Lo bien que nos va con los eclesiales pactos y concordatos con el liberalismo y el socialismo
El liberalismo ha descristianizado a las naciones de Occidente.
Altos eclesiásticos, los más altos del alto clero, han pactado con los regímenes anticristianos suaves y duros; y han estrechado las manos de los suaves pseudodemócratas liberales y de los dictadores más totalitarios y sanguinarios. Por el mal menor, claro. Para evitar males mayores, claro. Para preservar un mínimo de libertad de la Iglesia, claro. Y después Satanás acusa de que esos eclesiásticos tan altos han prevaricado. La faena es nuestra, como dicen los catalanes, para dar explicaciones y justificaciones de que Pío XII no apoyó al dictador nazi, como lo será de que sus sucesores no han apoyado a los dictadores comunistas. Satanás además de tentador es el acusador y acusa y delata a los que él seduce, porque es un cerdo y no un caballero. Un delator y un chivato de la peor especie.
Pactar y concordar con los regímenes liberales ha sido incurrir en complicidad con esa descristianización. No por pactar y concordar, sino por no proclamar el bien mayor mientras se toleraba y aceptaba el mal menor, que así se asumía como tesis y se olvidaba y se hacía olvidar la tesis católica del triunfo del reino de Cristo y de su implantación plena, la Cristiandad futura, y hasta se la repudiaba como algo trasnochado.
Por eso el liberalismo ha descristianizado a las naciones de Occidente. Y más todavía la versión socialista de la pseudodemocracia liberal.