«La Carta de la Tierra es una cosa ridícula: sumisión del hombre a la Madre Tierra. Sólo sirve a los intereses de los países ricos y de los anticristianos»
«Es un monismo panteísta que considera que el hombre apenas es el producto de la evolución material y que va a desaparecer un día. Hoy se traducen esas premisas en recomendaciones que tienden a afirmar que los hombres que sufren son inútiles»
«La ONU legitima el control demográfico de los pobres porque comen y no producen»
La Razón 17.12.2003
Michel Schooyans, de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, habla para LA RAZÓN
El profesor Michel Schooyans es profesor de la Universidad de Lovaina y Miembro de distintas instituciones vaticanas como la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, así como Consultor del Pontificio Consejo para la familia. Recientemente estuvo en Madrid, participando en el V Congreso de Católicos y Vida Pública. Michel Schooyans viene denunciando desde hace tiempo, en artículos, libros y conferencias una nueva política en torno a los derechos humanos promovida por la ONU a través de un documento titulado Carta de la Tierra, al que sólo se opone la Iglesia católica.
Michel Schooyans, que recientemente estuvo en
Madrid en el V Congreso Católicos y Vida Pública, ha aceptado
hablar con LA RAZÓN sobre la política de Derechos Humanos de la
ONU.
¬ ¿Qué es la Carta de la Tierra?
¬Es un instrumento ideológico utilizado para
legitimar políticas de control de la población a escala mundial,
especialmente de los más pobres, pues comen y no producen. En
algunos documentos de la ONU se habla del aborto como método de
control de la natalidad.
¬ ¿Cuáles son sus fundamentos ideológicos?
¬ Desde hace 30 años hay una nueva teoría
según la cual los Derechos Humanos deben someterse a los
imperativos de la Tierra. Se trata de una reformulación de la
doctrina maltusiana que dice que no hay suficientes recursos para
alimentar a todos los hombres. La Carta de la Tierra es una cosa
ridícula: sumisión del hombre a la Madre Tierra. Sólo sirve a
los intereses de los países ricos y de los anticristianos.
¬ Eso suena a una cierta adoración de la
Tierra...
¬ Sí, se trata de rendir culto a la Tierra.
Es un monismo panteísta que considera que el hombre apenas es el
producto de la evolución material y que va a desaparecer un día.
Hoy se traducen esas premisas en recomendaciones que tienden a
afirmar que los hombres que sufren son inútiles.
¬ ¿Se puede decir que el hombre es un peligro
para la Madre Tierra?
¬ No. El único recurso en realidad es el
hombre. Los naturales se agotan, pero el hombre, con su
inteligencia, descubre nuevas maneras de producir riquezas.
¬ ¿Cuál es el objetivo de la Carta de la
Tierra?
¬ Sirve para «justificar» (una falsa
justificación anticientífica) políticas que no quieren revelar
su verdadera cara: «No queremos una población vieja, de
minusválidos y enfermos».
¬ Y ¿qué pasa con el hambre?
¬ Sus grandes causas son las deficientes
políticas, las catástrofes naturales inevitables y la
ignorancia y la corrupción. Desde el siglo XIX se sabe que el
maltusianismo es falso. Los trabajos serios en demografía
desmienten los postulados de la ONU.
¬ Y ¿nadie le hace frente?
¬ El mayor obstáculo al triunfo de esta
visión es la Iglesia que continúa afirmando la primacía del
hombre.
¬ En la práctica, ¿qué consecuencias
concretas tiene el documento?
¬ Muchas. La OMS insiste más sobre la salud
de la sociedad que la del individuo. La UNICEF preconiza un
programa de educación sexual al margen de los padres y pide el
libre acceso de los adolescentes a los anticonceptivos y el
aborto de espaldas a los padres. También la UNESCO tiene un
programa educativo centrado sobre la Carta de la Tierra.
¬ Usted ha señalado que esta ideología parte
de una nueva concepción del derecho.
¬ El derecho se impone. Es un sistema
jurídico totalmente amoral. La ley no tiene nada que ver con la
justicia. De esta manera pronto el aborto y la eutanasia serán
un nuevo «derecho humano».