Crónica del siglo XXI
Los crímenes de la ETA y su castigo

Capturado en 2012 un presunto etarra relacionado con el atentado a la UNAV que causó 28 heridos en marzo de 2008 y con los asesinatos de Isaías Carrasco e Ignacio Uría

La ETA intenta una masacre en la Universidad de Navarra el 30.10.2008
Quinto ataque que sufre la universidad desde 1980
Un grupo de la ETA robó el coche, lo cargó con explosivos y atentó en Navarra en 12 horas

L D (Agencias) 30.10.2008

Un grupo de ETA radicado en Guipúzcoa precisó de tan sólo 12 horas para robar un coche en esa provincia, cargarlo de explosivos, desplazarse hasta Pamplona para colocar un coche-bomba en el campus de la Universidad de Navarra y regresar. Los terroristas telefonearon con un móvil de tarjeta prepago a las 9:50 horas desde algún punto de Guipúzcoa para alertar del atentado.

Según la reconstrucción de los investigadores, al menos dos etarras robaron entre las 20:30 y las 23:30 horas un Peugeot 306 blanco en Zumaya, se trasladaron a un local donde guardaban un artefacto explosivo de gran potencia, cargaron el coche y lo escondieron allí durante varias horas. A primera hora de la mañana se desplazaron a Pamplona, probablemente en dos vehículos, el primero actuando de lanzadera y el segundo, con la carga explosiva en su maletero. Antes de las 9 de la mañana ya habían aparcado el coche bomba y regresaban a Guipúzcoa en el vehículo lanzadera.      Los terroristas eligieron un lugar de sobra conocido por ETA, de hecho es el sexto atentado que sufre la Universidad de Navarra, y un lugar de fácil acceso, un aparcamiento público al aire libre en pleno campus. El acceso al parking está prohibido durante la noche y se abre minutos antes de las ocho. La afluencia en coche de estudiantes a la Universidad hace muy difícil encontrar una plaza más allá de las 10 de la mañana.  

Un atentado resuelto de once   

Los Servicios de Información apuntan a la existencia de al menos dos grupos de etarras no fichados en la provincia de Guipúzcoa que escaparon a la operación de la Guardia Civil del pasado julio contra el complejo Vizcaya. Tan sólo uno de los atentados cometidos desde el final de la tregua en esa provincia ha sido resuelto. Se trata de la bomba en una mochila que colocaron tres etarras no fichados del grupo Vizcaya en la comisaría de Zarautz –donde anoche acudió a denunciar el dueño del Peugeot blanco explosionado este jueves– el 25 de septiembre de 2007.    Los otros diez atentados cometidos en Guipúzcoa desde junio de 2007 siguen sin resolver. Uno de ellos le costó la vida al ex concejal del PSE en Mondragón Isaías Navarro, tiroteado a escasos metros del portal de su casa el 6 de marzo pasado.    En el atentado de este jueves habrían participado miembros no fichados de ETA, aunque no se descarta la presencia de algún pistolero a sueldo. Los etarras no fichados actúan de forma más activa los fines de semana pero no es la primera vez que atentan de noche o de madrugada y acuden durante el día a su puesto de trabajo. Es el caso de Maialen Zuazo, la ayudante de realización de los informativos de la ETB que participó en el atentado contra la casa cuartel de Legutiano-Villarreal de Álava el 14 de mayo –en el que murió el guardia Juan Manuel Piñuel– y cumplió con su turno de tarde horas después.

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La ETA intenta una masacre en la Universidad de Navarra el 30.10.2008

- Los terroristas colocaron un coche bomba en el aparcamiento del Edificio Central y la deflagración causó 31 heridos y daños en 100 coches

- Un terrorista avisó en la DYA de Álava de que había colocado un coche bomba en el campus, pero no dijo en qué ciudad

- La explosión pudo haber causado una "enorme tragedia" porque la Universidad de Navarra, sin aviso, no fue evacuada

DN. PAMPLONA Viernes, 31 de octubre de 2008

ETA intentó ayer una masacre en Pamplona. Eligió lugar y hora para conseguir el mayor daño posible: un aparcamiento del Edificio Central de la Universidad de Navarra, donde hizo explotar por sorpresa un coche bomba unos minutos antes de las once de la mañana. Era el momento de descanso entre clase y clase, con el habitual trasiego de profesores, alumnos y empleados por el campus, donde estudian 9.000 personas. Pero los terroristas no lograron su objetivo.

