Etapa en el poder del PP de Rajoy desde las elecciones del 20N2011
Balance de los primeros 180 días de Gobierno del PP
ReL. Luis Antequera. 18 junio 2012
Una cifra extraña. O no tanto, pues se
corresponde con lo que generalmente se abrevia como seis meses.
En todo caso, un tiempo adecuado para estar ya en situación de
analizar las líneas básicas de lo que constituye la acción de
gobierno de este Partido Popular que de manera tan abrumadora
ganó las elecciones del pasado 20-N [de 2011] y también de
quien desde el 20 de diciembre, es el Presidente del Gobierno
español, el Sr. Rajoy. Para este somero análisis, yo
diferenciaría dos grandes campos: lo que constituye la acción
político-ideológica del Gobierno, de un lado; y lo que
constituye su mera acción de administración, o en otras
palabras, su gestión económica, de otro.
En el primero de los campos, se observa un gran abandonismo,
si me permiten Vds. el palabro, a lo que constituyeron los
pilares ideológicos del anterior Gobierno. Lo que produce una
cierta perplejidad por cuanto muchos de ellos fueron severamente
atacados por el mismo partido que hoy gobierna cuando ejerció la
oposición. Tan sólo la desactivación (que no derogación) de
leyes como la de memoria histórica representan algún paso en la
dirección contraria a la ejercida por el Gobierno pesoíta del
Sr. Rodríguez Zapatero. Y por el contrario, se observa que se
ha asumido completamente la política antiterrorista pesoíta,
con traslado (bastante silencioso) de presos, medidas encubiertas
de gracia, persecución light de terroristas y complacencia ante
las siglas herederas del terror
Todo lo cual realizado con
una, si se quiere, mayor tranquilidad que aquélla de la que
gozó su predecesor, al no sufrir desde la bancada de la
oposición la resistencia que ellos mismos sí representaron
cuando militaron en esa bancada, ni tampoco la de las víctimas
(al menos por el momento), que acuden un tanto perplejas y
todavía indecisas al cambio de postura de un Gobierno sin nada
nuevo que decir en ese sentido. Sí es nueva, por el contrario, o
por lo menos hasta la fecha, la actitud exhibida ante otros
problemas de orden público como por ejemplo el 15-M. Tampoco
se ha puesto coto a los desmanes nacionalistas tantas veces
criticados en el pasado (leyes totalitarias relativas al idioma y
a la enseñanza, gastos suntuarios para hacer país
como se suele decir, leyes segregadoras de mercados), con el
agravante de que a los excesos de partidos supuestamente
moderados que han gobernado en el pasado, han de
suceder en breve en algunos puntos muy delicados de la geografía
nacional, opciones políticas ancladas en la marginalidad y con
las manos manchadas de sangre, reto ante el que no se atisba por
parte del Gobierno proyecto alguno de combate. Un aspecto de la
estrategia política donde también se han asumido con total
naturalidad los principios del pesoísmo, con una defensa de los
símbolos nacionales que, me atrevo a decir, es incluso más laxa
(si cabe) que la que exhibió el anterior Gobierno(1).
Tampoco se han cuestionado en modo alguno los muchos pasos
dados por el anterior Gobierno para destrozar la célula básica
de la convivencia social que es la familia, a partir de una
cosmovisión experimental que se da en llamar ideología de
género y que yo prefiero llamar lucha de los sexos.
Desde este punto de vista, llama la atención que el que más
comprometido se ha mostrado sea, precisamente, el componente del
Gobierno del que menos se esperaba en ese sentido, su ministro de
Justicia, que ha prometido la derogación de la actual Ley del
derecho de la mujer a exterminar a su hijo dentro de su propio
vientre (cierto que aún estamos esperando), y que pretende
introducir en la legislación un concepto largamente demandado
por tantos ciudadanos como es el de la paternidad compartida, en
una sociedad en la que empiezan a ser demasiadas las familias que
han colapsado por mor de unos usos y unas leyes altamente
perjudiciales para la convivencia social, todos aquellos que
atentan contra su célula básica, la familia. Llama
poderosamente la atención la ausencia de un proyecto definido
por lo que se refiere a un problema bien identificado de la
sociedad española, cual es el de la educación, donde uno
habría esperado medidas de choque inmediatas y contundentes,
bien escenificadas, que deberían haber sido bien acogidas por un
sector mayoritario de la opinión pública española. Tanto más
cuanto que es en ese campo donde a medio plazo nos jugamos la
verdadera solución a la crisis monstruosa que nos azota, con una
juventud, la actual, que sólo cree tener derechos y ningún
deber, y que carece de la menor noción de conceptos tan
intrínsecos al ser humano y a la historia como el esfuerzo, el
sacrificio, el trabajo, el mérito, el premio, el castigo
En el segundo de los campos, el de la gestión económica del
país, aquél en el que el Gobierno está siendo más atacado,
entiendo sin embargo (y sé que es muy impopular sostenerlo) que
es donde con mayor criterio y rigor está trabajando. Las medidas
adoptadas son las que la situación exige, el ritmo es el
posible, los medios son los adecuados, con una intercomunicación
con los poderes fácticos internacionales que habían sido
descuidados, cuando no literalmente despreciados, por el anterior
Gobierno, el cual había situado a España en un lugar
absolutamente periférico de la escena internacional. No es de
extrañar, sin embargo, que la ciudadanía se impaciente ante la
ausencia de resultados de una política austera y dolorosa en
exceso, algo que no es diferente de lo que le ocurre a quien
aquejado por un cáncer, lamenta la lentitud de los resultados
del tratamiento y el elevado sacrificio que impone. Y es que, al
fin y al cabo, un cáncer, un verdadero cáncer, es lo que la
economía española padece. Un cáncer cuya curación confiaron
los españoles durante excesivo tiempo a las manos de un brujo
curandero sin ninguna formación que le prometió que con unas
hierbecitas mágicas encontradas en remotos bosques siderales que
sólo él conocía, iba a bastar para curarla, no haciendo otra
cosa que perder un tiempo precioso que sólo ha servido para que
la metástasis se extienda inexorablemente por todos los órganos
del cuerpo. Se echa en falta, sin embargo, en este mismo campo,
dos reformas por presentar y acometer en el campo de las medidas
económicas imprescindibles para salir de la crisis que nos
azota. En primer lugar, la de una administración excesiva y
artificialmente engordada, la autonómica, que si
económicamente es de una alta ineficiencia y corrupción, desde
el punto de vista político ha resultado de una deslealtad que
ha superado hace tiempo todos los límites de lo tolerable para
un país. Y en segundo, la de la alta administración, con
medidas que contribuyan al imprescindible recortamiento de
cargos, a la adecuación de sus emolumentos y prebendas a la
crítica situación presente y a la lucha encarada y firme contra
todos los elementos corruptos de la misma, que son
lamentablemente demasiados. Una reforma que no sólo es
económicamente urgente, sino sin la cual, carecerán de
legitimidad todos los esfuerzos que, precisamente desde esas
mismas instancias, se reclaman a una ciudadanía que
indudablemente está sufriendo, sin percibir que sus dirigentes
lo estén haciendo, no ya en parecida medida, sino en ninguna.
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(1) Sólo a modo de ejemplo, el falseamiento de las imágenes del esperpento ocurrido en Mestalla durante la final de Copa del año 2009 gobernando el PSOE, produjo la dimisión de un responsable de TVE, algo que no ha ocurrido ni tiene trazas de ocurrir en el no menos lamentable falseamiento producido este mismo año, gobernando ya el PP, en la segunda edición del mismo esperpéntico evento, acontecido esta vez en el Vicente Calderón.