de septiembre de 2008
La esperada reunión en la Casa Blanca para cerrar un pacto sobre el plan de salvamento para la economía estadounidense concluyó hoy sin acuerdo, según relataron varios de los asistentes. Richard Shelby, líder republicano en el comité bancario del Senado, dejó claro que no existe aún un acuerdo y que lo anunciado en la mañana de hoy por otros líderes del Congreso no es válido. "Ese acuerdo es obviamente un 'no acuerdo'".
El senador representa al sector más conservador del Partido Republicano, que se opone por principio a la intervención del gobierno en el mercado.
La reunión, convocada por el presidente George W. Bush, fue calificada de histórica por los medios estadounidenses. A ella asistieron el propio Bush, los dos candidatos a sucederlo, John McCain y Barack Obama, y los líderes de ambos partidos en el Congreso.
En principio se preveía que al menos Obama y McCain hablasen al final de la reunión, pero los dos se marcharon de la Casa Blanca sin encontrarse con la prensa. Los portavoces de los líderes demócratas en el Congreso y en el Senado, Nancy Pelosi y Harry Reid, confirmaron que aún no existe un acuerdo y que las negociaciones siguen abiertas.
El gobierno del presidente George W. Bush presentó a comienzos de semana un plan que consistía básicamente en gastar 700.000 millones de dólares del erario público en adquirir los valores "tóxicos" que están lastrando los mercados, especialmente los inmobiliarios.
Numerosos congresistas de ambos partidos mostraron sus reticencias al plan. Muchos de ellos reclamaron que el Congreso vigile cómo se gasta el dinero, que se compense también a los ciudadanos que perdieron sus viviendas, que Wall Street devuelva el dinero cuando lleguen tiempos mejores y que no se gaste dinero público en pagar multimillonarios despidos a los ejecutivos de las grandes compañías ahora en problemas.
Además, Shelby exhibió hoy a la salida de la Casa Blanca una declaración firmada por 44 economistas de reconocido prestigio de Estados Unidos que aseguran que el plan del gobierno "es un mal plan que no resolverá los problemas".
El líder republicano en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, fue algo más conciliador y aseguró creer que "existe consenso sobre cómo seguir adelante".
Hoyer reveló que en la reunión Obama se mostró "más concreto y específico", mientras que McCain fue "más breve".
Antes de comenzar la reunión, el presidente Bush insistió en la necesidad de aprobar un plan "lo antes posible". "Estaremos en una seria crisis económica en el país si no aprobamos esta legislación".
Teóricamente, el Congreso debe comenzar sus vacaciones mañana, pero es probable que prolongue sus sesiones para aprobar el plan que resulte de las negociaciones.
Hoyer explicó que ya advirtió a sus compañeros de partido que se preparen para quedarse en Washington el tiempo que sea necesario. "Los miembros del Congreso deben estar preparados para estar aquí el sábado, el domingo, la próxima semana o la siguiente".
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George W. Bush: "Estamos en medio de una grave crisis financiera"
- El presidente norteamericano advirtió que si no se aprueba el plan de emergencia, el país entrará en recesión
- El plan de rescate de 700.000 millones de dólares fue propuesto para sacar de apuros a las entidades financieras con la esperanza de resucitar los mercados de crédito
AGENCIAS. Washington (Estados Unidos) Jueves, 25 de septiembre de 2008
El presidente estadounidense, George W. Bush, confirmó ayer, hora de USA, madrugada de hoy, hora de Europa, que Estados Unidos se encuentra en medio de una grave crisis financiera, al tiempo que trató de convencer a los norteamericanos a que respalden un plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares para sacar de apuros a las entidades. "Estamos en medio de una grave crisis financiera y el Gobierno federal está respondiendo con una acción decisiva", manifestó Bush en un mensaje de emergencia pronunciado esta noche desde la Casa Blanca.
En ese sentido, el mandatario estadounidense alertó de que "el mercado no está funcionando apropiadamente", hay una importante pérdida de confianza, los sectores más relevantes están en riesgo, y más bancos podrían declararse en bancarrota y provocar una recesión en la economía estadounidense", agregó Bush.
"Soy un fuerte defensor del libre mercado, así pues mi instinto natural es oponerme a la intervención del Gobierno", aseguró Bush. Pero "estas no son circunstancias normales. El mercado no está funcionando correctamente. Ha habido una enorme pérdida de confianza", remarcó.
El mandatario insinuó que de no aprobarse este plan, Estados Unidos entrará en recesión. "No podemos dejar que esto suceda", manifestó, e hizo un llamamiento al Congreso para que apruebe con urgencia el plan de rescate. "Sin una acción inmediata del Congreso podría comenzar a reinar el pánico en América".
El plan de rescate de 700.000 millones de dólares (473.047 millones de euros) fue propuesto para sacar de apuros a las entidades financieras y con la esperanza de resucitar los mercados de crédito, moribundos por una masiva deuda vinculada con las hipotecas.
"El Gobierno es la única institución que puede comprar los activos ilíquidos y mantenerlos hasta que los precios vuelvan a la normalidad", agregó.