La deflagración se tradujo en 31 heridos, la mayoría leves, y cuantiosos daños materiales. Las oficinas de ese ala quedaron destrozadas y un centenar de vehículos, afectados (20 calcinados y 80 con daños, muchos de importancia).

El atentado etarra llegó sólo 48 horas después de que la Policía Nacional desarticulara el nuevo comando Nafarroa, con la detención de sus cuatro presuntos integrantes y la incautación de 100 kilos de explosivos. Precisamente, su supuesto jefe, Aurken Sola Campillo, pudo ver la inmensa columna de humo negro provocada por el atentado: la policía lo trasladó en avión de Madrid a Pamplona para localizar dos zulos en montes de la Cuenca. El convoy policial llegó a Noáin a las 12.40 horas

Equivocado o intencionado

Nadie supo con antelación qué iba a ocurrir porque no hubo aviso por parte de la banda terrorista. Existió una llamada desde Guipúzcoa a la DYA de Álava, pero fue del todo inexacta: el departamento vasco de Interior informó ayer de que un hombre, que dijo hablar en nombre de ETA, alertó de que iba a explotar la bomba colocada en un Peugeot blanco estacionado "en el campus universitario", sin especificar de qué ciudad se trataba. Otras fuentes señalaron que el comunicante anunció la deflagración en un campus de la universidad del País Vasco, igualmente sin dar más detalles de dónde.

Tras el aviso, la Ertzaintza y la Policía Local de Vitoria realizaron una inspección en el campus universitario de la capital alavesa. Lógicamente, no localizaron el vehículo, un 306 robado la noche del miércoles en Zumaia (Guipúzcoa), tal como denunció su dueño poco después en una comisaría de la vecina Zarautz. Una hora más tarde de la llamada a DYA Álava explotó la bomba, en el campus de Pamplona.

Para el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien alertó de la bomba "o bien no avisó del todo intencionadamente o bien se equivocó". Su opinión de que se podía haber causado "una tragedia enorme" la compartían testigos de la deflagración, para quienes era "un milagro" que no hubiera víctimas mortales tras la "terrible explosión" que se oyó en gran parte de Pamplona.

Las cámaras de seguridad

Ayer por la tarde, los investigadores de la Policía Científica de la Policía Nacional examinaban los restos a los que había quedado reducido el coche para averiguar el tipo de explosivo, fundamental para poder concretar la cantidad. Lo recordó el ministro del Interior para evitar las especulaciones sobre con cuántos kilos estaba cargado el coche. No obstante, fuentes policiales hablaban de alrededor de 40.

También se inspeccionaban las imágenes de las cámaras de seguridad de la Universidad de Navarra, como las de las selladas en la misma pared en la que explotó el coche. Ayer se trabajaba con la idea de que fueron dos personas las que se trasladaron a Pamplona: una en un coche lanzadera para advertir de presencia policial a quien conducía el vehículo con la bomba.

Desde que robaran el coche la noche del miércoles, los terroristas tuvieron tiempo de desplazarse desde Guipúzcoa y estacionar el turismo. El aparcamiento es de acceso público, a diferencia de otros del campus para los que se exige poseer una tarjeta expedida por la universidad. El del Edificio Central se cierra con cadenas a las 21 horas y se vuelve a abrir poco antes de que comience la actividad universitaria, a las 8. La noche del miércoles todo el mundo había recogido su vehículo de ese aparcamiento. Estaba vacío.

Varios factores ayudaron a que las intenciones de los terroristas no se cumplieran. Uno fue precisamente la hora de la deflagración. La mayor parte de la treintena de trabajadores de ese ala del Edificio Central (donde se ubican las oficinas de Servicios Generales, Dirección de Personal y Tesorería y Administración) no se hallaban entonces en sus puestos por haberse tomado su habitual descanso para almorzar. Aún así, quien vivió la explosión pensó inicialmente que el edificio retumbaba por un terremoto. La docena de alumnos del Aula 18, anexa al lugar, fueron quienes más de cerca sintieron la explosión: todos pasaron por los hospitalarios.

El artefacto, en el maletero

Otro factor que ayudó a minimizar los daños fue la posición en la que se aparcó el coche, con los explosivos en el maletero: el morro hacia el edificio, lo que hizo que la onda expansiva se extendiera hacia atrás y hacia los lados, es decir, hacia los vehículos aparcados alrededor. Si la parte más cercana a la pared hubiera sido el maletero, la onda expansiva se habría dirigido al edificio, directamente a las oficinas. También la lluvia que caía entonces en la ciudad ayudó a que no hubiera tránsito de personas en la zona del aparcamiento.

