Burke dic 2014....CRISTIANDAD FUTURA.

El Cardenal Burke dice que hay afirmaciones en la Evangelii gaudium que expresan el pensamiento del Papa pero no enseñan una doctrina oficial y que en el Sínodo todo estaba controlado y manipulado

Entrevista al Cardenal Burke en Vida Nueva

Vida Nueva 1.11.2014 nº 2915

El cardenal estadounidense Raymond Leo Burke está considerado uno de los representantes del sector de la Curia más reacio a los cambios, como demuestra al tachar de “crítico” el momento actual, en el que para “muchos” la Iglesia navega “como una nave sin timón”. Opuesto a las tesis del cardenal Walter Kasper sobre la admisión de los divorcia­dos vueltos a casar a los sacramentos —”el matrimonio es indisoluble. Si me caso con alguien, no puedo vivir con otro”—, tacha de “sufrimiento” la homosexualidad y considera que se intentó dirigir el Sínodo de la Familia hacia una posición aperturista. Incluso denuncia la “manipulación” que trató de hacerse con la información que salía de la asamblea sinodal, al tiempo que lamenta la “confusión” y las “dificultades pastorales” provocadas por el debate sobre estos puntos calientes. Prefecto desde 2008 del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, la Corte Suprema del Vaticano, se da por seguro su paso a la condición de cardenal patrón de la Orden de Malta, un cargo honorífico sin apenas contenido.

¿Qué sensación le dejó el Sínodo? ¿Hubo confrontación?

Hubo una discusión abierta y fuerte. Antes siempre se publicaban las intervenciones de los padres sinodales, pero ahora no. Todas las informaciones venían de los resúmenes del P. Lombardi y de los encuentros que organizaba con la prensa. Esos resúmenes me sorprendieron, no refle­jaban bien el contenido de las discusiones, daban la impresión de que todo se estaba dirigiendo a favor de la posición expuesta por el cardenal Kasper. El verdadero shock llegó con la Relatio post disceptationem [re­sumen de las intervenciones de la primera semana del Sínodo]. Parecía un manifiesto para cambiar la disciplina de la Iglesia frente a las uniones irregulares. Ofrecía una mayor apertura a las parejas que cohabitan sin el sacramento del matrimonio y a las personas que sufren la condición homosexual.

¿Compartían otros padres sinodales su rechazo?

Así es. Todos en mi círculo menor estábamos sorprendidos. Pasamos mucho tiempo fundamentando el documento final en la Sagrada Escritura y en el Magisterio. Había que corregir los errores: por ejemplo, eso de que pueden encontrarse elementos positivos en actos pecaminosos, como la cohabitación, la fornicación, el adulterio o en actos sexuales entre personas que sufren la condición homosexual. Esta confusión era muy grave. Intentamos que volviera a emerger la belleza del estado matrimonial, como unión indisoluble, fiel y destinada a la procreación creada por Dios. Frente a las situaciones difíciles, distinguimos entre el amor por el pecador y el odio por el pecado. Los moderadores y relatores de los círculos menores pedimos que nuestros trabajos fueran publicados. Hasta entonces el público no sabía lo que pensábamos. Todo estaba controlado y manipulado, si puedo decirlo.

Graves dificultades pastorales
¿Se intentó dirigir el Sínodo en una dirección?

Sí. Desde el momento en que el cardenal Kasper empezó a plantear su opinión, una parte de la prensa interpretó que la Iglesia tenía intención de cambiar su disciplina. Eso creó graves dificultades pastorales. Muchos obispos y sacerdotes me contactaron diciendo que personas en uniones irregulares iban a las parroquias queriendo recibir los sacramentos. Decían que el Papa así lo quiere. No estamos hablando de una cosa ligera, sino fundamental. El pilar de la Iglesia es el matrimonio. Si no enseñamos y vivimos bien esa verdad, estamos perdidos. Dejamos de ser la Iglesia. En el Sínodo no pueden ponerse al mismo nivel las enseñanzas de la Iglesia y una posición que las contradice.

