Mártires de la persecución...INDEX

Emilia Fernández Rodríguez

Emilia Fernández Rodríguez de Cortés, "La Canastera", gitana, mártir seglar de la diócesis de Almería, casada; nacida el 13.04.1914 en Tíjola, (Almería, España); fallecida el 25.01.1939 en la cárcel de Gachas-Colorás, (Almería, España); beatificada el 25.03.2017. Es la primera gitana beatificada.

A pesar de su gravidez, ingresó en la Cárcel de mujeres de Gachas Colorás en Almería el 21 de junio de 1938. Admirada por la ayuda que le prestaban las presas católicas, les pidió que la instruyeran en el rezo del Rosario. La directora de la prisión, le prometió favorecerla sí denunciaba a sus catequistas. Al negarse Emilia, fue aislada en una celda y sometida a malos tratos durante su embarazo. El 13 de enero de 1939 dio a luz a una niña y, tras el parto, le negaron toda asistencia médica. El día veinticinco murió abandonada y sola, pero sin denunciar a su catequista, a pesar de todas las presiones. Sus compañeras de prisión bautizaron a la niña con el nombre de Ángeles, pero las autoridades se la llevaron y nunca más se supo de ella. Emilia Fernández fue declarada mártir por la Iglesia el 14 de junio de 2016 y beatificada el 25.03.2017.

 

 


La beata Emilia Fernández, la Canastera.
Óleo que el pintor andaluz J. Rubio donó a la diócesis

Otra versión con algunas variantes

Sus padres, gitanos los dos, la bautizaron enseguida de nacer.

Se crió en las cuevas de Tíjola a 100 kilómetros de la ciudad de Almería. Desde niña sus padres le enseñaron a hacer cestos de mimbre, que vendía en el mercado de los sábados de Tíjola y en otros pueblos cercanos.

Emilia se casó cuando la guerra ya ha estallado. Su marido es el también gitano Juan Cortés y Cortés, un año menor que ella. El matrimonio es por el rito gitano. Las autoridades de la zona roja han suprimido las ceremonias religiosas. Se cierran las iglesias o se destruyen y los rojos se dedican a suprimir también a los sacerdotes y religiosos y a la violación y matanza de monjas.

Los gitanos se consideran al margen de la guerra en general y de los rojos en particular. El ayuntamiento tiene decretado en un bando la expulsión de los gitanos.

Para evitar que se lleven a Juan al frente de combate, Emilia y él recurren a la picaresca. Emilia prepara un líquido con cardenillo -la pátina venenosa que se forma sobre superficies cobrizas y que servía para sulfatar los campos- y le echa a Juan un poco en los ojos para ocasionarle una ceguera temporal. El truco inicialmente da resultado. Pero los rojos comprueban después que el joven ve perfectamente y los apresan. A él lo meten en el Ingenio, una antigua azucarera convertida en cárcel. A Emilia, pese a estar embarazada la encierran en la cárcel de mujeres de Gachas Colorás, llamada así porque antes hubo por allí una taberna donde se servían gachas con pimentón. Es el 21 de junio de 1938. Emilia tiene 24 años y está embarazada de tres meses. La condenan a seis años de cárcel.

Su compañera de prisión María de los Ángeles Roda Díaz ha dejado testimonio de la desnutrición que allí sufrían: por las mañanas recibían "agua sucia" a modo de café y un pedazo de pan; al mediodía, "lentejas con gusanos, habas cocidas con sus cáscaras y una torta de arroz cocido"; de cena, pan y agua. "Allí dentro todas nosotras estábamos más bien delgadas y desnutridas, pues el alimento que nos daban era apenas suficiente para vivir. A la gitana le daban la misma ración que a las demás, sin tener en consideración que llevaba un hijo en el seno. Algunas de nosotras en las comidas le pasábamos algo de los víveres que nos traían las familias. Lo mejor que nos llegaba de casa era para ella".

La prisión es un cuadrilátero de dos plantas de 60 metros por 60 con hombres armados hasta en el patio, Allí conviven por entonces unas 40 reclusas que, al atardecer, lloran, cantan y rezan. Emilia, que no habla con nadie y que, cuando habla, suelta expresiones en caló incomprensibles para sus compañeras, empieza a abrirse con una chica de su misma edad que se compadece de ella, Dolores del Olmo Serrano. Tras algunas tardes, la Emilia, que no sabe leer, le pide a Lola que le enseñe a rezar y a hacer correctamente la señal de la cruz. Emilia -"una persona muy buena, humilde y religiosa", una mujer "fascinante", refiere Ángeles- aprende el padrenuestro, el avemaría y el gloria, y por consiguiente a rezar el rosario, del que se hace muy devota; también aprende a responder "ora pro nobis" en el rezo de las letanías en latín.

La directora de la cárcel, Pilar Salmerón Martínez, se entera de que la joven gitana ha aprendido a rezar el rosario y llama a Emilia para que delate a su catequista. A cambio le ofrece varias recompensas: la alimentará mejor, intercederá por su libertad, intentará sacar a Juan de prisión. Pero Emilia decide callar. Nunca delató a Lola. Su castigo: una celda de aislamiento. Aquí empieza el martirio que reconoce la Iglesia.

El invierno llega en aquella celda solitaria y la salud de la joven se resiente. Emilia pide al gobernador civil que la liberen por su embarazo y su delicado estado; no recibe respuesta. El 13 de enero, a las dos de la madrugada, en la estera de esparto sobre la que duerme, la Canastera da a luz con la sola ayuda de varias reclusas que logran entrar en aquel agujero. El milagro es una niña, que Lola bautiza esa tarde y le pone el nombre de Ángeles. Por la noche, madre e hija son trasladadas al hospital. Las graves hemorragias de Emilia no impiden que cuatro días después ambas regresen a la misma celda. Y Emilia empeora. El 25 de enero, una carroza de caballos lleva su cuerpo casi sin vida al hospital. La hermosa gitana se está muriendo. Aquella mañana, a las nueve y media, respiró por última vez. El certificado médico señala una infección subsiguiente al parto, añadida a un cuadro de bronconeumonía.

"La Iglesia no considera mártir sólo a aquel que fue asesinado por vivir su fe, sino a quien, como Emilia, fue castigada dejándola morir", subraya José Juan Alarcón, delegado episcopal para las Causas de los Santos.

También la Pastoral Gitana de Milán contribuyó eficazmente a la causa de beatificación.

La inhumación de Emilia figura en el libro de ingresos del cementerio municipal de Almería. Sus restos fueron arrojados a una fosa común, sin nombre. 

¿Y Juan? Salió libre cuando las tropas nacionales llegaron a Almería. Se volvió a casar, con la hermana pequeña de la Canastera, Isabel. Ambos han muerto y no constan hijos.

¿Y aquella niña que vino al mundo en una celda? "No hemos encontrado nada", dice Alarcón. Se sabe que figura como acogida en "los establecimientos benéficos de la Diputación almeriense". Se sospecha que fue dada en adopción, quizá a una familia republicana. Pero nunca se supo más de su paradero. Probablemente le dieran otro nombre, distinto al de Ángeles Cortés Fernández

Fuentes:   

 https://diocesisalmeria.org/category/martires/

https://www.elmundo.es/cronica/2016/06/22/57652a4922601d414d8b465d.html

https://www.diariodealmeria.es/almeria/canastera-altares_0_1499850127.html

https://es.zenit.org/2017/03/27/espana-la-canastera-la-primera-beata-gitana-nacio-en-almeria/