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artículos de Cristiandad de Barcelona
AL REINO DE CRISTO POR LA DEVOCIÓN A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA |
Un «slogan» pontificio
«Pacificación preventiva»
J. B. B.
CRISTIANDAD
Año XIII, nº 284, página 19
Barcelona, 15 de enero de 1956
Plura ut unum
No quisiéramos que este título sonara a irreverencia para ningún oído. Creemos, por el contrario, que, despojado del resabio «comercial» e insincero que pudiese tener, es adecuado para significar lo que con el mismo pretendemos.
En este sentido, un «slogan» es nuclearmente una «idea-fuerza». Una idea, concepción de la mente, doblada sin embargo de contenidos imaginativos, proyectada sobre lo concreto, y capaz, en consecuencia, de mover a la vez la voluntad y el sentimiento; suscitadora de entusiasmo, de confianza, de sacrificio; que condensa las aspiraciones elevadas de un momento, cancela desorientaciones y temores, refiere la vida inmediata a un futuro no pasivamente augurado, sino eficazmente intentado por los hombres.
Pero un «slogan» significa, además, el uso publicitario de una «idea-fuerza» semejante; su difusión entre las masas, su lanzamiento a todos los ámbitos.
Fue un «slogan» la «idea-fuerza» revolucionaria «libertad, igualdad, fraternidad»; lo ha sido la del propio Pío XII: «Cruzada por un Mundo Mejor».
Sería tiempo que este «slogan» pontificio hubiese prendido en las huestes católicas, e incluso en las huestes dispersas de franco-tiradores, que son estos «hombres de buena voluntad» a los que el Papa se dirige con tanta frecuencia.
Debería prender igualmente en nosotros el nuevo «slogan» pontificio de la «pacificación preventiva» tan claramente subordinado al anterior, y que el Papa ha lanzado en su último discurso de Navidad.
«Pacificación preventiva» expresa y simboliza un desarme moral, como condición que es de un desarme material. Es la deposición del odio, de los falaces motivos egoístas en los que quiere apoyarse, de un modo u otro, la organización de la paz; es la eliminación de la doblez y de la desconfianza, de las actividades aberrantes que aprisionan a la materia la vida y las aspiraciones de los hombres, y les impiden gozar del mensaje y compañía de Cristo, Príncipe de la Paz.
«Pacificación preventiva» es el «slogan» pontificio para significar «cristianización»; como «Mundo Mejor» significaba «Reinado social de Jesucristo». Así, es dar a los espíritus la tranquilidad, el sosiego de la conciencia; darles el orden, o mejor la ordenación activa, por medio sobre todo de la oración, hacia aquellos bienes espirituales entre los cuales se connumera la paz.
El Papa excluye expresamente, en su Mensaje de Navidad, una posible interpretación desviada de sus intenciones, consistente en interpretar este «desarme moral» como un abandono de toda vigilancia, como la imprudente entrega de nuestros bienes a los enemigos de la paz. Así lo hace al afirmar, como subraya Ecclesia, que «Nuestro programa de paz no puede aprobar una coexistencia general con todos y a cualquier precio», indicando, incluso, que a este resultado pernicioso conduce el intento de buscar la paz por la sola ruta del bienestar y de la economía.
Mensaje tras Mensaje, Navidad tras Navidad, insiste el Papa en esta temática. El frío viento de laicismo que sopla en el Mundo levanta en su alma una polvareda de preocupaciones que se concentran, diríase, en un punto: el peligro, no eliminado, de una conflagración generalizada, con armas atómicas.
El Papa quiere evitar esto, con todas sus fuerzas. Y como Cristo hablaba en parábolas a hombres demasiado torpes para entender directamente en su pureza el lenguaje del espíritu, su Vicario nos quiere conmover con «slogans» y alistarnos por este medio a la empresa cristiana de la paz.
«La visión falsa y estrecha del mando y de la vida aceptada por los hombres modernos»; «la riqueza y las obras, los proyectos y los inventos, orgullo y tormento de la edad moderna»; o inversamente, la fatiga y el cansancio que siguen a la comprobación de la insuficiencia de tales bienes, ¿oscurecerán en nosotros la idea de que «la humanidad no puede impunemente rechazar y olvidar el haber venido Dios y habitado en la tierra, porque este hecho es, en la economía de la Providencia, esencial para establecer el orden y la armonía entre el hombre y sus cosas, y entre éstas y Dios»?