Los bomberos se afanaron en sofocar las llamas, pues la onda expansiva incendió vehículos cercanos (uno de ellos estalló por los recipientes de pintura roja que tenía en su interior). Para entonces, por la detonación y el ir y venir de sirenas, casi toda Pamplona conocía lo ocurrido.

Las llamas se apagaron al mediodía. La universidad empezaba a recuperar la normalidad.

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La explosión deja 20 coches calcinados y más de 80 con daños de importancia

DN . PAMPLONA Viernes, 31 de octubre de 2008

Más de un centenar de personas se arremolinaban ayer por la tarde en torno a una furgoneta de atestados de la Policía Municipal junto a la explanada de bibliotecas de la Universidad de Navarra. Uno por uno, los propietarios fueron avisados por los agentes para que pasaran por la zona para revisar el estado de sus vehículos. Unos pudieron llevarse su coche con algún signo de la explosión. Pero otros, la gran mayoría, tuvieron que avisar a la grúa para que recogiera su vehículo.

Más de 20 coches quedaron completamente calcinados, especialmente los aparcados en el entorno del coche bomba, donde se produjo un intenso fuego. Tres vehículos totalmente irreconocibles fueron retirados literalmente a trozos y tuvieron que ser identificados gracias al número de bastidor. Otros 100 vehículos, según cálculos aproximados efectuados por la Policía Municipal, sufrieron algún daño. Todas las grúas disponibles por el cuerpo municipal se ocuparon de mover los coches desde el lugar del atentado hasta la explanada de bibliotecas, mientras los agentes tomaron imágenes para elaborar un informe particular de cada vehículo. La mayoría presentaba los cristales rotos, parte de la chapa dañada por piezas de los coches que habían saltado por los aires o estaban ennegrecidos por le humo del fuego.

María Mediavilla Castillo, que trabaja en Rectorado, dejó su Opel Corsa aparcado sobre las 8.30 de la mañana. Ayer por la tarde confirmó que estaba "destrozado", sin cristales, la chapa levantada y más daños en el techo. Jesús Andueza buscaba por la zona el coche de su hija Maite, que también lo había dejado en la zona del atentado. "No sabemos cómo estará", comentaba mientras señalaba los restos de un parachoques que presumía podría tratarse del coche de su hija. El profesor de Arte José Javier Azanza López, que justo comenzaba una lección sobre el Renacimiento en el momento de la explosión, pudo llevarse su coche a casa. Magdalena Urtiaga Arrarás, de 37 años, y trabajadora de Alumni (antiguos alumnos) explicaba que la ventana de su coche había reventado. "Posiblemente esté quemado por dentro", aseguró sobre su Renault Scenic que sólo tenía dos años.

Gran parte de los vehículos quedaron ayer a la espera de que hoy puedan ser retirados definitivamente por las grúas. Cada propietario deberá dar parte ahora a su seguro.

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Quinto ataque que sufre la universidad desde 1980

- Cuatro de los cinco atentados perpetrados por ETA en la UN han tenido lugar en el Edificio Central del campus

DN . PAMPLONA Viernes, 31 de octubre de 2008

El atentado de ayer es el quinto que sufre la Universidad de Navarra en los últimos 28 años y el que más heridos ha dejado de todos ellos. El ataque más reciente ocurrió el 23 de mayo de 2002 , cuando los terroristas colocaron un coche bomba cargado con 20 kilos de explosivo en la puerta trasera del Edificio Central, precisamente el inmueble donde ETA ha localizado cuatro de sus cinco ataques a la universidad.

En el de 2002 hubo tres heridos leves, después de que los terroristas avisaran de la colocación del coche bomba.

El primer ataque tuvo lugar el 12 de julio de 1980. Los terroristas colocaron dos cargas explosivas y bidones con líquido inflamable en el sótano del Edificio Central, después de encadenar a un guarda jurado y empleados. La explosión destrozó el Aula Magna. No hubo heridos, al contrario que un año después.

El 24 de junio de 1981, ETA atacó otra vez el Edificio Central con cinco cargas de 30 kilos de Goma-2. La explosión vino precedida de un aviso previo. Se registraron cuatro heridos y 1,2 millones de euros en daños materiales.

El 4 de septiembre de 1983, los terroristas colocaron artefactos en los colegios mayores Goimendi y Belagua, y Teología. Hubo una herida leve.

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