Intervención de Obama y McCain
Poco antes de que Bush lanzara su mensaje de emergencia, los candidatos a la presidencia dieron a conocer una declaración conjunta instando a los legisladores estadounidenses a cooperar y alcanzar un acuerdo de rescate financiero para evitar "una catástrofe económica".
En una declaración de tres párrafos dada a conocer por McCain, el candidato republicano a la Presidencia, y su rival demócrata Obama, dijeron que era el momento para que ambos partidos se unan por el bien del pueblo estadounidense.
"Este es un momento para elevarse sobre la política por el bien del país", indicó la declaración. "No podemos arriesgarnos a una catástrofe económica. Ahora es nuestra oportunidad de unirnos para probar que una vez más Washington es capaz de liderar a este país".
Obama, por su parte, aseguró en un comunicado lanzado por el equipo de su campaña, que tanto él como McCain consideran que el plan de rescate debe ser aprobado sin ninguna enmienda adicional.
Reunión con congresistas
Los demócratas y republicanos se reunirán hoy con los miembros del Congreso en la Casa Blanca a las 10:00 de la mañana (16:00 hora peninsular) para redactar el proyecto de ley bipartidista definitivo sobre el rescate financiero de Wall Street, informó ayer una fuente demócrata.
En ese sentido Bush telefoneó a Obama para invitarle al encuentro de hoy con miembros del Congreso para forjar un plan de rescate financiero. "Hace unos momentos, el presidente Bush llamó al senador Obama y le pidió que asistiera a una reunión mañana en Washington, lo que él aceptó", indicó el portavoz de Obama, Bill Burton.
En ese sentido, la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, afirmó que trabajar de forma bipartidista "nos ha hecho progresar". "Estamos de acuerdo en que los aspectos claves deben llevarse a cabo bajo la propuesta de la administración. Debe incluir un punto de vista riguroso e independiente (...) y protección para los contribuyentes", asestó.
Asimismo, la gobernadora de Alaska, Sara Palin, dijo durante su intervención en la cadena estadounidense CBS, que "no necesariamente vamos a acabar en otra Gran Depresión. Pero debemos reaccionar, los dos partidos más importantes del país deben llevar a cabo esfuerzos", aseveró.
"El Congreso no debe resignarse a señalar con el dedo a un determinado punto u otro, sino que debe tomar acción, y concienciarse de las reformas que deben llevarse a cabo en Wall Street", apuntó la candidata republicana a la Vicepresidencia estadounidense.
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Obama y McCain emiten un comunicado conjunto para que republicanos y demócratas resuelvan la crisis unidos
- La Comisión de Debates Presidenciales señala que el debate se mantiene para el viernes 26
AGENCIAS. Washington (Estados Unidos) Jueves, 25 de septiembre de 2008
Los aspirantes a la Casa Blanca, el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, emitieron una declaración conjunta que insta a resolver la crisis financiera de manera bipartidista. "El pueblo estadounidense enfrenta momentos de crisis. No importa cómo empezó, todos tenemos la responsabilidad de abordarlo y restaurar la confianza en nuestra economía", dice el texto.
Ante el peligro de perder "los trabajos, ahorros y prosperidad del pueblo estadounidense", los candidatos insisten en que es el momento de unir a "demócratas y republicanos en un espíritu de cooperación" para el bien común.
Con este espíritu, los candidatos se reunen hoy en la Casa Blanca para buscar una solución, aunque la política ya jugó un papel importante en el tira y afloja entre ellos en busca del apoyo del electorado.
McCain, por ejemplo, canceló todos los actos de su campaña para concentrarse en el plan de rescate financiero y pidió que se retrasara el debate que se celebrará este viernes, 26 de septiembre. La campaña del senador de Arizona, incluso, propuso posponer el encuentro para el 2 de octubre, cuando está previsto el debate vicepresidencial entre el demócrata Joe Biden y la republicana Sarah Palin en St. Louis.
Obama, sin embargo, rechazó la petición de su contrincante.
"Ahora es más importante que nunca que los estadounidenses escuchen los planes de la persona que, dentro de unos 40 días, será responsable de lidiar con este desastre", dijo el senador por Illinois en una conferencia de prensa.
Incluso la Comisión de Debates Presidenciales señaló que el debate se llevaría a cabo como estaba previsto. "Nuestra misión es proporcionar un foro en el que el público tenga la oportunidad de oír a los candidatos a la presidencia debatir asuntos importantes que afronta la nación. Creemos que el público recibirá un buen servicio llevando adelante todos los debates según lo previsto", manifestó la comisión en un comunicado.
La petición del candidato republicano causó gran controversia entre comentaristas políticos. Algunos comediantes, como David Letterman, lo criticaron duramente. "¿Qué va a hacer si es electo? ¡¿Va a suspender su presidencia?!", bromeó después que McCain le cancelara la entrevista prevista para el miércoles en la noche.
Para los demócratas además, la petición de McCain es claramente una estrategia política en momentos en que las encuestas de opinión señalan que la crisis económica le dio un impulso a la candidatura de Obama.