¿Ya no se enseña bien la verdad del matrimonio?

Hay una gran confusión sobre la indisolubilidad. Si la persona vive una relación que es público adulterio, ¿cómo es posible acceder a la confesión con la resolución de no pecar más? ¿Cómo es posible acceder a la comunión sin escandalizar a la comu­nidad? Se vive públicamente uno de los pecados más graves.

¿No ve posible el camino de penitencia propuesto por Kasper para que algunos divorciados vueltos a casar accedan a los sacramentos?

En ese camino de penitencia las partes deben vivir castamente. Si no pueden separarse, deben vivir como hermano y hermana. Es una praxis antigua. Hablan de la ley de la gradualidad, pero la verdad no es gradual. Es objetiva. El matrimonio es indisoluble. Si me caso con alguien, no puedo vivir con otro.

Otro tema candente es el de los homosexuales. Los citaba antes como “personas que sufren la condición homosexual”. ¿Lo ve como una enfermedad?

Es un sufrimiento. Dios no nos ha hecho para que el hombre esté con el hombre y la mujer con la mujer. Está claro por nuestra propia naturaleza. Estamos hechos para la unión heterosexual, para el matrimonio. Me niego a hablar de personas homosexuales, porque nadie se identifica por esta tendencia. Es una persona que tiene esta tendencia, que es un sufrimiento.

¿Qué le pareció cuando el Papa dijo que quién era él para juzgar a un gay?

Dijo que no puede juzgar a la persona frente a Dios, sea cual sea su culpabilidad. Pero deben juzgarse los actos; no creo que el Papa piense de forma diversa. Son peca­minosos y contranaturales. El Papa nunca dijo que podemos encontrar elementos positivos en ellos. Es imposible encontrar elementos positivos en un acto malo.

Francisco habló en su mensaje final del Sínodo de un “endurecimiento hostil” y lamentó que algunos se encerraran “dentro de lo escrito” sin dejarse “sorprender por Dios”. ¿Cómo interpreta sus palabras?

Es difícil. Se pueden interpretar en el sentido de que la doctrina y la disciplina son contrarias a la acción del Espíritu Santo. No es el modo de pensar católico. La doctrina y la disciplina son las condiciones para el verdadero encuentro con Cristo. He escuchado a muchos decir que el Papa no quiere insistir en la disciplina ni en la doctrina. No es la interpretación adecuada de sus palabras.

Algunos fieles están preocupados por el camino que ha tomado la iglesia. ¿Qué les dice?

Muchos me han mostrado esa preocupación. En un momento tan crítico, en el que hay una fuerte sensación de que la Iglesia está como una nave sin timón, no importa la razón; es más importante que nunca estudiar nuestra fe, tener una guía espiritual sana y dar un testimonio fuerte de la fe. Algunos me dicen que ya no es importante, por ejemplo. la implicación en el movimiento por la vida. Les respondo que es más importante que nunca.

¿Ve a la Iglesia en un momento en que parece que no haya nadie al mando?

Tengo todo el respeto al ministerio petrino y no quiero que parezca que soy una voz contraria al Papa. Querría ser un maestro de la fe con todas mis debilidades, diciendo la verdad que hoy muchos sienten. Sufren un poco de mareo, porque para ellos parece que la nave de la Iglesia ha perdido la brújula. Hay que dejar a un lado la causa de esta desorientación, pues no hemos perdido la brújula. Tenemos la constante tradición de la Iglesia, las enseñanzas, la liturgia. la moral. El catecismo no cambia.

Encuentro con la cultura
¿Cómo se caracteriza este pontificado?

El Papa, justamente, habla de la necesidad de ir a las periferias. La respuesta de la gente ha sido muy calurosa. Pero no podemos ir a las periferias con las manos vacías. Vamos con la Palabra de Cristo, con los sacramentos, con la vida virtuosa del Espíritu Santo. No digo que el Papa lo haga, pero está el riesgo de interpretar mal el encuentro con la cultura. La fe no puede acomodarse a la cultura, sino llamarla a la conversión. Somos un movimiento contracultural, no popular.

