Mensaje de un niño abortado remitido por una alumna el 28.02.2005
Soy una alumna de primero de bachiller, y quería decirle que su clase del 28 de febrero me pareció interesante, y me gustaría que leyese la siguiente carta que encontré por internet, la cual me parece preciosa. Espero que le guste.
"Carta de un niño malogrado"
Querida mamá:
Soy tu hijo. ¿Recuerdas? Tu esposo andaba lejos del país. No bastaron las protestas de amor que escribías y, en su ausencia, otro hombre se involucró en tu vida. De ese romance, fuí engendrado yo. Qué grato recuerdo guardo, mamá, de los tres meses y veintiún días que me acunaste en tu vientre. Me sentí tan seguro...
Comprendo que no me desearas, pues ¿qué pensaría "papá" a su regreso? Había que blanquear el desliz matando al delator, y ese era yo. Por entonces, supe de las discusiones con tu amante, pues él quería verme nacido y tú no. ¡Qué peleas hasta que le arrancaste el dinero que costó mi defunción! A todo le ponéis precio, también a matar a un inocente. "Qué caros son los abortos", comentaste. No justifico tu crimen, pero te perdono.
¡Qué maldad la de aquel monstruo vestido de blanco! ¡Qué dolor tan penetrante, cuando me punzó con aquella enorme aguja y me despedazó! ¡Y esa maldita aspiradora que se tragó mi cuerpecito a pedazos! También a ti te traumatizó. Conozco, mamá, tus largas noches en vela y tus sobresaltos. Sé que me amas, pues sueñas conmigo y más de una vez te has preguntado, con remordimiento, si soy niña o niño o qué alegrías te hubiera traído. ¿Sabes, mami, que los niños menos apetecidos, al nacer son más amados?
Soy varón. Me parezco más a ti que al seductor que te engañó. ¡Cómo me vas a olvidar, si yo a cada momento pido a Papá Dios que borre de tu mente esas pesadillas, que turban tu descanso y te dan muerte en vida! Por eso, ¡qué alegría cuando buscaste a un sacerdote y te reconciliaste con el Señor de la Vida! Querida mamá, quiero verte feliz. Recuerda lo que te dijo el sacerdote al despedirte: "Hija, Dios Padre ya ha hecho su obra de amor en ti, el tiempo irá sanando la herida, la paciencia de Dios salva."
Mientras te estoy escribiendo, tengo a mi lado a Antonio. Bueno, es un decir, porque mi amigo, al igual que yo, no tiene nombre ni apellidos. También está aquí por el aborto. Su madre, muy joven ella, fue violada en la calle, cuando regresaba a casa. Y, porque no amaba a su violador, se deshizo del hijo a las pocas semanas de haberlo concebido. A mi amigo le obsesiona esta pregunta: ¿por qué si mi mamá no amaba al hombre que la violó, dejó que me mataran a mí que la hubiera amado siempre y jamás me hubiera avergonzado de ella?" No acierto a darle una respuesta convincente. Aquí, en el Reino del Amor, sólo entendemos el lenguaje del amor; por eso, no comprendemos vuestras disquisiciones acerca del aborto por mala formación del feto, por violación, por dificultades económicas de los padres, por no querer más hijos... Me cuentan que ni las guerras, ni Hitler con sus cámaras de gas letal, realizaron una masacre tan espantosa.
Con los abortos se ha desprovisto a la humanidad de brillantes poetas, sacerdotes, médicos, filósofos, músicos, pilotos, economistas, profesores, estadistas, pintores, arquitectos, periodistas, santos y santas. A mí todos me dicen que quizás hubiera sido un habilidoso cirujano o un pianista a lo Mozart.
No llores, mami. Perdónate y ámate como Dios te ama. Olvida tu pasado.
¡Ah! se me olvidaba. Aunque me consumo por verte, no te des prisa en venir, pues mis hermanos te necesitan. Haz por ellos lo que nunca pudiste hacer por mí. Te cuento que cuando bañas al pequeño o le das de comer a mi hermanita, no sé, me entra un poquitín de añoranza de todo lo que pudo ser y no fue. Me hubiera gustado ser amamantado con tu leche, ser acariciado por tus manos.
Y termino pidiéndote un favor, no para mí, sino para que a otros niños no los maten como a mí. Si conoces una chica que busca abortar, un sujeto que monta campañas a favor del aborto, un médico que practica abortos, cámbiales ese corazón de piedra por un corazón de carne. Préstanos tu voz a los millones de niños sin voz y grítales a todos que tenemos derecho a vivir y que, aunque nadie nos ame, tenemos derecho a amar. Exigimos que nos dejen vivir para amar, es tan triste tener un corazón para nada.
Hasta que nos veamos, mamá, entonces te enseñaré lo mucho que te quiero, te quise y te querré.
Tu niño malogrado.