HISTORIA DE ESPAÑA.......HISTORIA DE NAVARRA.......HISTORIA UNIVERSAL.........Explicaciones y desarrollos............
El rostro feo y corrupto de la vieja arquitectura actual al descubierto magistralmente por Pascual Tamburri
El rostro feo y corrupto de la vieja
arquitectura actual al descubierto magistralmente por Pascual
Tamburri.
Calatrava es fenomenal. Pero, ¿qué me dices del pobre Moneo?.
Explican en su favor que sus edificios sí que están bien de
besé, como llaman los franceses a al W.C. Esos pseudoarquitectos
no poseen el arte ni la técnica. Sus construcciones no son
humanas. Habría que obligarles a utilizarlas una hora a la
semana. No vamos a ser tan crueles de condenarles a perpetuidad a
padecerlas como ellos hacen con nosotros. No hay ética sin
estética. El artículo de Pérez-Reverte muy bueno también.
Gracias por esta gran clase de Historia del Arte para empezar el
curso.
Reunión de los culpables de la crisis para mentirnos otra vez
Pascual Tamburri 30 de agosto de 2010 RUTA NORTE http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=109087&cod_aut=
Finanzas aparte, en España esta crisis tiene el rostro de la arquitectura. Años de construir más, más caro, más cursi y más absurdo a costa de todos. ¿Y ahora buscan excusas?
Patxi Mangado y su Fundación Arquitectura
y Sociedad convocaron con mucho tiempo un Congreso
Internacional de Arquitectura para los 9, 10, y 11 de junio de
2010. El premiado arquitecto navarro y sus acompañantes
presentaron la idea, muy simbólicamente, en abril en el Círculo
de Bellas de Madrid. El simbolismo viene dado por elegir
precisamente la sede de la progresía cultural española del
último siglo, especialmente en 1936-1939. Y es que los problemas
de la arquitectura occidental son una cuestión de progres.
Aunque luego la pagamos todos.
Arquitectura: más por menos
El evento fue un éxito social y mediático, cómo no, Príncipes
de Asturias incluidos. Los promotores del congreso acertaron
seguramente con la orientación del mismo: ¿qué se ha hecho en
la arquitectura de las últimas décadas para llegar a este
punto? Patxi Mangado, con Luis
Fernández-Galiano y el sindicalista ahora amado por la
derecha económica, José María Hidalgo, como
presidentes, ha reunido nombres llamativos tanto profesional como
mediáticamente. ¿Quién estaba detrás del congreso de
arquitectura? Desde Carlos Solchaga a
Isabel Tocino, pasando por Javier Conde,
Félix Arranz, Ángela García de Paredes, Juan
Miguel Hernández León, José Miguel Iribas
y José Tono Martínez. Les ha faltado invitar a
Arturo Pérez Reverte, que tiene una opinión
contundente sobre este espinoso asunto: "Qué repelús me dan los
talibanes, pardiez. Incluso éramos pocos y parió la
abuela arquitecta los que trabajan sobre una mesa de
diseño y tienen un diploma colgado en la pared".
La Fundación Arquitectura y Sociedad se define a sí misma como
"el primer think tank español de arquitectura y
sociedad", y pretende crear un lugar de encuentro entre
arquitectos, industriales y empresarios y fomentará el diálogo
entre los sectores empresarial, cultural, científico, social,
político y sindical". Nadie negará la necesidad de
"revisar los modelos de crecimiento y a los desafíos
medioambientales de nuestra época". Una época cuyo modelo
de crecimiento ha fracasado, en nuestro país, y cuyo principal
desafío medioambiental es explicar a millones de parados (nadie
cree que nos vayamos a quedar en cuatro) cómo su desempleo tiene
bastante que ver con la fama y la riqueza acumulada por
determinado tipo de arquitectos y las empresas e instituciones a
las que han servido hasta el día de hoy.