Según un sondeo publicado el miércoles por The Washington Post y la cadena ABC, un 52 por ciento de los potenciales electores se inclina ahora por el aspirante presidencial demócrata contra un 43 por ciento a favor del republicano McCain.
Esta encuesta demuestra que la economía será la prioridad del electorado y en este sentido un 53 por ciento dijo confiar más en la respuesta del demócrata al problema, contra 39 por ciento del republicano.
Pese a estas acusaciones, la campaña de John McCain insiste en que pedir el aplazamiento del debate sólo demuestra el interés del senador de Arizona por solucionar el problema. El mismo candidato dijo que "si no actuamos, cada esquina de nuestro país se verá afectada por la crisis".
Rescate con condiciones
El Congreso está analizando una propuesta del gobierno del presidente George W. Bush para un rescate financiero de por lo menos 700.000 millones de dólares que permitiría adquirir los activos "basura" en manos de la banca y así salvarlos de la bancarrota.
La propuesta inicial, dada a conocer por el secretario de Tesoro Henry Paulson, sólo contenía tres páginas y muy pocos detalles sobre cómo se iba a gastar ese dinero, por lo que fue rechazada por el Congreso.
Obama, al igual que McCain, expresó este miércoles la urgencia para llegar a un acuerdo pero advirtió que no apoyaría un paquete que no contenga ciertas condiciones. "No se puede incluir ni un centavo para los ejecutivos bancarios, cuya avaricia nos llevó a esta crisis", enfatizó el senador por Illinois en una conferencia de prensa en Florida.
Las demás condiciones son parecidas a las que pidieron los líderes demócratas en el Congreso, como la creación de un comité de supervisión, que estaría integrado por representantes de ambos partidos. También se propone ayuda para las familias que están a punto de perder sus casas.
"No podemos salvar a Wall Street, sin salvar a las familias en problemas", enfatizó Obama quien dijo que el gobierno tiene que obtener acciones de las empresas y bancos a los que ayude para que los contribuyentes se conviertan en "inversores".
McCain, por ejemplo, insistió en que ningún ejecutivo de estas entidades debe recibir más sueldo del que reciben los funcionarios, que son mucho menos de lo que ganan normalmente en Wall Street.
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Demócratas y republicanos logran un acuerdo sobre el plan de rescate
- El consenso fue posible tras las negociaciones mantenidas por los principales miembros de los comités que supervisan los asuntos financieros de ambas cámaras del Congreso
- Ahora la pelota está en el campo de la Casa Blanca, que deberá decidir si acepta los principios adelantados por los legisladores
AGENCIAS. Washington (Estados Unidos) Jueves, 25 de septiembre de 2008
Los líderes demócratas y republicanos del Congreso llegaron hoy a un acuerdo sobre los principios básicos de un plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares contra la crisis, que ahora deberán negociar con el Gobierno. "Preveo que tendremos un plan que pueda ser aprobado por la Cámara Baja y el Senado, y ser firmado por el presidente y que traiga un sentimiento de certidumbre a esta crisis", afirmó el senador republicano Robert Bennett.
El mismo optimismo manifestó el presidente del Comité de la Banca del Senado, el demócrata Christopher Dodd. "Tengo confianza de que podemos actuar con rapidez" para ratificar el programa, dijo.
Ambos legisladores se encerraron hoy en el Capitolio por más de dos horas junto con sus colegas de los comités con atribuciones financieras de ambas cámaras para poner por escrito un consenso que se ha ido formando en los últimos días.
Ahora la pelota está en el campo de la Casa Blanca, que deberá decidir si acepta los principios adelantados por los legisladores y así garantizarse una aprobación sin tardanza de la ayuda.
Los mercados reaccionaron con júbilo ante el anuncio del acuerdo y el Dow Jones había subido cerca de un 2 por ciento a las 18:30 GMT tras estar a la baja el resto del día.
El entendimiento llegó horas antes de una reunión convocada por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la que pretendía dirimir la incertidumbre sobre el proyecto, y a la que asistirán los líderes del Congreso, así como el candidato presidencial republicano, John McCain, y el demócrata, Barack Obama.
McCain incluso suspendió ayer su campaña para ayudar en las negociaciones, según dijo.
No obstante, Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara Baja, afirmó que tras el acuerdo de hoy "en realidad no hay un punto muerto que haya que romper".
El senador republicano Bob Corker predijo que el Congreso aprobará el proyecto de ley "antes de que abran los mercados el lunes".
El programa prevé el uso de 700.000 millones de dólares, que se obtendrán con emisiones de deuda pública, para la compra de títulos de mala calidad a los bancos, principalmente vinculados a hipotecas, y así puedan sanear sus balances y volver a prestar dinero.
Hoy los indicadores recalcaron una vez más la difícil situación de la economía estadounidense. La demanda de bienes duraderos, como automóviles y electrodomésticos, se derrumbó en agosto, al tiempo que las peticiones de beneficios de desempleo se dispararon.
Además, las ventas de casas nuevas bajaron a su nivel más bajo en 17 años.