Dijo usted que la Evangelii gaudium no era parte del Magisterio. ¿Por qué?

El propio Papa dice al principio del documento que no es magisterial, que solo ofrece indicaciones de la dirección en que llevará a la Iglesia.

¿El católico de a pie hace esa distinción?

No. Por eso hace falta una presentación cuidada a los fieles, explicando la naturaleza y el peso del documento. Hay afirmaciones en la Evangelii gaudium que expresan el pensamiento del Papa. Las recibimos con respeto, pero no enseñan una doctrina oficial.

Advertencia del cardenal Burke:

"Obispos y sacerdotes me dicen que ahora muchos divorciados recasados piden ser admitidos a la comunión puesto que lo quiere el Papa Francisco. En realidad, levanto acta de que, por el contrario, hasta ahora no se ha expresado sobre la cuestión... como ha dicho otro cardenal, el Papa no se ha pronunciado todavía. Yo estoy esperando un pronunciamiento suyo, que solo podrá estar en continuidad con la enseñanza que la Iglesia ha dado durante toda su historia. Una enseñanza que nunca ha cambiado porque no puede cambiar
(Cardenal Raymond Burke, entonces Prefecto de la Signatura Apostólica, en una entrevista publicada el
14 de octubre de 2014 en “Il Foglio”).

El cardenal Müller recuerda que sus palabras sobre la familia son Magisterio y no lo son las opiniones particulares de los cardenales

Ratzinger corrige en 2014 un texto suyo de 1972 para reafirmar la imposibilidad de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar y desautoriza así a Kasper

El cardenal Burke dice que con la publicación de la relatio intermedia del sínodo se causó escándalo en la Iglesia y que a él le causó un estado de shock

 

Monseñor Athanasius Schneider dice que durante el Sínodo hubo momentos de evidente manipulación

Testimonio a favor de la fuerza de la gracia
Sobre la indisolubilidad del matrimonio y el debate acerca de los divorciados vueltos a casar y los sacramentos

Gerhard L. Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

El cardenal Caffarra rectifica los planteamientos del cardenal Kasper

El cardenal Burke dice del texto de Kasper que de ningún modo fue bien recibido por todos los cardenales y que confía en «que el error de este texto vaya quedando cada vez más claro»

Rist demuestra que la postura del cardenal Kasper se apoya en una mala interpretación de un número muy reducido de textos y en la omisión de muchos otros que le contradicen

Mons. Livieres dice que "al Papa Francisco le toca hoy esa misma hora heroica que afrontó Pablo VI cuando a contracorriente publicó su Humanæ Vitæ. Él es el custodio y el guardián supremo de la doctrina y la práctica de la fe. Como a todos los Papas, le toca ser el administrador fiel que debe confirmar en la fe a sus hermanos. Unámonos a él y recemos encarecidamente por él, para acompañarlo con nuestro amor filial en esta dura prueba ante tantas presiones y confusión.
Estemos tranquilos. Un Papa no podría enseñar formalmente el error. Lo que sí puede ocurrir, y ha ocurrido algunas veces a lo largo de la historia de la Iglesia, es que por medio de silencios y omisiones, de nombramientos y promociones, de actos y de gestos, la autoridad contribuya a que se expanda la confusión y se desanimen los creyentes que están «peleándola» en las trincheras misionales de las periferias humanas. Le ocurrió al mismo san Pedro, el primer Papa, en Galacia. Después de afirmar en el Concilio de Jerusalén la verdadera doctrina, sembró sin embargo la confusión en Galacia por respetos humanos. Pero el Señor no lo abandonó: tuvo la gracia de contar con el apoyo y la corrección fraterna que le hizo san Pablo.
Amémonos los unos a los otros en la verdad. Esa verdad que, según la promesa de Cristo, es la única que nos hará auténticamente libres a todos"
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