La fiesta ha terminado
Lamentablemente, es cierta la premisa de esta fundación, según
la cual "España es hoy una referencia en la creación
arquitectónica". Lo ha sido durante al menos una década,
cuando tanto la obra pública como la privada parecían no tener
aquí límites. Ningún límite económico, por supuesto, y así
estamos, pero tampoco límites estéticos, éticos o de simple
dignidad. Pueblos y ciudades han competido en cantidad de obra,
en tamaño de la misma, y sobre todo en progresismo: la única
regla en este arte y en otros era en los años de prosperidad que
pareciese "moderno", y por tanto que se despreciase
cualquier resto de respeto por nuestras tradiciones culturales,
por la arquitectura heredada, por unos cuantos milenios de
civilización occidental. España ha sido una referencia,
admirada por los progres del mundo entero, porque en ninguna
parte se ha llegado tan lejos en lo hortera y en ninguna parte
todo un modelo de desarrollo económico y social ha estado ligado
a los prejuicios ideológicos de una secta artística que,
además de cursi, ha demostrado ser carísima.
Y España sigue siendo una referencia: nadie como nosotros va a
pasar décadas pagando edificios y obras ligados a una moda ya
fenecida. Porque esta eclosión de nuestra arquitectura no ha
sido, precisamente, un Renacimiento: ha sido un episodio de
sumisión colectiva a las fijaciones de unos cuantos presuntos
sabios; contratándolos, nuevos ricos ignorantes y acomplejados,
elevados a la dirección de la sociedad y del Estado, han hecho
el resto. Y aquí estamos. ¿Responsabilidad social? Por cierto
que sí. La que tienen los ideólogos progres de esta moda
fracasada con los millones de familias que van a seguir pagando,
con impuestos, con ahorros y con hipotecas, la prepotencia de los
amos de la arquitectura. Ya nos avisaron Hans Sedlmayr
y el conde Hans von Huyn.
¿Dónde vamos? Al Baluarte
Ahora los congresistas de Mangado pretendían "optimizar los
recursos para lograr más calidad con menos coste". Un
poquito tarde, pero gracias. Es divertido saber que el congreso
celebró en el Palacio de Congresos y Auditorio de Pamplona,
Baluarte, obra del mismo Mangado. Un Mangado que
según él mismo está "buscando un concepto innovador de
belleza vinculada a valores éticos de utilidad, armonía,
racionalidad de recursos, eficacia constructiva y cuidado de
materiales y seguimiento de los proyectos y acabados en todas sus
fases". Me van a perdonar, pero en un caso así tengo que
recurrir al vocabulario campamental de uno de los pamploneses
más grandes del siglo XX, Rafael García Serrano:
¡manda huevos!
Baluarte fue polémico desde el principio, porque habiendo muchos
lugares para la iniciativa se eligió un solar ante (o contra) la
ciudadela de Pamplona. Ningún problema en que arquitecturas de
distintas épocas coexistan
pero sin agredirse, lo que es
el caso. Por lo demás, en cuanto a los acabados, la plaza de
Baluarte ha tenido que reformarse dos veces para que las personas
puedan moverse por ella, su sótano tiene goteras y su carísimo
revestimiento de piedra importada veremos dónde termina.
¿Novedoso? Ningún concepto arquitectónico que no estuviese ya
enunciado en 1920 o aplicado en 1930
sólo que mejor y en
mejor lugar y manera, claro. No es sólo cuestión de
"acabados", sino que debe de ser eso lo que llaman un
"ejercicio estilístico aislado del contexto". Y quien
no quiera ser políticamente incorrecto tiene que admirar
extasiado tan singulares ¿belleza y utilidad?
El problema de las artes en esta era de subjetivismo es que no
existe "la" belleza, es decir, es dogma oficial que no
existe la belleza objetiva. A partir de ahí, si sumamos el otro
dogma transversal a muchas izquierdas y derechas (que todo tiene
una explicación únicamente material y económica), nos queda
sólo la cantidad y la novedad: lo bueno, si uno es progre es que
sea cuanto más distinto y opuesto a todo lo anterior y cuanto
más caro y ostentoso. No es sólo cuestión de Baluarte, el
señor Mangado nos ha dejado muestras singulares
de su genio también en Olite, donde la Casa de Cultura no tiene
ascensor y "debe" un local de cien metros a la Iglesia
y donde la plaza tiene los mismos problemas que la plaza del
Baluarte, en este caso orientados "contra" un (supongo
que horrendo, en su nunca modesta opinión) castillo gótico.