Bush alertó el miércoles en un discurso en horario de máxima audiencia de que si el Congreso no actuaba se corría el peligro de un "pánico financiero"
Al mismo tiempo, los legisladores han sentido la ira de los contribuyentes, muchos de los cuales no entienden por qué ellos tienen que salvar a los mismos bancos que han ocasionado la crisis por su mala gestión del riesgo.
Algunos congresistas han dicho recibir miles de correos electrónicos en contra de la serie de medidas y grupos de izquierda tienen previsto 150 actos de protesta en todo el país para hoy.
Uno de ellos pretende cubrir de basura una escultura de bronce de un toro cerca de Wall Street, la cual se convirtió en una representación visual del dinamismo de los mercados, en sus buenas épocas.
La reacción de los votantes ha convencido a los legisladores a exigir a la administración cambios importantes respecto al plan original, que daba potestad casi ilimitada al secretario del Tesoro para usar los 700.000 millones de dólares como considerara oportuno.
Dodd informó hoy de que el principio de acuerdo en el Congreso contempla la creación de un mecanismo de supervisión del programa y pone límite a los salarios de los ejecutivos de las empresas que se beneficien con la ayuda.
Además, los demócratas han insistido en que los contribuyentes reciban acciones de esas compañías.
El Gobierno había dicho que esa medida podría hacer que algunas empresas no participaran en el programa, pero ese argumento no ha calado en un público y un Congreso que miran a Wall Street con asombro y rabia.
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La banca de EEUU se enfrenta a una nueva oleada de pérdidas y quiebras financieras
LD (M. Llamas) 26.09.2008
La agencia de calificación Moody´s estudia rebajar la calidad crediticia de las principales aseguradoras de bonos hipotecarios en EEUU (Ambac y MBIA), tal y como avanzó LD. Un sustancial volumen de activos bancarios depende de las garantías crediticias de ambas entidades. Tal degradación provocará nuevas pérdidas bancarias y agravará la necesidad de captar liquidez. Es decir, nuevas quiebras bancarias a la vista. De hecho, este viernes ha caído Washington Mutual. El mega-rescate de Paulson se quedará corto para evitar el desplome.
Tras la reciente reconversión de Morgan Stanley y Goldman Sachs en bancos comerciales, ahora le toca el turno a las principales aseguradoras de bonos hipotecarios de EEUU (monoline), Ambac y MBIA, tal y como adelantó Libertad Digital. La agencia de calificación Moody´s advirtió la pasada semana que estudia la posibilidad de rebajar el rating (calidad crediticia) de ambas entidades. La nota de las dos aseguradoras de bonos hipotecarios ha sido rebajada en diversas ocasiones desde el estallido de la crisis subprime el pasado año.
Sin embargo, una nueva degradación pondría en serias dificultades la solvencia de las monoline, con el efecto contagio que ello causaría en los balances de un importante número de entidades bancarias estadounidenses. Moody´s advierte de que tal decisión se debe a que las pérdidas que registrarán los valores respaldados por hipotecas subprime serán, en realidad, muy superiores a las previstas inicialmente por la agencia de calificación. Así, la entidad espera que los activos subprime emitidos en 2006 registren, de promedio, unas pérdidas acumuladas próximas al 22 por ciento. Más que la previsión inicial, que oscilaba entre el 14 y el 18 por ciento. De hecho, según Moody´s, el deterioro de este tipo de activos podría, incluso, ascender al 30 por ciento en el "peor escenario". Además, los bonos subprime emitidos en 2007 podrían superar en más de un tercio las pérdidas de este tipo de deuda originada en 2006, según la agencia. Por ello, Moody´s advierte de que "Ambac y MBIA presentan una enorme exposición a los riesgos crediticios derivados de los bonos subprime y otro tipo de productos hipotecarios", como la deuda de calidad media y alta, tal y como avanzó este periódico. Más pérdidas derivadas de las hipotecas subprime Por ello, la agencia considera que la depreciación de este tipo de productos tendrá un "impacto significativo" en los balances de ambas entidades. Es decir, el riesgo de quiebra es real para las aseguradoras, con el efecto dominó que ello causaría. Tras el anuncio, las acciones de ambas entidades se desplomaron en la bolsa de Nueva York un 42 y un 8 por ciento, respectivamente. Por el momento, MBIA ha anunciado que necesitará provisionar cerca de 1.500 millones de dólares adicionales en septiembre para hacer frente al intenso deterioro que registran sus activos. Pese a ello, insiste en que, de momento, tiene "suficiente liquidez" para hacer frente a las pérdidas. Mientras, Ambac afirma que tal degradación aumentaría la presión, ya de por sí elevada, de sus servicios financieros, en donde se incluyen importantes contratos de bonos municipales (GIC). Es decir, la emisión de deuda garantizada por parte de los gobiernos locales de EEUU para afrontar sus compromisos de gasto público.
