....Escritos 2022....Escritos 2021.....Artículos....Textos 2022 ....Textos 2021....Textos... ..Enseñanzas pontificias..INDEX.
Radiomensaje del 31 de octubre de 1942 a los fieles de Portugal con motivo de la Consagración de la Iglesia y del género humano al Corazón Inmaculado de María
Sábado, 31 de outubro de 1942
Rainha do Santíssimo Rosário, auxílio dos cristãos, refúgio do género humano, vencedora de todas as grandes bathalhas de Deus! ao vosso trono súplices nos prostramos, seguros de conseguir misericórdia e de encontrar graça e auxílio oportuno nas presentes calamidades, não pelos nossos méritos, de que não presumimos, mas unicamente pela imensa bondade do vosso Coração materno.
A Vós, ao vosso Coração Imaculado, Nós como Pai comum da grande família cristã, como Vigário dAquêle a quem foi dado todo o poder no ceu e na terra (Matth. 28, 18), e de quem recebemos a solicitude de quantas almas remidas com o seu sangue povoam o mundo universo, a Vós, ao vosso Coração Imaculado, nesta hora trágica da história humana, confiamos, entregamos, consagramos não só a Santa Igreja, corpo místico de vosso Jesus, que pena e sangra em tantas partes e por tantos modos atribulada, mas também todo o mundo, dilacerado por exiciais discórdias, abrasado em incêndios de ódio, vítima de sua próprias iniquidades.
...
Rainha da paz, rogai por nós e dai ao mundo em guerra a paz por que os povos suspiram, a paz na verdade, na justiça, na caridade de Cristo. Dai-lhe a paz das armas e das almas, para que na tranquillidade da ordem se dilate o Reino de Deus.
Estendei a vossa protecção aos infieis e a quantos jazem ainda nas sombras da morte; dai-lhes a paz e fazei que lhes ráie o Sol da verdade, e possam connosco, diante do único Salvador do mundo, repetir : Glória a Deus nas alturas e paz na terra aos homens de boa vontade! (Luc. 2, 14).
Aos povos pelo erro ou pela discórdia separados, nomeadamente áquêles que Vos professam singular devoção, onde não havia casa que não ostentasse a vossa veneranda icone (hoje talvez escondida e reservada para melhores dias), dai-lhes a paz e reconduzi-os ao único redil de Cristo, sob o único e verdadeiro Pastor.
...
Enfim como ao Coração do vosso Jesus foram consagrados a Igreja e todo o género humano, para que, colocando nEle todas as suas esperanças, lhes fôsse sinal e penhor de vitória e salvação (cfr. Litt. Enc. Annum Sacrum: Acta Leonis XIII vol. 19 pag. 79), assim desde hoje Vos sejam perpetuamente consagrados também a Vós e ao vosso Coração Imaculado, ó Mãe nossa e Rainha do mundo: para que o vosso amor e patrocínio apresse o triunfo do Reino de Deus, e todas as gerações humanas, pacificadas entre si e com Deus, a Vós proclamem bem-aventurada; e convosco entoem, de um polo ao outro da terra, o eterno Magnificat de glória, amor, reconhecimento ao Coração de Jesus, onde só podem encontrar a Verdade, a Vida e a Paz.
-------------------------------------
«Nos consagramos para siempre a tu Corazón Inmaculado, oh Madre nuestra y Reina del mundo, para que tu amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios». (Pío XII, 8 de diciembre 1942).
Palabras que Pío XII pronunció el 8 de diciembre de 1942 al consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María:
«Nos confiamos y nos consagramos a ti, a tu Corazón Inmaculado, en esta hora trágica de la historia humana, y así como al Corazón de tu Jesús fueron consagrados la Iglesia y todo el género humano con el fin de que, depositada en Él toda su confianza, les fuese señal y prenda de victoria y salvación, así también nos consagramos para siempre a tu Corazón Inmaculado, oh Madre nuestra y Reina del mundo, para que tu amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios».
El decreto de la Congregación de Ritos de 4 de mayo de 1944, que extendió a toda la Iglesia el oficio y la misa de su fiesta precisaba el objeto de esta parte de la devoción al Inmaculado Corazón de María que es su culto:
«Con este culto tributa la Iglesia el honor debido al Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María, ya que, bajo el símbolo de este Corazón se venera devotísimamente la eximia y singular santidad del alma de la Madre de Dios; pero más aún su amor ardentísimo a Dios y a su Hijo Jesús, y su piedad maternal hacia los hombres redimidos por la sangre divina».
En el siglo XVII san Juan Eudes escribe:
«El Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas, excelencias y prerrogativas que la adornan. Hija primogénita del Padre, madre del Hijo, esposa del Espíritu Santo y templo de la Santísima Trinidad este santísimo Corazón es la fuente de todas las gracias que acompañan a estas cualidades».
San Luis María Grignion de Montfort enseñándonos la consagración a María en la santa esclavitud, exclamaba
«María, me arrojo en vuestro Corazón abrasado de amor, divino molde en el que quiero formarme, y en él me escondo y me pierdo para rogar, obrar, sufrir siempre por Vos, con Vos y para Vos, a la mayor gloria de vuestro divino Hijo Jesús».
Y en la Consagración de sí mismo a Jesucristo, Sabiduría encarnada, por manos de María, escribe:
«¡Oh, Corazón Inmaculado de María!, tabernáculo viviente de la Divinidad, en donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada por los ángeles y los hombres».
El 18 de agosto de 1807, el papa Pío VII enseñaba «El Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra, es el Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad, y digno de toda la veneración y ternura de ángeles y hombres. El Corazón más semejante al de Jesús, cuya imagen más perfecta es María, Corazón lleno de bondad y en gran manera compasivo de nuestras miserias».San Antonio María Claret, en sus Escritos espirituales dice «María fue preservada del pecado original por haber sido ella la destinada para Madre del mismo Dios. Para esto, Dios la dotó de un Corazón Inmaculado, purísimo, castísimo, humildísimo, mansísimo, santísimo, pues que de la sangre salida de este Corazón se había de formar el cuerpo del Dios humanado». Pero la eclosión de su devoción arrancará en el siglo xx con las apariciones de Nuestra Señora en Fátima y culmina con dos santos singulares: san Maximiliano Kolbe, que murió sin conocer los hechos de Fátima, y su discípulo san Juan Pablo II
Echave en Cristiandad. BCN. 1.02.2017