Hay que jubilar a los culpables, que no tienen vergüenza
Arquitectos como Mangado o Renzo Piano,
Glenn Murcutt, Paulo Mendes da Rocha
y Jacques Herzog, premiados con el Pritzker;
filósofos como Fernando Savater; políticos
como Ernesto Zedillo; ¿son los adecuados para
solucionar el problema? Teniendo en cuenta que han aplaudido el
derroche, la locura y el sinsentido anteriores y que no han
cambiado su visión del mundo, seguramente no pasarán de una
solución alicorta o de un nuevo engaño. No: es verdad que
necesitamos una nueva arquitectura, y un nuevo modelo económico,
ético y estético, pero con seguridad ellos no pueden ir más
allá de pedir disculpas por el daño hecho.
Volvamos a lo bello
Benedicto XVI recordó sus deberes a los
arquitectos, y no hace mucho de esto, aunque estaba presente Santiago
Calatrava y no Patxi Mangado. "Vosotros
sois custodios de la belleza. Vosotros tenéis, gracias a vuestro
talento, la posibilidad de hablar al corazón de la humanidad, de
tocar la sensibilidad individual y colectiva, de suscitar sueños
y esperanzas, de ampliar los horizontes del conocimiento y el
compromiso humano". El error estaría, para el Papa, en
hacer de la arquitectura "expresión de la obscenidad,
de la transgresión o de la provocación". Los
arquitectos, como artistas, tendrían "la gran
responsabilidad de comunicar la belleza, de haceros comunicar en
la belleza y a través de la belleza. ¡Sed también vosotros, a
través de vuestro arte, anunciadores y testimonios de esperanza
para la humanidad!"
Y de hacerlo sin expoliar a los pueblos. ¿"Más por
menos"? Sí, es el momento. Pero a la vez hay que hacer
examen de conciencia, porque a este punto no nos han traído unos
extraterrestres desconocidos, sino un conjunto bien definido de
ideólogos, de artistas, de arquitectos, de políticos y de
empresarios, que se han beneficiado de lo que se ha hecho a
nuestras expensas.
Y su responsabilidad social no se agota en arrepentirse en
público y pedir humildemente perdón a los españoles de los
próximos cincuenta años, que sufrirán y pagarán su locura.
Han hecho algo aún peor: han educado a dos generaciones enteras
de arquitectos en su fanatismo progre. Los arquitectos que ahora
están en el paro o trabajan por 600 euros, que son los llamados
a deshacer el entuerto. Si es que saben reeducarse a sí mismos o
buscar los buenos maestros que, marginados, han seguido
existiendo.
Como ha reconocido Luis Fernández-Galiano,
"la arquitectura más avanzada está volviendo a la más
tradicional como forma de aprovechar mejor los recursos y de
abaratar costes". Enhorabuena. Podrían haber hecho ustedes
caso a sus conciencias algo antes de beneficiarse tanto del que
ahora se atreven a llamar "desarrollo especulativo". Y
de ensuciar con sus fealdades nuestras calles y plazas, nuestros
pueblos y ciudades y, ay, las mentes y las almas de los artistas
de mañana. Porque ustedes, muchos de ustedes, jamás fueron
artistas ni artesanos. Que es el verdadero problema. Ustedes son
el problema, no la solución.
--------------------------
En la ciudad hostil
Arturo Pérez-Reverte XLSemanal 07/6/2010
Qué repelús me dan los talibanes,
pardiez. Incluso -éramos pocos y parió la abuela
arquitecta- los que trabajan sobre una mesa de diseño y tienen
un diploma colgado en la pared. Recuerdo, y supongo que ustedes
también, cuando Madrid era una ciudad para caminar por ella,
sentarse en sus plazas y tomar el pulso a la calle y la vida.
Qué tiempos. En algunos lugares, incluso, había árboles. En
vez de eso, los espacios abiertos que hoy se ofrecen a quien se
mueve por la capital de España son áridas superficies
pavimentadas, suelos extensos de piedra seca y dura, plazas
desprovistas de sitios para sentarse, explanadas hostiles sin
sombra ni resguardo: simples lugares de paso concebidos para que
el transeúnte circule sin detenerse, negándole todo descanso o
comodidad. Remodelación del espacio urbano, lo llaman.