La deuda municipal está en riesgo
De hecho, Ambac reconoce que, en caso de producirse tal degradación, carecerá de los recursos suficientes para poder garantizar las garantías de deuda municipal que acumula en sus balances. Algo que, sin duda, afectaría de forma directa a las cuentas públicas de tales municipios. No obstante, algunos Estados de EEUU corren el riesgo de entrar en bancarrota debido, precisamente, a su elevado endeudamiento. Ante esta situación, Ambac se ha visto obligada a retrasar sine die la puesta en marcha de una nueva filial financiera centrada en garantizar bonos municipales, denominada Connie Lee, en donde proyectaba realizar una inversión inicial próxima a los 850 millones de dólares. Además, la nueva degradación que sobrevuela sobre Ambac y MBIA obligaría a incrementar, en gran medida, sus fondos propios. Es decir, precisaría captar un importante volumen de liquidez para reforzar sus deteriorados balances. En concreto, aun cuando las agencias de rating aplicaran una pequeña rebaja en la calidad de sus activos, ambas aseguradoras tendrían la necesidad de duplicar, prácticamente, sus fondos propios. Si la rebaja es superior, la necesidad de recapitalziación sería entonces del 200 por ciento en el caso de Ambac, según los expertos consultados por LD. Tendrán que aumentar sus fondos propios
Y es que, el modelo de negocio de las monoline depende exclusivamente de su calidad crediticia, ya que se dedica a garantizar la deuda que emiten otras entidades, tanto bancos, como empresas u organismos públicos. Y aquí está lo realmente preocupante.
Tal y como explica el último boletín elaborado por el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE) sobre la crisis subprime, las agencias de rating se han resistido hasta el momento a rebajar la calificación (calidad del crédito) de las agencias monoline.
Y ello, por "consideraciones meramente políticas que tratan de retrasar la quiebra del sistema financiero". Y es que, la rebaja en la nota de las aseguradoras supondría la "degradación de todos sus productos asegurados, el incremento de los write-downs (depreciación) de estos activos, así como un incremento del capital requerido a los bancos por Basilea II", advierte.
Además, ello provocaría "la venta masiva de los activos degradados por parte de los inversores que, estatutariamente, sólo puedan poseer activos de la más alta calificación crediticia", en referencia a los fondos de pensiones, añade.
Efecos colaterales sobre los fondos de pensiones
EEUU se enfrenta a un "fuerte repunte de la morosidad y de los impagos", y no sólo en los referido a créditos hipotecarios, sino a un extenso tipo de productos financieros, tales como deuda empresarial, pública y tarjetas de crédito o préstamos al consumo, tal y como avanzó LD. Ello ha forzado, "por enésima vez, a que las agencias de calificación, ahondando en su descrédito, siguieran revisando las calificaciones que habían concedido a las titulizaciones de deuda" durante el primer trimestre de 2008, según el boletín. Así, durante los primeros meses del año (y desde entonces, la situación ha emprorado), Standard and Poors anunció que tenía pensado recortar el rating de 534.000 millones de deuda hipotecaria y 263.900 millones en CDO (Collaterized Debt Obligation), que consiste en garantías de deuda estructurada.
Sólo la deuda hipotecaria subprime supone el 47 por ciento de toda la deuda calificada en 2006 y 2007, y podría aumentar las pérdidas bancarias por write-downs (depreciación) hasta 265 mil millones.
Análogamente, Moodys y Fitch también anunciaron su intención de revisar el rating de 185.000 millones de CDO y de 220.000 millones de CDO, respectivamente, durante este período. Sin embargo, pese al intenso ritmo de revisión a la baja de las calificaciones, lo cierto es que "las agencias de rating se han visto sometidas a nuevas críticas por estar realizando las degradaciones de una manera controlada".
De acuerdo con el Tratado de Basilea II, las entidades bancarias deben poseer un 8 por ciento de fondos propios respecto al valor del activo ponderado por su riesgo. "Dicho de otra manera, si un banco adquiere un activo titulizado por 100 unidades y su ponderación por riesgo es del 100 por cien deberá tener, al menos, 8 unidades de fondos propios", explica el OCE.
La ponderación por riesgo, una de las novedades de Basilea II frente a Basilea I, trata de recoger el mayor o menor riesgo de impago del activo, y permitir así un mayor grado de apalancamiento (endeudamiento) en los activos más seguros. Así, tal y como recoge el OCE, las ponderaciones que atribuye Basilea II dependiendo del rating del activo son las siguientes:
Si se observa la lista de degradaciones que han llevado a cabo las agencias de calificación, hasta el primer trimestre de 2008, no habían rebajado el rating de ningún activo AAA:
De este modo, los "saltos más bruscos de requisitos del capital se producirían si se rebajara una titulización calificada como AAA a BB o inferior. Y, precisamente, se estima que el 75 por ciento de los 650.000 millones de dólares en emisiones de titulizaciones de hipotecas subprime eran AAA. Es decir, "en la actualidad, los bancos pueden tener en balance esos 650.000 millones tan sólo con un capital de 10.400 millones de dólares", explica el boletín. Sin embargo, "si se rebajaran las calificaciones a BB, tendrían que poseer al menos 182.000 millones. Esto es, los bancos tendrían que captar un capital suplementario de 171.600 millones de dólares, lo que abocaría a muchos de ellos a la quiebra", según el citado informe. Según el OCE, existe otro motivo de peso para que las agencias de rating retrasen la degradación de los activos AAA. Y es que, "prácticamente todos los instrumentos de financiación que pone la Reserva Federal de EEUU (Fed) a disposición de los bancos requieren que se aporte un colateral AAA". En ausencia de este colateral, los bancos verían "seriamente limitada su capacidad para obtener fondos de la Fed, con las consecuentes dificultades para realizar incluso sus operaciones más ordinarias".