Adecuación a los nuevos tiempos. Nuevo concepto de ciudad, y
tal. Etcétera.
En los últimos años, Madrid se ha convertido en
descarado campo de experimentación de la línea recta y
los espacios desnudos. Todo despojo y simplificación tiene aquí
su asiento. Y su financiación. Con el pretexto de quitar sitio a
los vehículos para dárselo a los ciudadanos, el ayuntamiento
local se ha arrojado, sin pudor, en brazos de los arquitectos
radicales, fanáticos implacables del minimalismo urbano y el
concepto de ciudad como gigantesca vía de paso orillada por
locales comerciales, donde la única función del espacio abierto
es encauzar masas de compradores de tienda en tienda, con el bar
o la cafetería como único descanso. Este afán por convertir al
ciudadano en cliente de movimiento continuo, negándole todo
reposo gratuito, raya en la infamia. Ausencia absoluta de
jardines, llanuras de piedra, inmensos suelos de granito decorado
por miles de chicles pegados en él. Gente sentada en el suelo,
ni un solo banco, algún asiento individual aislado, vergonzante.
Señoras embarazadas, personas de edad, caminantes fatigados,
turistas al filo de la deshidratación, vagan por esos páramos
enlosados como hebreos por la península del Sinaí, sin hallar
un punto donde reposar un momento, reponer fuerzas, dar de mamar
al niño o echar un cigarro. Es, al fin, la ciudad dura, seca y
fría soñada por quienes no la habitan, impuesta a la fuerza,
sin consultar a nadie, entre cuatro fanáticos de la desnudez
urbana y sus cómplices municipales encantados de salir en la
foto, encandilados como bobos catetos ante los desafueros
avalados por la autoridad arrogante, autista, de cualquier firma
de prestigio.
Porque una cosa es cambiar el modelo de ciudad,
adecuándolo a los nuevos tiempos, y otra triturar
cuanto huela a tradicional, ajustando los espacios urbanos a la
dictadura de lo lineal y lo vacío. El vecino, el transeúnte no
apresurado, quien se demora en el paso y la vida, son lo de
menos. No cuentan. Y en los sitios más afortunados, cuando hay
donde sentarse, el paisaje no invita en absoluto: ni una sombra,
ni un árbol, ni una planta. Hormigón por todas partes, bloques
de granito sin respaldo en lugar de bancos, de manera que a los
cinco minutos debes levantarte con los riñones hechos cisco. En
otros lugares, ni siquiera eso. Si eres joven puedes sentarte en
el suelo. Si no, a lo legionario: marcha o muere. Y las
explicaciones son de un cinismo delicioso: el mobiliario urbano
obstaculiza el paso, facilita el botellón y permite que se
instalen vagabundos y mendigos. Eso lo dice, sin ruborizarse, el
Ayuntamiento de una ciudad que es un inmenso botellón
permanente, y donde vagabundos y mendigos venidos de toda Europa,
nueva corte hispana de los milagros, acampan por centenares donde
les sale del cimbel, lo mismo en mitad de una acera
transitadísima que atestando los soportales de la Plaza Mayor o
los pasajes subterráneos. Una anécdota final. Cuando la
remodelación, hace un par de años, de la explanada situada
entre el museo del Prado y el claustro de los Jerónimos, la Real
Academia Española, situada en la esquina con la calle Felipe IV,
recibió una petición de los arquitectos responsables y del
Ayuntamiento para que árboles y arbustos que adornan el jardín
decimonónico de la Docta Casa fuesen talados o reducidos de
tamaño. Porque, cito de memoria, «rompían la armonía y las
líneas limpias de la nueva ordenación urbanística». O algo
así. Tan osada e imbécil petición fue discutida en el pleno de
los jueves -entre intensas muestras de hilaridad y choteo de los
académicos, por cierto-, y la conclusión final, resumida en
corto y claro, fue que se mandara a los solicitantes a hacer
puñetas. «Si de armonía se trata, que planten árboles
ellos», dijo alguien. Y allí sigue, orgullosamente intacto.
Nuestro pequeño jardín.