El error de base de las agencias de rating radica en que "no se dieron cuenta de la relación entre el exceso de liquidez previo con las restricciones de liquidez posteriores; las correlaciones de riesgo entre los activos valorados; y la gran importancia del riesgo de liquidez cuando los deudores se están financiando con deudas a corto plazo al tiempo que invierten en activos a largo", explican estos expertos. Así pues, el problema no ha sido tanto la "maldad de los analistas (que puede haber desempeñado su papel complementario) cuanto su ignorancia", añade. Ambac y MBIA son insolventes Ante esta situación, la degradación de las monoline pone en serios apuros al conjunto del sistema financiero. Estas agencias de seguros apenas contaban con 12.6100 millones de dólares en fondos propios para hacer frente a unas pérdidas estimadas por CDO e hipotecas subprime de 29.000. Así, "su situación durante el primer trimestre del año no ha hecho más que agravarse. Sus pérdidas han continuado avanzando a un elevado ritmo. MBIA perdió casi 2.500 millones en el primer trimestre (frente a unos fondos propios de 3.600) y Ambac 1.600 (frente a unos fondos propios de 2.300)", según indica el boletín.
Dicho de otra manera, "desde el tercer trimestre de 2007, MBIA ha perdido 4.740 millones de dólares, principalmente por su exposición a los CDO, y Ambac 5.280 por su exposición a las hipotecas subprime". Frente a esta crítica situación, la respuesta de las dos agencias monoline ha sido prácticamente simétrica. Primero," han suspendido su dividendo trimestral; segundo, han despedido a sus consejeros delegados; tercero, han reestructurado sus negocios y cuarto, han intentado captar más capital", explica el OCE.
Sin embargo, la última y más importante de las medidas, y que resultaba "prácticamente obligatoria para evitar una degradación en sus calificaciones crediticias fue, con todo, la captación de nuevo capital", según explica el informe. En este sentido, "sorprende la desesperación con la que estas aseguradoras, que en principio siguen manteniendo su rating AAA, han acudido a los mercados de capitales", señala el OCE.
Pese a ello, a finales del pasado mes de marzo, el "capital de las dos monoline seguía siendo del todo insuficiente. MBIA contaba con un capital 2.060 millones de dólares para hacer frente a una exposición directa a las hipotecas subprime de 4.200 millones de dólares y 30.700 millones en CDO, según sus propias estimaciones".
Mientras, el informe señala que "Ambac tenía 1.285 millones para hacer frente a una exposición directa a hipotecas subprime de 8.100 millones y a 64.700 millones en CDO, también según sus propias estimaciones".
Así, el OCE advierte de que "ni siquiera con un capital adicional de 100.000 millones de dólares parece claro que las monoline pudiesen resistir la actual crisis. Su deuda potencial supera los 2,4 billones de dólares por lo que, según algunas casas de análisis, necesitarían captar 200.000 millones para mantener su rating de AAA". ¿Efectos de la degradación de las monoline?
Precisamente, tal calificación es la que está hora en riesgo. Hasta el momento, las agencias de rating se han resistido a degradar la nota de ambas aseguradoras por motivos "políticos, que tratan de retrasar la quiebra del sistema financiero".
El motivo radica en que dicha rebaja provocaría la "degradación de todos sus productos asegurados, el incremento de los writedowns de estos activos, un incremento del capital requerido a los bancos por Basilea II y la venta masiva de los activos degradados por parte de los inversores que estatutariamente sólo puedan poseer activos de la más alta calificación crediticia", explica el informe.
"Parece claro que el diagnóstico del mercado es que a estas empresas les queda poca vida", tal y como ha evolucionado su cotización bursátil a lo largo de los últimos meses (datos hasta el primer trimestre de 2008).
Deuda municipal en riesgo
Su insolvencia también afectaría de lleno a la deuda pública que garantizan ambas aeguradoras. Así, ségún el OCE, "tampoco está claro que los bonos municipales (tradicionalmente inversiones con un muy bajo riesgo de impago) vayan a resistir la crisis actual. Y ello, esencialmente, por un motivo: el arbitraje de plazos (endeudarse a corto para invertir a largo) que han practicado los gobiernos municipales", añade Y es que, por lo general, las "distintas administraciones emprenden proyectos con dudosa rentabilidad y que, en todo caso, maduran muy a largo plazo. Para financiar estos proyectos suelen emitir grandes cantidades de deuda a corto o medio plazo, cuya amortización sólo puede lograrse refinanciando esa deuda a su vencimiento". Una estrategia muy arriesgada. En la actual crisis, los ingresos de los Ayuntamientos van a sufrir, "previsiblemente, un serio descenso", afirma el documento. En EEUU, estos ingresos dependen fundamentalmente de las tasas pagadas por los promotores inmobiliarios, por el impuesto de patrimonio y por el impuesto sobre las ventas, "y los tres van a tener que caer", advierte.
La promoción está paralizada (sólo en el primer trimestre las promociones ya habían caído un 45 por ciento), el valor de los inmuebles está cayendo (el índice Case-Shiller refleja caídas próximas al 20 por ciento) y el consumo va a reducirse.
Pérdidas bancarias
Pero el mercado de deuda municipal sólo va a ser una de las víctimas de la caída de las monoline y de la creciente restricción crediticia. "Los mayores acreedores de EEUU son, obviamente, los bancos", seguidos por las agencias hipotecarias recientemente nacionalizadas Freddie Mac y Fannie Mae.
Las entidades crediticias de EEUU han seguido sufriendo en el primer trimestre importantes pérdidas debido a los impagos y a la pérdida de valor de sus activos.
En este sentido, las pérdidas trimestrales de los bancos, a excepción de UBS y Wachovia, representan aproximadamente el 5 por ciento de su capital, lo que anualizado supondría el 20 por ciento de descapitalización, según el informe.
Ante tales pérdidas, no es de extrañar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevara el pasado miércoles su estimación inicial acerca del coste que producirá la crisis financiera en los balances de las principales entidades bancarias, desde 1 billón a 1,3 billones de dólares. Aunque otros analistas cifran la factura en más de 1,7 billones en total, teniendo en cuenta que existen 23,2 billones de dólares en préstamos, que los defaults no han hecho más que empezar y que el FMI ya ha revisado con anterioridad sus estimaciones. Es decir, todo apunta a que las entidades estadounidenses se enfrentan a un incremento sustancial de pérdidas financieras a corto plazo. Y ello, debido, tanto al incremento de los impagos, como a las necesidades de recapitalización derivadas de la degradación de las aseguradoras de bonos.
De este modo, el mega-rescate bancario anunciado por el Gobierno de EEUU, estimado inicialmente en 700.000 millones de dólares procedentes de los impuestos de los contribuyentes, se quedará corto para afrontar la mayor crisis financiera desde el crack de 1929.
Y es que, sin contar la depreciación de activos bancarios y bonos municipales, tan sólo la nacionalización de Ambac y MBIA supondría un coste diercto adicional superior a los 2 billones de dólares. Más quiebras a la vista.
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Sí había alternativa tras la quiebra del Lehman Brothers
LD Juan Ramón Rallo 2009-09-15
Habría bastado con que los acreedores del sistema financiero hubiesen convertido, como mucho, el 8,5% de sus créditos en acciones para que toda la banca estadounidense hubiese evitado la quiebra sin necesidad de meter un solo dólar del contribuyente.
Un año después de la quiebra de Lehman Brothers se hace imperativo reflexionar sobre sus causas y sus consecuencias. No es un asunto baladí, porque el mayor colapso empresarial de nuestra historia dio paso, a su vez, a la mayor rapiña estatal que hayan conocido los tiempos. Se nos dijo en aquel momento, cuando las obscenas reuniones entre políticos y banqueros se extendían con sorprendente descaro por todo el orbe, que no había alternativa, que era necesario recapitalizar a la banca a toda la banca para evitar males mayores.
En Estados Unidos fue una mentira difícil de digerir y llegó a costarle una humillante derrota en la Cámara de Representantes a George Bush. En España coló con la habitual mansedumbre que nos caracteriza; la izquierda les regalaba carretillas de dinero a los banqueros y a sus compinches de las cajas, mientras el proletariado nacional, ése que según nuestro ínclito presidente del Gobierno no va a sufrir las consecuencias de la crisis, y la derecha, ésa que debe articular una alternativa liberal-simpática al fiasco socialdemócrata actual, se plegaban ante la "única política económica posible". Pero, ¿realmente era la única posible?
En el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana hemos publicado un extenso análisis del derrumbe del sistema financiero internacional hace ahora un año. De él se desprende que había al menos dos alternativas al rescate del sistema financiero tras la quiebra de Lehman.
La primera, y más evidente, es no haber
generado la crisis, esto es, haber eliminado todos los incentivos
para que todas estas entidades se endeudaran masivamente
a corto plazo con la finalidad de invertir a largo plazo.
La iliquidez que arrastraban la banca, las aseguradoras y las
agencias hipotecarias en su balance era de tal calibre que si
acaso sorprende que no quebraran mucho antes.
Para que nos hagamos una idea, la mayoría de los bancos estaban apalancados
más de 30 veces sobre su capital. Sería como si a una
persona que sólo tiene en propiedad 10.000 euros, se le
concediera una hipoteca de 300.000 euros. Pero el asunto era aún
peor, ya que más de la mitad de ese dinero recibido a préstamo
vencía a corto o a muy corto plazo; ¿se
imagina que cada semana o cada día tuviera que renegociar 150.000
euros de su hipoteca? Mas los problemas no terminaban aquí:
partes muy sustanciales de ese dinero se invirtieron no sólo a
largo plazo, sino en activos cuyo valor estaba
tremendamente inflado: como si usted hubiese utilizado
los 300.000 euros para comprar un inmueble que dentro de unos
años valdrá 150.000 euros.
La situación era dramática y en drama se tornó. Cuando las inversiones de Lehman comenzaron a pinchar, sus acreedores a corto plazo dejaron de renovarle los préstamos y el banco de inversión se vio obligado a echar el cierre, generando un pánico sobre el resto del sistema financiero que a punto estuvo de costarle la vida de no ser por la onerosas inyecciones estatales de dinero.
Por consiguiente, la manera más clara de haber evitado esta situación habría sido no generándola, esto es, eliminando los enormes incentivos que existen para que los bancos se endeuden a corto plazo e inviertan a largo, provocando el ciclo económico. Básicamente, como decía Alan Greenspan en sus tiempos más honestos, volver al patrón oro para evitar que los bancos centrales puedan inflar artificialmente el crédito y crear burbujas sobre todo tipo de activos.
Sin embargo, en pleno 2008 esta alternativa servía de más bien poco. La crisis estaba ahí y había que encararla de alguna manera. Los gobiernos optaron, como decía, por recapitalizar la banca para evitar que quebrara, y nos juraron que no cabía otra posibilidad. Pero mintieron.
Habría bastado con que los acreedores del sistema financiero hubiesen convertido, en el peor de los casos, el 8,5% de sus créditos en acciones para que toda repito, toda la banca estadounidense hubiese evitado la quiebra sin necesidad de meter un solo dólar del contribuyente. Situación bastante parecida a la española, con la salvedad de que este proceso habría implicado que los políticos renunciaran a sus chiringuitos, privatizando las cajas de ahorro.
La estrategia de convertir deuda en acciones es muy habitual en los procedimientos concursales. Aquellos acreedores que confían en la viabilidad del negocio, en lugar de liquidarlo aceptan pasar a ser sus propietarios. Lo mismo podría haberse hecho con el sistema financiero internacional: si yo hubiese prestado 100 euros por ejemplo a Citigroup, éste me debería haber devuelto 91,5 euros y los 8,5 euros restantes me los habría pagado en forma de acciones del banco; una vez evitada la quiebra, el banco habría podido volver a generar beneficios, con lo que el precio de sus acciones habría aumentado, y yo sólo tendría que haberla vendido para recuperar el monto total de mi préstamo.
De hecho, en la práctica es muy posible que hubiese hecho falta bastante menos dinero que el 8,5% de los pasivos de la banca para recapitalizarla. Al fin y al cabo, numerosos bancos llevaron a cabo importantes ampliaciones de capital que podrían haber sido incluso superiores sin la intervención pública. No en vano, por lo que ha trascendido de la reunión del 13 de octubre de 2008 entre el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y los principales bancos de Estados Unidos, la mayoría de éstos sólo aceptó el dinero público bajo amenaza del propio Paulson. Es más, el consejero delegado de uno de los mayores bancos de Estados Unidos, Wells Fargo, no ha ahorrado críticas al plan de rescate público de la banca, por considerar que redujo enormemente el margen de maniobra de las entidades para recapitalizarse en el mercado.
Desde luego, no puede decirse que el rescate público fuera un éxito. En un momento de contracción y restricción crediticia, dio paso a la emisión de cientos de miles de millones de dólares en deuda pública, lo que redujo todavía más el crédito disponible para el sector privado. Y todo para salvar sin criterio alguno a una gran cantidad de entidades con problemas, convalidando con nuestro dinero las buenas pero también las malas inversiones que hubiesen realizado.
Los políticos justificaron sus planes de rescate en la promesa de que volvería a fluir el crédito, pero éste sólo se empantanó aún más, provocando, entre otros, el derrumbe del consumo a crédito y trasladando la crisis a la economía real. Fue este fenómeno, erróneamente asociado con una crisis de demanda, el que dio alas a los demagogos keynesianos para proponer todo tipo de programas de estímulo que sólo han hecho que lastrar la recuperación y generar un endeudamiento propio de tiempos de guerra que, siendo optimistas, terminarán pagando nuestros nietos.
La mala intervención pública inicial las expansiones crediticias de la Reserva Federal dieron lugar a nuevas intervenciones rescate de la banca, que a su vez favorecieron aún más intervenciones estales planes de estímulo keynesianos, a cada cual peor. Había alternativas más orientadas hacia el mercado, pero ninguna de ellas se siguió. Porque para la mayoría de los políticos, de lo que se trata en esta crisis no es de recuperarnos, sino de estrangular la libertad, incrementar su poder, gastar a manos llenas, hiperregular el mercado y entonces, sólo entonces, no entorpecer la recuperación. Pero sí, el culpable de todo esto es el sistema capitalista. Qué duda cabe.
Juan Ramón Rallo es jefe de opinión de Libertad Digital, director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana, profesor de economía en la Universidad Rey Juan Carlos y autor de la bitácora Todo un Hombre de Estado. Ha escrito, junto con Carlos Rodríguez Braun, el libro Una crisis y cinco errores donde trata de analizar paso a paso las causas y las consecuencias de la crisis subprime.